Nos hemos quedado sin hombres
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Nos hemos quedado sin hombres
Con frecuencia me dicen las mujeres jóvenes que se han quedado sin hombres. Evidentemente el sexo masculino físicamente no ha desaparecido, pero su función natural ha quedado bastante oscurecida por la represión cultural. Algo que es fácil de comprender cuando vemos documentales sobre las luchas normales de los machos mamíferos por las hembras, por las que se arriesgan a matar o morir. Algo a lo que las mujeres se siguen arriesgando respecto a los hijos ("¡Por mi hija mato!").
El reparto social de los machos y las hembras humanos, regulado mediante la institución del matrimonio y los tabúes relativos al sexo (la lujuria es el primer pecado capital) fue reduciendo la beligerancia y, finalmente, el conocimiento y control del proceso reproductivo, al que por naturaleza sirve la sexualidad, fue poniendo de relieve el aspecto placentero de la misma y postergando poco a poco el generador de vida. Un proceso claramente masculinizante, de acuerdo con el carácter dominante en la cultura humana, montada al amparo de la fuerza con la que se castigan las infracciones a los tabúes, y en particular a los que se refieren al sexo.
Antes la mujer buscaba en el matrimonio -impuesto por los hombres como una forma de propiedad privada reconocida por la sociedad- la seguridad de la protección del macho (no otro es el significado de la palabra "marido") para la crianza de los hijos -que ha sido siempre lo realmente importante para ellas- a cambio de un sexo más frecuente de lo que generalmente necesitan. Lógicamente las mujeres más activas sexualmente por naturaleza han provocado mayor atracción entre los hombres, que al mismo tiempo han tendido a reprimirlas especialmente por su carácter "brujeril", muy temido en general por ellos, que no saben controlar la mentalidad femenina si no es por la fuerza. Fornicar con el diablo fue una acusación muy extendida antaño respecto a las brujas. Hoy, cuando la fuerza va siendo derivada hacia la máquina y las mujeres disfrutan consecuentemente de mayor libertad sexual conociendo el control de los embarazos, lo han pagado quedándose sin hombres, como se quejan con frecuencia sin plantearse que es una consecuencia de la misma cultura masculina que antes las protegía y explotaba. Ya no es tan fácil encontrar hombres que estén dispuestos a matar o morir por un sexo que no es tan difícil alcanzar y disfrutar. Y una educación que tiende a masculinizar a las mujeres y feminizar a los hombres en aras de una igualdad que va mas allá de la relativa a la igualdad de derecho (obligando al mismo tipo de juegos, por ejemplo) no puede sino complicar las cosas. Cómo se puede resolver este problema que la cultura genera es algo que ignoro.
El reparto social de los machos y las hembras humanos, regulado mediante la institución del matrimonio y los tabúes relativos al sexo (la lujuria es el primer pecado capital) fue reduciendo la beligerancia y, finalmente, el conocimiento y control del proceso reproductivo, al que por naturaleza sirve la sexualidad, fue poniendo de relieve el aspecto placentero de la misma y postergando poco a poco el generador de vida. Un proceso claramente masculinizante, de acuerdo con el carácter dominante en la cultura humana, montada al amparo de la fuerza con la que se castigan las infracciones a los tabúes, y en particular a los que se refieren al sexo.
Antes la mujer buscaba en el matrimonio -impuesto por los hombres como una forma de propiedad privada reconocida por la sociedad- la seguridad de la protección del macho (no otro es el significado de la palabra "marido") para la crianza de los hijos -que ha sido siempre lo realmente importante para ellas- a cambio de un sexo más frecuente de lo que generalmente necesitan. Lógicamente las mujeres más activas sexualmente por naturaleza han provocado mayor atracción entre los hombres, que al mismo tiempo han tendido a reprimirlas especialmente por su carácter "brujeril", muy temido en general por ellos, que no saben controlar la mentalidad femenina si no es por la fuerza. Fornicar con el diablo fue una acusación muy extendida antaño respecto a las brujas. Hoy, cuando la fuerza va siendo derivada hacia la máquina y las mujeres disfrutan consecuentemente de mayor libertad sexual conociendo el control de los embarazos, lo han pagado quedándose sin hombres, como se quejan con frecuencia sin plantearse que es una consecuencia de la misma cultura masculina que antes las protegía y explotaba. Ya no es tan fácil encontrar hombres que estén dispuestos a matar o morir por un sexo que no es tan difícil alcanzar y disfrutar. Y una educación que tiende a masculinizar a las mujeres y feminizar a los hombres en aras de una igualdad que va mas allá de la relativa a la igualdad de derecho (obligando al mismo tipo de juegos, por ejemplo) no puede sino complicar las cosas. Cómo se puede resolver este problema que la cultura genera es algo que ignoro.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Contestación de Ana Orti
Me encanta tu razonamiento. Te respondo desde la experiencia "brujeril" como madre que "mata por un hijo".
