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El idioma de los pirahãs. Antes de que Dios naciera

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El idioma de los pirahãs. Antes de que Dios naciera Empty El idioma de los pirahãs. Antes de que Dios naciera

Mensaje  Genaro Chic Miér Jun 16, 2021 5:57 pm

El idioma de los pirahãs


El idioma más simple y extraño jamás escuchado de entre los cerca de 6.000 que hoy se hablan en el mundo vive en el Amazonas.

El idioma más simple y extraño jamás escuchado de entre los cerca de 6.000 que hoy se hablan en el mundo vive en el Amazonas (brasileño). Tan rara es la lengua de los pirahas, una tribu de apenas 200 individuos que habitan en la ribera del río Maici, que, de confirmarse las observaciones de Daniel Everett [n. 1951], profesor de fonética y fonología en la Universidad de Manchester, supondrá el final del reinado de la teoría de la gramática universal de Noam Chomsky, bajo la cual se han criado los lingüistas de medio mundo.

Sin números, sin pronombres, sin colores, sin tiempos verbales, sin oraciones subordinadas y con sólo ocho consonantes —siete en el caso de las mujeres— y tres vocales; y que, entre otras cosas, carece de numerales. los Pirahãs consiguen comunicarse. "Hablo bien su idioma y puedo decir cualquier cosa que necesito, sujeto únicamente a las limitaciones expuestas", asegura en sus escritos Daniel Everett, que ha vivido durante más de 25 años entre estos indígenas.

Las investigaciones comenzaron en 1977 cuando Everett navegaba el río Maici y contactó con unos individuos que se comunicaban "cantando, silbando, tarareando".

Lo que oía era tan diferente a cualquier otra cosa que este lingüista decidió quedarse a vivir entre los indígenas, con su mujer y sus tres hijos. Sus descubrimientos a lo largo de estos años son fascinantes. Los Pirahã no sólo carecen de números en su idioma, sino de cualquier término que implique contar, es decir, no hay palabras para ‘todo’, ‘cada’, ‘mayoría’ o ‘algunos’. Es más, a petición de los propios indios, los Everett trataron durante más de un año enseñarles a contar hasta diez en portugués, para facilitar sus relaciones con los comerciantes del río.

Tras ocho meses de lecciones los propios Pirahã abandonaron. Ninguno fue capaz de contar más de tres ni responder correctamente a sumas de uno más uno o tres más uno. "Tenemos la cabeza diferente" dijeron entonces los indios. Tan diferente, que se llaman a sí mismos "cabezas rectas", mientras los extranjeros son para ellos "cabezas torcidas".

En la cabeza recta de los Pirahãs no caben los colores, ni los tiempos verbales, ni la ficción, ni cualquier otro idioma. Son monolingües a pesar de tener contacto con colonizadores y tribus de origen tupí-guaraní desde hace más de 200 años. La ausencia de tiempos verbales, de pretéritos [pasado] o futuros, influye probablemente en la ausencia de cualquier conciencia histórica, en la inexistencia de cualquier dios o mito de creación, y hasta en la formación del sistema de parentesco más simple jamás documentado. "No hay entre los Pirahãs memoria individual o colectiva más allá de dos generaciones y ninguno es capaz de recordar los nombres de sus cuatro abuelos", escribe Everett.

Respecto a Dios, tampoco les entra en su cabeza. "¿Quién creó las cosas?", les preguntó Everett. "Todo es lo mismo" [Presente absoluto, lo único que existe], respondieron los indios, queriendo decir que nada cambia y por lo tanto nada fue creado.

Por último, y quizá más importante para los lingüistas, los Pirahã parecen incapaces de crear oraciones subordinadas, carecen de lo que Chomsky [n. 1928] llama ‘recursividad’. Sin esa capacidad recursiva, que consiste en introducir oraciones en otras oraciones sin límite, la lengua Pirahã es incapaz de crear, abstraer, generar otras ideas más allá de la experiencia. La recursividad había sido hasta ahora identificada en todos los idiomas y Chomsky la consideró un elemento clave del cerebro humano, lo que le llevó a afirmar que existe una ‘gramática universal’, una misma manera en que todos los humanos utilizamos el lenguaje.

"Restringen la comunicación a la experiencia inmediata", explica Everett. Dicho de otro modo, los Pirahã serían unos empiristas radicales, apologetas del ‘carpe diem’, incapaces de abstraerse y crear ficciones. De hecho, carecen también de arte, pintura o escultura.

