El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
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El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres. Planteamientos a discutir.
- El pasado da seguridad (restitutio orbis como lema) y el futuro es inseguro (dificultad para averiguarlo).
- La gente prefiere el poder a la autoridad, aunque ésta es necesaria para quien aspira al poder. El jefe necesita al intelectual para situarse frente a otro jefe ya establecido, en cuanto que el intelectual (o racional) desestabiliza las creencias que dan seguridad, para crear otras más seguras, aprovechando las contradicciones del sistema lógico anterior.
- La mujer, en cuanto ser procreador, necesita la seguridad en su compañero. El jefe, poderoso, da esa seguridad y por ello es más fácil que busque la compañía del jefe que la del intelectual, por mucho que este le atraiga como animal de compañía.
- En cambio el hombre, como bomba genética que es, en general busca sobre todo una hembra apetitosa y, a ser posible, sumisa (no pacífica necesariamente), sin grandes aspiraciones intelectuales tampoco. Es la marca de la naturaleza.
- La cultura, al intentar cambiar el ritmo natural (tarea del intelectual) puede producir (por externalización de la fuerza, desplazada del cuerpo a la máquina) mujeres que no son sumisas y hombres que ya no son protectores, aunque sigan siendo violentos. Los hombres se quedan sin mujeres y las mujeres sin hombres, en el sentido tradicional: ahora sólo tendrán compañeros para las tareas laborales y sexuales. Las ansias de maternidad tienden a quedar desplazadas y la violencia de género previsiblemente aumentará.
- El poder y la autoridad forman sistema, como el individuo y la colectividad (o la nación y el estado). Todo intelectual (autoridad) necesita un jefe (poder) que le apoye para que sus ideas triunfen (caso de Constantino y el cristianismo) y viceversa. De hecho, una vez conseguida la supremacía buscada, el jefe tiende a prescindir del intelectual, que ahora es incómodo para él por seguir abierto al futuro, en vez de a ese pasado que da seguridad y legitimidad (caso de Alejandro Magno y Aristóteles), y al no desear el intelectual la renuncia a ampliar su crítica al pasado. De hecho éste sigue utilizando fórmulas del pasado pero abiertas a nuevos horizontes mentales (que podrán ser atractivas para quienes deseen desplazar en el futuro al poder establecido).
Última edición por Genaro Chic el Lun Nov 12, 2012 4:08 pm, editado 1 vez
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Buenas, voy a opinar las sentencias con las que no estoy de acuerdo.
No croe que por naturaleza el ser humano busque el poder, la busqueda del poder, legitimado y mas o menos perpetuo, la crea el sistema económico-socia. Una vez dentro de un sistema así (lo que se viene dando desde que las sociedades se sedentarizaron)no es necesario un respaldo intelectual, el respaldo puede venir dado el uso de la fuerza (como en lo que se vienen llamando jefaturas) y después de esto, buscar perpetuarse de alguna manera (Julio César atacando Roma con sus clientelas, aunque no sin procurar el apoyo popular)
Respecto a las definiciones de hombre-mujer, creo que son roles no tan biológicos (que lo son) como sociales, copio un fragmentito de algo que ya expuse en el foro (en el antiguo)
Así pues, lo que es una mujer y un hombre, sus papeles de género y su búsqueda variarían según la sociedad (y no hay que irse muy lejos históricamente, podemos ver tribus actuales o la fascinante ley espartana). Desde una perspectiva actual-capitalista, aunque todo lo expresado por Genaro Chic se cumpla, yo veo más una ruptura de todo papel de género dado en la casi nula influencia de la tradición, ahora miramos el futuro y creemos en el "Progreso" lo que hacían nuestros antepasados nos parecen bobadas y (en nuestra mayoría) estamos dispuestos a aceptar (que no comprender) cualquier tipo de conducta que no se pase de algunos límites preestablecidos (no sobrepasar la propiedad privada, no matar....y poco mas.)
Y por último, en cuanto al tema de la violencia de género, soy de la opinión de que siempre existió pero actualmente está peor visto ( y menos mal).
Saludos
La gente prefiere el poder a la autoridad,
aunque ésta es necesaria para quien aspira al poder. El jefe necesita
al intelectual para situarse frente a otro jefe ya establecido, en
cuanto que el intelectual (o racional) desestabiliza las creencias que
dan seguridad, para crear otras más seguras, aprovechando las
contradicciones del sistema lógico anterior.
No croe que por naturaleza el ser humano busque el poder, la busqueda del poder, legitimado y mas o menos perpetuo, la crea el sistema económico-socia. Una vez dentro de un sistema así (lo que se viene dando desde que las sociedades se sedentarizaron)no es necesario un respaldo intelectual, el respaldo puede venir dado el uso de la fuerza (como en lo que se vienen llamando jefaturas) y después de esto, buscar perpetuarse de alguna manera (Julio César atacando Roma con sus clientelas, aunque no sin procurar el apoyo popular)
Respecto a las definiciones de hombre-mujer, creo que son roles no tan biológicos (que lo son) como sociales, copio un fragmentito de algo que ya expuse en el foro (en el antiguo)
Partiendo de la biología podemos ver cómo el
sexo se compone de 5 aspectos fisiológicos, sexo genético, sexo hormonal, sexo
gonadal, y morfología de los órganos reproductivos internos y externos pero es determinante la sociedad en la que nos movemos
para obtener un papel de género (gender role). Este papel puede tener dos
vertientes, llamadas masculina (centrado en el yo y el logro) o femenina
(cuidado al otro, cooperación) . Cada uno de éstos papeles
crea una forma de poder, el masculino se basaría en un sujeto que guía y
condiciona a objetos basándose en la “razón”, el femenino controlaría la
emoción . Además existen dos pulsiones básicas en todo
humano relacionadas con este papel de género, los deseos amorosos y hostiles siendo la pulsión amorosa la necesidad de unión y
cercanía, identificación, mientras que el hostil se basa en la separación e
individualismo (especialistas, élites,…). Simplemente remarcar que estos
papeles de género no hacen referencia al sexo o sexualidad del individuo, son
sociales, aunque en un momento dado los individuos desarrollaron más uno que el
otro por las circunstancias socioeconómicas que debieron vivir (falta de
alimentación o nichos explotables por ejemplo). Explico esto un poc más, en zonas donde la única actividad económica fuera la caza los hombres tendrían mas preeminencia, mientras que en zonas donde la actividad mas racional fuera la recolección ambos géneros sería mas igualitarios en principio
Así pues, lo que es una mujer y un hombre, sus papeles de género y su búsqueda variarían según la sociedad (y no hay que irse muy lejos históricamente, podemos ver tribus actuales o la fascinante ley espartana). Desde una perspectiva actual-capitalista, aunque todo lo expresado por Genaro Chic se cumpla, yo veo más una ruptura de todo papel de género dado en la casi nula influencia de la tradición, ahora miramos el futuro y creemos en el "Progreso" lo que hacían nuestros antepasados nos parecen bobadas y (en nuestra mayoría) estamos dispuestos a aceptar (que no comprender) cualquier tipo de conducta que no se pase de algunos límites preestablecidos (no sobrepasar la propiedad privada, no matar....y poco mas.)
Y por último, en cuanto al tema de la violencia de género, soy de la opinión de que siempre existió pero actualmente está peor visto ( y menos mal).
Saludos
Ruben P.- Invitado
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
- La mujer, en cuanto ser procreador, necesita la seguridad en su compañero. El jefe, poderoso, da esa seguridad y por ello es más fácil que busque la compañía del jefe que la del intelectual, por mucho que este le atraiga como animal de compañía.
- En cambio el hombre, como bomba genética que es, en general busca sobre todo una hembra apetitosa y, a ser posible, sumisa (no pacífica necesariamente), sin grandes aspiraciones intelectuales tampoco. Es la marca de la naturaleza.
No estoy de acuerdo con esto. En primer lugar, el ser humano no se reduce a la función de procreación: las mujeres, además de procrear, son capaces de un pensamiento y un desarrollo intelectual tan complejos como los de los hombres. Es una tendencia universal que un individuo siente la necesidad de desarrollar todo su potencial y habilidades innatas.
Por tanto, las mujeres buscaran no sólo procrear sino también desarrollarse intelectualmente. Esto hace que buscar un compañero que simplemente sea jefe (la domine) sea contraproducente para ella ya que el dominante muy probablemente frenará su desarrollo intelectual, especialmente si es un individuo violento; esto (que los talentos de las mujeres se infrautilicen) se ha producido a lo largo de toda la historia y se sigue produciendo hoy día.
Pero es que incluso en el caso de que una mujer individual decidiera ceñirse sólo a la procreación, un hombre dominante es muy posible que sea violento o temerario, la cual podría poner en peligro a la descendencia de la mujer.
Por tanto, tanto desde la perspectiva meramente reproductiva como de la satisfacción personal, buscar un compañero dominante sólo por el mero hecho de serlo es contraproducente para la mujer
Ahora bien, desde la perspectiva de un hombre, también es discutible que la más deseable sea una mujer sumisa. Una mujer sumisa será necesariamente una mujer más débil y por tanto ofrecerá menos a ese hombre, tanto desde un punto de vista intelectual o afectivo como desde el reproductivo: mujer fuerte y segura de sí misma significa hijos fuertes; mujer débil y sumisa significa hijos débiles
Tampoco basta con ser un intelectual. Como afirma don Genaro, el poder también es necesario para la supervivencia. Y por tanto, lo más adecuado es siempre buscar por pareja a una persona equilibrada tanto en capacidad de luchar en la vida (poder) como en inteligencia o cualquier otro aspecto de la persona como el emotivo. Más aún, es preferible buscar a alguien cuyas capacidades sean complementarias a las propias, lo cual por lo general significa buscar a alguien de tendencias, potencialidades e inquietudes parecidas (eso de que los extremos se atraen no me lo creo, salvo quizás a muy corto plazo)
Daniel- Invitado
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Voy a poner hoy mi atención en el tema del poder y la autoridad, recordando que entiendo por poder la capacidad de obligar a los demás a que te sigan; y autoridad la de lograr que los demás te sigan voluntariamente porque creen en ti. Poder y autoridad se deben conjugar si se pretende que la jefatura (del tipo que sea) tenga estabilidad. Y, por supuesto, la mayoría de las personas renuncian pronto a ser jefes, por el desgaste que ello implica.
Dice N. Maquiavelo, El príncipe (1513), cap. VI: De los principados nuevos que se adquieren con las armas propias y el talento personal.
"Por consiguiente, si se quiere analizar en esta parte, es preciso ver si esos innovadores lo son por sí mismos, o si dependen de otros; es decir, si necesitan recurrir a la súplica para realizar su obra, o si pueden imponerla por la fuerza. En el primer caso, fracasan siempre, y nada queda de sus intenciones, pero cuando sólo dependen de sí mismos y pueden actuar con la ayuda de la fuerza, entonces rara vez dejan de conseguir sus propósitos. De donde se explica que todos los profetas armados hayan triunfado, y fracasado todos los que no tenían armas. Hay que agregar, además, que los pueblos son tornadizos; y que, si es fácil convencerlos de algo, es difícil mantenerlos fieles a esa convicción, por lo cual conviene estar preparados de tal manera, que, cuando ya no crean, se les pueda hacer creer por la fuerza.
Moisés, Ciro, Teseo y Rómulo no habrían podido hacer respetar sus estatutos durante mucho tiempo si hubiesen estado desarmados. Como sucedió en nuestros tiempos a fray Jerónimo Savonarola, que fracasó en sus innovaciones en cuanto la gente empezó a no creer en ellas, pues se encontró con que carecía de medios tanto para mantener fieles en su creencia a los que habían creído como para hacer creer a los incrédulos".
Advierto que mis planteamientos tienen sólo un carácter de juego intelectual, y que no pretendo moralizar a nadie. Después de todo, si la gente en realidad quisiera saber la verdad ganarían más dinero los científicos que los futbolistas, lo cual evidentemente no es así. Quiero recordar que los dos únicas veces que yo he visto echarse a la calle masivamente a los sevillanos en los últimos años (los de crisis incluidos) ha sido para protestar por los problemas de los dos grandes equipos de futbol de la ciudad. Y ello no me parece ni bien ni mal, sino simplemente definitorio de una situación. Al fin y al cabo, como decía Maquiavelo, gobernar es hacer creer.
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Última edición por Genaro Chic el Sáb Ago 27, 2016 11:30 am, editado 1 vez
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Cuando el poder no se apoya o es controlado por ninguna autoridad, la sociedad tiende a retornar a los "valores biológicos". Un ejemplo moderno de este abuso de poder sin refrendo de ninguna autoridad (intelectual), lo podemos leer en el libro Gomorra, de Roberto Saviano. La Camorra napolitana, el Sistema, como ellos mismos se denominan, persigue la obtención del poder económico y "militar" ilimitado, a través de unos jefes que se rigen solamente por sus propios principios y, curiosamente por los de la economía de mercado. No creen en nada, no tienen ideología, ni siquiera profesan una fe más allá de la mera superstición estructurada sobre el catolicismo (en el año 1994 mataron en su sacristía al párroco de Casal di Principe, Peppino Diana). De esta manera, toda la sociedad de la zona ha quedado deformada por ellos, los camorristas, hasta el punto de que la máxima aspiración de un joven es convertirse en un killer (un sicario, un asesino) y morir violentamente, y la de las chicas la de ser la novia y luego la esposa de uno de ellos.
Precisamente es la autoridad intelectual de Roberto Saviano (al igual que antes la del malogrado sacerdote), a través de la palabra escrita, la única que se atreve a desafiar ese poder. Y lo ha conseguido hasta el punto de que hace tres años que vive bajo amenaza declarada de muerte por la Camorra.
Entrevista a Saviano en un programa español: https://www.youtube.com/watch?v=EiyeQRkCRaI
Este enlace es el de un especial dedicado a él en un programa de la Rai Tre; está en italiano y el total de vídeos es de casi una hora, aunque merece mucho la pena oírle: https://www.youtube.com/watch?v=bwgLSDKPBNY
Saludos.
Precisamente es la autoridad intelectual de Roberto Saviano (al igual que antes la del malogrado sacerdote), a través de la palabra escrita, la única que se atreve a desafiar ese poder. Y lo ha conseguido hasta el punto de que hace tres años que vive bajo amenaza declarada de muerte por la Camorra.
Entrevista a Saviano en un programa español: https://www.youtube.com/watch?v=EiyeQRkCRaI
Este enlace es el de un especial dedicado a él en un programa de la Rai Tre; está en italiano y el total de vídeos es de casi una hora, aunque merece mucho la pena oírle: https://www.youtube.com/watch?v=bwgLSDKPBNY
Saludos.
Francisco J. López Pérez- Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 17/04/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Hoy vuelvo sobre el tema, agradeciendo las intervenciones anteriores, para traer yo también a colación una comunicación anterior, al a que titulé “¿Por qué los hombres pegan a las mujeres?”, a lo que yo mismo me contestaba:
Evidentemente por miedo a su poder. Creo que esto queda patente en un texto antiguo, escrito por el historiador Tito Livio (59 a.C. - 17 d. C:
Profecía de Tito Livio:
Examinad todas las leyes relativas a las mujeres con las que vuestros antepasados sujetaron las libertades de las mismas y mediante las cuales las sometieron a sus maridos. Y aun estando limitadas por todas estas restricciones, apenas las podéis dominar. ¿Qué ocurriría si les permitierais desbaratar esas leyes una a una, dislocarlas y, en fin, que se igualasen a sus maridos? ¿Creéis que podríais soportarlas? ¿En cuanto comiencen a ser iguales, serán superiores.
Tito Livio 34.3.
En latín: Recensete omnia muliebria iura quibus licentiam earum adligauerint maiores uestri per quaeque subiecerint uiris; quibus omnibus constrictas uix tamen continere potestis. quid? si carpere singula et extorquere et exaequari ad extremum uiris patiemini, tolerabiles uobis eas fore creditis? extemplo simul pares esse coeperint, superiores erunt.
Como se puede comprobar, hace 2000 años ya se tenía claro que la capacidad mental de las mujeres es superior a la de los hombres, y eso que aún no se sabía de la mayor complejidad cerebral de las féminas, cuyos dos hemisferios se encuentran mucho más interconectados que los de los varones. Sigo recomendando la lectura, respecto a este tema de la diferencia fisiológica, el libro de la neuróloga y psiquiatra de la Universidad de California Louann Brizendine, El cerebro femenino, Ed. RBA, Barcelona, 2007.
Es el tema que ya consideré en mi opúsculo “El mito de la mujer, el horno, el hombre y el viento. Sobre el significado de las palabras ‘fornicar’ y ‘follar’” ( http://www.angelfire.com/pq2/chic/chicweb/FOLLAR.pdf ).
El problema se afrontó entonces con la virtud de la ‘pietas’ o piedad, que implica la satisfacción del deber cumplido de respetar y servir a los demás, con independencia de que se les quiera o no. La piedad es en todo caso el sucedáneo cultural del amor.
Hoy nuestro mundo occidental es mucho más individualista que entonces, como consecuencia del desarrollo del racionalismo, que tiende a considerarlo –según los principios que rigen la razón- todo igual desde el punto de vista cualitativo aunque desigual desde el cuantitativo. Es verdad que la fuerza, esa característica ligada al mayor desarrollo muscular de los varones, ha quedado en buena medida desacreditada con el desarrollo de las máquinas automotoras, que sólo exigen inteligencia, de forma que incluso una mujer preñada puede manejar una formidable máquina de combate como un avión tipo caza. Y que por otro lado la guerra total, tan del gusto de los testosterónicos varones, se ha hecho imposible con la energía nuclear. Pero no deja de ser cierto que, aunque la cultura nos haya empujado hacia la igualdad, las diferencias cerebrales siguen existiendo; y que, con la inercia de siglos, los hombres siguen sin comprender las ventajas que para ellos puede tener el sexo femenino sin necesidad de recurrir a la fuerza. Claro que para ello hace falta que se produzca también lo contrario. Suelo decir que la lucha por la superioridad, evidente en el marco natural (de ahí que cada uno pretenda conseguirla haciendo resaltar el plano en que se siente más fuerte, físico o mental) puede ser más destructiva que constructiva, si no la transformamos en colaboración. Pero para eso es necesario –pienso yo- una educación en la que se considere la necesidad cultural del equilibrio por encima de la que promociona o teme la igualdad, como veíamos en Tito Livio o es oficial en nuestra vida política diaria. O sea, que la sociedad del conocimiento se vea acompañada (no sustituida) por la sociedad de la educación, que nos lleve a una nueva forma de piedad, aunque asumida de forma racional, sabiendo que hay que ceder tanto por una parte como por otra para llegar a un compromiso, que ahora es posible realizarlo uniendo amor y matrimonio de acuerdo con los intereses de los individuos. Cosa que era mucho más complicada en las sociedades tradicionales.
[Quisiera añadir tan sólo que, con vistas a definir lo que entendemos por “natural”, prestemos atención a los documentales que pasan por televisión relativos a los comportamientos en libertad de otros mamíferos, y en particular a nuestros “primos evolutivos” los primates, cuyo grado de desarrollo cultural es mucho menor que el nuestro (de hecho solemos decir con exageración que no lo tienen.]
Última edición por Genaro Chic el Jue Dic 13, 2018 8:49 pm, editado 2 veces
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Apunte sobre la violencia de género
Se habla desde el principio del dominio del hombre sobre la mujer y sobre la bases fisiológicas, culturales y sociales que determinan esa relación. Pienso hay que dar otro enfoque al tema. La figura de Hombre Jefe no define bien el porqué se llega a la violencia de género; creo que está en un rol más primario. Basicamente, a mi juicio, se basa en un instinto de posesión/propiedad ( en contraposición del de autoridad/protección) característicos de animales superiores, sujetos a cierta estructura social.En la raza humana, cuando este sentimiento primario de posesión/ propiedad, se distorsiona por una serie de condicionamientos externos y una alteración mental, aparece una figura que es la celopatia. Todos tenemos celos en las distintas fases evolutivas de nuestra existencia; cuando la mente confunde y distorsiona los celos ,aparece una situación conflictiva personal de verdadero tormento, que lleva a la violencia, a la agresión de la causa del problema y a su destrucción. Visto desde este punto, no solo existe violencia de género solo en la dirección hombre-mujer, sino al contrario; siendo,quizá, mucho más cruel el sentido mujer-hombre, pues ella persigue el aniquilamiento emocional y nó físico; lo que provoca un efecto rebote, haciendo parecer culpable al varón.
joselu- Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 17/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Lo expresado, creo que agudamente, por Joselu acerca del papel de los celos y el correspondiente instinto de dominación me ha traído a la memoria un texto de Juan Crisóstomo (344-407), Sur le mariage, París, 1968, p. 191: "Así estamos hechos los hombres, ya lo he dicho: por celos, por amor a la vanagloria o no sé qué otra razón, amamos sobre todo aquello de lo cual ninguna otra persona ha podido disponer y aprovechar antes que nosotros y de los que somos los primeros y únicos dueños".
Lo que a su vez me lleva a un famoso trabajo de G. Duby (El caballero, la mujer y el cura, Madrid, 1984), del que leo en su p. 20:
“El papel del matrimonio es fundamental en toda formación social. Es, en efecto, por la institución matrimonial, por las reglas que presiden las alianzas, por la forma en que se aplican esas reglas, por lo que las sociedades humanas, incluso aquellas que quieren ser más libres y que se hacen mayor ilusión de serlo, gobiernan su futuro, tratan de perpetuarse en el mantenimiento de sus estructuras, en función de un sistema simbólico, de la imagen que esas sociedades se hacen de su propia perfección. Los ritos del matrimonio son instituidos para asegurar dentro de un orden el reparto de las mujeres entre los hombres, para reglamentar en torno a ellas la competición masculina, para oficializar, para socializar la procreación. Designando quiénes son los padres, añaden otra filiación a la filiación materna, única evidente. Distinguen las uniones lícitas de las demás, dan a los hijos que nacen de ellas el estatuto de herederos, es decir, les dan antepasados, un apellido, derechos. El matrimonio es la base de las relaciones de parentesco de la sociedad entera. Forma la clave del edificio social”.
Por su parte C. Lévi-Strauss, en Les estructures élementaires de la parenté, 1949 (citado por M. Godelier, El enigma del don, Barcelona, 1998, p. 34), señala que el parentesco es fundamentalmente intercambio (de mujeres entre hombres) y que de los dos componente del parentesco, la alianza y la descendencia, es la alianza la que tiene mayor peso y proporciona la clave para poner orden en la diversidad de los sistemas de parentesco. El matrimonio pertenece al área de la cultura, no de la biología (como lo pertenece el marco social, basado en un contrato más o menos expreso, de carácter racional, frente a la comunidad, definida por el sentimiento de pertenencia –de donde la diferencia entre Estados y Naciones). Desde esta perspectiva dual puede que sea más fácil entender los sentidos de la propiedad que se pueden dar en el marco de una pareja, y los celos que suelen llevar anexos.
Lo que a su vez me lleva a un famoso trabajo de G. Duby (El caballero, la mujer y el cura, Madrid, 1984), del que leo en su p. 20:
“El papel del matrimonio es fundamental en toda formación social. Es, en efecto, por la institución matrimonial, por las reglas que presiden las alianzas, por la forma en que se aplican esas reglas, por lo que las sociedades humanas, incluso aquellas que quieren ser más libres y que se hacen mayor ilusión de serlo, gobiernan su futuro, tratan de perpetuarse en el mantenimiento de sus estructuras, en función de un sistema simbólico, de la imagen que esas sociedades se hacen de su propia perfección. Los ritos del matrimonio son instituidos para asegurar dentro de un orden el reparto de las mujeres entre los hombres, para reglamentar en torno a ellas la competición masculina, para oficializar, para socializar la procreación. Designando quiénes son los padres, añaden otra filiación a la filiación materna, única evidente. Distinguen las uniones lícitas de las demás, dan a los hijos que nacen de ellas el estatuto de herederos, es decir, les dan antepasados, un apellido, derechos. El matrimonio es la base de las relaciones de parentesco de la sociedad entera. Forma la clave del edificio social”.