Creo que el problema que planteas es serio. Discrepo en lo que dices, que no tienes ni idea de como resolver, porque tu mismo me has dado la "formula" en varias conversaciones sostenidas contigo.
La solución estaría "EDUCANDO EN IGUALDAD DE DERECHOS DESDE LA DIFERENCIA Y EQUILIBRIO EQUITATIVO DE OBLIGACIONES" que yo siempre he entendido como: Saber cual es nuestro Rol, respetarlo y mantenerlo en el tiempo con persistencia.
Valores como el Respeto, la tolerancia, virtudes como la generosidad y la disciplina y todo ello con altisimas dosis de AMOR bien entendido (es decir, pasar del "te quiero para mí" al "Te quiero porque te quiero"), creo que son ingredientes básicos para en "mejunje" que le debemos dar a nuestras futuras generaciones.
Te confieso que yo, que me considero muy mujer, me encantan los "machos" que "luchen" por mis encantos y no que los exijan (o los roben en base a necesidades) como si de un mojón de pavo se tratara.
Tengo amigas a las que les pasa lo mismo. Y con carencias afectivas mal cubiertas por "machos" absolutamente desequilibrados y, me atrevería a decir, con altas dosis de misoginia (odio a las mujeres).
En el equilibrio está la virtud más importante. No se diga más "detrás de un gran hombre........." sino que se diga "al lado de un gran hombre está una gran mujer"
Cambiar esto eso no se consigue con discursos políticos, sino consolidando estrategias a través de fijarse objetivos claros y ejecutables a corto plazo.
Nuestro SISTEMA EDUCATIVO necesita un cambio estructural... no sólo las instituciones educativas.
Creo que el problema que planteas es serio. Discrepo en lo que dices, que no tienes ni idea de como resolver, porque tu mismo me has dado la "formula" en varias conversaciones sostenidas contigo.
La solución estaría "EDUCANDO EN IGUALDAD DE DERECHOS DESDE LA DIFERENCIA Y EQUILIBRIO EQUITATIVO DE OBLIGACIONES" que yo siempre he entendido como: Saber cual es nuestro Rol, respetarlo y mantenerlo en el tiempo con persistencia.
Valores como el Respeto, la tolerancia, virtudes como la generosidad y la disciplina y todo ello con altisimas dosis de AMOR bien entendido (es decir, pasar del "te quiero para mí" al "Te quiero porque te quiero"), creo que son ingredientes básicos para en "mejunje" que le debemos dar a nuestras futuras generaciones.
Te confieso que yo, que me considero muy mujer, me encantan los "machos" que "luchen" por mis encantos y no que los exijan (o los roben en base a necesidades) como si de un mojón de pavo se tratara.
Tengo amigas a las que les pasa lo mismo. Y con carencias afectivas mal cubiertas por "machos" absolutamente desequilibrados y, me atrevería a decir, con altas dosis de misoginia (odio a las mujeres).
En el equilibrio está la virtud más importante. No se diga más "detrás de un gran hombre........." sino que se diga "al lado de un gran hombre está una gran mujer"
Cambiar esto eso no se consigue con discursos políticos, sino consolidando estrategias a través de fijarse objetivos claros y ejecutables a corto plazo.
Nuestro SISTEMA EDUCATIVO necesita un cambio estructural... no sólo las instituciones educativas.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: Nos hemos quedado sin hombres
MUJERES Y HOMBRES
Las mujeres con frecuencia señalan que su principal preocupación es la seguridad, que hace posible la estabilidad, necesaria para el mantenimiento de una familia. Es lo que lleva, en determinados casos, a la mujer joven a casarse con el hombre maduro que le ofrece esa estabilidad. En la naturaleza la mujer, que está preparada para transmitir la vida, busca instintivamente la seguridad que necesita para sacar adelante a unas crías poco hábiles para defenderse ellas mismas. Una naturaleza que les lleva a preferir al macho que sea capaz de pelear hasta la muerte, si es necesario, por ellas. La búsqueda de la seguridad en otro implica la aceptación de la sumisión. Pero no debemos engañarnos: esa sumisión hay que ganarla continuamente, obligando al macho a un esfuerzo al que sólo puede verse inclinado si la recompensa lo vale. La sumisión se puede convertir así pues en un elemento de dominio, algo que al varón le resulta difícil de entender, dada su propensión a la lucha. En el marco puramente natural esa recompensa es un sexo suficiente para el macho, con una sexualidad superficial pero exigente en su frecuencia (algo impuesto en parte por el ritmo de llenado de las vesículas seminales), pero en el ambiente cultural, en el que el reparto de las hembras entre los machos (matrimonio) limita los impulsos poligámicos normales del macho dominante, éste exige también cariño y exclusividad. Algo que puede ayudar a explicar los problemas que suelen surgir en la pareja cuando las crías absorben buena parte de la dedicación de la madre.
