La abstracción y el dinero
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La abstracción y el dinero
La abstracción y el dinero
Lo que narro a continuación es una anécdota real que me ha sucedido a mí, hace unos años.
Entre mis amistades de bario se encuentra Juan M., que en su tiempo fue guardia civil y después pasó a trabajar como funcionario de prisiones, ejerciendo en una de las dos cárceles que en los años pasados había en Sevilla. Cuando estaba en activo me comento un hecho que le había llamado poderosamente la atención.
Ante la necesidad interna del centro de sustituir un día al maestro que daba clase a los presos, que de esta manera redimían penas por el trabajo, él se encargó momentáneamente de tal tarea. Pues bien, se encontraba en la tarea de enseñar rudimentos de la suma a sus alumnos, poniéndole fáciles ejemplos a desarrollar: “¿Cuánto es 3 + 14?”, por ejemplo. La mayoría de los internos contestaban con facilidad con acierto; pero uno de ellos, un analfabeto que cumplía condena y que anteriormente había sido tratante de ganado, era incapaz de realizar las sumas más sencillas. No podía responder a ejemplos como el señalado u otros por el estilo. Entre las chanzas de los demás, y preocupado por el sufrimiento de humillación del que era objeto de las burlas, terminó diciéndole:
“Pero mira, 'Fulano', tú has sido tratante y debes saberlo: si tienes catorce borricos y compras tres, ¿Cuántos borricos tienes ahora?”
A lo que respondió. “¡Pos 17 borricos!”.
Ante esta respuesta Juan le dijo: “Entonces, ¿cuánto es 14 + 3”.
Siguió sin saber responder, ante la rechifla generalizada de quienes no entendían lo que estaba pasando.
Hasta aquí la anécdota.
Es evidente que este hombre era incapaz de abstraer el concepto de cantidad, de número, aunque desde luego sabía sumar cosas no abstractas, sino concretas, como borricos por ejemplo. Porque la capacidad de abstracción es algo que vamos desarrollando poco a poco, y por eso se han encontrado aún hoy pueblos muy poco desarrollados en la cuenca del Amazonas, como el caso de los pirahã, quienes no sólo no han desarrollado la capacidad de abstracción matemática, sino tampoco la de expresarse por medio de mitos, que –con su simbolismo parabólico- es la forma más simple que conocemos de organizar los conceptos que logramos mediante una abstracción no muy desarrollada (D. Everett, «Cultural Constraints on Grammar and Cognition in Pirahã: Another Look at the Design Features of Human Language», Current Anthropology, 46 (4), 2005, pp. 621-646). Porque, como repetidamente se ha dicho, en todo mito hay razón, hay una ratio o ración, un logos, una "cuenta" en suma (que es lo que ambos términos, latino y griego respectivamente, significan). De ahí que los pueblos que no tienen sentido del número tampoco tienen mitos.
Digo todo esto porque en la actualidad seguimos encontrando personas mayores en nuestra sociedad –como vemos en la grabación recogida en http://www.malinamaniac.com/2010/07/humor-conversacion-cliente-sobre-fusion.html - que son incapaces de abstraer el concepto de dinero, pese al carácter cuantitativo del mismo. Como los antiguos, para los que “el dinero era moneda y nada más” (M.I. Finley), sin que existiesen otros medios oficiales de pago que no fuesen las piezas físicas de metal amonedado, estas personas son aún hoy incapaces de entender que nuestro dinero es abstracto, simplemente una creencia, como todo concepto, que nos permite desarrollar una economía de carácter lógico que, como tal y como expuse en mi libro sobre El comercio y el Mediterráneo en la Antigüedad, es siempre precisa en sus límites aunque los elementos de cambio en que se basa, como los números que sirven para contarlos, se contemplen teóricamente como infinitos.
Ante un planteamiento racional de las relaciones humanas, como el que tiende a imponerse desde el Renacimiento y a triunfar desde la Ilustración, el crecimiento económico sin fin planteado como necesidad humana, que estuvo en la base del capitalismo (inversión de capital para producir más capital), exigió una moneda que fuese más allá de la concreción de los metales, pues estos son naturalmente finitos. El patrón oro, por ejemplo, fue sustituido por la convención dineraria con la que funcionamos hoy, donde el dinero es nada más y nada menos que una creencia, basada en principios abstractos. Es un elevado producto cultural.