Por su parte C. Lévi-Strauss, en Les estructures élementaires de la parenté, 1949 (citado por M. Godelier, El enigma del don, Barcelona, 1998, p. 34), señala que el parentesco es fundamentalmente intercambio (de mujeres entre hombres) y que de los dos componente del parentesco, la alianza y la descendencia, es la alianza la que tiene mayor peso y proporciona la clave para poner orden en la diversidad de los sistemas de parentesco. El matrimonio pertenece al área de la cultura, no de la biología (como lo pertenece el marco social, basado en un contrato más o menos expreso, de carácter racional, frente a la comunidad, definida por el sentimiento de pertenencia –de donde la diferencia entre Estados y Naciones). Desde esta perspectiva dual puede que sea más fácil entender los sentidos de la propiedad que se pueden dar en el marco de una pareja, y los celos que suelen llevar anexos.
Última edición por Genaro Chic el Sáb Ago 27, 2016 11:20 am, editado 4 veces
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Digamos que me acerco más a Levi-Strauss.
Duby asevera algo un tanto erroneo "El papel del matrimonio es fundamental en toda formación social", lgo lo dudo para el bicho antrópivo y aún más para todas las especies de animales sociales (que no son pocas) que pueblan este planeta, aún no he visto hormigas contrayendo nupcias (critica facilona jajaja). Más enserio, supongo que el pretende expresar en toda sociedad humana, pero dudo de matrimonios en la "edad de piedra".
El matrimonio en un contrato económico en el que dos personas se unen buscando una serie de elementos que, solos, no encontrarian (descendencia, seguridad....).
Duby asevera algo un tanto erroneo "El papel del matrimonio es fundamental en toda formación social", lgo lo dudo para el bicho antrópivo y aún más para todas las especies de animales sociales (que no son pocas) que pueblan este planeta, aún no he visto hormigas contrayendo nupcias (critica facilona jajaja). Más enserio, supongo que el pretende expresar en toda sociedad humana, pero dudo de matrimonios en la "edad de piedra".
El matrimonio en un contrato económico en el que dos personas se unen buscando una serie de elementos que, solos, no encontrarian (descendencia, seguridad....).
Rubén P.- Invitado
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Una formación social está basada en el contrato, cosa que no se conoce que exista fuera de la especie humana. La lectura del libro de Duby lo deja muy claro. Tal vez se hay confundido aquí sociedad con comunidad, cosa que se basa más en la biología y que evidentemente se da entre muchos animales, incluído el humano.
Copio de Ch. L. Lindblom, El sistema de mercado, Madrid, 2002, p. 221:
Al menos desde Platón, una procesión de filósofos y teóricos en la que participarían Marx, Maine, Spencer y Durkheim hicieron una distinción semejante a la de Ferdinand Tönnies entre Gemeinschaft (comunidad) y Gesellschaft (sociedad). De modo aproximado se puede decir que con esos términos se diferencian dos formas de asociación humana cooperativas y pacíficas. La primera se construye vía las relaciones multilaterales del parentesco, los valores compartidos y el afecto. La otra resulta en gran medida de relaciones unilaterales y del deliberado esfuerzo de organizaciones formales por alcanzar la coordinación. La primera adopta la forma de una comunidad en donde la vida comunitaria sería en sí misma el objetivo a realizar. La segunda, de organizaciones formales como el Estado, la burocracia y la sociedad anónima, que se caracterizan porque todas ellas tienen unos objetivos diferentes de la vida de la comunidad o de la organización por sí misma. Pues bien, todos los autores mencionados opinan que en los últimos trescientos años, en las sociedades de Europa Occidental y en Norteamérica -y en menos años en las de otras partes del mundo-, se ha asistido a un movimiento desde la primera hacia la, segunda de estas dos formas de asociación humana.
Sólo quería hacer esta precisión.
Copio de Ch. L. Lindblom, El sistema de mercado, Madrid, 2002, p. 221:
Al menos desde Platón, una procesión de filósofos y teóricos en la que participarían Marx, Maine, Spencer y Durkheim hicieron una distinción semejante a la de Ferdinand Tönnies entre Gemeinschaft (comunidad) y Gesellschaft (sociedad). De modo aproximado se puede decir que con esos términos se diferencian dos formas de asociación humana cooperativas y pacíficas. La primera se construye vía las relaciones multilaterales del parentesco, los valores compartidos y el afecto. La otra resulta en gran medida de relaciones unilaterales y del deliberado esfuerzo de organizaciones formales por alcanzar la coordinación. La primera adopta la forma de una comunidad en donde la vida comunitaria sería en sí misma el objetivo a realizar. La segunda, de organizaciones formales como el Estado, la burocracia y la sociedad anónima, que se caracterizan porque todas ellas tienen unos objetivos diferentes de la vida de la comunidad o de la organización por sí misma. Pues bien, todos los autores mencionados opinan que en los últimos trescientos años, en las sociedades de Europa Occidental y en Norteamérica -y en menos años en las de otras partes del mundo-, se ha asistido a un movimiento desde la primera hacia la, segunda de estas dos formas de asociación humana.
Sólo quería hacer esta precisión.
Última edición por Genaro Chic el Sáb Ago 27, 2016 11:22 am, editado 1 vez
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
He conocido recientemente un texto de la Biblia, correspondiente a su literatura sapiencial. Se trata del fragmento 38 de los Proverbios de Salomón (rey, como es sabido, del siglo X a.C.). Al verlo citado en latín, sentí curiosidad y me acerqué a verlo más de cerca. Como se puede comprobar es una expresión muy antigua del recelo del hombre frente a la mujer, y en concreto frente a su muy potente sexualidad (la nuestra es más superficial y repetitiva, más cuantitativa se podría decir, frente a la cualitativa femenina, hablando en términos generales). Copio el texto, en sus versiones griega y latina, y lo acompaño de las traducciones que he realizado al respecto, procurando ser lo más ajustado posible a cada uno de los textos:
Versión latina:
[/i]15. Sanguisugæ duæ sunt filiæ, dicentes : Affer, affer. Tria sunt insaturabilia, et quartum quod numquam dicit : Sufficit. 16. Infernus, et os vulvæ, et terra quæ non satiatur aqua : ignis vero numquam dicit : Sufficit.
Las sanguijuelas tienen dos hijas, que dicen: ¡Dame, dame!. Tres cosas hay que son insaciables, y una cuarta que nunca dice ¡Basta![/i]: El infierno, la boca de la vulva, la tierra que no se harta de agua y el fuego que nunca dice ¡Basta!.
Versión griega:
La sanguijuela tenía tres hijas amadas con afecto y ninguna de las tres se harta y la cuarta no es capaz de decir ¡basta!: El infierno, el deseo sexual de una mujer, el abismo y la tierra no empapada de agua, y el agua y el fuego que no dicen ¡basta!.
Salomón, Proverbios, 30, 15-16.
Salomón, Proverbios, 30, 15-16.
Última edición por Genaro Chic el Sáb Ago 27, 2016 10:20 am, editado 2 veces
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
La política natalista del estado (romano)
Los hombres necesitan copular, pero, a desemejanza con las mujeres no necesitan también parir. Pueden, eso sí, querer tener hijos, como podemos tener coches (que solemos comprar hechos). Pero –siguiendo con el mismo símil- no todos quieren tener coches, aunque sí todos suelen querer copular. En caso de que no se tenga esa inclinación no se acepta de buena gana tener que pagar y mantener un coche que no se desea poseer. Eso sí, en caso contrario se entiende que hay que sacrificarse para tenerlo. Es lo que, como hombre de Estado, se planteó Augusto, en la misma línea de sus antecesores políticos, al exponer y luego llevar a cabo su política de aliento a la natalidad, dando premios en forma de privilegios a los hombres y mujeres que se prestasen a ello y penalizando a los que se opusieran. Es de lo que trata este fragmento del libro de M. Meslin, L'Homme romain. Des origines au 1er siècle de notre ère, París, 2001, pp. 153-156 :
“Por atentos que hayan estado los romanos respecto a las consecuencias jurídicas del matrimonio, no lo han reducido a cuestiones de posesión y de gestión de bienes. La palabra latina, utilizada para designar la unión conyugal, es muy reveladora: matrimonium pertenece a la misma familia de palabras que mater. El lugar de la mujer aparece pues como el elemento fundamental de una unión entre un hombre y una mujer llamada por este lazo a convertirse en madre.
La procreación, y por consiguiente la continuidad de la familia, es el fin profundo de todo matrimonio. «El matrimonio se lleva a cabo para que sean engendrados niños», recordaban los censores con ocasión de cada censo del pueblo. A este respecto la conclusión del epitalamio compuesto por Catulo para la boda de Manlio y de Julia es muy clara: «¡Ojalá que enseguida os nazcan libres y felices hijos que os regocijen. Deseo que un pequeño Torcuato tienda pronto sus manitas hacia su padre y que la boca entreabierta de éste lo acoja con una sonrisa.» (LXI, in fine). Es esta idea de fecundidad la que motiva el culto del Genius, del principio de fecundidad genética, que es al mismo tiempo el principio de la personalidad de cada uno, como veremos. En el momento de las nupcias, el ritual de consagración del lecho nupcial, el lectus genialis, parece querer significar el reconocimiento de la continuidad de las generaciones que constituyen la familia romana. No obstante el fundamento de toda unión conyugal es el consentimiento mutuo: «Donde tú seas Gayo, yo seré Gaya», proclama la muchacha tras haber entrado en la casa de su marido que se convierte ahora en la suya. La dextrarum iunctio [unión de las manos] viene a sellar esta unión que durará mientras dure el consentimiento establecido entre los esposos.
Así el matrimonio es una especie de societas establecida de común acuerdo entre un hombre y una mujer que, a causa de la misma finalidad de esta unión, se encuentra integrada en la comunidad del pueblo romano. Así se explica que el matrimonio, hecho social y hecho privado, se someta al control del derecho y que se elabore bastante tarde una jurisdicción, teniendo en cuenta costumbres y usos familiares, hasta el punto de que el estatuto jurídico de las uniones matrimoniales haya terminado por reflejar la dilatación espacial de la ciudadanía romana. El matrimonio, en efecto, pertenece al derecho propio de cada ciudad, pero la unión no se considera legítima más que entre aquellos a quienes su derecho particular ha reconocido expresamente la posibilidad de contraer una unión de este tipo. Se ha constituido, por tanto, todo un ius conubii [derecho de matrimonio], que hace de las «justas nupcias» el privilegio de la única unión tenida por legal, y que se reserva a los ciudadanos romanos. Estas «justas» nupcias son aquellas en las que es necesario el mutuo consentimiento de los esposos, condición que los cristianos conservarán en su concepción de un matrimonio cristiano tenido por indisoluble.
Asociado a la posesión de los derechos comerciales y políticos, en el cuadro de la ciudadanía romana, el matrimonio en justas nupcias no es posible más que en el caso de igualdad de situación social y jurídica de los esposos. Hay que esperar a época augustea para que un matrimonio legítimo pueda unir a una ingenua, mujer libre, y un liberto; incluso la ley de 18 a.C. deja bien claro que le está prohibido a un senador casarse con una liberta ya la hija o descendiente por vía masculina de un senador casarse con un comediante o un hijo de comediante.
¿Se deduce de esto que todos los que no eran ciudadanos romanos se encontraban excluidos de todo matrimonio legítimo? De hecho, contraían una unión menos prestigiosa que el conubium, pero que era jurídicamente reconocida, a condición de que uno y otro de los unidos poseyesen la misma ciudadanía. En la realidad cotidiana, el mundo romano ha conocido por tanto una doble jerarquía de uniones conyugales, que va de las justas nupcias al concubinato [“acostarse juntos”], y en la que se refleja la variedad de los estatutos personales. Pero un gran número de uniones no podían acceder a la dignidad de unión legítima, de justas nupcias, a causa precisamente del estatuto personal de los unidos. Baste pensar en los militares que no han recibido el derecho de matrimonio más que en 197 de nuestra era, y que debían, anteriormente, esperar al final de sus veinticinco años de servicio, y la concesión de la ciudadanía romana que les recompensaba por ello, para convertir en unión legítima el concubinato al que hasta entonces se habían visto obligados.
Se confirma así hasta qué punto el matrimonio romano poseía un carácter sociológico pronunciado. Una prueba bien significativa es la proporcionada por la actitud de los romanos hacia los solteros impenitentes. La tradición remonta a Camilo la creación de un impuesto especial que gravaba a los hombres que, llegados a una determinada edad, habían mostrado una cierta constancia en no encontrar esposa. La justificación de esta contribución que les pide Camilo, y que de hecho no es más que una multa fiscal, es muy clara: «La naturaleza os impone una doble ley, la de venir al mundo y la de engendrar descendientes. El hecho de que vuestros padres os hayan criado constituye para vosotros una deuda: la de alimentar a vuestra vez niños. ¡La Fortuna os ha dado bastante tiempo para cumplir este deber y habéis pasado vuestra vida rehusando esta condición de esposo y de padre! La contribución que se os impone es justa, porque servirá para ayudar a los que tienen a su cargo numerosos hijos» (Valerio Máximo, II, 9, 1).
La afirmación de un deber social del matrimonio, tan claramente formulada, choca con la de la libertad y el derecho de cada uno para determinar la elección de su vida. El celibato se practicó siempre, como por lo menos sabemos para las clases acomodadas de la sociedad. Este movimiento se acentuó durante el periodo de guerras civiles que ensangrentaron el final de la República. Sin embargo los censores no dejaron nunca de recordar el deber del matrimonio, pero en términos tales que apenas podía aparecer como una dicha apetecible.
Véase el discurso, que hizo, en 131 a.C., Q. Metelo: «Si pudiésemos vivir sin esposa nos ahorraríamos todo este engorro. Pero la naturaleza se ha dispuesto de tal manera que no podemos ni vivir agradablemente con una esposa ni vivir en absoluto sin ella. Vale más por tanto pensar en perpetuar nuestra raza que en darnos algunos momentos de placer» (Aulo Gelio, I, 6, 1). Ahora bien, es este discurso, por lo menos lúcido y desengañado, el que con una curiosa falta de psicología Augusto leyó en el Senado e hizo luego fijar en público cuando comenzó sus reformas morales y la lucha contra el celibato en la clase senatorial. Con facilidad podríamos reunir un florilegio de juicios desengañados emitidos por escritores romanos sobre el matrimonio: así Varrón, al tratar en una sátira de los deberes del marido, explica la elección que se les ofrece: los defectos de su mujer, hay que soportarlos o suprimirlos. ¡Si se los suprime se la hace más agradable; si se los soporta se hace uno mismo mejor! Pero se guarda bien de decimos lo que hizo él...”
Hasta aquí el texto. A quien desee conocer algo más, de una forma amena, sobre el intervencionismo al que suele ser dado el Estado (en general) en la vida de los individuos, le recomiendo «La insoportable gravedad del ser (ciudadano) romano», de Gerardo Pereira:
http://www.elinconformistadigital.com/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=1652&mode=thread&order=0
Profecía de Tito Livio (época de Augusto):
Examinad todas las leyes relativas a las mujeres con las que vuestros antepasados sujetaron las libertades de las mismas y mediante las cuales las sometieron a sus maridos. Y aun estando limitadas por todas estas restricciones, apenas las podéis dominar. ¿Qué ocurriría si les permitierais desbaratar esas leyes una a una, dislocarlas y, en fin, que se igualasen a sus maridos? ¿Creéis que podríais soportarlas? ¿En cuanto comiencen a ser iguales, serán superiores.
https://prestigiovsmercado.foroes.org/t15-el-poder-la-autoridad-las-mujeres-y-los-hombres#51
Tito Livio 34.3.
Margaret Thatcher (1979-1990): “En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él”
Saludos
Última edición por Genaro Chic el Sáb Ago 27, 2016 10:40 am, editado 1 vez
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Poder autoridad y germanos históricos
A lo largo del siglo III d. C. las bandas anárquicas de guerreros germanos jóvenes (Jungmannschaften) que, guiados por jefes militares deseosos de gloria, se separaron de sus grupos étnicos para buscar la guerra, comenzaron a transformarse junto al limes en formaciones étnicas nuevas. En este segundo momento, las necrópolis muestran grupos de guerreros acompañados por mujeres y niños en sus lugares de asentamiento, pues ya no regresan tras cada incursión de saqueo, cargados de botín, a sus territorios originales; es decir, que ahora se les han unido otros grupos de edad atraídos por la protección militar y las posibilidades de enriquecimiento que ofrece la frontera.
La etnografía histórica nos enseña que este momento es también el de constitución de nuevas alianzas políticas entre los recién llegados (godos, burgundios o hérulos) y los grupos residentes (carpos, dacios, sármatas) en las tierras que éstos pretenden ocupar. No sabemos cuáles fueron las bases de estas “alianzas”, pero es probable que la constitución de las nuevas confederaciones estuviera presidida por lazos de clientela y uniones matrimoniales entre elites que permitieran legitimar el acceso a la tierra y creara nuevas líneas de parentesco “socializado”, es decir, nuevas comunidades políticas. Según Wenskus, estas nuevas entidades políticas se compondrían de miembros procedentes de distintos medios étnicos que reconocieron como propias las leyendas y las genealogías de los grupos germanos dominantes.
A mi no se me alcanza, en verdad, ninguna otra forma de agrupación política que no parta de los parentescos ficticios entre grupos heterogéneos que a la vez quedan territorializados (p. e. las tribus romanas). Al mismo tiempo, las bases organizativas del poder comienzan a transformarse en otro sentido: a la autoridad de los jefes basada en su valentía y en el reparto del botín (aristocracia) sucede el poder personal de carácter hereditario (nobleza), pues entre los jefes tribales que se señalan al frente de los grupos étnicos en batalla del siglo IV d. C. (p. ej. Los alamanes) se mencionan “dinastías” que incluyen hermanos, padres, hijos y sobrinos que ocupan distinto rango dentro del organigrama “real” del poder. Descendencia, alianza, paso de formas de poder aristocrático (autoridad) a otras nobiliarias (poder), territorialización… tales son las bases de constitución y transformación de los grupos humanos, lo que considero como una plasmación de muchas de las aportaciones que se han hecho a este debate y por eso lo hago público. Saludos.
La etnografía histórica nos enseña que este momento es también el de constitución de nuevas alianzas políticas entre los recién llegados (godos, burgundios o hérulos) y los grupos residentes (carpos, dacios, sármatas) en las tierras que éstos pretenden ocupar. No sabemos cuáles fueron las bases de estas “alianzas”, pero es probable que la constitución de las nuevas confederaciones estuviera presidida por lazos de clientela y uniones matrimoniales entre elites que permitieran legitimar el acceso a la tierra y creara nuevas líneas de parentesco “socializado”, es decir, nuevas comunidades políticas. Según Wenskus, estas nuevas entidades políticas se compondrían de miembros procedentes de distintos medios étnicos que reconocieron como propias las leyendas y las genealogías de los grupos germanos dominantes.
A mi no se me alcanza, en verdad, ninguna otra forma de agrupación política que no parta de los parentescos ficticios entre grupos heterogéneos que a la vez quedan territorializados (p. e. las tribus romanas). Al mismo tiempo, las bases organizativas del poder comienzan a transformarse en otro sentido: a la autoridad de los jefes basada en su valentía y en el reparto del botín (aristocracia) sucede el poder personal de carácter hereditario (nobleza), pues entre los jefes tribales que se señalan al frente de los grupos étnicos en batalla del siglo IV d. C. (p. ej. Los alamanes) se mencionan “dinastías” que incluyen hermanos, padres, hijos y sobrinos que ocupan distinto rango dentro del organigrama “real” del poder. Descendencia, alianza, paso de formas de poder aristocrático (autoridad) a otras nobiliarias (poder), territorialización… tales son las bases de constitución y transformación de los grupos humanos, lo que considero como una plasmación de muchas de las aportaciones que se han hecho a este debate y por eso lo hago público. Saludos.
Enrique- Invitado
El mythos y el logos sexual
EROTISMO FEMENINO VERSUS EROTISMO MASCULINO
Dos formas contrapuestas de entender la realidad sexual
S. ANDÚJAR: "Erotismo femenino vs erotismo masculino. Dos mundos separados por formas diferentes de obtener y sentir el placer", Blanco y Negro. Mujer, 3 de Octubre de 1999, pp. 38-39.
Es común que, después del más apasionado encuentro amoroso, los hombres se den media vuelta y nos enfrenten a la contemplación impávida de sus nucas. Las mujeres, entonces, solemos revolvernos inquietas, sumidas en melancólicos interrogantes: "¿Me quiere?", "¿Ya no le intereso?", "No llevamos tanto tiempo juntos, ¿es posible que se haya cansado de mí?". O en un áspero rencor: "Es un grosero", "¡Qué se habrá creído!", "A mí, esto no me lo hace más". Pero, ¿cuál es la razón de esta conducta masculina? El filósofo italiano Francesco Alberoni [Piacenza, 1929][1] ha salido en defensa de los malentendidos que implica la caricia amorosa, no sin antes advertir que se trata de un puzzle complejo. "El erotismo se presenta bajo el signo de la diferencia", asegura el filósofo.
Y, para disipar la idea de una comprensión fácil, añade: "Se trata de una diferencia dramática, violenta, exagerada y misteriosa". Casi un abismo insondable. Sin embargo, la luz que arrojan los especialistas ilumina las últimas rendijas de las diferencias que separan a ambos sexos, sedimentadas por milenios de historia y también de cambios. Porque, como insiste Alberoni, "el erotismo no es un estado, sino más bien un proceso".
Cuenta la mitología griega que un día, mientras Júpiter y su esposa Juno estaban retozando alegremente, el dios del Olimpo exclamó: "Seguramente vuestro placer es mayor que el que experimenta el sexo masculino". Como se ve, la cuestión lleva preocupando a la humanidad desde los albores de los tiempos. Juno, quizás para llevarle una vez más la contraria a su esposo, negó la aseveración. Ante la disparidad de criterios, acordaron zanjar la diferencia interrogando a Tiresias. Raudo, el futuro adivino golpeó a dos serpientes que estaban copulando y, cosa admirable, se convirtió en una mujer. Así permaneció durante siete otoños. Al octavo, Tiresias volvió a golpear a los reptiles, recobró su antigua forma y condición y habló como árbitro, confirmando la opinión de Júpiter[2].
"Este mito -explica la médico y psicoanalista Alicia Waine Tambascio- permitió al psicoanalista Jacques Lacan [París, 1901-1981] establecer la diferencia radical que existe entre el gozo femenino y el masculino. La desigualdad resulta de la disparidad de los orgasmos. Mientras que el masculino es descriptible, incluso desde un punto de vista fisiológico -en otras palabras, tiene un ciclo y una culminación evidentes-, el femenino no manifiesta igual condición". Según Waine Tambascio, esto está demostrado en el hecho de que "mientras que el gozo del hombre se localiza fundamentalmente en el órgano peneano, el orgasmo femenino es ilimitado. Más aún, las mujeres sienten la voluptuosidad en todo su cuerpo, hasta tal punto que algunas aseguran tener orgasmos vaginales, otras clitioridianos y las hay que sienten el placer en el punto G".
"Todo esto demuestra -continúa la psicoanalista- que el deleite femenino es más difuminado, aunque no por ello menos intenso. Al contrario, puede afirmarse que es más rico y complejo que el masculino. El placer femenino, a semejanza del agua que no está contenida en un recipiente, no tiene forma concreta". Algo difícil de comprender para el hombre debido a que su experiencia es exactamente la contraria. Si a esto añadimos que, para ellos, la práctica del sexo se centra fundamentalmente en la consecución del orgasmo, el problema queda planteado.