Por otro lado, el desarrollo del individualismo racionalista que acompaña al fenómeno de la Ilustración lleva a la consideración de la persona exclusivamente como individuo, planteando teorías de igualdad que chocan 1° con que las diferencias fisiológicas y funcionales entre el macho y la hembra son evidentemente distintas, y 2° con que el ser humano no es ni el macho ni la hembra, sino los dos al mismo tiempo, formando un sistema (la "santísima dualidad") que sólo es posible abordar desde un pensamiento contradictorio, pues si bien la individualidad existe y es la base de la existencia no es menos cierto que esa individualidad solo se desarrolla en el marco del conjunto indisoluble. Para que fuese posible el individualismo que se pregona como verdad excelente habría que empezar por eliminar las diferencias que permiten el desarrollo del sistema, marcadas por la naturaleza. Mientras esto no se consiga es fácil suponer que si bien la mujer ha ido alcanzando cotas de libertad desde la perspectiva individualista creada por el varón, abandonando así la sumisión dominante (de nuevo el pensamiento contradictorio), lo ha hecho a cambio de ir perdiendo la seguridad y estabilidad que le daba el antiguo sistema (de perder al hombre, en suma). Puesto que no se ha cambiado la naturaleza, y puesto que los esquemas patriarcales están en franca recesión sin que se haya probado aún con éxito un nuevo sistema más acorde con la ideología racionalista dominante, es fácil entender por un lado el evidente desconcierto del varón en nuestras sociedades desarrolladas, pero también la soledad de la mujer insumisa (y ruego que no se entienda esto como un elogio del mal trato, que en absoluto tiene que figurar en una pareja equilibrada, sino en el sentido tradicional antes señalado, sin extremismos: maltrato lo puede infringir cualquiera, uno con su mayor fuerza física y la otra con su mayor potencia mental).
Si se sigue el camino de posicionamiento frente al resto de la naturaleza, a la que se considera susceptible de ser sometida a los deseos de inmortalidad del hombre (un camino emprendido oficialmente en su último tramo a partir de la llamada Revolución Copernicana del siglo XVII) habrá que tomar conciencia de que las diferencias naturales existen, para ir haciéndolas desaparecer (o sea, para "desnaturalizarnos"), pero parece absurdo cerrar los ojos ante su existencia. Esta perspectiva puede ayudar a entender los llamados "malos tratos" (visibles) de la existencia doméstica, cuya multiplicación (pese a la represión legal) causa tanta alarma social. La tarea reconozco que es muy difícil, pero negarse a discutir sobre ella, partiendo de posturas de integrismo individualista, no creo que ayude a resolver los problemas. Las virtudes y valores sociales antiguas ya no sirven evidentemente en la carrera que nuestras sociedades han emprendido. Tenemos, por tanto, que buscar otros que funcionen realmente.
Genaro Chic García
Diario de Sevilla, 25.10.2006, p. 6.
Las mujeres con frecuencia señalan que su principal preocupación es la seguridad, que hace posible la estabilidad, necesaria para el mantenimiento de una familia. Es lo que lleva, en determinados casos, a la mujer joven a casarse con el hombre maduro que le ofrece esa estabilidad. En la naturaleza la mujer, que está preparada para transmitir la vida, busca instintivamente la seguridad que necesita para sacar adelante a unas crías poco hábiles para defenderse ellas mismas. Una naturaleza que les lleva a preferir al macho que sea capaz de pelear hasta la muerte, si es necesario, por ellas. La búsqueda de la seguridad en otro implica la aceptación de la sumisión. Pero no debemos engañarnos: esa sumisión hay que ganarla continuamente, obligando al macho a un esfuerzo al que sólo puede verse inclinado si la recompensa lo vale. La sumisión se puede convertir así pues en un elemento de dominio, algo que al varón le resulta difícil de entender, dada su propensión a la lucha. En el marco puramente natural esa recompensa es un sexo suficiente para el macho, con una sexualidad superficial pero exigente en su frecuencia (algo impuesto en parte por el ritmo de llenado de las vesículas seminales), pero en el ambiente cultural, en el que el reparto de las hembras entre los machos (matrimonio) limita los impulsos poligámicos normales del macho dominante, éste exige también cariño y exclusividad. Algo que puede ayudar a explicar los problemas que suelen surgir en la pareja cuando las crías absorben buena parte de la dedicación de la madre.