Ante tantas "limitaciones" del lenguaje de los ‘cabezas rectas’, es inevitable preguntarse si no es una discapacidad lo que define a estos indios. "Nadie debería extraer la conclusión de que el lenguaje Pirahã es primitivo —escribe Everett—. Tiene la morfología verbal más compleja de la que yo sea consciente y un perturbadoramente complicado sistema prosódico. Los Pirahã son la gente más brillante, agradable y divertida que conozco. La ausencia de ficción formal, mitos, etcétera, no significa que no jueguen, mientan o no puedan hacerlo. De hecho, disfrutan mucho haciéndolo, particularmente a mis expensas, siempre con buena intención. Cuestionar las implicaciones de la lengua Pirahã para el diseño del lenguaje humano no equivale a cuestionar su inteligencia o la riqueza de su conocimiento y experiencia cultural".

Quienes cuestionan el trabajo de Everett, en especial tras la publicación de un artículo en la revista 'New Yorker', son otros lingüistas, sobre todo los discípulos de Chomsky del Massachussets Institute of Technology, que le acusan de elaborar no una teoría sino una hipótesis que definen como "científicamente frágil", además de publicar datos y conclusiones que discrepan con las de otros investigadores.

           [El artículo de Daniel  Everett, "Cultural Constraints on Grammar and Cognition in Pirahã. Another Look at the Design Features of Human Language», publicado originalmente en Current Anthropology, 46 (4), pp. 621-646", está disponible íntegro en
http://www.pnglanguages.org/americas/brasil/PUBLCNS/ANTHRO/PHGrCult.pdf]-

Íñigo García.

https://www.elmundo.es/elmundo/2007/05/07/ciencia/1178524552.html


Reflexiones:

Lo normal es que cualquier animal, humano o no, se preocupe sobre todo por el presente, que es el momento que vive con más intensidad, el central. Los lingüistas lo saben bastante bien. Así, por ejemplo, los temas de presente en el verbo griego son los más antiguos y sobre ellos se han ido formando los demás, contemplando al pasado sólo a través de un aspecto perfectivo del presente ("tengo hecho" → "hice"); y al futuro, posteriormente, como fórmula de deseo en el presente ("quiero hacer" → "haré") (Bassols de Climent, Sintaxis latina, 1967). Es más, los pirahãs, de Brasil, siguen sin tener tiempos verbales (Everett, 2005). La idea de continuidad estable del grupo, considerada más interesante que la individual más sujeta a la muerte, fue generando la idea de la costumbre (la mos, la moral, que diría un latino) y con ello una vaga idea de la importancia del tiempo de los antepasados, que eran la raíz del presente y a los que por eso con frecuencia se les honraba en fiestas que invocaban la fecundidad.

La memoria preservadora se combina así con el olvido para permitir una especie de digestión (homeostasis) del pasado, de forma que se almacena lo que continúa teniendo importancia para la sociedad mientras que el resto se olvida, se excreta del organismo social, como se pone en evidencia en las leyendas genealógicas. Porque nuestra memoria es acumulativa y nunca podemos recordar exactamente lo mismo, o mejor dicho de la misma manera que lo hicimos antes (Carter, 1998). De hecho, nadie puede recordar de forma directa su cara de cuando era niño, pues el presente contamina siempre la imagen del pasado, y viceversa, por lo que se ha dicho, estimamos que con razón, que nuestra vida es, en muchos aspectos, un recuerdo de los hechos pasados.  Algo que es perfectamente perceptible en los planteamientos económicos, como advirtió Polanyi [1886-1864] (1994). En base a ello sólo es verdad para una comunidad lo que no se olvida, lo que es importante y por ello permanece, transformándose insensiblemente, pero sin morir (Goody y Watt, 1996), como sucede con el término general de “economía” o el concepto más particular de “comercio”. Algo que de algún modo ha quedado en nuestro refranero español cuando se plantea aquello de “¿Qué te iba a decir yo que mentira no era?". Porque si era verdad no se ha podido olvidar.