Las mujeres, en cambio, aunque gozan cuando tienen un orgasmo, sienten en infinidad de ocasiones más placer con los mimos, las caricias y las palabras amorosas. En estos casos, él puede considerar erróneamente que ella no ha disfrutado y la mujer, sometida a esa presión, no consigue evadirse de la exigencia de alcanzar el orgasmo aunque su cuerpo se mueva en otra dirección. "Esta coacción, sumada a las características del erotismo femenino, determina que en ocasiones las mujeres simulen el orgasmo. Meg Ryan[3] lo demostró con creces en la famosa escena del restaurante en la película Cuando Harry encontró a Sally [1989], explica Alice Waine Tambascio.
Experiencias eróticas tan divergentes provocan otra consecuencia. "Debido a que el erotismo femenino no tiene forma, para la mujer resulta vital la percepción del amor del hombre. En su amor y, sobre todo, en las palabras de amor, encuentra el recipiente que la contiene, que encauza su voluptuosidad dispersa". Por su parte, los hombres, al experimentar un placer más preciso, disfrutan lógicamente de emociones distintas y diferenciadas, perciben más nítidamente sus sentimientos y evitan los bandazos típicos de la confusión emocional femenina. Mientras las mujeres pasan de la aceptación al rechazo sin solución de continuidad -cuando las emociones se mezclan, el castillo de los sentimientos se alza y se derrumba con la misma celeridad-, ellos son capaces de "pasar" de una situación a otra sin resbalar.
Así pues, resulta normal que la mujer atribuya los cambios de conducta masculinos, como darse media vuelta y dormir después del abrazo amoroso, a hechos externos, como los problemas laborales, las dificultades económicas, la escasez de tiempo, la falta de amor o, sencillamente, otra mujer. Jamás piensa que la actitud masculina es inherente a una peculiaridad sexual y, por eso, se muestra decepcionada y muchas veces se hunde en una sensación de vacío e inutilidad.
No hay duda de que el hombre también necesita seguridad emotiva, pero, para ellos, factores como la convivencia diaria, el crecimiento de los hijos, las comidas o los horarios van destruyendo todo aquello que consideran erótico. Casi todo es deber y responsabilidad. Todo lo contrario que para las mujeres, que ven en la vida cotidiana una especie de "continuo amoroso". ¿Cómo salvar las diferencias tan extremas? Asumiendo que el mejor órgano sexual es el cerebro y, además, que el verdadero erotismo sólo es posible cuando cada sexo trata de comprender al otro y consigue ponerse en su lugar para hacer propias sus fantasías.
El erotismo en la mujer:
- Tiene la ilusión de conjugar, en las relaciones sexuales, el deseo y el amor de un hombre.
- Sueña siempre con ser "la mujer de su vida".
- Todo su cuerpo es erógeno.
- Puede simular el orgasmo.
- Le resulta difícil distinguir entre si está de verdad enamorada o si lo que siente es simplemente deseo.
- No quiere una relación amorosa concreta, sino despertar un deseo y un amor eternos.
- Las palabras amorosas y la ternura son fundamentales para conseguir excitarse sexualmente.
El erotismo en el hombre:
- Cuando piensa en la conquista, la meta es la relación sexual.
- Las formas del cuerpo y la belleza física fomentan su erotismo.
- Por muy importante que haya sido una experiencia erótica, no le basta para construir una relación estable.
- Las zonas erógenas masculinas están más localizadas.
- No puede simular el orgasmo.
- No le da importancia a las palabras amorosas ni a la ternura.
- Diferencia mejor la amistad del amor y el erotismo del enamoramiento.
- No pretende ser "todo" para la mujer.
-----------------
COMENTARIO:
Podríamos decir que mientras para la mujer el coito es un momento de un todo, para el hombre es todo en un momento. Es esa precisamente la diferencia que existe entre la inteligencia emocional y la racional, expresadas a través del mythos y el logos, que nunca se dan de forma pura. Dudar que la inteligencia emocional es anterior a la racional es tener poco sentido común (de hecho no nos distinguimos los hombres de las mujeres hasta las ocho semanas de la concepción). El pretendido triunfo de la razón no es más que la proclamación de la victoria aparente de la cultura masculina. Y es contra-Natura, como se aprecia en el impacto ecológico de dicho presunto triunfo.
NOTAS:
[1] L’erotismo, 1986. En castellano se puede consultar su obra Enamoramiento y amor: nacimiento y desarrollo de una impetuosa y creativa forma revolucionaria, Barcelona, 1988.
[2] G. Julio Higinio (c. 64 a.C.-17 d.C.), Fabulae, 75.
[3] Actriz norteamericana (Fairfield, 1961). Conocida por películas como Algo para recordar (1993), Adictos al amor (1997) o Tienes un e-mail (1998).
Dos formas contrapuestas de entender la realidad sexual
S. ANDÚJAR: "Erotismo femenino vs erotismo masculino. Dos mundos separados por formas diferentes de obtener y sentir el placer", Blanco y Negro. Mujer, 3 de Octubre de 1999, pp. 38-39.
Es común que, después del más apasionado encuentro amoroso, los hombres se den media vuelta y nos enfrenten a la contemplación impávida de sus nucas. Las mujeres, entonces, solemos revolvernos inquietas, sumidas en melancólicos interrogantes: "¿Me quiere?", "¿Ya no le intereso?", "No llevamos tanto tiempo juntos, ¿es posible que se haya cansado de mí?". O en un áspero rencor: "Es un grosero", "¡Qué se habrá creído!", "A mí, esto no me lo hace más". Pero, ¿cuál es la razón de esta conducta masculina? El filósofo italiano Francesco Alberoni [Piacenza, 1929][1] ha salido en defensa de los malentendidos que implica la caricia amorosa, no sin antes advertir que se trata de un puzzle complejo. "El erotismo se presenta bajo el signo de la diferencia", asegura el filósofo.
Y, para disipar la idea de una comprensión fácil, añade: "Se trata de una diferencia dramática, violenta, exagerada y misteriosa". Casi un abismo insondable. Sin embargo, la luz que arrojan los especialistas ilumina las últimas rendijas de las diferencias que separan a ambos sexos, sedimentadas por milenios de historia y también de cambios. Porque, como insiste Alberoni, "el erotismo no es un estado, sino más bien un proceso".
Cuenta la mitología griega que un día, mientras Júpiter y su esposa Juno estaban retozando alegremente, el dios del Olimpo exclamó: "Seguramente vuestro placer es mayor que el que experimenta el sexo masculino". Como se ve, la cuestión lleva preocupando a la humanidad desde los albores de los tiempos. Juno, quizás para llevarle una vez más la contraria a su esposo, negó la aseveración. Ante la disparidad de criterios, acordaron zanjar la diferencia interrogando a Tiresias. Raudo, el futuro adivino golpeó a dos serpientes que estaban copulando y, cosa admirable, se convirtió en una mujer. Así permaneció durante siete otoños. Al octavo, Tiresias volvió a golpear a los reptiles, recobró su antigua forma y condición y habló como árbitro, confirmando la opinión de Júpiter[2].
"Este mito -explica la médico y psicoanalista Alicia Waine Tambascio- permitió al psicoanalista Jacques Lacan [París, 1901-1981] establecer la diferencia radical que existe entre el gozo femenino y el masculino. La desigualdad resulta de la disparidad de los orgasmos. Mientras que el masculino es descriptible, incluso desde un punto de vista fisiológico -en otras palabras, tiene un ciclo y una culminación evidentes-, el femenino no manifiesta igual condición". Según Waine Tambascio, esto está demostrado en el hecho de que "mientras que el gozo del hombre se localiza fundamentalmente en el órgano peneano, el orgasmo femenino es ilimitado. Más aún, las mujeres sienten la voluptuosidad en todo su cuerpo, hasta tal punto que algunas aseguran tener orgasmos vaginales, otras clitioridianos y las hay que sienten el placer en el punto G".
"Todo esto demuestra -continúa la psicoanalista- que el deleite femenino es más difuminado, aunque no por ello menos intenso. Al contrario, puede afirmarse que es más rico y complejo que el masculino. El placer femenino, a semejanza del agua que no está contenida en un recipiente, no tiene forma concreta". Algo difícil de comprender para el hombre debido a que su experiencia es exactamente la contraria. Si a esto añadimos que, para ellos, la práctica del sexo se centra fundamentalmente en la consecución del orgasmo, el problema queda planteado.
Las mujeres, en cambio, aunque gozan cuando tienen un orgasmo, sienten en infinidad de ocasiones más placer con los mimos, las caricias y las palabras amorosas. En estos casos, él puede considerar erróneamente que ella no ha disfrutado y la mujer, sometida a esa presión, no consigue evadirse de la exigencia de alcanzar el orgasmo aunque su cuerpo se mueva en otra dirección. "Esta coacción, sumada a las características del erotismo femenino, determina que en ocasiones las mujeres simulen el orgasmo. Meg Ryan[3] lo demostró con creces en la famosa escena del restaurante en la película Cuando Harry encontró a Sally [1989], explica Alice Waine Tambascio.
Experiencias eróticas tan divergentes provocan otra consecuencia. "Debido a que el erotismo femenino no tiene forma, para la mujer resulta vital la percepción del amor del hombre. En su amor y, sobre todo, en las palabras de amor, encuentra el recipiente que la contiene, que encauza su voluptuosidad dispersa". Por su parte, los hombres, al experimentar un placer más preciso, disfrutan lógicamente de emociones distintas y diferenciadas, perciben más nítidamente sus sentimientos y evitan los bandazos típicos de la confusión emocional femenina. Mientras las mujeres pasan de la aceptación al rechazo sin solución de continuidad -cuando las emociones se mezclan, el castillo de los sentimientos se alza y se derrumba con la misma celeridad-, ellos son capaces de "pasar" de una situación a otra sin resbalar.
Así pues, resulta normal que la mujer atribuya los cambios de conducta masculinos, como darse media vuelta y dormir después del abrazo amoroso, a hechos externos, como los problemas laborales, las dificultades económicas, la escasez de tiempo, la falta de amor o, sencillamente, otra mujer. Jamás piensa que la actitud masculina es inherente a una peculiaridad sexual y, por eso, se muestra decepcionada y muchas veces se hunde en una sensación de vacío e inutilidad.
No hay duda de que el hombre también necesita seguridad emotiva, pero, para ellos, factores como la convivencia diaria, el crecimiento de los hijos, las comidas o los horarios van destruyendo todo aquello que consideran erótico. Casi todo es deber y responsabilidad. Todo lo contrario que para las mujeres, que ven en la vida cotidiana una especie de "continuo amoroso". ¿Cómo salvar las diferencias tan extremas? Asumiendo que el mejor órgano sexual es el cerebro y, además, que el verdadero erotismo sólo es posible cuando cada sexo trata de comprender al otro y consigue ponerse en su lugar para hacer propias sus fantasías.
El erotismo en la mujer:
- Tiene la ilusión de conjugar, en las relaciones sexuales, el deseo y el amor de un hombre.
- Sueña siempre con ser "la mujer de su vida".
- Todo su cuerpo es erógeno.
- Puede simular el orgasmo.
- Le resulta difícil distinguir entre si está de verdad enamorada o si lo que siente es simplemente deseo.
- No quiere una relación amorosa concreta, sino despertar un deseo y un amor eternos.
- Las palabras amorosas y la ternura son fundamentales para conseguir excitarse sexualmente.
El erotismo en el hombre:
- Cuando piensa en la conquista, la meta es la relación sexual.
- Las formas del cuerpo y la belleza física fomentan su erotismo.
- Por muy importante que haya sido una experiencia erótica, no le basta para construir una relación estable.
- Las zonas erógenas masculinas están más localizadas.
- No puede simular el orgasmo.
- No le da importancia a las palabras amorosas ni a la ternura.
- Diferencia mejor la amistad del amor y el erotismo del enamoramiento.
- No pretende ser "todo" para la mujer.
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COMENTARIO:
Podríamos decir que mientras para la mujer el coito es un momento de un todo, para el hombre es todo en un momento. Es esa precisamente la diferencia que existe entre la inteligencia emocional y la racional, expresadas a través del mythos y el logos, que nunca se dan de forma pura. Dudar que la inteligencia emocional es anterior a la racional es tener poco sentido común (de hecho no nos distinguimos los hombres de las mujeres hasta las ocho semanas de la concepción). El pretendido triunfo de la razón no es más que la proclamación de la victoria aparente de la cultura masculina. Y es contra-Natura, como se aprecia en el impacto ecológico de dicho presunto triunfo.
NOTAS:
[1] L’erotismo, 1986. En castellano se puede consultar su obra Enamoramiento y amor: nacimiento y desarrollo de una impetuosa y creativa forma revolucionaria, Barcelona, 1988.
[2] G. Julio Higinio (c. 64 a.C.-17 d.C.), Fabulae, 75.
[3] Actriz norteamericana (Fairfield, 1961). Conocida por películas como Algo para recordar (1993), Adictos al amor (1997) o Tienes un e-mail (1998).
Última edición por Genaro Chic el Sáb Ago 27, 2016 11:06 am, editado 2 veces
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Dios, el sexo y el género
Una de las tres grandes religiones basadas en la Biblia, en concreto la cristiana, propone la siguiente oración básica propuesta por Jesús, que nos han transmitido dos Evangelios:
Lucas 11:1-4 (Reina-Valera 1960)
1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Mateo 6:9-13 (Reina-Valera 1960)
9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos.
Si la Iglesia Católica ha cambiado la frase perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (dejándola en perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden) para adaptarse a los tiempos modernos donde la deuda cada vez más es equivalente a dinero, de hecho es la que crea el dinero en manos de los bancos; si esto es así, decía, parece posible por el mismo motivo cambiar también la frase inicial de la oración básica: Padre nuestro. Esta tenía pleno sentido en un mundo como el que vivía Jesús, hace 20 siglos, pero menos hoy. Y si se acepta en ese marco que Dios no tiene sexo, se podría aceptar que no tiene género. Por supuesto los dirigentes de esa Iglesia (u otras judías o musulmanas) pueden hacer lo que les parezca, faltaría más, y cada uno es muy libre de seguirlas o no. Por lo menos entre nosotros.
Este planteamiento que hago no se basa en la teoría feminista radical que implica “quítate tú [Padre nuestro] para ponerme yo [Madre nuestra]”, que en realidad está aceptando de entrada los planteamientos de poder (obligar) propios de los Estados en general, sino que se basa en planteamientos de autoridad (convencer), donde una persona –del sexo que sea- pueda destacar por sí misma, con independencia de que sea hombre o mujer. Existe la posibilidad remota, de que dejemos el poder (basado en la fuerza, κράτος en griego) para el pueblo en general (δημορατία o fuerza del pueblo) y dejemos la autoridad para las personas en particular. Son las personas al fin las que dirigen las masas, pero son éstas las que han de tener el poder sobre las personas. Es así como se entendía, por ejemplo, en la Atenas de Pericles (s. V a.C.). Entonces era posible la democracia directa y no la representativa. Como me recuerda el profesor Eduardo Olguín, esto vuelve a ser posible gracias a las nuevas redes de comunicación. Sólo posible, no fácil. La tendencia a someterse al poder ajeno para que nos proteja es siempre muy fuerte. De eso se aprovechan los dirigentes que lo buscan por encima de todo, incluso haciéndonos creer que la democracia es la delegación de ese poder de forma duradera.
Lucas 11:1-4 (Reina-Valera 1960)
1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Mateo 6:9-13 (Reina-Valera 1960)
9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos.
Si la Iglesia Católica ha cambiado la frase perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (dejándola en perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden) para adaptarse a los tiempos modernos donde la deuda cada vez más es equivalente a dinero, de hecho es la que crea el dinero en manos de los bancos; si esto es así, decía, parece posible por el mismo motivo cambiar también la frase inicial de la oración básica: Padre nuestro. Esta tenía pleno sentido en un mundo como el que vivía Jesús, hace 20 siglos, pero menos hoy. Y si se acepta en ese marco que Dios no tiene sexo, se podría aceptar que no tiene género. Por supuesto los dirigentes de esa Iglesia (u otras judías o musulmanas) pueden hacer lo que les parezca, faltaría más, y cada uno es muy libre de seguirlas o no. Por lo menos entre nosotros.
Este planteamiento que hago no se basa en la teoría feminista radical que implica “quítate tú [Padre nuestro] para ponerme yo [Madre nuestra]”, que en realidad está aceptando de entrada los planteamientos de poder (obligar) propios de los Estados en general, sino que se basa en planteamientos de autoridad (convencer), donde una persona –del sexo que sea- pueda destacar por sí misma, con independencia de que sea hombre o mujer. Existe la posibilidad remota, de que dejemos el poder (basado en la fuerza, κράτος en griego) para el pueblo en general (δημορατία o fuerza del pueblo) y dejemos la autoridad para las personas en particular. Son las personas al fin las que dirigen las masas, pero son éstas las que han de tener el poder sobre las personas. Es así como se entendía, por ejemplo, en la Atenas de Pericles (s. V a.C.). Entonces era posible la democracia directa y no la representativa. Como me recuerda el profesor Eduardo Olguín, esto vuelve a ser posible gracias a las nuevas redes de comunicación. Sólo posible, no fácil. La tendencia a someterse al poder ajeno para que nos proteja es siempre muy fuerte. De eso se aprovechan los dirigentes que lo buscan por encima de todo, incluso haciéndonos creer que la democracia es la delegación de ese poder de forma duradera.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Me pide Jorge que introduzca en su nombre este mensaje:
Desde hace más de diez años estoy diciendo que, aprovechando las posibilidades informáticas,
Con similares recursos informáticos que usan los bancos,
se puede ejercer una democracia directa y además, permanente o si se prefiere con elecciones periódicas.
El proceso sería similar a la gestión que hacemos de nuestro dinero en los cajeros automáticos.
Cuando el gobernante tome una decisión de trascendencia (subvenciones a los bancos), el ciudadano podría retirar del cajero o aportar un voto de confianza o desconfianza.
Si el saldo total está en números rojos, habría que cambiar de gobernante.
Cómo veís, los resultados se conocerían al instante.
Tal como sucede con el dinero sucedería con los votos.
Los aspectos técnicos siempre tienen solución.
La democracia directa gracias a la informática está esperándonos.
Desde hace más de diez años estoy diciendo que, aprovechando las posibilidades informáticas,
Con similares recursos informáticos que usan los bancos,
se puede ejercer una democracia directa y además, permanente o si se prefiere con elecciones periódicas.
El proceso sería similar a la gestión que hacemos de nuestro dinero en los cajeros automáticos.
Cuando el gobernante tome una decisión de trascendencia (subvenciones a los bancos), el ciudadano podría retirar del cajero o aportar un voto de confianza o desconfianza.
Si el saldo total está en números rojos, habría que cambiar de gobernante.
Cómo veís, los resultados se conocerían al instante.
Tal como sucede con el dinero sucedería con los votos.
Los aspectos técnicos siempre tienen solución.
La democracia directa gracias a la informática está esperándonos.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Leo hoy un artículo de presentación de un libro que pone sobre el tapete el tema de cómo el matrimonio, como ya sostuvo Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (La Habana, 1986), que el matrimonio se basa en ese logro cultural que es el establecimiento de la propiedad privada, origen en buena medida de los celos y de los maltratos derivados de los mismos. Les dejo con el artículo-entrevista:
«Los seres humanos somos infieles por naturaleza»
Los investigadores Christopher Ryan y Cacilda Jethá analizan en su último libro los orígenes de la sexualidad moderna.
Seguro que más de una vez te has preguntado por qué, incluso estando felizmente emparejado/a, a veces no puedes evitar mirar con ojos libidinosos a otras personas. La respuesta para Christopher Ryan y Cacilda Jethá, autores de En principio era el sexo, es muy sencilla: está en tus genes.
En nuestro estado de naturaleza, según la tesis de estos dos investigadores, los seres humanos vivíamos en grupos igualitaristas de nómadas donde se compartía todo, desde la comida y el cuidado de los niños, hasta las parejas sexuales. Pero llegó la agricultura, que trajo consigo la propiedad privada y la monogamia, y se acabó el «paraíso».
Hablamos con Christopher Ryan, doctor en Psicología afincado en Barcelona junto a la psiquiatra Cacilda Jethá, sobre este polémico libro que se ha convertido en «bestseller» del New York Times.
Por lo que cuenta en el libro, ni Pedro Picapiedra estaba casado con Vilma ni podía tener la certeza de que Pebbles fuera su hija biológica…
-(Risas) Efectivamente. Y tampoco le importaba.
-Habla de una sociedad prehistórica en la que imperaba la paz porque no había ni escasez de alimentos ni de sexo, pero no todo puede ser tan perfecto, algún conflicto habría.
-Había conflictos, pero nunca se dejaba que llegasen a suponer una amenaza para el grupo porque nadie sobrevivía fuera de él.
-Renunciamos a ese «paraíso» por la propiedad privada. ¿Por qué?
-Esa es la pregunta que todos nos hacemos. La agricultura llegó cuando, tras un periodo de muchas lluvias que trajeron abundancia de comida y aumento de la población, llego otro de escasez de alimentos. Aprendieron a llevar el agua de los ríos hasta los campos y ahí empezó todo. Entraron en una rueda de la que no pudieron salir. Tampoco es que lo otro fuera un paraíso, sino que el entorno donde se comparte facilita mucho la supervivencia.
-Darwin, sin embargo, creía que desde el principio de los tiempos fuimos monógamos y que nuestras madres se movían por un interés económico cuando elegían pareja…
-En aquel momento hizo lo que pudo con los datos que tenía, pero siempre estuvo abierto a cambiar sus teorías. Si Darwin estuviera vivo hubiera escrito este libro o uno mucho mejor. No sabía lo que sabemos ahora de los primates y el significado de determinadas características biológicas.
-Tenía un concepto de la sexualidad muy limitado, ¿era un ingenuo o un reprimido?
-Las dos cosas. Sufrió mucho estrés emocional y tenía conflictos muy profundos. De cada tres días, dos se los pasaba enfermo en la cama.
-¿Somos entonces los hombres y mujeres infieles por naturaleza?
-Sí, pero también tenemos la capacidad de controlarnos. La monogamia es como ser vegetariano. ¡Y nuestro libro no es una crítica a la monogamia!. Tú puedes decidir ser vegetariano y puede ser una decisión sana, inteligente y ética. Pero ser vegetariano no cambia el hecho de que por naturaleza eres omnívoro. En nuestra especie somos omnívoros tanto en la dieta como en el sexo. Si tú decides comer solo verduras no quiere decir que no te vaya a afectar el olor del bacon. Si entiendes que aunque seas vegetariano el olor de la barbacoa te va a hacer salivar, tendrás más posibilidades de controlar tu comportamiento.
-Dice en su libro que somos la especie que más horas dedica a pensar en el sexo
-Somos una de las pocas especies en las que la hembra está dispuesta a tener relaciones aunque no ovule. Eso es muy raro en el mundo animal. Tan solo pasa con los delfines, los bonobos y los humanos. Para estas especies, el sexo tiene que ver más con la socialización que con la reproducción. En nuestro caso por cada niño que engendramos hemos llevado a cabo mil actos sexuales.
-Se ríen de una canción que dice que un hombre estaría dispuesto a dormir bajo la lluvia por amor. Pero quizás por sexo sí lo haría...
-Los hombres hacen cualquier tontería por el sexo cuando es escaso. Cuando hay más sexo, hay menos locura, violencia y peleas. Los bonobos están siempre practicando sexo unos con otros y nunca se han observado casos de violación, guerra o infanticidio. Y si un macho intenta atacar a una hembra, el resto de las chicas se abalanzan sobre él para enseñarle que así no se hacen las cosas.
-En el sexo, ¿los hombres son «glotones» y las mujeres «gourmet»?
-Ese enfrentamiento cantidad-calidad tiene que ver con la biología. La mujer cuando tiene sexo tiene que plantearse que puede quedarse embarazada, tener un hijo, resulta algo importante. Sin embargo, para el hombre es un placer rápido. Aunque cuando están ovulando es mucho más probable que las chicas estén dispuestas a un encuentro rápido.