Y recuerdo lo que ya en el siglo XIX decía N.D. Fustel de Coulanges:
«Una creencia es la obra de nuestro espíritu, pero no somos libres para modificarla a nuestro gusto. Ella es nuestra creación, pero no lo sabemos. Es humana y la creemos un dios. Es el efecto de nuestro poder y es más fuerte que nosotros. Está en nosotros, no nos deja, nos habla en todos los momentos. Si [la creencia] nos ordena obedecer, obedecemos; si nos prescribe deberes, nos sometemos. El hombre puede domar a la Naturaleza, pero está esclavizado a su pensamiento». La creencia es, pues, imprescindible para vivir: no sólo de pan vive el hombre, sino también de sus creencias. Forma parte de su propia naturaleza».
¿Se extraña alguien de que el dinero sea tan poderoso, como consecuencia de nuestro racionalismo, paradójicamente? Para domeñarlo haría falta una nueva revolución que acabase con este mito como la Ilustración acabó con el de un pensamiento religioso trascendente para cambiarlo por el inmanente (el dinero depende de la creencia del hombre en sí mismo, no en una divinidad o fuerza exterior). Sería necesario, en suma, crear nuevas formas de convivencia, que hoy por hoy, cuando el capitalismo ilustrado –individualista o social- se asume prácticamente como la única forma de pensamiento posible, se me hacen inimaginables. Aunque no imposibles.
Lo que narro a continuación es una anécdota real que me ha sucedido a mí, hace unos años.
Entre mis amistades de bario se encuentra Juan M., que en su tiempo fue guardia civil y después pasó a trabajar como funcionario de prisiones, ejerciendo en una de las dos cárceles que en los años pasados había en Sevilla. Cuando estaba en activo me comento un hecho que le había llamado poderosamente la atención.
Ante la necesidad interna del centro de sustituir un día al maestro que daba clase a los presos, que de esta manera redimían penas por el trabajo, él se encargó momentáneamente de tal tarea. Pues bien, se encontraba en la tarea de enseñar rudimentos de la suma a sus alumnos, poniéndole fáciles ejemplos a desarrollar: “¿Cuánto es 3 + 14?”, por ejemplo. La mayoría de los internos contestaban con facilidad con acierto; pero uno de ellos, un analfabeto que cumplía condena y que anteriormente había sido tratante de ganado, era incapaz de realizar las sumas más sencillas. No podía responder a ejemplos como el señalado u otros por el estilo. Entre las chanzas de los demás, y preocupado por el sufrimiento de humillación del que era objeto de las burlas, terminó diciéndole:
“Pero mira, 'Fulano', tú has sido tratante y debes saberlo: si tienes catorce borricos y compras tres, ¿Cuántos borricos tienes ahora?”
A lo que respondió. “¡Pos 17 borricos!”.
Ante esta respuesta Juan le dijo: “Entonces, ¿cuánto es 14 + 3”.
Siguió sin saber responder, ante la rechifla generalizada de quienes no entendían lo que estaba pasando.
Hasta aquí la anécdota.
Es evidente que este hombre era incapaz de abstraer el concepto de cantidad, de número, aunque desde luego sabía sumar cosas no abstractas, sino concretas, como borricos por ejemplo. Porque la capacidad de abstracción es algo que vamos desarrollando poco a poco, y por eso se han encontrado aún hoy pueblos muy poco desarrollados en la cuenca del Amazonas, como el caso de los pirahã, quienes no sólo no han desarrollado la capacidad de abstracción matemática, sino tampoco la de expresarse por medio de mitos, que –con su simbolismo parabólico- es la forma más simple que conocemos de organizar los conceptos que logramos mediante una abstracción no muy desarrollada (D. Everett, «Cultural Constraints on Grammar and Cognition in Pirahã: Another Look at the Design Features of Human Language», Current Anthropology, 46 (4), 2005, pp. 621-646). Porque, como repetidamente se ha dicho, en todo mito hay razón, hay una ratio o ración, un logos, una "cuenta" en suma (que es lo que ambos términos, latino y griego respectivamente, significan). De ahí que los pueblos que no tienen sentido del número tampoco tienen mitos.