G. Chic, El comercio y el Mediterráneo en la Antigüedad, 2009, p. 29


La organización de un sistema tributario, basado en la producción de excedentes, suponía un desarrollo de los sistemas de cómputo y medida. Esas imágenes conocidas por todos (una vaca, el grano, etc.) habían de ir seguidas de unos signos que expresaran la cantidad disponible de los seres representados. En principio los números serán corporales, o sea harán referencia al propio cuerpo humano que intenta establecer una relación cualitativa con su entorno y que se encuentra bajo el imperio de una imagen concreta (se pescará, por ejemplo “una mano” de peces, no el concepto, como podemos comprobar aún hoy por la existencia de un pueblo, el de los pirahãs de Brasil, que no ha logrado desarrollar una mente cuantitativa abstracta (Everett, 2005). En el avance de la mente lógica la utilización de los dedos será muy útil, como se comprueba en nuestro mundo echando una ojeada al latín, donde los dígitos (digitus, dedo) básicos son I, V y X, y los que los utilizaban, los antiguos romanos, hablaban de numerare per digitos (“contar con los dedos”, no “contar los dedos”). Otros pueblos utilizan para contar y sumar también otras partes del cuerpo. Los números 1, 2, 3… se designarán en una mente simple según sea el significado, o sea según se refieran a personas, días, objetos y según el tipo de éstos. Algo que también influirá en la base del cómputo (10 como los dedos, 12 como las lunaciones, etc.). Sin embargo, la utilización de objetos materiales, como las piedrecillas (calculi), irán haciendo posible la abstracción, y la agrupación de esos “cálculos” mediante dispositivos mecánicos, como los ábacos, facilitarán -con el paso del tiempo y la necesidad de atender a necesidades cuantificadoras- las operaciones de contar y realizar operaciones básicas basadas en adiciones y sustracciones. Es fácil entender, como decíamos, que la grafía de esos calculi debió hacer más sencillo el proceso de abstracción y con ello la cuantificación de la realidad (Rey Pastor y Babini, 1984). Pero dicho esto debemos señalar - lo que nos parece bastante sintomático- que en la Antigüedad la simplificación que se llegó a alcanzar en el plano de la escritura de las palabras del habla ordinaria, donde el elemento mítico tiene mucha fuerza, no se obtuvo en el plano de las palabras más propias del conocimiento racional (mathematiké); y que, hasta que no se expanda el conocimiento de los número arábigos y con ellos del número cero, no se puede decir que el mundo del comercio, y de la economía en general, contase con un instrumento del mismo nivel que la escritura fonética que hiciese posible una fuerte individualización de su uso al hacer innecesario el ábaco (Bernal, 1991).

           En cualquier caso, es así que, a medida que las pictografías [dibujos de los objetos que han de explicarse con palabras], de números o de palabras, van perdiendo realismo (sobre todo aquellas que eran en principio tridimensionales) y ganando en un esquematismo evocador de algo preciso en lugar de una serie de posibilidades mentales, decimos que estamos desembocando en logogramas, en cuanto que cada uno designa una palabra o logos concreto. Será este el estadio en que se nos mostrará la escritura administrativa (en principio) de los estados de Mesopotamia y del antiguo Egipto.

G. Chic, El comercio y el Mediterráneo en la Antigüedad, 2009, pp. 199-200


La abstracción y el dinero


El hombre que no sabía sumar sin burros


           Lo que narro a continuación es una anécdota real que me ha sucedido a mí, hace unos años.

           Entre mis amistades de barrio se encuentra Juan M., que en su tiempo fue guardia civil y después pasó a trabajar como funcionario de prisiones, ejerciendo en una de las dos cárceles que en los años pasados había en Sevilla. Cuando estaba en activo me comentó un hecho que le había llamado poderosamente la atención.

           Ante la necesidad interna del centro de sustituir un día al maestro que daba clase a los presos, que de esta manera redimían penas por el trabajo, él se encargó momentáneamente de tal tarea. Pues bien, se encontraba en la tarea de enseñar rudimentos de la suma a sus alumnos, poniéndole fáciles ejemplos a desarrollar: “¿Cuánto es 4 + 14?”, por ejemplo. La mayoría de los internos contestaban con facilidad con acierto; pero uno de ellos, un gitano analfabeto que cumplía condena y que anteriormente había sido tratante de ganado, era incapaz de realizar las sumas más sencillas. No podía responder a ejemplos como el señalado u otros por el estilo. Entre las chanzas de los demás, y preocupado por el sufrimiento de humillación del que era objeto de las burlas, terminó diciéndole:

           “Pero mira, 'Fulano', tú has sido tratante y debes saberlo: si tienes catorce borricos y compras tres, ¿Cuántos borricos tienes ahora?”

           A lo que respondió. “¡Pos 17 borricos!”.

           Ante esta respuesta Juan le dijo: “Entonces, ¿cuánto es 14 + 3”.

           Siguió sin saber responder, ante la rechifla generalizada de quienes no entendían lo que estaba pasando.

           Hasta aquí la anécdota.

           Es evidente que este hombre era incapaz de abstraer –de separar de lo concreto- el concepto de cantidad, de número, aunque desde luego sabía sumar cosas no abstractas, sino concretas, como borricos, por ejemplo. Porque la capacidad de abstracción es algo que vamos desarrollando poco a poco, y por eso se han encontrado aún hoy pueblos muy poco desarrollados en la cuenca del Amazonas, como el caso de los pirahã, quienes no sólo no han desarrollado la capacidad de abstracción matemática, sino tampoco la de expresarse por medio de mitos, que –con  su simbolismo parabólico- es la forma más simple que conocemos de organizar los conceptos que logramos mediante una abstracción no muy desarrollada. Porque, como repetidamente se ha dicho, en todo mito hay razón, hay una ratio o ración, un logos, una "cuenta" en suma (que es lo que ambos términos, latino y griego respectivamente, significan). De ahí que los pueblos que no tienen sentido del número tampoco tienen mitos.


Genaro Chic

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