-Tengo una duda, ¿cuál es el origen de esa fascinación que tienen los hombres con los pechos femeninos?
-Antes de ponernos erguidos, los hombres se fijaban en los genitales de la mujer para saber si estaba ovulando. Cuando pasamos a andar erectos, esa señal de fertilidad para excitar y atraer a los hombres se trasladó al pecho, que se hizo más grande
-Y la obsesión por el tamaño del pene, ¿de dónde viene?
-Es una confusión que tenemos. Como los hombres tenemos esa obsesión por el tamaño del pecho femenino, pensamos que las mujeres también nos ven en términos de cantidad.
-Dice que los hombres son infieles porque necesitan la novedad sexual, pero ¿y las mujeres?
-Las motivaciones de la mujer son otras. No se mueve por la novedad sino por la calidad. Daría para cien páginas más del libro. Los hombres tienen amantes cuando pueden y las mujeres cuando quieren porque pueden elegir.
-¿Cree que algún día volveremos al origen?
-Estamos en un punto de la historia en que las cosas cambian rápidamente. Volveremos al origen porque es la única manera de sobrevivir. El único futuro que vale la pena es el que integra cosas de la prehistoria: igualdad, libertad, una relación más sana con la naturaleza, ayudar a cuidar a los hijos entre amigos… La cultura económica quiere que vivamos aislados porque así gastamos más dinero, pero estamos en un punto en el que no hay más dinero.
-Si no es indiscreción, ¿Cacilda y usted han encontrado la manera de convivir con su naturaleza?
-No hablamos de los detalles de nuestra relación porque no queremos ser ejemplo ni modelo de nadie. Las relaciones van cambiando y cada pareja tiene que encontrar su manera de ser feliz. Solo le diré una cosa: Nuestra relación está formada por nuestros estudios.
Cristina Garrido
http://www.abcdesevilla.es/20120125/sociedad/abci-humanos-infieles-naturaleza-201201241744.html
Amar da más placer que follar. Y no son actividades incompatibles.
ADDENDUM: El libro de Engels antes citado puede bajarse de http://radiotirana.es/origen-familia-propiedad-estado.php/
«Los seres humanos somos infieles por naturaleza»
Los investigadores Christopher Ryan y Cacilda Jethá analizan en su último libro los orígenes de la sexualidad moderna.
Seguro que más de una vez te has preguntado por qué, incluso estando felizmente emparejado/a, a veces no puedes evitar mirar con ojos libidinosos a otras personas. La respuesta para Christopher Ryan y Cacilda Jethá, autores de En principio era el sexo, es muy sencilla: está en tus genes.
En nuestro estado de naturaleza, según la tesis de estos dos investigadores, los seres humanos vivíamos en grupos igualitaristas de nómadas donde se compartía todo, desde la comida y el cuidado de los niños, hasta las parejas sexuales. Pero llegó la agricultura, que trajo consigo la propiedad privada y la monogamia, y se acabó el «paraíso».
Hablamos con Christopher Ryan, doctor en Psicología afincado en Barcelona junto a la psiquiatra Cacilda Jethá, sobre este polémico libro que se ha convertido en «bestseller» del New York Times.
Por lo que cuenta en el libro, ni Pedro Picapiedra estaba casado con Vilma ni podía tener la certeza de que Pebbles fuera su hija biológica…
-(Risas) Efectivamente. Y tampoco le importaba.
-Habla de una sociedad prehistórica en la que imperaba la paz porque no había ni escasez de alimentos ni de sexo, pero no todo puede ser tan perfecto, algún conflicto habría.
-Había conflictos, pero nunca se dejaba que llegasen a suponer una amenaza para el grupo porque nadie sobrevivía fuera de él.
-Renunciamos a ese «paraíso» por la propiedad privada. ¿Por qué?
-Esa es la pregunta que todos nos hacemos. La agricultura llegó cuando, tras un periodo de muchas lluvias que trajeron abundancia de comida y aumento de la población, llego otro de escasez de alimentos. Aprendieron a llevar el agua de los ríos hasta los campos y ahí empezó todo. Entraron en una rueda de la que no pudieron salir. Tampoco es que lo otro fuera un paraíso, sino que el entorno donde se comparte facilita mucho la supervivencia.
-Darwin, sin embargo, creía que desde el principio de los tiempos fuimos monógamos y que nuestras madres se movían por un interés económico cuando elegían pareja…
-En aquel momento hizo lo que pudo con los datos que tenía, pero siempre estuvo abierto a cambiar sus teorías. Si Darwin estuviera vivo hubiera escrito este libro o uno mucho mejor. No sabía lo que sabemos ahora de los primates y el significado de determinadas características biológicas.
-Tenía un concepto de la sexualidad muy limitado, ¿era un ingenuo o un reprimido?
-Las dos cosas. Sufrió mucho estrés emocional y tenía conflictos muy profundos. De cada tres días, dos se los pasaba enfermo en la cama.
-¿Somos entonces los hombres y mujeres infieles por naturaleza?
-Sí, pero también tenemos la capacidad de controlarnos. La monogamia es como ser vegetariano. ¡Y nuestro libro no es una crítica a la monogamia!. Tú puedes decidir ser vegetariano y puede ser una decisión sana, inteligente y ética. Pero ser vegetariano no cambia el hecho de que por naturaleza eres omnívoro. En nuestra especie somos omnívoros tanto en la dieta como en el sexo. Si tú decides comer solo verduras no quiere decir que no te vaya a afectar el olor del bacon. Si entiendes que aunque seas vegetariano el olor de la barbacoa te va a hacer salivar, tendrás más posibilidades de controlar tu comportamiento.
-Dice en su libro que somos la especie que más horas dedica a pensar en el sexo
-Somos una de las pocas especies en las que la hembra está dispuesta a tener relaciones aunque no ovule. Eso es muy raro en el mundo animal. Tan solo pasa con los delfines, los bonobos y los humanos. Para estas especies, el sexo tiene que ver más con la socialización que con la reproducción. En nuestro caso por cada niño que engendramos hemos llevado a cabo mil actos sexuales.
-Se ríen de una canción que dice que un hombre estaría dispuesto a dormir bajo la lluvia por amor. Pero quizás por sexo sí lo haría...
-Los hombres hacen cualquier tontería por el sexo cuando es escaso. Cuando hay más sexo, hay menos locura, violencia y peleas. Los bonobos están siempre practicando sexo unos con otros y nunca se han observado casos de violación, guerra o infanticidio. Y si un macho intenta atacar a una hembra, el resto de las chicas se abalanzan sobre él para enseñarle que así no se hacen las cosas.
-En el sexo, ¿los hombres son «glotones» y las mujeres «gourmet»?
-Ese enfrentamiento cantidad-calidad tiene que ver con la biología. La mujer cuando tiene sexo tiene que plantearse que puede quedarse embarazada, tener un hijo, resulta algo importante. Sin embargo, para el hombre es un placer rápido. Aunque cuando están ovulando es mucho más probable que las chicas estén dispuestas a un encuentro rápido.
-Tengo una duda, ¿cuál es el origen de esa fascinación que tienen los hombres con los pechos femeninos?
-Antes de ponernos erguidos, los hombres se fijaban en los genitales de la mujer para saber si estaba ovulando. Cuando pasamos a andar erectos, esa señal de fertilidad para excitar y atraer a los hombres se trasladó al pecho, que se hizo más grande
-Y la obsesión por el tamaño del pene, ¿de dónde viene?
-Es una confusión que tenemos. Como los hombres tenemos esa obsesión por el tamaño del pecho femenino, pensamos que las mujeres también nos ven en términos de cantidad.
-Dice que los hombres son infieles porque necesitan la novedad sexual, pero ¿y las mujeres?
-Las motivaciones de la mujer son otras. No se mueve por la novedad sino por la calidad. Daría para cien páginas más del libro. Los hombres tienen amantes cuando pueden y las mujeres cuando quieren porque pueden elegir.
-¿Cree que algún día volveremos al origen?
-Estamos en un punto de la historia en que las cosas cambian rápidamente. Volveremos al origen porque es la única manera de sobrevivir. El único futuro que vale la pena es el que integra cosas de la prehistoria: igualdad, libertad, una relación más sana con la naturaleza, ayudar a cuidar a los hijos entre amigos… La cultura económica quiere que vivamos aislados porque así gastamos más dinero, pero estamos en un punto en el que no hay más dinero.
-Si no es indiscreción, ¿Cacilda y usted han encontrado la manera de convivir con su naturaleza?
-No hablamos de los detalles de nuestra relación porque no queremos ser ejemplo ni modelo de nadie. Las relaciones van cambiando y cada pareja tiene que encontrar su manera de ser feliz. Solo le diré una cosa: Nuestra relación está formada por nuestros estudios.
Cristina Garrido
http://www.abcdesevilla.es/20120125/sociedad/abci-humanos-infieles-naturaleza-201201241744.html
Amar da más placer que follar. Y no son actividades incompatibles.
ADDENDUM: El libro de Engels antes citado puede bajarse de http://radiotirana.es/origen-familia-propiedad-estado.php/
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Feminismo, política y legalidad
¿Derogarán la Ley de Violencia de Género?
Sumido en plena fiebre reformista, con los brazos remangados y las manos sobre la amorfa masa de una organización económica, política, legal e institucional, que se resiste todavía a componer una imagen bien definida, sorprende que el gobierno de Mariano Rajoy ni siquiera haya mencionado la posibilidad de derogar una de las más ignominiosas herencias del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: la ya tristemente conocida como Ley Integral contra la Violencia de Género. O quizá no sea tan asombroso. Basta con acudir a las hemerotecas para comprobar que esta ley, todavía vigente, fue aprobada con el voto favorable del Partido Popular y ratificada por una sentencia del Tribunal Constitucional que, como otros productos de esa misma factoría, podría reunir méritos suficientes para figurar en la más selectiva de las antologías del disparate.
Vulnera la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia
A pesar de que el acuerdo entre los dos partidos mayoritarios implicó un enorme apoyo mediático y una ocultación de las graves consecuencias generadas, la Ley de Violencia de Género no sólo atentaba contra la sintaxis. Implicaba, además, una flagrante violación de principios básicos de la democracia moderna, como la igualdad ante la ley, y una vulneración escandalosa de derechos fundamentales, como la presunción de inocencia. Con el beneplácito de una oposición temerosa de perder popularidad y una Cámara sometida a la disciplina de voto, esta norma recogió una pintoresca y peligrosa visión penal, estableciendo que el carácter delictivo de ciertas conductas no dependía tanto de la naturaleza del hecho como del colectivo al que perteneciese su autor – si fuere hombre sería delito, si fuere mujer no lo sería–, llegando al extremo de castigar con exageradas penas de cárcel algunos supuestos que la propia ley describía ¡como leves! Se recogieron también unos usos que preveían la detención inmediata de los hombres denunciados por su pareja o ex pareja (siempre que ésta fuese mujer, por supuesto) sin comprobación de la veracidad de los hechos y unas normas procesales en las que, en contra de los usos comunes del derecho, era el acusado quien debía demostrar su inocencia.
Nadie negaba por aquel entonces que la violencia familiar constituyese un grave problema pero se trataba de un asunto complejo, que no podía resolverse con demagogia, ni con un enfoque puramente ideológico o simplista, ni con medidas meramente electoralistas, ni desencadenando una anacrónica caza de brujas ni, mucho menos, inventando nuevos y absurdos nombres. La vía para dar protección a las mujeres que ciertamente la necesitaban no podía pasar por violentar los derechos de la mitad de la población y no era difícil prever que la ley, en lugar de resolver el problema, podía contribuir a crear otros muy serios, como pronto se comprobó.
Muchos medios de comunicación, convertidos en un mal remedo del genial y desaparecido semanario “El Caso”, empezaron a ocupar una proporción creciente de su espacio en relatar todos y cada uno de los homicidios de mujeres a manos de sus maridos, con descripción incluida de truculentos detalles y asignación de un número de orden anual a cada caso, mientras silenciaban el amplísimo resto de muertes violentas. Contribuían así a crear una desmesurada alarma entre el público más ingenuo y peor informado, en un intento de justificar las draconianas medidas y de ganarse el apoyo de ciertos grupos de interés ciertamente minoritarios pero muy influyentes.
Un aluvión de denuncias falsas
Comenzó a inundar los juzgados un aluvión de denuncias falsas por parte de mujeres sin escrúpulos o malintencionadas que encontraron en la ley un buen mecanismo para vengarse de sus antiguas parejas, para conseguir fácilmente la custodia de sus hijos o para obtener las múltiples ventajas económicas que la norma concedía a las denunciantes, tales como el cobro de subsidios, prioridad en el acceso a viviendas sociales e, incluso, una pensión de viudedad si se acusaba de violencia ¡al ex marido fallecido! Sin embargo, en consonancia con el carácter discriminatorio de la ley, ningún juzgado abrió diligencias contra esas mujeres por su falsa acusación. Por ello, las estadísticas oficiales no recogen prácticamente ninguno de estos falsos testimonios. Y, como era previsible, los casos de violencia no disminuyeron sino que incluso aumentaron tras la aplicación de tan infame norma, mostrando una vez más que las medidas poco meditadas, aun bienintencionadas, suelen conllevar resultados no deseados, muchas veces contrarios al objetivo que se persigue.
Ésta es una buena oportunidad para que el ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, pueda completar su programa de cambios legales derogando esa ley de confuso nombre, tan extraviada en el fin como en los medios. Pocas ocasiones como la presente para mostrar que las reformas deben atender a los principios de justicia e interés general sin plegarse a la presión de ciertos grupos oportunistas, aun cuando éstos pudieran revelar cierta proclividad al griterío furioso e histérico. Pero, reconozcámoslo, cualquier cambio legislativo requiere una dosis adicional de valentía, arrojo y determinación cuando no se produce bajo la presión de nuestros socios europeos y la severa mirada de la señora Merkel.
http://vozpopuli.com/blog/juan-m-blanco/derogaran-la-injusta-ley-de-violencia-de-genero
Reflexión mía del año 2004, cuando el matrimonio (contrato de exclusividad sexual) se extendió a las personas del mismo sexo:
Los matrimonios entre homosexuales resuelven, sin duda, problemas sociales de convivencia. Pero sigue habiendo muchos españoles, hombres y mujeres, que tienen que soportar en silencio una doble vida, pues mantienen una relación sentimental con dos o más personas distintas. Ya no es delito el adulterio, pero su imagen no es precisamente óptima, y las tensiones que genera son, en la mayoría de los casos, numerosas.
Puestos a ser flexibles, ¿por qué no legalizar también la poligamia en sus dos facetas, poliandria y poliginia? Todo sería cuestión de regular estos tipos de matrimonios múltiples. Sería algo así como pasar de la propiedad privada individual a la multipropiedad, que ya es legal en otros aspectos de la vida.
Metro Andalucía, 18/10/2004
El sexo es una mercancía que se vende envuelta en el papel de regalo del amor en el mercado del matrimonio.
Sumido en plena fiebre reformista, con los brazos remangados y las manos sobre la amorfa masa de una organización económica, política, legal e institucional, que se resiste todavía a componer una imagen bien definida, sorprende que el gobierno de Mariano Rajoy ni siquiera haya mencionado la posibilidad de derogar una de las más ignominiosas herencias del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: la ya tristemente conocida como Ley Integral contra la Violencia de Género. O quizá no sea tan asombroso. Basta con acudir a las hemerotecas para comprobar que esta ley, todavía vigente, fue aprobada con el voto favorable del Partido Popular y ratificada por una sentencia del Tribunal Constitucional que, como otros productos de esa misma factoría, podría reunir méritos suficientes para figurar en la más selectiva de las antologías del disparate.
Vulnera la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia
A pesar de que el acuerdo entre los dos partidos mayoritarios implicó un enorme apoyo mediático y una ocultación de las graves consecuencias generadas, la Ley de Violencia de Género no sólo atentaba contra la sintaxis. Implicaba, además, una flagrante violación de principios básicos de la democracia moderna, como la igualdad ante la ley, y una vulneración escandalosa de derechos fundamentales, como la presunción de inocencia. Con el beneplácito de una oposición temerosa de perder popularidad y una Cámara sometida a la disciplina de voto, esta norma recogió una pintoresca y peligrosa visión penal, estableciendo que el carácter delictivo de ciertas conductas no dependía tanto de la naturaleza del hecho como del colectivo al que perteneciese su autor – si fuere hombre sería delito, si fuere mujer no lo sería–, llegando al extremo de castigar con exageradas penas de cárcel algunos supuestos que la propia ley describía ¡como leves! Se recogieron también unos usos que preveían la detención inmediata de los hombres denunciados por su pareja o ex pareja (siempre que ésta fuese mujer, por supuesto) sin comprobación de la veracidad de los hechos y unas normas procesales en las que, en contra de los usos comunes del derecho, era el acusado quien debía demostrar su inocencia.
Nadie negaba por aquel entonces que la violencia familiar constituyese un grave problema pero se trataba de un asunto complejo, que no podía resolverse con demagogia, ni con un enfoque puramente ideológico o simplista, ni con medidas meramente electoralistas, ni desencadenando una anacrónica caza de brujas ni, mucho menos, inventando nuevos y absurdos nombres. La vía para dar protección a las mujeres que ciertamente la necesitaban no podía pasar por violentar los derechos de la mitad de la población y no era difícil prever que la ley, en lugar de resolver el problema, podía contribuir a crear otros muy serios, como pronto se comprobó.
Muchos medios de comunicación, convertidos en un mal remedo del genial y desaparecido semanario “El Caso”, empezaron a ocupar una proporción creciente de su espacio en relatar todos y cada uno de los homicidios de mujeres a manos de sus maridos, con descripción incluida de truculentos detalles y asignación de un número de orden anual a cada caso, mientras silenciaban el amplísimo resto de muertes violentas. Contribuían así a crear una desmesurada alarma entre el público más ingenuo y peor informado, en un intento de justificar las draconianas medidas y de ganarse el apoyo de ciertos grupos de interés ciertamente minoritarios pero muy influyentes.
Un aluvión de denuncias falsas
Comenzó a inundar los juzgados un aluvión de denuncias falsas por parte de mujeres sin escrúpulos o malintencionadas que encontraron en la ley un buen mecanismo para vengarse de sus antiguas parejas, para conseguir fácilmente la custodia de sus hijos o para obtener las múltiples ventajas económicas que la norma concedía a las denunciantes, tales como el cobro de subsidios, prioridad en el acceso a viviendas sociales e, incluso, una pensión de viudedad si se acusaba de violencia ¡al ex marido fallecido! Sin embargo, en consonancia con el carácter discriminatorio de la ley, ningún juzgado abrió diligencias contra esas mujeres por su falsa acusación. Por ello, las estadísticas oficiales no recogen prácticamente ninguno de estos falsos testimonios. Y, como era previsible, los casos de violencia no disminuyeron sino que incluso aumentaron tras la aplicación de tan infame norma, mostrando una vez más que las medidas poco meditadas, aun bienintencionadas, suelen conllevar resultados no deseados, muchas veces contrarios al objetivo que se persigue.
Ésta es una buena oportunidad para que el ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, pueda completar su programa de cambios legales derogando esa ley de confuso nombre, tan extraviada en el fin como en los medios. Pocas ocasiones como la presente para mostrar que las reformas deben atender a los principios de justicia e interés general sin plegarse a la presión de ciertos grupos oportunistas, aun cuando éstos pudieran revelar cierta proclividad al griterío furioso e histérico. Pero, reconozcámoslo, cualquier cambio legislativo requiere una dosis adicional de valentía, arrojo y determinación cuando no se produce bajo la presión de nuestros socios europeos y la severa mirada de la señora Merkel.
http://vozpopuli.com/blog/juan-m-blanco/derogaran-la-injusta-ley-de-violencia-de-genero
Reflexión mía del año 2004, cuando el matrimonio (contrato de exclusividad sexual) se extendió a las personas del mismo sexo:
Los matrimonios entre homosexuales resuelven, sin duda, problemas sociales de convivencia. Pero sigue habiendo muchos españoles, hombres y mujeres, que tienen que soportar en silencio una doble vida, pues mantienen una relación sentimental con dos o más personas distintas. Ya no es delito el adulterio, pero su imagen no es precisamente óptima, y las tensiones que genera son, en la mayoría de los casos, numerosas.
Puestos a ser flexibles, ¿por qué no legalizar también la poligamia en sus dos facetas, poliandria y poliginia? Todo sería cuestión de regular estos tipos de matrimonios múltiples. Sería algo así como pasar de la propiedad privada individual a la multipropiedad, que ya es legal en otros aspectos de la vida.
Metro Andalucía, 18/10/2004
El sexo es una mercancía que se vende envuelta en el papel de regalo del amor en el mercado del matrimonio.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
LA INFANCIA EN ROMA
La actitud de los adultos frente al niño ha cambiado mucho en el curso de la Historia y, ciertamente sigue cambiando hoy día ante nuestros ojos. Sin embargo esos cambios han sido tan lentos e imperceptibles que nuestros contemporáneos no se han dado cuenta de ellos (en la actualidad, ya que todo se mueve apresuradamente, se notan mejor). En otros tiempos, esas mutaciones no se distinguían de los datos constantes de la naturaleza; las etapas de la vida humana se identificaban, de hecho con las estaciones. No es que el hombre estuviese completamente inerme en su enfrentamiento con la naturaleza, pero no estaba en condiciones de influir en ella excepto con intervenciones mínimas, modestas y anónimas que resultaban eficaces sólo porque se repetían durante mucho tiempo: el observador sólo podía descubrirlas en el momento en que se acumulaban tamo que su densidad las hacía evidentes. Con él niño, pues, ha sucedido lo mismo que con la agricultura: no se puede hablar de revolución de la infancia, como no se puede hablar de revolución agrícola..., aunque también se haya intentado hacerlo.
Parece que la historia del niño, como la de la familia, en la antigüedad romana, se vio complicada durante mucho tiempo por una problemática nociva: el llamado tránsito de la familia gentilicia a la familia nuclear (los historiadores de la Edad Media y de la era Moderna han señalado el mismo contrasentido). Para verlo con mayor claridad es preferible esperar los resultados de las investigaciones de Veyne y de Manson. No obstante ya se pueden formular algunas observaciones. Se sabe que al niño romano recién nacido se le posaba en el suelo. Correspondía entonces al padre reconocerlo cogiéndolo en brazos; es decir, elevarlo (elevare) del suelo: elevación física que en sentido figurado, se ha convertido en criarlo. Si el padre no "elevaba" al niño éste era abandonado, expuesto ante la puerta, al igual que sucedía con los hijos de los esclavos cuando el amo no sabía qué hacer con ellos.
¿Se debe, pues, interpretar aquel gesto como una especie de procedimiento de adopción, según el cual no se aceptaba al niño como un crecimiento cuales constituía un nada, un nihil destinado a desaparecer, a no ser que se le reconociere mediante una decisión reflexiva del padre? La vida le era dada dos veces, la primera cuando salía del vientre de la madre y la segunda cuando el padre lo "elevaba". Es tentador relacionar este hecho con la frecuencia con la que se producían las adopciones en Roma. Según Veyne, en realidad los lazos sanguíneos contaban mucho menos que los vínculos electivos, y cuando un romano se sentía movido a la función de padre prefería adoptar el hijo de otro o criar el hijo de un esclavo, o un niño abandonado, antes que ocuparse automáticamente del hijo por él procreado.
En último caso, los niños "elevados" habrían sido favorecidos por una elección, mientras que a los otros se les abandonaba: se mataba a los hijos no deseados de los esclavos, o a los niños libres no deseados por las más diversas razones, no sólo a los hijos de la miseria y del adulterio. Así, Augusto hizo abandonar recién nacidos a las puertas del palacio imperial. Y Veyne señala que el abandono de los niños desempeñaba entre los romanos la función que entre nosotros tiene el aborto.