Digo todo esto porque en la actualidad seguimos encontrando personas mayores en nuestra sociedad –como vemos en la grabación recogida en http://www.malinamaniac.com/2010/07/humor-conversacion-cliente-sobre-fusion.html - que son incapaces de abstraer el concepto de dinero, pese al carácter cuantitativo del mismo. Como los antiguos, para los que “el dinero era moneda y nada más” (M.I. Finley), sin que existiesen otros medios oficiales de pago que no fuesen las piezas físicas de metal amonedado, estas personas son aún hoy incapaces de entender que nuestro dinero es abstracto, simplemente una creencia, como todo concepto, que nos permite desarrollar una economía de carácter lógico que, como tal y como expuse en mi libro sobre El comercio y el Mediterráneo en la Antigüedad, es siempre precisa en sus límites aunque los elementos de cambio en que se basa, como los números que sirven para contarlos, se contemplen teóricamente como infinitos.
Ante un planteamiento racional de las relaciones humanas, como el que tiende a imponerse desde el Renacimiento y a triunfar desde la Ilustración, el crecimiento económico sin fin planteado como necesidad humana, que estuvo en la base del capitalismo (inversión de capital para producir más capital), exigió una moneda que fuese más allá de la concreción de los metales, pues estos son naturalmente finitos. El patrón oro, por ejemplo, fue sustituido por la convención dineraria con la que funcionamos hoy, donde el dinero es nada más y nada menos que una creencia, basada en principios abstractos. Es un elevado producto cultural.
Y recuerdo lo que ya en el siglo XIX decía N.D. Fustel de Coulanges:
«Una creencia es la obra de nuestro espíritu, pero no somos libres para modificarla a nuestro gusto. Ella es nuestra creación, pero no lo sabemos. Es humana y la creemos un dios. Es el efecto de nuestro poder y es más fuerte que nosotros. Está en nosotros, no nos deja, nos habla en todos los momentos. Si [la creencia] nos ordena obedecer, obedecemos; si nos prescribe deberes, nos sometemos. El hombre puede domar a la Naturaleza, pero está esclavizado a su pensamiento». La creencia es, pues, imprescindible para vivir: no sólo de pan vive el hombre, sino también de sus creencias. Forma parte de su propia naturaleza».
¿Se extraña alguien de que el dinero sea tan poderoso, como consecuencia de nuestro racionalismo, paradójicamente? Para domeñarlo haría falta una nueva revolución que acabase con este mito como la Ilustración acabó con el de un pensamiento religioso trascendente para cambiarlo por el inmanente (el dinero depende de la creencia del hombre en sí mismo, no en una divinidad o fuerza exterior). Sería necesario, en suma, crear nuevas formas de convivencia, que hoy por hoy, cuando el capitalismo ilustrado –individualista o social- se asume prácticamente como la única forma de pensamiento posible, se me hacen inimaginables. Aunque no imposibles.
Última edición por Genaro Chic el Jue Jun 16, 2022 3:09 pm, editado 1 vez
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Dinero de papel higiénico
El 25/08/2009 “Estudiante de Economía de la UNED” traía a colación en este foro ( http://boards4.melodysoft.com/prestigiovsmercado/vuelta-al-patron-orode-nuevo-2010.html?DOC=41 ) el tema de la vuelta al patrón oro. Yo le respondía, con la lógica de una contemplación histórica, que era el sistema de pensamiento racionalista imperante lo que había obligado a dejar el patrón del oro concreto –con su carácter de metal cuantitativamente limitado- para lograr el infinito económico deseado por “ese dios en miniatura” (P.P. Grassé, Barcelona, 1986), el hombre, que acababa prácticamente de tomar conciencia de su infinitud.
Hoy, a casi un año de distancia temporal, el tema lo veo en la revista digital Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=110209 ) planteado por un joven economista malasio que muestra con crudeza cómo ese orgullo humano estaba fundado sobre bases ilusorias. Me permito copiar dicho artículo, que estimo que es muy esclarecedor:
EE.UU. es insolvente
¿Por qué dio la calificadora china una nota AA a la deuda soberana de EE.UU. si no es más que basura?
Matthias Chang*
Global Research
Desde cualquier punto de vista, EE.UU. es insolvente.