Por otro lado, el desarrollo del individualismo racionalista que acompaña al fenómeno de la Ilustración lleva a la consideración de la persona exclusivamente como individuo, planteando teorías de igualdad que chocan 1° con que las diferencias fisiológicas y funcionales entre el macho y la hembra son evidentemente distintas, y 2° con que el ser humano no es ni el macho ni la hembra, sino los dos al mismo tiempo, formando un sistema (la "santísima dualidad") que sólo es posible abordar desde un pensamiento contradictorio, pues si bien la individualidad existe y es la base de la existencia no es menos cierto que esa individualidad solo se desarrolla en el marco del conjunto indisoluble. Para que fuese posible el individualismo que se pregona como verdad excelente habría que empezar por eliminar las diferencias que permiten el desarrollo del sistema, marcadas por la naturaleza. Mientras esto no se consiga es fácil suponer que si bien la mujer ha ido alcanzando cotas de libertad desde la perspectiva individualista creada por el varón, abandonando así la sumisión dominante (de nuevo el pensamiento contradictorio), lo ha hecho a cambio de ir perdiendo la seguridad y estabilidad que le daba el antiguo sistema (de perder al hombre, en suma). Puesto que no se ha cambiado la naturaleza, y puesto que los esquemas patriarcales están en franca recesión sin que se haya probado aún con éxito un nuevo sistema más acorde con la ideología racionalista dominante, es fácil entender por un lado el evidente desconcierto del varón en nuestras sociedades desarrolladas, pero también la soledad de la mujer insumisa (y ruego que no se entienda esto como un elogio del mal trato, que en absoluto tiene que figurar en una pareja equilibrada, sino en el sentido tradicional antes señalado, sin extremismos: maltrato lo puede infringir cualquiera, uno con su mayor fuerza física y la otra con su mayor potencia mental).
Si se sigue el camino de posicionamiento frente al resto de la naturaleza, a la que se considera susceptible de ser sometida a los deseos de inmortalidad del hombre (un camino emprendido oficialmente en su último tramo a partir de la llamada Revolución Copernicana del siglo XVII) habrá que tomar conciencia de que las diferencias naturales existen, para ir haciéndolas desaparecer (o sea, para "desnaturalizarnos"), pero parece absurdo cerrar los ojos ante su existencia. Esta perspectiva puede ayudar a entender los llamados "malos tratos" (visibles) de la existencia doméstica, cuya multiplicación (pese a la represión legal) causa tanta alarma social. La tarea reconozco que es muy difícil, pero negarse a discutir sobre ella, partiendo de posturas de integrismo individualista, no creo que ayude a resolver los problemas. Las virtudes y valores sociales antiguas ya no sirven evidentemente en la carrera que nuestras sociedades han emprendido. Tenemos, por tanto, que buscar otros que funcionen realmente.
Genaro Chic García
Diario de Sevilla, 25.10.2006, p. 6.
Última edición por Genaro Chic el Mar Dic 01, 2015 9:26 pm, editado 1 vez
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Equilibrio de hecho e igualdad de derecho
Lo contrario de la muerte no es la vida, sino el nacimiento. Parece como si la naturaleza hubiese encargado la puerta de entrada en la vida sobre todo a la mujer y la de salida a los hombres. Es lo que puede deducirse, al menos, de la tasa de suicidios en España (no detallada desde 2006 por el Instituto Nacional de Estadística) que muestra el triple número de suicidios entre hombres que entre mujeres. No creo que haya mejor indicativo de la inclinación a la violencia del hombre que la ejercida sobre sí mismo, y éste parece indicar que los comportamientos al respecto son distintos entre las mujeres y los hombres.
Por otro lado, en los dos últimos siglos se ha buscado subsanar el desequilibrio reinante generado por la difusión, con el Estado, de una cultura masculina dominante basada en la fuerza (las leyes se hacen cumplir forzosamente), con la búsqueda de la igualdad de lo que por naturaleza es desigual, abandonando la restauración del equilibrio de forma natural. Por otro lado, en los dos últimos siglos se ha buscado subsanar el desequilibrio reinante generado por la difusión, con el Estado, de una cultura masculina dominante basada en la fuerza (las leyes se hacen cumplir forzosamente), con la búsqueda de la igualdad de lo que por naturaleza es desigual, abandonando la restauración del equilibrio de forma natural. Tal vez sería mejor lograr un equilibrio de hecho y una igualdad de derecho, que en España no se da. Piénsese que países donde el trato igualitario es mayor, como Dinamarca, Finlandia y Suecia, tienen las cifras más altas de violencia contra las mujeres en Europa. España tiene menos de la mitad de casos en términos porcentuales que Dinamarca, un 22%.
Posiblemente habría que poner más atención en educar en el equilibrio, conociendo mejor las diferencias e intereses de cada parte, que en la igualdad, que desde luego es imprescindible en el campo del derecho.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
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