Por otra parte, a la vista de cuanto se sabe sobre la historia de la familia del niño y de la anticoncepción, se puede advertir una correlación entre los tres factores siguientes: la elevado del niño en el momento del nacimiento; la práctica, muy difundida, de la adopción, y la existencia del infanticidio. La sexualidad se encuentra, pues, separada de la procreación. La elección de un heredero es voluntaria. Los subproductos del amor, sea conyugal o no lo sea, quedan suprimidos.
Esa situación cambió a lo largo de los siglos II y III, pero no por méritos al cristianismo: los cristianos sólo se apropiaron de la nueva moral. Aparece entonces un modelo distinto de la familia y el niño [debido al cambio de régimen acaecido el siglo anterior, en el que sea firma la idea de que los guerreros quedan sometidos al princeps o imperator supremo, con lo cual dejan de tener la libertad de acción de antaño (P. Veyne). En época de M. Aurelio se establece el registro civil, que muestra el predominio del Estado sobre los patresfamilias]. Se le reconoce fácilmente en las lápidas funerarias italianas y galo-romanas, en las que se representa a los cónyuges junto con sus hijos: los esposos repiten exactamente el gesto ritual de las nupcias, la dextrarum junctio, cogiéndose de la mano derecha.
A partir de ese momento, el matrimonio asume una dimensión psicológica y moral que no tenía en la Roma más antigua; se extiende más allá de la vida, a la muerte, como demuestra el hecho de que reproduzca la simbología sobre la tumba. La unión de los dos cuerpos se hace sagrada, al igual que los hijos que son el fruto de ella. Los vínculos naturales carnales y sanguíneos son más importantes que las decisiones de la voluntad. El matrimonio es más importante que el concubinato, el nacimiento que la adopción.
Se inicia entonces un largo período que termina en nuestra época, en la que el concubinato [parejas de hecho] y la adopción recuperan una función que habían perdido tras la gran transformación psicológica del siglo III.
PHILIPPE ARIÈS (1993), "La infancia", en Revista de Educación n° 254, España.
http://www.institutoartepilar.com.ar/aportes_2cutrimestre_2010/artvisuales/la_%20infancia_%20persp_filos_ped_tp1.pdf
ADDENDUM:
En el mundo de los antiguos guerreros romanos la familia era considerada la propiedad de un hombre, el paterfamilias (el esclavo era un famulus). En ella se concentraban todos los bienes que poseía: muebles, inmuebles y semovientes, incluidos entre estos los más preciados, los caballos y los hijos. Como la mujer es un elemento importante en las alianzas entre hombres, el intercambio legal de mujeres libres con fines reproductivos tendrá la mayor importancia y se considerará de preferencia al hijo de la mujer legal, pues el hijo en principio tiene el carácter (libre o esclavo) de la madre. El matrimonio, unido así al concepto de patrimonio, se constituye así en un contrato de exclusividad sexual por parte de la mujer para producir hijos al servicio del hombre. El Estado está basado en la fuerza, y ésta ha sido mucho tiempo prerrogativa del hombre.
La actitud de los adultos frente al niño ha cambiado mucho en el curso de la Historia y, ciertamente sigue cambiando hoy día ante nuestros ojos. Sin embargo esos cambios han sido tan lentos e imperceptibles que nuestros contemporáneos no se han dado cuenta de ellos (en la actualidad, ya que todo se mueve apresuradamente, se notan mejor). En otros tiempos, esas mutaciones no se distinguían de los datos constantes de la naturaleza; las etapas de la vida humana se identificaban, de hecho con las estaciones. No es que el hombre estuviese completamente inerme en su enfrentamiento con la naturaleza, pero no estaba en condiciones de influir en ella excepto con intervenciones mínimas, modestas y anónimas que resultaban eficaces sólo porque se repetían durante mucho tiempo: el observador sólo podía descubrirlas en el momento en que se acumulaban tamo que su densidad las hacía evidentes. Con él niño, pues, ha sucedido lo mismo que con la agricultura: no se puede hablar de revolución de la infancia, como no se puede hablar de revolución agrícola..., aunque también se haya intentado hacerlo.
Parece que la historia del niño, como la de la familia, en la antigüedad romana, se vio complicada durante mucho tiempo por una problemática nociva: el llamado tránsito de la familia gentilicia a la familia nuclear (los historiadores de la Edad Media y de la era Moderna han señalado el mismo contrasentido). Para verlo con mayor claridad es preferible esperar los resultados de las investigaciones de Veyne y de Manson. No obstante ya se pueden formular algunas observaciones. Se sabe que al niño romano recién nacido se le posaba en el suelo. Correspondía entonces al padre reconocerlo cogiéndolo en brazos; es decir, elevarlo (elevare) del suelo: elevación física que en sentido figurado, se ha convertido en criarlo. Si el padre no "elevaba" al niño éste era abandonado, expuesto ante la puerta, al igual que sucedía con los hijos de los esclavos cuando el amo no sabía qué hacer con ellos.
¿Se debe, pues, interpretar aquel gesto como una especie de procedimiento de adopción, según el cual no se aceptaba al niño como un crecimiento cuales constituía un nada, un nihil destinado a desaparecer, a no ser que se le reconociere mediante una decisión reflexiva del padre? La vida le era dada dos veces, la primera cuando salía del vientre de la madre y la segunda cuando el padre lo "elevaba". Es tentador relacionar este hecho con la frecuencia con la que se producían las adopciones en Roma. Según Veyne, en realidad los lazos sanguíneos contaban mucho menos que los vínculos electivos, y cuando un romano se sentía movido a la función de padre prefería adoptar el hijo de otro o criar el hijo de un esclavo, o un niño abandonado, antes que ocuparse automáticamente del hijo por él procreado.
En último caso, los niños "elevados" habrían sido favorecidos por una elección, mientras que a los otros se les abandonaba: se mataba a los hijos no deseados de los esclavos, o a los niños libres no deseados por las más diversas razones, no sólo a los hijos de la miseria y del adulterio. Así, Augusto hizo abandonar recién nacidos a las puertas del palacio imperial. Y Veyne señala que el abandono de los niños desempeñaba entre los romanos la función que entre nosotros tiene el aborto.
Por otra parte, a la vista de cuanto se sabe sobre la historia de la familia del niño y de la anticoncepción, se puede advertir una correlación entre los tres factores siguientes: la elevado del niño en el momento del nacimiento; la práctica, muy difundida, de la adopción, y la existencia del infanticidio. La sexualidad se encuentra, pues, separada de la procreación. La elección de un heredero es voluntaria. Los subproductos del amor, sea conyugal o no lo sea, quedan suprimidos.
Esa situación cambió a lo largo de los siglos II y III, pero no por méritos al cristianismo: los cristianos sólo se apropiaron de la nueva moral. Aparece entonces un modelo distinto de la familia y el niño [debido al cambio de régimen acaecido el siglo anterior, en el que sea firma la idea de que los guerreros quedan sometidos al princeps o imperator supremo, con lo cual dejan de tener la libertad de acción de antaño (P. Veyne). En época de M. Aurelio se establece el registro civil, que muestra el predominio del Estado sobre los patresfamilias]. Se le reconoce fácilmente en las lápidas funerarias italianas y galo-romanas, en las que se representa a los cónyuges junto con sus hijos: los esposos repiten exactamente el gesto ritual de las nupcias, la dextrarum junctio, cogiéndose de la mano derecha.
A partir de ese momento, el matrimonio asume una dimensión psicológica y moral que no tenía en la Roma más antigua; se extiende más allá de la vida, a la muerte, como demuestra el hecho de que reproduzca la simbología sobre la tumba. La unión de los dos cuerpos se hace sagrada, al igual que los hijos que son el fruto de ella. Los vínculos naturales carnales y sanguíneos son más importantes que las decisiones de la voluntad. El matrimonio es más importante que el concubinato, el nacimiento que la adopción.
Se inicia entonces un largo período que termina en nuestra época, en la que el concubinato [parejas de hecho] y la adopción recuperan una función que habían perdido tras la gran transformación psicológica del siglo III.
PHILIPPE ARIÈS (1993), "La infancia", en Revista de Educación n° 254, España.
http://www.institutoartepilar.com.ar/aportes_2cutrimestre_2010/artvisuales/la_%20infancia_%20persp_filos_ped_tp1.pdf
ADDENDUM:
En el mundo de los antiguos guerreros romanos la familia era considerada la propiedad de un hombre, el paterfamilias (el esclavo era un famulus). En ella se concentraban todos los bienes que poseía: muebles, inmuebles y semovientes, incluidos entre estos los más preciados, los caballos y los hijos. Como la mujer es un elemento importante en las alianzas entre hombres, el intercambio legal de mujeres libres con fines reproductivos tendrá la mayor importancia y se considerará de preferencia al hijo de la mujer legal, pues el hijo en principio tiene el carácter (libre o esclavo) de la madre. El matrimonio, unido así al concepto de patrimonio, se constituye así en un contrato de exclusividad sexual por parte de la mujer para producir hijos al servicio del hombre. El Estado está basado en la fuerza, y ésta ha sido mucho tiempo prerrogativa del hombre.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Me pega lo normal
Una Rihanna, cantante pop, ha dicho que ama al que le pegó una buena paliza, un Chris Brown que fue juzgado y condenado por ello. Las palizas no son incompatibles con el amor, al menos con el amor proclamado. Hay gente que, igual que juega a médicos, juega con el sufrimiento. Pero en este caso no hubo juego, y la mujer denunció la conducta del hombre. Al que no ha dejado de amar, insiste. Su confesión redunda en un asunto escabroso. Muchas mujeres son asesinadas porque no son capaces de alejarse de sus maltratadores. Sus muertes tienen un aire vago de suicidio y de sobredosis. Hay mujeres que siguen con su hombre a pesar de que las mata. Otras, porque las mata. No sucede nada demasiado distinto con la heroína y el alcohol.
El feminismo ha querido convertir la conducta sometida de algunas mujeres en un asunto político, haciéndolas víctimas del macho. Pero lo cierto es que estas mujeres, equipadas socialmente con todo lo necesario para huir del peligro (y lo principal: los dinerillos), son, ante todo, víctimas de sí mismas. Se trata de mujeres que no son normales. Y utilizo este adjetivo de una manera libre, tranquila y desenvuelta, porque el adjetivo normal, después de haber estado recluido durante años en los campos de concentración del politicalcorrectness ha vuelto triunfante ¡y normalizado! gracias a monsieur Hollande, el presidente normal, es decir ce qui ne souffre d’aucune trouble pathologique.
Rihanna es una pobre chica enferma que ama a su maltratador.Digamos, sin apartarnos ni un ápice de la semántica legitimada por monsieur Hollande, que Rihanna es una pobre chica subnormal. Los periódicos pueden recoger declaraciones de personas que sufran este tipo de patologías; pero con la severa condición stendhaliana de que solo sirvan para mostrar la patología. Lo relevante y veraz no es lo que Rihanna dice sobre el amor y la violencia, sino que Rihanna es una enferma. Por desgracia, el tratamiento que los medios dan a sus declaraciones es puramente romántico. Las mismas crónicas que escarbando sobre los hechos con las pinzas del deontólogo eluden incluir referencias a la responsabilidad del alcohol (¡no fuera a ser un atenuante!) en los crímenes de pareja vulgares, se empapuzan de ambigüedad sobre la relación entre la violencia y el amor cuando la víctima no es una cincuentona ama de casa de Albacete, que lo perdonó, sino una top pop. Ya no se trata de la sórdida enfermedad de la dependencia; sino del libérrimo y fértil amour fou [amor loco]. Y me escandaliza que frente a estos relatos el fiscal feminista calle, también sometido. Y no pida, al menos, el inmediato procesamiento de la protagonista, por apología de la violencia y de la droga.
Arcadi Espada
http://elcomentario.tv/reggio/me-pega-lo-normal-de-arcadi-espada-en-el-mundo/23/08/2012/
"«Ya me ha pegado», respondió al instante. «¡Cómo!-dije-,¿le dejas que te pegue?» «No se lo pido -dijo-, pero ya sabes lo irascible que es. No dejo que nadie me pegue pero, no sé por qué, viniendo de él no me importa tanto. A veces me hace sentirme bien por dentro... no sé, quizá la mujer necesite que le den una somanta de vez en cuando. No duele tanto, si te gusta el tipo de verdad. Y después es tan dulce... casi me siento avergonzada...»".
(H. Miller, Trópico de Capricornio, Madrid, 1999, p. 212).
Forman parte de nuestro cerebro sexual. Todos en la infancia empezamos fantaseando, aunque las ensoñaciones no sean tan explícitamente sexuales como lo será después, pero pocos tenemos el valor de comunicarlo a nuestros compañeros, sobre todo por la creencia general de que si se tienen fantasías se corre el riesgo de quererlas llevar luego a la práctica.
Esto no es así en absoluto, la mayoría de la gente no tiene ninguna intención de hacerlas reales. Sabemos que la principal fantasía de los hombres es la de tener relaciones sexuales con dos o más mujeres, y la de las mujeres, la de ser tomadas casi a la fuerza por un hombre, conocido o desconocido.
Aunque parezca una contradicción, son pocos los hombres que en realidad quieran tener relaciones con varias mujeres a la vez y, por supuesto, ninguna mujer desea ser violada. Estas fantasías tienen que ver principalmente con el inconsciente de ambos.
(Pilar Cristóbal, sexóloga, "Las fantasías sexuales", 20 minutos, Jueves 29-5-2003, p. 16).
Han hecho un informe en la Comunidad de Madrid que concluye, tras entrevistar a dos mil seiscientos estudiantes de instituto, que el 80% de las chicas de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años creen que su pareja puede quererlas aunque les pegue o las maltrate. El porcentaje es incluso mayor que entre los chicos, donde piensan lo mismo el 75%. Preocupantes datos. No sólo la respuesta a la pregunta ¿puede existir amor si hay maltrato? es que sí, y a la pregunta ¿si te pegan te quieren? es también que sí, sino que gran parte de los encuestados y encuestadas consideran que en una relación de pareja no hay realmente amor si no hay celos.
(J. Aguilar, "Las chicas dan un paso atrás ", Diario de Sevilla 3-11-2005)
Nota mía:
Quiero recordar que las fiestas dionisíacas, una de las bases culturales esenciales de la admirada democracia ateniense, conjugaban a la perfección las pulsiones sexuales y mortales (las que marcan la entrada y salida de la vida). Será la represión y encauzamiento del sexo y la violencia (esas “energías psíquicas profundas que orientan el comportamiento hacia un fin y se descargan al conseguirlo”, como dicen los psicoanalistas) la que marque de un modo especial el desarrollo de cualquier cultura. El hecho de que de las películas infantiles deben estar alejadas las imágenes de sexo y violencia es un indicativo claro de lo que se quiere reprimir a la hora de educar. Y se quiere reprimir porque está impreso en nuestra naturaleza. Para bien y para mal (que por cierto son conceptos culturales: en la naturaleza no existe ni el bien ni el mal, sino solo procesos, como cualquiera que use un pensamiento científico sabe).
Una Rihanna, cantante pop, ha dicho que ama al que le pegó una buena paliza, un Chris Brown que fue juzgado y condenado por ello. Las palizas no son incompatibles con el amor, al menos con el amor proclamado. Hay gente que, igual que juega a médicos, juega con el sufrimiento. Pero en este caso no hubo juego, y la mujer denunció la conducta del hombre. Al que no ha dejado de amar, insiste. Su confesión redunda en un asunto escabroso. Muchas mujeres son asesinadas porque no son capaces de alejarse de sus maltratadores. Sus muertes tienen un aire vago de suicidio y de sobredosis. Hay mujeres que siguen con su hombre a pesar de que las mata. Otras, porque las mata. No sucede nada demasiado distinto con la heroína y el alcohol.
El feminismo ha querido convertir la conducta sometida de algunas mujeres en un asunto político, haciéndolas víctimas del macho. Pero lo cierto es que estas mujeres, equipadas socialmente con todo lo necesario para huir del peligro (y lo principal: los dinerillos), son, ante todo, víctimas de sí mismas. Se trata de mujeres que no son normales. Y utilizo este adjetivo de una manera libre, tranquila y desenvuelta, porque el adjetivo normal, después de haber estado recluido durante años en los campos de concentración del politicalcorrectness ha vuelto triunfante ¡y normalizado! gracias a monsieur Hollande, el presidente normal, es decir ce qui ne souffre d’aucune trouble pathologique.
Rihanna es una pobre chica enferma que ama a su maltratador.Digamos, sin apartarnos ni un ápice de la semántica legitimada por monsieur Hollande, que Rihanna es una pobre chica subnormal. Los periódicos pueden recoger declaraciones de personas que sufran este tipo de patologías; pero con la severa condición stendhaliana de que solo sirvan para mostrar la patología. Lo relevante y veraz no es lo que Rihanna dice sobre el amor y la violencia, sino que Rihanna es una enferma. Por desgracia, el tratamiento que los medios dan a sus declaraciones es puramente romántico. Las mismas crónicas que escarbando sobre los hechos con las pinzas del deontólogo eluden incluir referencias a la responsabilidad del alcohol (¡no fuera a ser un atenuante!) en los crímenes de pareja vulgares, se empapuzan de ambigüedad sobre la relación entre la violencia y el amor cuando la víctima no es una cincuentona ama de casa de Albacete, que lo perdonó, sino una top pop. Ya no se trata de la sórdida enfermedad de la dependencia; sino del libérrimo y fértil amour fou [amor loco]. Y me escandaliza que frente a estos relatos el fiscal feminista calle, también sometido. Y no pida, al menos, el inmediato procesamiento de la protagonista, por apología de la violencia y de la droga.
Arcadi Espada
http://elcomentario.tv/reggio/me-pega-lo-normal-de-arcadi-espada-en-el-mundo/23/08/2012/
"«Ya me ha pegado», respondió al instante. «¡Cómo!-dije-,¿le dejas que te pegue?» «No se lo pido -dijo-, pero ya sabes lo irascible que es. No dejo que nadie me pegue pero, no sé por qué, viniendo de él no me importa tanto. A veces me hace sentirme bien por dentro... no sé, quizá la mujer necesite que le den una somanta de vez en cuando. No duele tanto, si te gusta el tipo de verdad. Y después es tan dulce... casi me siento avergonzada...»".
(H. Miller, Trópico de Capricornio, Madrid, 1999, p. 212).
Forman parte de nuestro cerebro sexual. Todos en la infancia empezamos fantaseando, aunque las ensoñaciones no sean tan explícitamente sexuales como lo será después, pero pocos tenemos el valor de comunicarlo a nuestros compañeros, sobre todo por la creencia general de que si se tienen fantasías se corre el riesgo de quererlas llevar luego a la práctica.
Esto no es así en absoluto, la mayoría de la gente no tiene ninguna intención de hacerlas reales. Sabemos que la principal fantasía de los hombres es la de tener relaciones sexuales con dos o más mujeres, y la de las mujeres, la de ser tomadas casi a la fuerza por un hombre, conocido o desconocido.
Aunque parezca una contradicción, son pocos los hombres que en realidad quieran tener relaciones con varias mujeres a la vez y, por supuesto, ninguna mujer desea ser violada. Estas fantasías tienen que ver principalmente con el inconsciente de ambos.
(Pilar Cristóbal, sexóloga, "Las fantasías sexuales", 20 minutos, Jueves 29-5-2003, p. 16).
Han hecho un informe en la Comunidad de Madrid que concluye, tras entrevistar a dos mil seiscientos estudiantes de instituto, que el 80% de las chicas de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años creen que su pareja puede quererlas aunque les pegue o las maltrate. El porcentaje es incluso mayor que entre los chicos, donde piensan lo mismo el 75%. Preocupantes datos. No sólo la respuesta a la pregunta ¿puede existir amor si hay maltrato? es que sí, y a la pregunta ¿si te pegan te quieren? es también que sí, sino que gran parte de los encuestados y encuestadas consideran que en una relación de pareja no hay realmente amor si no hay celos.
(J. Aguilar, "Las chicas dan un paso atrás ", Diario de Sevilla 3-11-2005)
Nota mía:
Quiero recordar que las fiestas dionisíacas, una de las bases culturales esenciales de la admirada democracia ateniense, conjugaban a la perfección las pulsiones sexuales y mortales (las que marcan la entrada y salida de la vida). Será la represión y encauzamiento del sexo y la violencia (esas “energías psíquicas profundas que orientan el comportamiento hacia un fin y se descargan al conseguirlo”, como dicen los psicoanalistas) la que marque de un modo especial el desarrollo de cualquier cultura. El hecho de que de las películas infantiles deben estar alejadas las imágenes de sexo y violencia es un indicativo claro de lo que se quiere reprimir a la hora de educar. Y se quiere reprimir porque está impreso en nuestra naturaleza. Para bien y para mal (que por cierto son conceptos culturales: en la naturaleza no existe ni el bien ni el mal, sino solo procesos, como cualquiera que use un pensamiento científico sabe).
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
El orgasmo femenino
El orgasmo femenino, filmado desde el interior
Investigadores estadounidenses muestran cómo el cerebro se ilumina de amarillo cuando alcanza el placer sexual
Pocas cosas hay tan misteriosas y que generen tanta curiosidad como el placer sexual femenino. Desde la existencia del mítico «punto G» al origen del orgasmo femenino. Comprender, paso a paso, cómo las mujeres alcanzan el clímax abriría el camino a soluciones que revolucionarían el tratamiento de la disfunción sexual femenina, como en su día hizo Viagra con la población masculina.
En un paso más en ese sentido, un equipo de investigadores de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) ha captado con imágenes de resonancia magnética lo que ocurre en el interior del cerebro femenino cuando alcanza el orgasmo. Para conseguirlo una voluntaria se introdujo en el interior de un escáner y buscó la estimulación en solitario hasta llegar al clímax. Esas imágenes de escáner después fueron tratadas por un equipo de animación de la empresa «TheVisualMD» hasta obtener una película de la actividad cerebral en ese instante crítico. La cinta se ha presentado en el congreso anual de la Sociedad de Neurociencias celebrado en Washington.
La filmación muestra los niveles de oxígeno en sangre que se corresponden con la actividad cerebral, utilizando una escala de colores que va desde el rojo intenso (actividad baja) al amarillo-blanco (la mayor actividad). A medida que crece la estimulación, las tonalidades van cambiando hasta que todo el cerebro se convierte en una fiesta de color amarillo cuando llega el orgasmo.
De las primeras caricias al máximo placer
Las primeras caricias en la zona genital encienden solo una región del córtex sensorial pero rápidamente las señales se extienden hacia el sistema límbico, la zona vinculada a las emociones, el comportamiento y la memoria a largo plazo. El cerebelo y el córtex frontal se iluminan en los segundos previos al orgasmo, al mismo tiempo que los músculos empiezan a contraerse. Cuando la voluntaria alcanza el máximo placer, casi la totalidad del cerebro se vuelve muy activa y el color amarillo lo inunda todo.
Barry Komisaruk, el autor del experimento, espera que este mapa cerebral del clímax pueda explicar por qué algunas mujeres tienen dificultades para disfrutar de las relaciones sexuales. Se trataría de mostrar dónde el proceso se interrumpe.
El investigador también cree que las imágenes del cerebro pueden ayudar a comprender otros problemas de difícil solución como la ansiedad, el dolor y la depresión.
Vídeo:
http://www.abc.es/videos-otros/20111118/orgasmo-femenino-filmado-desde-1282392736001.html
Fuente: http://www.abcdesevilla.es/20111118/ciencia/abci-cerebro-mujer-orgasmo-201111181305.html
El castigo de tener 100 orgasmos al día
Para muchos no tenerlos es un problema, otros los sufren con dolor, pero para Kim Ramsey, de 44 años, su pesadilla es sufrir 100 orgasmos al día.
Kim padece un trastorno de excitación genital permanente (TEGP) o Sindrome de Excitación Sexual Persistente (PSAS). Una enfermedad por la que cada acto que realiza a diario va acompañado por un orgasmo.