No es mi evaluación personal sino la de “expertos” y economistas de reputación mundial e instituciones financieras. Basta con buscar “US debts” [Deudas de EE.UU.] en Google y hay miles de analistas que declaran que no hay forma de que EE.UU. pueda llegar a pagar un día sus deudas. EE.UU. ni siquiera puede liquidar el interés acumulado sobre las deudas impagadas. ¡Las deudas ascienden a billones! [millones de millones]
El Casey Daily Dispatch señaló:
La simple realidad a la que despierta la Reserva Federal es que los fundamentos estructurales de la economía están dañados más allá de todo arreglo rápido o fácil. Eso, porque hasta que se saque la deuda del sistema, bien a través de suspensión de pagos o de una inflación desenfrenada –no hay la menor probabilidad de que se pague realmente en algo que se parezca remotamente a los actuales dólares– el equivalente de una Peste Negra económica que va a plagar al país
Las agencias calificadoras estadounidenses, Moody’s, Standard & Poor’s, y Fitch Ratings todavía dan para EE.UU. una colosal calificación AAA. Esas mismas agencias dieron calificaciones AAA a las Obligaciones de Deuda Colateralizadas (CDO) y a otros productos financieros vendidos por los bancos globales demasiado-grandes-para-caer, cuando en realidad se trataba de basura. Fue necesario un tsunami financiero para sacar a la luz sus fraudulentas prácticas.
Por lo tanto no doy demasiado crédito a las calificaciones de esas instituciones deshonestas.
La Asociación Nacional de la Inflación (NIA) cree que la verdadera calificación crediticia de EE.UU. debería ser basura. Pero tampoco hay que creerle.
¿Entonces cómo sabemos con seguridad que la deuda de EE.UU. debería calificarse como basura?
¡Muy simple! Apliquemos sentido común a lo que vemos.
Desde que EE.UU. no pagó sus deudas en 1971, cuando el presidente Nixon negó a los acreedores globales y soberanos el derecho a la redención en oro de los dólares de EE.UU., este último ha tenido los días contados. EE.UU. estafó al mundo para que aceptara su divisa de papel higiénico y desplegó sus poderosas fuerzas armadas, para asegurar su acatamiento, contra los que se atrevieron a cuestionar la integridad de su moneda sin cobertura.
Las elites bancarias globales emplearon entonces a economistas dóciles de todo el mundo para pregonar los méritos del tipo de cambio flotante como mecanismo para determinar el valor de una moneda. Los países fueron obligados por amenazas de guerra o golpes a vincular sus monedas al dólar. El dólar se convirtió en la “base” en lugar del oro. El comercio tuvo que ser denominado en dólares estadounidenses, lo que dio a EE.UU. una ventaja indebida.
Esta “base” [Al Qaeda en árabe] dio una ilusión de fuerza al dólar estadounidense y solvencia a EE.UU. Mientras otros tienen que producir y ganar un ingreso en una “moneda local” y luego cambiarla por dólares de EE.UU. para importar y / o comprar bienes (más de un 80% del comercio global se denomina en dólares), el “tigre de papel EE.UU.” sólo tiene que imprimir dinero para pagar por bienes y servicios cuando sus ingresos son insuficientes para pagar y sostener su nivel de vida.
¡Durante más de 37 años, EE.UU. se salió con la suya con este engaño!
Durante más de 37 años, gente en todo el mundo ha vendido sus productos a EE.UU. a cambio de un papel con una cifra impresa, una cifra que señala su valor, es decir, un billete de 100 dólares, etc. La gente simplemente aceptó la cifra impresa en el papel como reflejo del “verdadero valor” de la divisa. En realidad no tiene valor. Cuesta sólo unos pocos centavos imprimir la moneda en papel higiénico.
Mediante una propaganda astuta se llevó a la gente a creer que el valor es el que está impreso en el papel. Nadie se atreve a cuestionar lo absurdo de esta proposición.
Pero ahora hemos llegado a la etapa de colapso total del sistema global de moneda sin cobertura. Cada país en el mundo desarrollado está implementando la política de expansión monetaria cuantitativa (la jerga de los banqueros centrales para crear dinero de la nada) en un esfuerzo desesperado para pagar crecientes deudas e intereses compuestos en billones [millones de millones]. En menor grado, los países en desarrollo también siguen el consenso de Washington. El sistema financiero global está inundado de divisas en papel higiénico.
¿Cuál será la etapa final?
Esperemos y pensemos brevemente. Apliquemos el sentido común.
El dólar $, el euro €, la libra £, el yen ¥, etc. son todas divisas sin cobertura –no tienen un valor intrínseco. Su valor es una cifra impresa arbitrariamente sobre el papel y sancionada por banqueros centrales como “moneda de curso legal”.