El más mínimo movimiento de la pelvis, en un tren, en un coche, o haciendo las tareas domésticas, puede desencadenar un orgasmo. Tal cantidad de clímax la deja agotada, dolorida y le impide tener una relación sexual normal.
Los médicos creen que este síndrome incurable fue causado por un accidente que sufrió en 2001, cuando se cayó por unas escaleras, según informa 'The Daily Mail'. La caída pudo causar un quiste de Tarlov en su columna vertebral, justo en el punto donde se origina el orgasmo de la mujer.
"Algunas mujeres se preguntan cómo tener un orgasmo. Yo me pregunto cómo detenerlos", declaró a 'The Sun'. La primera vez que fue consciente de este trastorno, fue en el año 2008 mientras mantenía relaciones con su pareja. "Tuve orgasmos constantes durante cuatro días. Pensé que me estaba volviendo loca", explicó.
"Intentamos de todo para que parara. Me ponía en cuclillas, respiraba profundamente, me senté sobre guisantes congelados, pero los orgasmos y la excitación sexual continuaron durante 36 horas. Debí haber tenido alrededor de 200 orgasmos durante ese tiempo. El dolor y el cansancio fueron insoportable", cuenta Ramsey.
Otro problema para esta mujer es intentar llevar una vida normal ya que teme no poder controlar su excitación sexual mientras realiza sus tareas diarias. Ella misma reconoció que no tiene control sobre su cuerpo. "Imagínate estar excitado por el simple hecho de levantarte de la cama", dijo.
"Incluso he llegado a tener orgasmos en público. Una vez viajaba en un tren y con cada sacudida y vibración me iba sintiendo cada vez más excitada. Fue un viaje de 40 minutos y no pude hacer nada por evitarlo", cuenta. "Sólo pude morderme los labios y esperar que nadie se diera cuenta".
Aunque las sensaciones experimentadas durante el TEGP puede parecer similares a la excitación, no se basa realmente en el deseo sexual o en un tipo de comportamiento. Es totalmente ajeno a la libido. Debido a la vergüenza, la culpa y el miedo al rechazo, no está claro cuántas personas padecen esta enfermedad, ya que muchos pacientes prefieren sufrirla en silencio.
"Muchos hombres y mujeres no lo entiende. Piensan que es una bendición y, créeme, no lo es", asegura. La mínima fricción del vestido podría concluir en un orgasmo o en la necesidad de orinar.
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/29/noticias/1346219509.html
Salud moderada
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Las putas, mujeres descarriadas
Mujeres de mala vida
Durante el Antiguo Régimen existían en España burdeles públicos sujetos a una serie de disposiciones por parte de las autoridades, eran llamados mancebías y los había en todas las ciudades principales y en las que tenían universidad, ya que eran muy visitados por los estudiantes, se trataba de un fenómeno eminentemente urbano.
Estos establecimientos eran vigilados constantemente por alguaciles y no se permitía entrar en ellos con armas como puñales o dagas. Tampoco estaba permitido que tuvieran taberna, lo que muchas veces no se cumplía y era frecuente que las hubiera alrededor. Contrariamente a lo que nos pueda parecer, en ocasiones los dueños de estos negocios podían ser gente importante y supuestamente honorable. Los encargados de regentar el establecimiento eran llamados padre o madre por las trabajadoras, una sarcástica ironía que plasma Fernando de Rojas en La Celestina. En la tragicomedia comprobamos que las dos rameras a cargo de la alcahueta la llaman madre; este tipo de anciana oportunista no era una fantasía del escritor sino un personaje verdadero de aquella sociedad.
En cuanto al ingreso en la citada "profesión", había que seguir una serie de normas. La joven que quisiera trabajar en un burdel debía presentarse al juez de su barrio con una serie de documentos que atestiguasen una serie de requisitos, como ser mayor de 12 años, haber perdido la virginidad y ser huérfana o de padres desconocidos, es decir, una joven sin familia, abandonada y sin medios económicos para subsistir. Evidentemente una gran mayoría de las mujeres se veían abocadas a la prostitución debido a la miseria, y aunque las que vendían su cuerpo solían provenir de las capas más bajas de la sociedad, lógicamente había rangos. La amancebada vivía con un hombre, las llamadas "mujeres de amor" eran independientes y frecuentadas por hombres con posibles; por último, las cortesanas tenían cierta posición. Bajando el escalafón se encontraba la ramera que vivía en la mancebía y la simple buscona o cantonera que ofrecía sus servicios en plena calle.
Durante el siglo XVI Sevilla fue la urbe más importante de nuestro país, un gran emporio comercial con una superpoblación que necesitaba una solución apremiante en este sentido; de esta manera fue la capital hispalense en 1553 la primera ciudad española donde se establecieron una serie de normas que debían cumplir las "casas de mancebía" para su correcto funcionamiento. Cada ocho días los médicos debían reconocer a las meretrices y si había alguna enferma era enviada al hospital. El establecimiento también era inspeccionado periódicamente por el Cabildo (ayuntamiento) para comprobar que todo estuviera en orden. No se podía trabajar en días festivos, vigilia ni cuaresma. Por otro lado, si la prostituta estaba libre de cargas y deseaba abandonar la profesión era libre de hacerlo. En 1570 estas ordenanzas pasaron al resto de Castilla.
El burdel más famoso de Sevilla se llamaba El Compás y estaba extramuros, en la zona del Baratillo (actualmente calle Castelar), su origen se remontaba al siglo XIV. Se sabe que en el siglo XVII estaba dividido en habitáculos y cada prostituta pagaba un real y medio al día de alquiler. Durante el reinado de Felipe IV el negocio se cerró, pero no definitivamente como querían las autoridades, sino que se trasladó fuera de la puerta de Triana. A lo largo del siglo XVII se intentó por todos los medios erradicar las "casas de mancebía" por medio de decretos y pragmáticas, pero nada se pudo hacer. Se abrieron burdeles ilegales por toda España, con lo que el problema se agudizó.
Hay constancia de un hecho que me ha parecido muy curioso. Durante la Semana Santa el Ayuntamiento de Madrid obligaba a salir a las prostitutas de la ciudad, un regidor era encargado de recogerlas pero, como no podían ganarse el sustento, el mismo Consistorio consideraba apropiado costearles la estancia hasta el Sábado Santo en el que podían regresar a sus quehaceres (no fue un hecho aislado de la capital sino que sucedió en toda Castilla). También estaba fijada como debía ser la indumentaria de las meretrices, consistía en una mantilla corta de color amarillo o azafranado sobre la saya y un medio manto negro. En el Antiguo Régimen las personas vestían conforme al estamento al que pertenecían. La ropa debía dar una información precisa acerca del individuo, la sociedad seguía unos códigos muy estrictos en materia de indumentaria, una dama noble no vestía igual que una burguesa, sólo con ver a una persona se sabía a que estamento pertenecía. Las mujeres de mala vida, más si cabe por su tipo de actividad, debían ser identificadas por el tipo de prendas que usaban.
BÁRBARA ROSILLO
http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1392145/mujeres/mala/vida.html
NOTA MÍA:La prostitución es, como los carnavales, una válvula de escape –con frecuencia siniestra- que se permite la cultura estatal para aliviar tensiones. El hecho de que sea “tolerada” implica que no es lo deseable –aunque necesaria- en un mundo en que las normas de propiedad, que son las que dan estabilidad, suelen ser mejor consideradas que las del arrendamiento (incluso las putas que van por libre, tienen mayores dificultades).
Las prostitutas, autónomas o por cuenta ajena, son mujeres descaminadas o descarriadas, las que van por mal camino, las que se apartan del camino derecho; y el carácter de Derecho lo marcan las leyes. Evidentemente Derecho y Justicia no siempre son la misma cosa. Depende de quien tenga capacidad para marcar el camino, o sea el legislador y sus prejuicios.
[/b]Durante el Antiguo Régimen existían en España burdeles públicos sujetos a una serie de disposiciones por parte de las autoridades, eran llamados mancebías y los había en todas las ciudades principales y en las que tenían universidad, ya que eran muy visitados por los estudiantes, se trataba de un fenómeno eminentemente urbano.
Estos establecimientos eran vigilados constantemente por alguaciles y no se permitía entrar en ellos con armas como puñales o dagas. Tampoco estaba permitido que tuvieran taberna, lo que muchas veces no se cumplía y era frecuente que las hubiera alrededor. Contrariamente a lo que nos pueda parecer, en ocasiones los dueños de estos negocios podían ser gente importante y supuestamente honorable. Los encargados de regentar el establecimiento eran llamados padre o madre por las trabajadoras, una sarcástica ironía que plasma Fernando de Rojas en La Celestina. En la tragicomedia comprobamos que las dos rameras a cargo de la alcahueta la llaman madre; este tipo de anciana oportunista no era una fantasía del escritor sino un personaje verdadero de aquella sociedad.
En cuanto al ingreso en la citada "profesión", había que seguir una serie de normas. La joven que quisiera trabajar en un burdel debía presentarse al juez de su barrio con una serie de documentos que atestiguasen una serie de requisitos, como ser mayor de 12 años, haber perdido la virginidad y ser huérfana o de padres desconocidos, es decir, una joven sin familia, abandonada y sin medios económicos para subsistir. Evidentemente una gran mayoría de las mujeres se veían abocadas a la prostitución debido a la miseria, y aunque las que vendían su cuerpo solían provenir de las capas más bajas de la sociedad, lógicamente había rangos. La amancebada vivía con un hombre, las llamadas "mujeres de amor" eran independientes y frecuentadas por hombres con posibles; por último, las cortesanas tenían cierta posición. Bajando el escalafón se encontraba la ramera que vivía en la mancebía y la simple buscona o cantonera que ofrecía sus servicios en plena calle.
Durante el siglo XVI Sevilla fue la urbe más importante de nuestro país, un gran emporio comercial con una superpoblación que necesitaba una solución apremiante en este sentido; de esta manera fue la capital hispalense en 1553 la primera ciudad española donde se establecieron una serie de normas que debían cumplir las "casas de mancebía" para su correcto funcionamiento. Cada ocho días los médicos debían reconocer a las meretrices y si había alguna enferma era enviada al hospital. El establecimiento también era inspeccionado periódicamente por el Cabildo (ayuntamiento) para comprobar que todo estuviera en orden. No se podía trabajar en días festivos, vigilia ni cuaresma. Por otro lado, si la prostituta estaba libre de cargas y deseaba abandonar la profesión era libre de hacerlo. En 1570 estas ordenanzas pasaron al resto de Castilla.
El burdel más famoso de Sevilla se llamaba El Compás y estaba extramuros, en la zona del Baratillo (actualmente calle Castelar), su origen se remontaba al siglo XIV. Se sabe que en el siglo XVII estaba dividido en habitáculos y cada prostituta pagaba un real y medio al día de alquiler. Durante el reinado de Felipe IV el negocio se cerró, pero no definitivamente como querían las autoridades, sino que se trasladó fuera de la puerta de Triana. A lo largo del siglo XVII se intentó por todos los medios erradicar las "casas de mancebía" por medio de decretos y pragmáticas, pero nada se pudo hacer. Se abrieron burdeles ilegales por toda España, con lo que el problema se agudizó.
Hay constancia de un hecho que me ha parecido muy curioso. Durante la Semana Santa el Ayuntamiento de Madrid obligaba a salir a las prostitutas de la ciudad, un regidor era encargado de recogerlas pero, como no podían ganarse el sustento, el mismo Consistorio consideraba apropiado costearles la estancia hasta el Sábado Santo en el que podían regresar a sus quehaceres (no fue un hecho aislado de la capital sino que sucedió en toda Castilla). También estaba fijada como debía ser la indumentaria de las meretrices, consistía en una mantilla corta de color amarillo o azafranado sobre la saya y un medio manto negro. En el Antiguo Régimen las personas vestían conforme al estamento al que pertenecían. La ropa debía dar una información precisa acerca del individuo, la sociedad seguía unos códigos muy estrictos en materia de indumentaria, una dama noble no vestía igual que una burguesa, sólo con ver a una persona se sabía a que estamento pertenecía. Las mujeres de mala vida, más si cabe por su tipo de actividad, debían ser identificadas por el tipo de prendas que usaban.
BÁRBARA ROSILLO
http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1392145/mujeres/mala/vida.html
NOTA MÍA:La prostitución es, como los carnavales, una válvula de escape –con frecuencia siniestra- que se permite la cultura estatal para aliviar tensiones. El hecho de que sea “tolerada” implica que no es lo deseable –aunque necesaria- en un mundo en que las normas de propiedad, que son las que dan estabilidad, suelen ser mejor consideradas que las del arrendamiento (incluso las putas que van por libre, tienen mayores dificultades).
Las prostitutas, autónomas o por cuenta ajena, son mujeres descaminadas o descarriadas, las que van por mal camino, las que se apartan del camino derecho; y el carácter de Derecho lo marcan las leyes. Evidentemente Derecho y Justicia no siempre son la misma cosa. Depende de quien tenga capacidad para marcar el camino, o sea el legislador y sus prejuicios.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Cuando el amor sensual conoció a la muerte
Cuando Eros conoció a Tánatos
El hombre entiende la amistad y el amor desde la muerte. La mujer desde la vida. Estas sencillas palabras encierran detrás un complejo planteamiento que, espero, pueda quedar entendido a continuación. Lo primero es que debemos partir de la aceptación de que existen dos cerebros, uno masculino y otro femenino, que no son totalmente diferentes, sino sólo en algunos elementos. No es una cuestión de establecer en qué es mejor cada uno, sino de asimilar los puntos de convergencia y divergencia de ambos y observar qué repercusiones tiene esto en la creación de la estructura cultural, política, social, económica, etc. Es más, no se trata de aptitudes, ya que estas pueden ser suplidas de diferente forma (por ejemplo, igual que alguien que ha perdido parte de su capacidad cerebral de hablar la recupera reconfigurando su cerebro) y ambos, hombres y mujeres, pueden acabar desarrollando las mismas actividades. Se trata, en realidad, de la forma en la cual afrontan lo que media entre el nacimiento y la muerte, es decir, la vida.
Nos dice Nolasc Acarín, neurólogo: "Entre hembras y varones hay diferencias, de siempre conocidas, en la función reproductora, que se corresponden con estructuras cerebrales también diversas, especialmente en lo que refiere al aparato hormonal. Pero hay más diferencias. Las mujeres tienen unos cuantos millones más de fibras nerviosas que los varones en la conexión entre la parte derecha y la izquierda del cerebro. Gracias a esta diferencia son capaces de comprender una determinada situación con echar un vistazo, mientras que a los varones a menudo nos han de explicar las cosas con detenimiento". Como bien señala además la doctora Brizendine, neuropsiquiatra de la Universidad de Berkeley, las mujeres emplean ambos hemisferios en las respuestas emocionales mientras que los hombres tan solo uno. Un elemento fundamental reside en la amígdala, una suerte de "sistema interior de alarma y coordinación" (Brizendine 2007) que permite conectar los sistemas corporales a los estímulos emocionales. Juega un papel clave en ello el hipotálamo, que apoya la actividad de la amígdala dado que esta coordina la presión de la sangre, los latidos cardíacos, la respiración, y alerta al córtex de cuánta atención necesita lo emocional (teniendo en cuenta que la emoción es un proceso cognitivo sensorial). La amígdala femenina se activa más fácilmente por cuestiones emotivas, lo que motiva un hipocampo mucho más desarrollado que les permite almacenar datos, agradables o no, con una mayor precisión que en el caso masculino. El hombre, en cambio, tan sólo registra las situaciones con suma precisión en los casos de amenaza o violencia.
La configuración del cerebro resulta fundamental en la constitución de las relaciones sociales. Mientras que entre los 17-19 años el cerebro masculino comienza una etapa de "meseta hormonal" hasta prácticamente su vejez, las mujeres tienen oscilaciones en sus diferentes etapas. Prueba de ello es la maternidad, ya que durante la gestación, parto y lactancia se generan hormonas que hacen el cerebro más flexible (Brizendine 2007). Esto permite a las mujeres desarrollar mejores destrezas para gestionar varios asuntos al mismo tiempo, aplicar la versatilidad y la practicidad por igual, así como ser afectivas y objetivas a la par, tomando decisiones con mayor fluidez en situaciones imprevistas.
Otro caso es la etapa de la perimenopausia, de dos a nueve años antes de la menopausia. El cerebro se vuelve menos sensible al estrógeno provocando un caos entre los ovarios y el cerebro. Suelen producirse períodos de depresión, especialmente conforme se acerca la menopausia propiamente dicha. Menos estrógeno puede provocar menos serotonina (Brizendine 2007), norepinefrina y dopamina, e incluso alterar el sueño y con ello el comportamiento social. Según los investigadores, tres de cada diez mujeres mantienen ciertos síntomas incluso tras la menopausia. Nos dice Brizendine: "La súbita pérdida de estrógeno, así como de la testosterona [hormona de la agresividad], dispara síntomas en los que se incluyen la baja energía, la minusvaloración y la reducción de la libido; así como también el mal humor, los cambios en el sueño y los sofocos. La mayoría de las mujeres que sufren histerectomías totales pueden evitar dichos problemas si comienzan una terapia sustitutiva de estrógeno en la sala de recuperación o, incluso, antes de entrar en el quirófano. El tratamiento temprano con estrógeno puede ser especialmente importante para proteger la función de la memoria en la posthisterectomía, como han sugerido los estudios de Barbara Sherwin. Para las mujeres -incluso para las que han pasado la menopausia- conservar las conexiones y apoyos sociales es una manera importante de reducir los agobios propios de vivir solas y hacerse mayores. Las mujeres responden al estrés de modo diferente que los hombres y sacan más beneficio del apoyo social.” Junto a esto, la mujer pierde en torno a la cincuentena un 70% de la testosterona que poseen dado que las glándulas adrenales disminuyen su producción. No es un caso exclusivo ya que los hombres también ven disminuida esta cantidad de testosterona aunque en una cantidad ligeramente menor.
Ni todo es cultura, ni todo es biología en las relaciones
La neuróloga Badinter expone un estudio de Gilmore en el cual se muestra cómo los hombres necesitan mostrar mediante pruebas de virilidad su valía. Generalmente estas pruebas tienen que ver con la valentía, la impasibilidad al dolor, el desprecio a la muerte. Este asunto es de vital trascendencia. Ante la imposibilidad de llevar a cabo el nacimiento, dado que el hombre es instrumento esencial pero no primordial en el mismo, el otro tránsito que se produce en la vida es la muerte. El dolor físico y la soledad surgen como respuesta al final de la etapa infantil con el desapego respecto a la madre (Brizendine 2009). De hecho, los niveles de testosterona aumentan notablemente durante la pubertad liberando una respuesta progresivamente más violenta en el joven. La creación de ritos de paso masculinos suelen ir asociados a cómo el niño pasa a ser admitido como hombre entre los que son sus semejantes.
Es fundamental que entendamos la cultura como represión de los instintos, una especie de cauce hacia las pasiones biológicas. Al respecto, nos dice Genaro Chic que la cultura permite crear una "jaula de libertad" marcada por las leyes en la que se impide que cualquier miembro del grupo aplique la muerte a otros de forma arbitraria. “Las pulsiones sexuales también causan desasosiego y pueden llevar a enfrentamientos dentro del grupo si se deja a los individuos que procuren satisfacerlas libremente. Por ello la institución más antigua conocida en los grupos humanos es la del matrimonio, que regula el reparto de los machos entre las hembras (o viceversa, con más frecuencia). La naturaleza queda así reprimida.”
Amor y muerte quedan en la estructura cultural, que suele ser casi siempre masculina, entrelazados irremisiblemente. La cultura impone ritos, y desde antiguo se crearon ceremonias que unían lo erótico con lo tanático a través de la orgía (de ‘orgás’, tierra fecunda, ‘orgiasmós’ u orgasmo, paroxismo de la celebración) manteniendo así el vínculo con el mundo de lo divino, que la cultura amenaza. "Que la represión superior del masculino mundo guerrero –el de la fuerza física- llevara a una persecución bastante general del femenino mundo brujeril –el de la mayor fuerza mental- es ya otro tema”.
Para Bataille esto constituye un acontecimiento fundamental, permitiendo al hombre concebir una escena social, la de la fiesta, como un marco de recuperación de la alegría-dolor de la vida al huir de su gran miedo: la muerte. Freud en El malestar en la cultura expone perfectamente que aquello que más miedo da a los hombres es lo inevitable, la muerte, dado que el nacimiento sí puede ser evitado y controlado. El "sacrificio" (de sacrum facere, hacer sagrado) es entendido así como una forma de recuperar la muerte para los dioses. Esto lleva a prohibirla en el marco de relaciones terrenales. Los impulsos biológicos quedan así encauzados a través de exaltaciones controladas, como sucede con las ingestas de alcohol masivas permitidas en determinados acontecimientos como el carnaval. Es curioso, además, que "fue la aludida represión cultural la que llevó al hombre a ser capaz de leer y escribir, permitiéndonos abstraer y situarnos en el tiempo, generando tanto la esperanza como la ciencia, y por ende vivir apartados de la muerte individual cada vez en mayor medida, al potenciar nuestra capacidad predatoria. Fue la cultura, paradójicamente, la que inventó el negocio del ocio, o sea la fiesta organizada.” (Chic)
Bataille traza a la perfección la relación entre la represión de la cultura y la expresión biológica. Sus conceptos de continuidad y discontinuidad parten de una idea: el individuo es un ser aislado, discontinuo del resto de seres humanos por una razón física que no se manifiesta igual en hombres y mujeres. Mientras que éstas tienen en el acto de parir un vínculo biológico con otro ser humano de forma directa (algo que Brizendine, por ejemplo, pone de relieve en El cerebro femenino), el hombre requiere de una búsqueda constante de esa continuidad. Para Bataille, la salida estaría en el erotismo, un concepto que hay que abordar desde una perspectiva mucho más allá de la puramente biológica. Con frecuencia se tiende a banalizar la forma en la cual los hombres abordan las relaciones amorosas y el sexo. Comte-Sponville (2012) dice al respecto que "las mujeres inventaron el amor, y los hombres el sexo, lo que no implica que las mujeres también disfruten del sexo y los hombres también lo hagan del amor". Es decir, al asumir que la relación se establece en dos niveles, el cultural y el biológico, lo erótico es un camino comunicativo a través del cual se busca un enlace con la continuidad. El erotismo constituye un buen ejemplo, deseado por el hombre (en su cerebro lo visual es fundamental en el sexo) y practicado por la mujer (cuyo cerebro responde de un modo más amplio y conductual al acto sexual, de ahí que posea más zonas erógenas). La esfera de lo erótico es amplia, se amplía a los campos del arte, la mística o el amor.
Sin embargo, nos dice Bataille que "Estando la continuidad del ser en el origen de los seres, la muerte no le afecta. O incluso al contrario: la muerte la manifiesta. Este pensamiento debería ser la base de la interpretación del sacrificio religioso, al cual la acción erótica se le puede comparar (…) En el sacrificio, no solo hay desnudamiento, sino que además se da muerte a la victima (…) La victima muere, y entonces los asistentes participan de un elemento que esa muerte les revela. Este elemento podemos llamarlo, con los historiadores de las religiones, lo sagrado (…) Quien me haya seguido entenderá ahora, en la unidad de las formas del erotismo, el sentido de la frase: ‘No hay mejor medio para familiarizarse con la muerte que aliarla a una idea libertina’ (Sade). Permite entender en ella la unidad del terreno erótico que se nos abre si rechazamos la voluntad de replegarnos sobre nosotros mismos. El erotismo abre a la muerte.”
El hombre, frente a la mujer, es un ser en eterna discontinuidad y por ello la busca. La mujer también, hasta que la halla. Para el hombre constituye una búsqueda en la cultura que reprime la biología en la cual la encuentra la mujer. Las diferencias hormonales en el cerebro llevan, según Brizendine, a una mayor agresividad por parte del hombre, como también manifiesta Badinter (quien por cierto pertenece al movimiento feminista). ¿Qué papel juega entonces el sacrificio vinculando continuidad y muerte? El sacrificio ha sido entendido como un mecanismo por el cual se accedía a la plenitud de lo divino. Tanto Levêque como Kerényi exponen un concepto de religión antigua en la cual el Ser (y con ello la plenitud y la continuidad) proceden de la divinidad. Bataille permite avanzar sobre esa idea al unirlo a un hecho fundamental: el ser humano es consciente de su propia muerte (los Neanderthales, por ejemplo, no lo eran, que se sepa hasta el momento). Como nos dice Chic, este conocimiento es lo que provoca una honda angustia en el ser humano, no tanto el hecho de morir, como el saber que en algún momento se producirá. La violencia juega en ello una relación fundamental ya que establece mecanismos para controlar la llegada de la muerte, y su control y regulación son entregados a la organización de estructuras sociales que garanticen, en cierto modo, que se producirán cuando la comunidad lo estime oportuno. "Piénsese que la dimensión trágica de Un mundo feliz, propuesto por A. Uxley, está en ese pequeño fallo de tener que salir de esa vida prefabricada por un sistema lógico que ha quitado las pasiones del comportamiento humano, convirtiéndolo en un ser predeterminado para ser feliz: la muerte a plazo fijo, ineluctable si se ha roto el ritmo natural de la vida que lleva a la continua transformación." (Chic García)
La cultura surge, pues, en respuesta sacrificial al conocimiento de la muerte, y como opuesta al nacimiento, construye los dos tabúes de la humanidad: el sexo procreador (organizado a través del matrimonio, de cualquier tipo) y la muerte (mediante leyes penales). De ahí que toda sociedad castigue duramente el comportamiento fuera de los cauces establecidos para ello, salvo cuando se generen válvulas de escape periódicas para no hacer insoportables las ataduras de la cultura. Maffesoli habla, por ejemplo, de las expresiones del Carnaval en la cual se ponían de manifiesto todos los aspectos de la vida (a través de las orgías) y la muerte. De esta forma se permite una continuidad controlada con el Ser divino, que no está atado a la cultura por estar ya pleno, sino que se comporta bajo un estímulo natural y salvaje. Un ejemplo lo constituyen también las romerías, cuyo origen se remonta a las procesiones en honor de diosas protectoras como Atenea cuando no directamente de la fertilidad como Démeter, Isis o Astarté. El trasunto actual de nuestras romerías conlleva una parte religiosa que permite servir de puente entre la vida natural y la cultural, el Estado y el Salvajismo. El acto religioso asociado a la fiesta consigue una represión cultural a la vez que permite una satisfacción de necesidades básicas. Lo sagrado se convierte así en el sentimiento de la realidad.
Junto a este acto religioso-sexual para romper el tabú del sexo, tenemos el acto religioso-tanático del sacrificio. En él se constituye la entrega mortal de algo vivo preciado por el hombre. Incluso en el cristianismo el cuerpo de Cristo es entregado produciéndose para el creyente la transustanciación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre nada menos que del Hijo de Dios. Si la orgía exalta la entrada en la vida (continuidad), el sacrificio exalta la salida de la misma (discontinuidad). Al existir como un ser para la muerte, el hombre recurre antes al sacrificio que a la orgía, tendiendo "a reprimir la segunda como tiende a reprimir en general todas las manifestaciones de esa vida femenina a la que teme por su potencia irresistible al situarse en un nivel que va más allá de la fuerza física. Porque aunque el varón no supiera que los millones de conexiones neuronales entre los dos hemisferios del cerebro que se dan en las hembras en demasía sobre los machos las hacen más potentes en su comprensión holística (universal, globalizadora) del mundo, siempre lo ha (lo hemos) presentido." (Chic García)
La búsqueda de la continuidad partiría, pues de una cultura alrededor de la muerte y una regulación del deseo. En este sentido, la mayor parte de los filósofos, especialmente los occidentales, han asimilado el deseo a una relación más allá de la sexual. Piénsese por ejemplo en Montaigne, que se refería a su fallecido amigo Étienne de la Boétie, en los siguientes términos: «lo amaba porque era él, lo amaba porque era yo». No se refiere a una continuidad de carácter sexual, sino de una amistad basada en compartir también una vida, en este caso intelectual.
La era postindustrial hizo que algunos de los mecanismos represores de la cultura y sus válvulas de escape, como el sacrificio y la orgía según se ha visto, variaran considerablemente. Si uno observa con detenimiento el arte desde Turner, puede encontrar un camino de colapso en la relación civilización-salvajismo en tanto que ruptura y reconciliación del ser humano con ambos. Como expone Erika Borney en Las hijas de Lilith, en el siglo XIX la consolidación de un código moral basado en el protestantismo y la revitalización del cristianismo, trajeron consigo una mayor severidad en los códigos sexuales, señalando la figura de la mujer como elemento indiscutible del pecado, y además como elemento de la represión sexual. Levy Strauss vio al incesto, institución universal, como origen de la represión sexual. Las obras de Moreau, Khnopff o Redon se llenan de mujeres inquietantes donde se transmite el miedo de la naturaleza, el salvajismo y lo biológico, asociados a lo femenino. Esto habría de alargarse hasta comienzos del siglo XX, cuando el mito de Orfeo, donde lo sexual y la muerte se encuentran estrechamente unidos, se plasme en la película que lleva su nombre dirigida por Jean Cocteau.
Sin duda es Baudelaire el que mejor ejemplifica cómo se adaptan los puntos de partida del hombre y la mujer en las relaciones sociales a partir de la era postindustrial. En sus poemas y en sus Cartas, encontramos un concepto de continuidad basada en la Belleza artística que no dista de un ideal platónico. La Belleza permitiría acceder a una idea superior sobre lo natural, permitiendo reconocer la naturaleza como una imagen de la cultura. La Belleza haría referencia de este modo a lo "infinito", que no puede ser amado porque no es conocido, pero sí puede ser buscado. La búsqueda de lo biológico a través de la cultura permitiría según Baudelaire asimilar la plenitud no desde una cultura que reprime sino desde una biología que es encauzada.
El avance científico del siglo XX permitió construir en torno a esta idea un nuevo marco de relaciones. La fuerza física fue desapareciendo como elemento de distinción incluso en la guerra. Al requerir un mayor impulso desde la inteligencia y no desde el músculo, las mujeres lograron incorporarse a las estructuras culturales manifiestamente masculinas con una presencia cada vez mayor. Su incorporación como productoras-consumidoras produjo cambios en las normas represoras, legalizándose, por ejemplo, la venta de preservativos tras la Segunda Guerra Mundial. Si antaño había que recurrir a la represión sexual como método de control de lo biológico, hoy los anticonceptivos permiten controlar el nacimiento dando una mayor rienda suelta a lo sexual. Curiosamente, con ello están cambiando también los puntos de partida en las relaciones personales como subraya Comte-Sponville en Ni el sexo, ni la muerte. Y aunque la mujer en la era postindustrial puede provocar la muerte con la misma facilidad que el hombre, sigue sin tener ese impulso de la violencia física que el hombre alberga en el cerebro. Un hombre que, de momento, tampoco puede parir.
Todo se andará.
Aarón A. Reyes Domínguez
http://elhombrebizantino.wordpress.com/2013/01/08/cuando-eros-conoci-a-tnatos/
El hombre entiende la amistad y el amor desde la muerte. La mujer desde la vida. Estas sencillas palabras encierran detrás un complejo planteamiento que, espero, pueda quedar entendido a continuación. Lo primero es que debemos partir de la aceptación de que existen dos cerebros, uno masculino y otro femenino, que no son totalmente diferentes, sino sólo en algunos elementos. No es una cuestión de establecer en qué es mejor cada uno, sino de asimilar los puntos de convergencia y divergencia de ambos y observar qué repercusiones tiene esto en la creación de la estructura cultural, política, social, económica, etc. Es más, no se trata de aptitudes, ya que estas pueden ser suplidas de diferente forma (por ejemplo, igual que alguien que ha perdido parte de su capacidad cerebral de hablar la recupera reconfigurando su cerebro) y ambos, hombres y mujeres, pueden acabar desarrollando las mismas actividades. Se trata, en realidad, de la forma en la cual afrontan lo que media entre el nacimiento y la muerte, es decir, la vida.
Nos dice Nolasc Acarín, neurólogo: "Entre hembras y varones hay diferencias, de siempre conocidas, en la función reproductora, que se corresponden con estructuras cerebrales también diversas, especialmente en lo que refiere al aparato hormonal. Pero hay más diferencias. Las mujeres tienen unos cuantos millones más de fibras nerviosas que los varones en la conexión entre la parte derecha y la izquierda del cerebro. Gracias a esta diferencia son capaces de comprender una determinada situación con echar un vistazo, mientras que a los varones a menudo nos han de explicar las cosas con detenimiento". Como bien señala además la doctora Brizendine, neuropsiquiatra de la Universidad de Berkeley, las mujeres emplean ambos hemisferios en las respuestas emocionales mientras que los hombres tan solo uno. Un elemento fundamental reside en la amígdala, una suerte de "sistema interior de alarma y coordinación" (Brizendine 2007) que permite conectar los sistemas corporales a los estímulos emocionales. Juega un papel clave en ello el hipotálamo, que apoya la actividad de la amígdala dado que esta coordina la presión de la sangre, los latidos cardíacos, la respiración, y alerta al córtex de cuánta atención necesita lo emocional (teniendo en cuenta que la emoción es un proceso cognitivo sensorial). La amígdala femenina se activa más fácilmente por cuestiones emotivas, lo que motiva un hipocampo mucho más desarrollado que les permite almacenar datos, agradables o no, con una mayor precisión que en el caso masculino. El hombre, en cambio, tan sólo registra las situaciones con suma precisión en los casos de amenaza o violencia.
La configuración del cerebro resulta fundamental en la constitución de las relaciones sociales. Mientras que entre los 17-19 años el cerebro masculino comienza una etapa de "meseta hormonal" hasta prácticamente su vejez, las mujeres tienen oscilaciones en sus diferentes etapas. Prueba de ello es la maternidad, ya que durante la gestación, parto y lactancia se generan hormonas que hacen el cerebro más flexible (Brizendine 2007). Esto permite a las mujeres desarrollar mejores destrezas para gestionar varios asuntos al mismo tiempo, aplicar la versatilidad y la practicidad por igual, así como ser afectivas y objetivas a la par, tomando decisiones con mayor fluidez en situaciones imprevistas.
Otro caso es la etapa de la perimenopausia, de dos a nueve años antes de la menopausia. El cerebro se vuelve menos sensible al estrógeno provocando un caos entre los ovarios y el cerebro. Suelen producirse períodos de depresión, especialmente conforme se acerca la menopausia propiamente dicha. Menos estrógeno puede provocar menos serotonina (Brizendine 2007), norepinefrina y dopamina, e incluso alterar el sueño y con ello el comportamiento social. Según los investigadores, tres de cada diez mujeres mantienen ciertos síntomas incluso tras la menopausia. Nos dice Brizendine: "La súbita pérdida de estrógeno, así como de la testosterona [hormona de la agresividad], dispara síntomas en los que se incluyen la baja energía, la minusvaloración y la reducción de la libido; así como también el mal humor, los cambios en el sueño y los sofocos. La mayoría de las mujeres que sufren histerectomías totales pueden evitar dichos problemas si comienzan una terapia sustitutiva de estrógeno en la sala de recuperación o, incluso, antes de entrar en el quirófano. El tratamiento temprano con estrógeno puede ser especialmente importante para proteger la función de la memoria en la posthisterectomía, como han sugerido los estudios de Barbara Sherwin. Para las mujeres -incluso para las que han pasado la menopausia- conservar las conexiones y apoyos sociales es una manera importante de reducir los agobios propios de vivir solas y hacerse mayores. Las mujeres responden al estrés de modo diferente que los hombres y sacan más beneficio del apoyo social.” Junto a esto, la mujer pierde en torno a la cincuentena un 70% de la testosterona que poseen dado que las glándulas adrenales disminuyen su producción. No es un caso exclusivo ya que los hombres también ven disminuida esta cantidad de testosterona aunque en una cantidad ligeramente menor.
Ni todo es cultura, ni todo es biología en las relaciones
La neuróloga Badinter expone un estudio de Gilmore en el cual se muestra cómo los hombres necesitan mostrar mediante pruebas de virilidad su valía. Generalmente estas pruebas tienen que ver con la valentía, la impasibilidad al dolor, el desprecio a la muerte. Este asunto es de vital trascendencia. Ante la imposibilidad de llevar a cabo el nacimiento, dado que el hombre es instrumento esencial pero no primordial en el mismo, el otro tránsito que se produce en la vida es la muerte. El dolor físico y la soledad surgen como respuesta al final de la etapa infantil con el desapego respecto a la madre (Brizendine 2009). De hecho, los niveles de testosterona aumentan notablemente durante la pubertad liberando una respuesta progresivamente más violenta en el joven. La creación de ritos de paso masculinos suelen ir asociados a cómo el niño pasa a ser admitido como hombre entre los que son sus semejantes.
Es fundamental que entendamos la cultura como represión de los instintos, una especie de cauce hacia las pasiones biológicas. Al respecto, nos dice Genaro Chic que la cultura permite crear una "jaula de libertad" marcada por las leyes en la que se impide que cualquier miembro del grupo aplique la muerte a otros de forma arbitraria. “Las pulsiones sexuales también causan desasosiego y pueden llevar a enfrentamientos dentro del grupo si se deja a los individuos que procuren satisfacerlas libremente. Por ello la institución más antigua conocida en los grupos humanos es la del matrimonio, que regula el reparto de los machos entre las hembras (o viceversa, con más frecuencia). La naturaleza queda así reprimida.”
Amor y muerte quedan en la estructura cultural, que suele ser casi siempre masculina, entrelazados irremisiblemente. La cultura impone ritos, y desde antiguo se crearon ceremonias que unían lo erótico con lo tanático a través de la orgía (de ‘orgás’, tierra fecunda, ‘orgiasmós’ u orgasmo, paroxismo de la celebración) manteniendo así el vínculo con el mundo de lo divino, que la cultura amenaza. "Que la represión superior del masculino mundo guerrero –el de la fuerza física- llevara a una persecución bastante general del femenino mundo brujeril –el de la mayor fuerza mental- es ya otro tema”.
Para Bataille esto constituye un acontecimiento fundamental, permitiendo al hombre concebir una escena social, la de la fiesta, como un marco de recuperación de la alegría-dolor de la vida al huir de su gran miedo: la muerte. Freud en El malestar en la cultura expone perfectamente que aquello que más miedo da a los hombres es lo inevitable, la muerte, dado que el nacimiento sí puede ser evitado y controlado. El "sacrificio" (de sacrum facere, hacer sagrado) es entendido así como una forma de recuperar la muerte para los dioses. Esto lleva a prohibirla en el marco de relaciones terrenales. Los impulsos biológicos quedan así encauzados a través de exaltaciones controladas, como sucede con las ingestas de alcohol masivas permitidas en determinados acontecimientos como el carnaval. Es curioso, además, que "fue la aludida represión cultural la que llevó al hombre a ser capaz de leer y escribir, permitiéndonos abstraer y situarnos en el tiempo, generando tanto la esperanza como la ciencia, y por ende vivir apartados de la muerte individual cada vez en mayor medida, al potenciar nuestra capacidad predatoria. Fue la cultura, paradójicamente, la que inventó el negocio del ocio, o sea la fiesta organizada.” (Chic)
Bataille traza a la perfección la relación entre la represión de la cultura y la expresión biológica. Sus conceptos de continuidad y discontinuidad parten de una idea: el individuo es un ser aislado, discontinuo del resto de seres humanos por una razón física que no se manifiesta igual en hombres y mujeres. Mientras que éstas tienen en el acto de parir un vínculo biológico con otro ser humano de forma directa (algo que Brizendine, por ejemplo, pone de relieve en El cerebro femenino), el hombre requiere de una búsqueda constante de esa continuidad. Para Bataille, la salida estaría en el erotismo, un concepto que hay que abordar desde una perspectiva mucho más allá de la puramente biológica. Con frecuencia se tiende a banalizar la forma en la cual los hombres abordan las relaciones amorosas y el sexo. Comte-Sponville (2012) dice al respecto que "las mujeres inventaron el amor, y los hombres el sexo, lo que no implica que las mujeres también disfruten del sexo y los hombres también lo hagan del amor". Es decir, al asumir que la relación se establece en dos niveles, el cultural y el biológico, lo erótico es un camino comunicativo a través del cual se busca un enlace con la continuidad. El erotismo constituye un buen ejemplo, deseado por el hombre (en su cerebro lo visual es fundamental en el sexo) y practicado por la mujer (cuyo cerebro responde de un modo más amplio y conductual al acto sexual, de ahí que posea más zonas erógenas). La esfera de lo erótico es amplia, se amplía a los campos del arte, la mística o el amor.
Sin embargo, nos dice Bataille que "Estando la continuidad del ser en el origen de los seres, la muerte no le afecta. O incluso al contrario: la muerte la manifiesta. Este pensamiento debería ser la base de la interpretación del sacrificio religioso, al cual la acción erótica se le puede comparar (…) En el sacrificio, no solo hay desnudamiento, sino que además se da muerte a la victima (…) La victima muere, y entonces los asistentes participan de un elemento que esa muerte les revela. Este elemento podemos llamarlo, con los historiadores de las religiones, lo sagrado (…) Quien me haya seguido entenderá ahora, en la unidad de las formas del erotismo, el sentido de la frase: ‘No hay mejor medio para familiarizarse con la muerte que aliarla a una idea libertina’ (Sade). Permite entender en ella la unidad del terreno erótico que se nos abre si rechazamos la voluntad de replegarnos sobre nosotros mismos. El erotismo abre a la muerte.”
El hombre, frente a la mujer, es un ser en eterna discontinuidad y por ello la busca. La mujer también, hasta que la halla. Para el hombre constituye una búsqueda en la cultura que reprime la biología en la cual la encuentra la mujer. Las diferencias hormonales en el cerebro llevan, según Brizendine, a una mayor agresividad por parte del hombre, como también manifiesta Badinter (quien por cierto pertenece al movimiento feminista). ¿Qué papel juega entonces el sacrificio vinculando continuidad y muerte? El sacrificio ha sido entendido como un mecanismo por el cual se accedía a la plenitud de lo divino. Tanto Levêque como Kerényi exponen un concepto de religión antigua en la cual el Ser (y con ello la plenitud y la continuidad) proceden de la divinidad. Bataille permite avanzar sobre esa idea al unirlo a un hecho fundamental: el ser humano es consciente de su propia muerte (los Neanderthales, por ejemplo, no lo eran, que se sepa hasta el momento). Como nos dice Chic, este conocimiento es lo que provoca una honda angustia en el ser humano, no tanto el hecho de morir, como el saber que en algún momento se producirá. La violencia juega en ello una relación fundamental ya que establece mecanismos para controlar la llegada de la muerte, y su control y regulación son entregados a la organización de estructuras sociales que garanticen, en cierto modo, que se producirán cuando la comunidad lo estime oportuno. "Piénsese que la dimensión trágica de Un mundo feliz, propuesto por A. Uxley, está en ese pequeño fallo de tener que salir de esa vida prefabricada por un sistema lógico que ha quitado las pasiones del comportamiento humano, convirtiéndolo en un ser predeterminado para ser feliz: la muerte a plazo fijo, ineluctable si se ha roto el ritmo natural de la vida que lleva a la continua transformación." (Chic García)
La cultura surge, pues, en respuesta sacrificial al conocimiento de la muerte, y como opuesta al nacimiento, construye los dos tabúes de la humanidad: el sexo procreador (organizado a través del matrimonio, de cualquier tipo) y la muerte (mediante leyes penales). De ahí que toda sociedad castigue duramente el comportamiento fuera de los cauces establecidos para ello, salvo cuando se generen válvulas de escape periódicas para no hacer insoportables las ataduras de la cultura. Maffesoli habla, por ejemplo, de las expresiones del Carnaval en la cual se ponían de manifiesto todos los aspectos de la vida (a través de las orgías) y la muerte. De esta forma se permite una continuidad controlada con el Ser divino, que no está atado a la cultura por estar ya pleno, sino que se comporta bajo un estímulo natural y salvaje. Un ejemplo lo constituyen también las romerías, cuyo origen se remonta a las procesiones en honor de diosas protectoras como Atenea cuando no directamente de la fertilidad como Démeter, Isis o Astarté. El trasunto actual de nuestras romerías conlleva una parte religiosa que permite servir de puente entre la vida natural y la cultural, el Estado y el Salvajismo. El acto religioso asociado a la fiesta consigue una represión cultural a la vez que permite una satisfacción de necesidades básicas. Lo sagrado se convierte así en el sentimiento de la realidad.
Junto a este acto religioso-sexual para romper el tabú del sexo, tenemos el acto religioso-tanático del sacrificio. En él se constituye la entrega mortal de algo vivo preciado por el hombre. Incluso en el cristianismo el cuerpo de Cristo es entregado produciéndose para el creyente la transustanciación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre nada menos que del Hijo de Dios. Si la orgía exalta la entrada en la vida (continuidad), el sacrificio exalta la salida de la misma (discontinuidad). Al existir como un ser para la muerte, el hombre recurre antes al sacrificio que a la orgía, tendiendo "a reprimir la segunda como tiende a reprimir en general todas las manifestaciones de esa vida femenina a la que teme por su potencia irresistible al situarse en un nivel que va más allá de la fuerza física. Porque aunque el varón no supiera que los millones de conexiones neuronales entre los dos hemisferios del cerebro que se dan en las hembras en demasía sobre los machos las hacen más potentes en su comprensión holística (universal, globalizadora) del mundo, siempre lo ha (lo hemos) presentido." (Chic García)
La búsqueda de la continuidad partiría, pues de una cultura alrededor de la muerte y una regulación del deseo. En este sentido, la mayor parte de los filósofos, especialmente los occidentales, han asimilado el deseo a una relación más allá de la sexual. Piénsese por ejemplo en Montaigne, que se refería a su fallecido amigo Étienne de la Boétie, en los siguientes términos: «lo amaba porque era él, lo amaba porque era yo». No se refiere a una continuidad de carácter sexual, sino de una amistad basada en compartir también una vida, en este caso intelectual.
La era postindustrial hizo que algunos de los mecanismos represores de la cultura y sus válvulas de escape, como el sacrificio y la orgía según se ha visto, variaran considerablemente. Si uno observa con detenimiento el arte desde Turner, puede encontrar un camino de colapso en la relación civilización-salvajismo en tanto que ruptura y reconciliación del ser humano con ambos. Como expone Erika Borney en Las hijas de Lilith, en el siglo XIX la consolidación de un código moral basado en el protestantismo y la revitalización del cristianismo, trajeron consigo una mayor severidad en los códigos sexuales, señalando la figura de la mujer como elemento indiscutible del pecado, y además como elemento de la represión sexual. Levy Strauss vio al incesto, institución universal, como origen de la represión sexual. Las obras de Moreau, Khnopff o Redon se llenan de mujeres inquietantes donde se transmite el miedo de la naturaleza, el salvajismo y lo biológico, asociados a lo femenino. Esto habría de alargarse hasta comienzos del siglo XX, cuando el mito de Orfeo, donde lo sexual y la muerte se encuentran estrechamente unidos, se plasme en la película que lleva su nombre dirigida por Jean Cocteau.
Sin duda es Baudelaire el que mejor ejemplifica cómo se adaptan los puntos de partida del hombre y la mujer en las relaciones sociales a partir de la era postindustrial. En sus poemas y en sus Cartas, encontramos un concepto de continuidad basada en la Belleza artística que no dista de un ideal platónico. La Belleza permitiría acceder a una idea superior sobre lo natural, permitiendo reconocer la naturaleza como una imagen de la cultura. La Belleza haría referencia de este modo a lo "infinito", que no puede ser amado porque no es conocido, pero sí puede ser buscado. La búsqueda de lo biológico a través de la cultura permitiría según Baudelaire asimilar la plenitud no desde una cultura que reprime sino desde una biología que es encauzada.
El avance científico del siglo XX permitió construir en torno a esta idea un nuevo marco de relaciones. La fuerza física fue desapareciendo como elemento de distinción incluso en la guerra. Al requerir un mayor impulso desde la inteligencia y no desde el músculo, las mujeres lograron incorporarse a las estructuras culturales manifiestamente masculinas con una presencia cada vez mayor. Su incorporación como productoras-consumidoras produjo cambios en las normas represoras, legalizándose, por ejemplo, la venta de preservativos tras la Segunda Guerra Mundial. Si antaño había que recurrir a la represión sexual como método de control de lo biológico, hoy los anticonceptivos permiten controlar el nacimiento dando una mayor rienda suelta a lo sexual. Curiosamente, con ello están cambiando también los puntos de partida en las relaciones personales como subraya Comte-Sponville en Ni el sexo, ni la muerte. Y aunque la mujer en la era postindustrial puede provocar la muerte con la misma facilidad que el hombre, sigue sin tener ese impulso de la violencia física que el hombre alberga en el cerebro. Un hombre que, de momento, tampoco puede parir.
Todo se andará.
Aarón A. Reyes Domínguez
http://elhombrebizantino.wordpress.com/2013/01/08/cuando-eros-conoci-a-tnatos/
Genaro Chic- Mensajes : 729
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La cultura ancestral del sometimiento femenino
Merece la pena, para darse cuenta de lo arraigado que está el sentimiento de sometimiento de las mujeres en la especie humana, la lectura de un texto extraído del libro de M. Harris titulado Vacas, cerdos, guerras y brujas (Los enigmas de la cultura), Madrid, 1994, pp. 86-87. Me he permitido comentarlo con unas notas.
La doctora Judith Shapiro, profesora de la Universidad de Chicago, también pone de relieve el papel esencialmente pasivo de las mujeres yanomamo [Venezuela-Brasil]. Relata que en lo que atañe al matrimonio, los hombres son claramente quienes intercambian, mientras que las mujeres son intercambiadas. Traduce el término yanomamo para el matrimonio por «llevarse algo a rastras» [NOTA 1] y divorcio por «desprenderse de algo». Relata que a la edad de ocho o nueve años, las muchachas ya empiezan a servir a sus maridos [NOTA 2]; duermen junto a ellos, les siguen a todas partes y les preparan la comida. Un hombre puede incluso intentar tener relaciones con su novia de ocho años. La doctora Shapiro presenció escenas aterradoras en las que las pequeñas muchachas suplicaban a sus parientes que las separaran de sus maridos asignados. En un caso, se llegó a descoyuntar los brazos de una novia reacia ya que sus propios parientes tiraban de un lado mientras que los parientes de su marido tiraban del otro.
Chagnon afirma que las mujeres yanomamo esperan ser maltratadas por sus maridos y que miden su status como esposas por la frecuencia de las pequeñas palizas que les propinan sus maridos [NOTA 3]. Una vez sorprendió a dos mujeres jóvenes discutiendo sobre las cicatrices de su cuero cabelludo. Una de ellas le decía a la otra cuánto la debía querer su marido puesto que la había golpeado en la cabeza con tanta frecuencia. Al referirse a su propia experiencia, la doctora Shapiro cuenta que su condición sin cicatrices y sin magulladuras suscitaba el interés de las mujeres yanomamo. Afirma que decidieron “que los hombres a los que había estado vinculada no me querían en realidad bastante”. Aunque no podemos concluir que las mujeres yanomamo desean que se las pegue, podemos decir que lo esperan [NOTA 4]. Encuentran difícil imaginar un mundo en el que los maridos sean menos brutales.
NOTAS MÍAS:
1. En la antigua Roma la mujer siempre es «conducida al matrimonio», no es ella un elemento activo del mismo. Véase A. Rouselle, “La política de los cuerpos: entre procreación y continencia en Roma”, en G. Duby y M. Perrot (eds.), Historia de las mujeres. I. La antigüedad, Madrid, 1991, pp. 324-325.
2. Petronio, Satiricón, 25: "¿No es acaso esta una oportunidad encantadora para desvirgar a nuestra querida Panniquis?. Y sin esperar más fue llevada allí una muchachita muy gentil que no parecía tener más de siete años, la misma que al principio había ido a nuestra habitación con Cartila. Todos empezaron inmediatamente a aplaudir y a reclamar el cumplimiento del matrimonio. Por mi parte, lleno de estupor, protesté que Gitón, un niño excesivamente vergonzoso, no podría prestarse a semejante obscenidad y que, por lo demás, la niña no tenía edad para soportar la ley que el himeneo impone a su sexo. -¿Acaso -dijo Cartila- es ella más joven que yo cuando sufrí al hombre por primera vez? ¡Que Juno me haga objeto de sus iras si me acuerdo de haber sido nunca virgen! Muy pequeña perdí mi vergüenza con críos de mi misma edad y, a medida que iban aumentando los años, me enfrenté con muchachos mayores, hasta la edad que tengo ahora".
3. P. Veyne, La sociedad romana, Madrid, 1990, p. 177, comenta que, aunque ya no es muy frecuente durante la República, a veces el marido romano a su mujer "le propina una patada en el vientre, para injuriar al animal reproductor".
4. Una situación parecida refiere Henry Miller en Trópico de Capricornio, [París, 1938] Madrid, 1999, p. 212: "Ya me ha pegado”, respondió al instante. “¡Cómo! -dije-, ¿le dejas que te pegue?” “No se lo pido -dijo-, pero ya sabes lo irascible que es. No dejo que nadie me pegue pero, no sé por qué, viniendo de él no me importa tanto. A veces me hace sentirme bien por dentro...”
Y UNA ENCUESTA ESPAÑOLA DE HACE CASI OCHO AÑOS:
Han hecho un informe en la Comunidad de Madrid que concluye, tras entrevistar a dos mil seiscientos estudiantes de instituto, que el 80% de las chicas de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años creen que su pareja puede quererlas aunque les pegue o las maltrate. El porcentaje es incluso mayor que entre los chicos, donde piensan lo mismo el 75%. Preocupantes datos. No sólo la respuesta a la pregunta ¿puede existir amor si hay maltrato? es que sí, y a la pregunta ¿si te pegan te quieren? es también que sí, sino que gran parte de los encuestados y encuestadas consideran que en una relación de pareja no hay realmente amor si no hay celos.
J. AGUILAR, "Las chicas dan un paso atrás ", Diario de Sevilla 3-11-2005
La doctora Judith Shapiro, profesora de la Universidad de Chicago, también pone de relieve el papel esencialmente pasivo de las mujeres yanomamo [Venezuela-Brasil]. Relata que en lo que atañe al matrimonio, los hombres son claramente quienes intercambian, mientras que las mujeres son intercambiadas. Traduce el término yanomamo para el matrimonio por «llevarse algo a rastras» [NOTA 1] y divorcio por «desprenderse de algo». Relata que a la edad de ocho o nueve años, las muchachas ya empiezan a servir a sus maridos [NOTA 2]; duermen junto a ellos, les siguen a todas partes y les preparan la comida. Un hombre puede incluso intentar tener relaciones con su novia de ocho años. La doctora Shapiro presenció escenas aterradoras en las que las pequeñas muchachas suplicaban a sus parientes que las separaran de sus maridos asignados. En un caso, se llegó a descoyuntar los brazos de una novia reacia ya que sus propios parientes tiraban de un lado mientras que los parientes de su marido tiraban del otro.
Chagnon afirma que las mujeres yanomamo esperan ser maltratadas por sus maridos y que miden su status como esposas por la frecuencia de las pequeñas palizas que les propinan sus maridos [NOTA 3]. Una vez sorprendió a dos mujeres jóvenes discutiendo sobre las cicatrices de su cuero cabelludo. Una de ellas le decía a la otra cuánto la debía querer su marido puesto que la había golpeado en la cabeza con tanta frecuencia. Al referirse a su propia experiencia, la doctora Shapiro cuenta que su condición sin cicatrices y sin magulladuras suscitaba el interés de las mujeres yanomamo. Afirma que decidieron “que los hombres a los que había estado vinculada no me querían en realidad bastante”. Aunque no podemos concluir que las mujeres yanomamo desean que se las pegue, podemos decir que lo esperan [NOTA 4]. Encuentran difícil imaginar un mundo en el que los maridos sean menos brutales.
NOTAS MÍAS:
1. En la antigua Roma la mujer siempre es «conducida al matrimonio», no es ella un elemento activo del mismo. Véase A. Rouselle, “La política de los cuerpos: entre procreación y continencia en Roma”, en G. Duby y M. Perrot (eds.), Historia de las mujeres. I. La antigüedad, Madrid, 1991, pp. 324-325.
2. Petronio, Satiricón, 25: "¿No es acaso esta una oportunidad encantadora para desvirgar a nuestra querida Panniquis?. Y sin esperar más fue llevada allí una muchachita muy gentil que no parecía tener más de siete años, la misma que al principio había ido a nuestra habitación con Cartila. Todos empezaron inmediatamente a aplaudir y a reclamar el cumplimiento del matrimonio. Por mi parte, lleno de estupor, protesté que Gitón, un niño excesivamente vergonzoso, no podría prestarse a semejante obscenidad y que, por lo demás, la niña no tenía edad para soportar la ley que el himeneo impone a su sexo. -¿Acaso -dijo Cartila- es ella más joven que yo cuando sufrí al hombre por primera vez? ¡Que Juno me haga objeto de sus iras si me acuerdo de haber sido nunca virgen! Muy pequeña perdí mi vergüenza con críos de mi misma edad y, a medida que iban aumentando los años, me enfrenté con muchachos mayores, hasta la edad que tengo ahora".
3. P. Veyne, La sociedad romana, Madrid, 1990, p. 177, comenta que, aunque ya no es muy frecuente durante la República, a veces el marido romano a su mujer "le propina una patada en el vientre, para injuriar al animal reproductor".
4. Una situación parecida refiere Henry Miller en Trópico de Capricornio, [París, 1938] Madrid, 1999, p. 212: "Ya me ha pegado”, respondió al instante. “¡Cómo! -dije-, ¿le dejas que te pegue?” “No se lo pido -dijo-, pero ya sabes lo irascible que es. No dejo que nadie me pegue pero, no sé por qué, viniendo de él no me importa tanto. A veces me hace sentirme bien por dentro...”
Y UNA ENCUESTA ESPAÑOLA DE HACE CASI OCHO AÑOS:
Han hecho un informe en la Comunidad de Madrid que concluye, tras entrevistar a dos mil seiscientos estudiantes de instituto, que el 80% de las chicas de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años creen que su pareja puede quererlas aunque les pegue o las maltrate. El porcentaje es incluso mayor que entre los chicos, donde piensan lo mismo el 75%. Preocupantes datos. No sólo la respuesta a la pregunta ¿puede existir amor si hay maltrato? es que sí, y a la pregunta ¿si te pegan te quieren? es también que sí, sino que gran parte de los encuestados y encuestadas consideran que en una relación de pareja no hay realmente amor si no hay celos.
J. AGUILAR, "Las chicas dan un paso atrás ", Diario de Sevilla 3-11-2005
GUINDA DE NUESTRA TRADICIÓN RELIGIOSA:
Y le dijo Dios a Eva al expulsarla del Paraíso: "Multiplicaré mucho tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás hijos. Tu deseo te lanzará hacia tu marido y él te dominará" (Génesis, 3.16)
Y le dijo Dios a Eva al expulsarla del Paraíso: "Multiplicaré mucho tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás hijos. Tu deseo te lanzará hacia tu marido y él te dominará" (Génesis, 3.16)
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El poder, la autoridad, las mujeres y los hombres
Una reflexión sobre un lo que podemos entender como un fundamento básico de lo que empieza siendo la institución del matrimonio como contrato la encontramos en un libro, publicado por vez primera en 1954 y traducido desde entonces a bastantes idiomas que recoge el relato (no escrito en principio para ser publicado) que hace una joven mujer alemana sobre las violaciones que hubieron de padecer las mujeres berlinesas cuando se produjo la conquista soviética al final de la Segunda Guerra Mundial, así como de la capacidad de adaptación a la realidad de las mujeres en una situación extrema de necesidad como fue aquella. El libro, en el que la autora (que se conoce, ya fallecida) no quiso que figurara su nombre para evitarse problemas derivados de su fuerte realismo, es Una mujer en Berlín. Anotaciones de diario escritas entre el 20 de abril y el 22 de junio de 1945, publicado entre nosotros por la ed. Anagrama, Barcelona, 2005, del que copio un fragmento de las pp. 88-90. Merece la pena leer este magnífico pequeño diario, de lo mejor que ha pasado por mis manos.
«Bueno, ya ha remitido bastante el aquí te pillo aquí te violo de los primeros días [abril de 1945, en Berlín, tras la invasión rusa]. El botín escasea. También otras mujeres, según he oído decir, están entretanto comprometidas [con algún invasor concreto] como yo, son tabú [y no las violan indiscriminadamente]. La viuda se ha enterado de detalles más precisos acerca de las dos hermanas juerguistas. Parece que en su casa sólo está permitida la entrada a los oficiales, y éstos se toman muy a mal que los no autorizados u otros sinvergüenzas se cuelen en su coto de cama. En general, aquel que no tiene todavía la orden de movilización para su regreso a casa, intenta encontrar algo fijo, algo que le pertenezca. Y está dispuesto a pagar por ello. Han captado que nos va miserablemente con el asunto de la comida. Y el idioma del pan y del tocino y de los arenques —sus principales dones— es internacional.
El comandante me ha traído de todo, no puedo quejarme. Bajo el abrigo llevaba un paquete de velas. Y más puros para Pauli. El [ayudante] uzbeko traía una carga muy pesada. Fue sacando una cosa tras otra, un bote de leche, una lata de carne y un pedazo de tocino cubierto de sal. A continuación una bola de mantequilla de por lo menos tres libras envuelta en un trapo. Tenía pelusilla de lana encima, que la viuda se apresuró a retirar. Y cuando pensábamos que no había nada más, sacó una funda de almohada rellena de mucho azúcar, ¡unas cinco libras aproximadamente! Regalos de tornaboda verdaderamente principescos. El señor Pauli y la viuda se quedaron pasmados.
La viuda corrió a guardar los presentes en el armario de la cocina. El señor Pauli y el comandante se echaban el humo [de los puros que había llevado el comandante] el uno al otro amistosamente a la cara. Y yo estaba ahí dándole vueltas a la cabeza, meditabunda. Esta de ahora es una nueva situación. No se puede afirmar de ninguna de las maneras que el comandante me viole. Creo que con una sola palabra mía, pronunciada con frialdad, bastaría para que se marchara y no volviera nunca más. Así pues, estoy voluntariamente a su disposición. ¿Lo hago por simpatía, por necesidad de amor? ¡Por Dios! Por el momento estoy expuesta por completo a los hombres con todos sus deseos masculinos. No puedo imaginarme en absoluto que el resto de mi vida pueda añorar de nuevo esas cosas. ¿Lo hago por tocino, mantequilla, azúcar, velas, carne enlatada? Seguro que un poco sí. Me ha agobiado tener que compartir las provisiones de la viuda. Me alegro de poder dar algo yo también gracias al comandante. Me siento más libre así, me alimento con la conciencia más tranquila. Por otra parte, me gusta el comandante, me gusta tanto más como persona cuanto menos quiere de mí como hombre. Y mucho no querrá de mí, eso ya lo noto yo. Tiene la cara pálida. La herida en la rodilla le está dando mucha guerra. Probablemente anda buscando más un contacto personal con una mujer que sólo lo puramente sexual. Y esa proximidad se la doy yo de buen grado, con mucho gusto. Pues, de entre todos los bichos de los días pasados, él ha sido el hombre y la persona más soportable. Aparte de eso, le puedo manejar. A esto no me habría atrevido con [el teniente] Anatol así sin más, a pesar de que Anatol era conmigo la bondad personificada. ¡Pero era tan ávido, tan toro, tan fuerte! Sin querer me habría dado una pequeña bofetada y me habría saltado algún diente... Simplemente así, por un exceso de fuerza, por su calidad de oso. Con el comandante, en cambio, se puede hablar. Bien, de acuerdo, pero todavía no he respondido a la pregunta de si tengo que calificarme de puta ya que prácticamente vivo de mi cuerpo y recibo alimentos a cambio de entregarme.
Mientras escribía las líneas de antes he tenido que pararme a reflexionar por qué me recrimino moralmente y actúo como si el oficio de puta estuviera por debajo de mi dignidad. Al fin y al cabo, es una profesión antigua y respetable, y alcanza hasta la alta sociedad. No obstante, únicamente he hablado en una ocasión con una de estas mujeres. Quiero decir, con una mujer que ejerce esa profesión de manera oficial. Fue en un barco en el Mediterráneo, en alguna parte cerca de la costa africana; yo me había levantado muy temprano y andaba distraída por cubierta mientras los marineros fregaban las tablas. Había otra mujer levantada, a quien no conocía, gordita, vestida con ropas modestas, fumando un cigarrillo. Me acerqué a la borda donde estaba ella y le dirigí la palabra. Chapurreaba un poco el inglés, me llamó miss y me ofreció, sonriendo, un cigarrillo de su cajetilla. El maître me abordaría luego y me comunicaría, entre susurros llenos de dramatismo, que ésa era una mala persona. La tenían que llevar a bordo por fuerza, me dijo, pero sólo le permitían salir a cubierta por la mañana temprano, a la hora en que no se había levantado todavía ningún pasajero. Ya no volví a verla, pero recuerdo ante mí su cara de mujer rolliza y simpática. ¿Se puede saber qué significa «mala»?
Sin embargo, dejando aparte las consideraciones morales, ¿podría gustarme introducirme en este oficio? No. Nunca. Va contra mi propia naturaleza, ofende mi amor propio, destruye mi orgullo... y me hace miserable corporalmente. No tengo por qué pasar por ahí. Me retiraré de este oficio con toda la alegría del mundo cuando pueda ejercer una verdadera profesión..., cuando pueda ganarme de nuevo el pan de otra manera, más agradable y que convenga mejor a mi orgullo».
Sobre este libro se realizó en 2008 una película que puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=2LrK8vbY9zk
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«Bueno, ya ha remitido bastante el aquí te pillo aquí te violo de los primeros días [abril de 1945, en Berlín, tras la invasión rusa]. El botín escasea. También otras mujeres, según he oído decir, están entretanto comprometidas [con algún invasor concreto] como yo, son tabú [y no las violan indiscriminadamente]. La viuda se ha enterado de detalles más precisos acerca de las dos hermanas juerguistas. Parece que en su casa sólo está permitida la entrada a los oficiales, y éstos se toman muy a mal que los no autorizados u otros sinvergüenzas se cuelen en su coto de cama. En general, aquel que no tiene todavía la orden de movilización para su regreso a casa, intenta encontrar algo fijo, algo que le pertenezca. Y está dispuesto a pagar por ello. Han captado que nos va miserablemente con el asunto de la comida. Y el idioma del pan y del tocino y de los arenques —sus principales dones— es internacional.
El comandante me ha traído de todo, no puedo quejarme. Bajo el abrigo llevaba un paquete de velas. Y más puros para Pauli. El [ayudante] uzbeko traía una carga muy pesada. Fue sacando una cosa tras otra, un bote de leche, una lata de carne y un pedazo de tocino cubierto de sal. A continuación una bola de mantequilla de por lo menos tres libras envuelta en un trapo. Tenía pelusilla de lana encima, que la viuda se apresuró a retirar. Y cuando pensábamos que no había nada más, sacó una funda de almohada rellena de mucho azúcar, ¡unas cinco libras aproximadamente! Regalos de tornaboda verdaderamente principescos. El señor Pauli y la viuda se quedaron pasmados.
La viuda corrió a guardar los presentes en el armario de la cocina. El señor Pauli y el comandante se echaban el humo [de los puros que había llevado el comandante] el uno al otro amistosamente a la cara. Y yo estaba ahí dándole vueltas a la cabeza, meditabunda. Esta de ahora es una nueva situación. No se puede afirmar de ninguna de las maneras que el comandante me viole. Creo que con una sola palabra mía, pronunciada con frialdad, bastaría para que se marchara y no volviera nunca más. Así pues, estoy voluntariamente a su disposición. ¿Lo hago por simpatía, por necesidad de amor? ¡Por Dios! Por el momento estoy expuesta por completo a los hombres con todos sus deseos masculinos. No puedo imaginarme en absoluto que el resto de mi vida pueda añorar de nuevo esas cosas. ¿Lo hago por tocino, mantequilla, azúcar, velas, carne enlatada? Seguro que un poco sí. Me ha agobiado tener que compartir las provisiones de la viuda. Me alegro de poder dar algo yo también gracias al comandante. Me siento más libre así, me alimento con la conciencia más tranquila. Por otra parte, me gusta el comandante, me gusta tanto más como persona cuanto menos quiere de mí como hombre. Y mucho no querrá de mí, eso ya lo noto yo. Tiene la cara pálida. La herida en la rodilla le está dando mucha guerra. Probablemente anda buscando más un contacto personal con una mujer que sólo lo puramente sexual. Y esa proximidad se la doy yo de buen grado, con mucho gusto. Pues, de entre todos los bichos de los días pasados, él ha sido el hombre y la persona más soportable. Aparte de eso, le puedo manejar. A esto no me habría atrevido con [el teniente] Anatol así sin más, a pesar de que Anatol era conmigo la bondad personificada. ¡Pero era tan ávido, tan toro, tan fuerte! Sin querer me habría dado una pequeña bofetada y me habría saltado algún diente... Simplemente así, por un exceso de fuerza, por su calidad de oso. Con el comandante, en cambio, se puede hablar. Bien, de acuerdo, pero todavía no he respondido a la pregunta de si tengo que calificarme de puta ya que prácticamente vivo de mi cuerpo y recibo alimentos a cambio de entregarme.
Mientras escribía las líneas de antes he tenido que pararme a reflexionar por qué me recrimino moralmente y actúo como si el oficio de puta estuviera por debajo de mi dignidad. Al fin y al cabo, es una profesión antigua y respetable, y alcanza hasta la alta sociedad. No obstante, únicamente he hablado en una ocasión con una de estas mujeres. Quiero decir, con una mujer que ejerce esa profesión de manera oficial. Fue en un barco en el Mediterráneo, en alguna parte cerca de la costa africana; yo me había levantado muy temprano y andaba distraída por cubierta mientras los marineros fregaban las tablas. Había otra mujer levantada, a quien no conocía, gordita, vestida con ropas modestas, fumando un cigarrillo. Me acerqué a la borda donde estaba ella y le dirigí la palabra. Chapurreaba un poco el inglés, me llamó miss y me ofreció, sonriendo, un cigarrillo de su cajetilla. El maître me abordaría luego y me comunicaría, entre susurros llenos de dramatismo, que ésa era una mala persona. La tenían que llevar a bordo por fuerza, me dijo, pero sólo le permitían salir a cubierta por la mañana temprano, a la hora en que no se había levantado todavía ningún pasajero. Ya no volví a verla, pero recuerdo ante mí su cara de mujer rolliza y simpática. ¿Se puede saber qué significa «mala»?
Sin embargo, dejando aparte las consideraciones morales, ¿podría gustarme introducirme en este oficio? No. Nunca. Va contra mi propia naturaleza, ofende mi amor propio, destruye mi orgullo... y me hace miserable corporalmente. No tengo por qué pasar por ahí. Me retiraré de este oficio con toda la alegría del mundo cuando pueda ejercer una verdadera profesión..., cuando pueda ganarme de nuevo el pan de otra manera, más agradable y que convenga mejor a mi orgullo».
Sobre este libro se realizó en 2008 una película que puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=2LrK8vbY9zk
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