En esencia, todos son basura –monedas de papel higiénico- ¿Entonces, cómo “flotan” las unas contra las otras según el sistema global de tipos de cambios flotantes?
Ahora la cosa se pone divertida.
¿Cómo se compara una basura con otra? ¿Cómo se determina el tipo de cambio de una basura respecto a otra? ¡Basura es basura!
Olvidemos las fuerzas de mercado que determinan los valores de diversas divisas basura. Son determinados por banqueros centrales y nadie más.
Si un dólar estadounidense es equivalente a 3,40 Ringgit ]El ringgit o dólar malayo es la moneda oficial de la Federación de Malasia] o a 1,18 Euros o a 90 Yen es arbitrariamente decidido por los respectivos bancos centrales. Y no hay nada que vosotros o yo podamos hacer al respecto. Si sirve el interés de un país que su moneda se devalúe, el banco central de ese país permitirá que su moneda se devalúe y viceversa.
Algunas veces, los banqueros centrales hacen que sus cómplices, los fondos de alto riesgo, manipulen con ellos el mercado de monedas extranjeras mediante el comercio de derivados. Y mientras los banqueros centrales y sus cómplices mantengan las fluctuaciones en un período dado de acuerdo con los parámetros nerviosamente acordados por los banqueros centrales, no sucederá gran cosa. Los problemas aparecerán cuando los banqueros centrales no se puedan poner de acuerdo en los parámetros, lo que a menudo lleva a guerras comerciales e incluso a guerras “calientes”.
¿No me creéis?
Os daré dos ejemplos:
El Acuerdo Plaza
En 1985, a pedido de EE.UU., Francia, Alemania, Japón y EE.UU. acordaron reducir deliberadamente la tasa de cambio del dólar. En el momento pertinente, EE.UU. tenía inmensos déficits, especialmente con Japón. El acuerdo, conocido como el Acuerdo Plaza, debía ayudar a EE.UU. a reducir su inmenso déficit comercial para ayudar a su economía a salir de la larga recesión de los años ochenta. La intervención tuvo tanto éxito que el dólar se depreció más allá del objetivo. A finales de 1987, el dólar había caído en un 54% contra el marco alemán y el yen, de su máximo en febrero de 1985. Esta fuerte caída causó otro pánico, el de una caída descontrolada del dólar.
Para encarar y revertir la excesiva depreciación del dólar, el mismo grupo de países acordó en 1987 fortalecer el dólar. Este último esfuerzo se conoció como el Acuerdo Louvre. ¡Otra manifiesta manipulación del mercado! ¿Desde cuándo los mercados eran verdaderamente libres?
¿Por qué aceptaron participar Inglaterra y Francia en esta manifiesta manipulación del mercado? Estaban muy agradecidos a EE.UU. por vencer en la Segunda Guerra Mundial. Era hora de que EE.UU. cobrara la deuda. En el caso de Alemania y Japón, naciones derrotadas y ocupadas, no tenían otra alternativa que rendir pleitesía al gran hermano EE.UU.
La crisis financiera asiática
Basta con recordar lo que sucedió durante la crisis financiera asiática. Las economías “tigre” fueron debilitadas y atacadas y sus monedas entraron en caída libre. El desarrollo económico de Malasia fue gravemente amenazado. Pero el Primer Ministro de entonces, Tun Dr. Mahathir Mohamad tuvo la previsión y el coraje de enfrentar a las elites financieras globales e impuso controles de capital y divisas extranjeras. El Primer Ministro fijó unilateralmente la tasa de cambio del ringgit en RM 3,80 por dólar. Los especuladores del cambio de divisas fueron fuertemente afectados y nunca se recuperaron de este sorpresivo contraataque.
Aunque se realizó esta intervención sin precedentes para salvar la economía nacional y el sustento de 23 millones de malasios, las elites financieras globales intervinieron a través del sistema bancario fantasma para manipular el mercado, obtener beneficios obscenos y saquear.
Ahora plantearemos la pregunta del billón de dólares.
¿Cómo deciden China o EE.UU. que un dólar estadounidense es equivalente a 6.7 yuan o la tasa que se sea?
Antes de considerar la pregunta es importante que comprendamos cómo China pudo en un período de tiempo relativamente corto, acumular una cantidad tan inmensa de reservas en dólares y convertirse en el acreedor Nº 1 de EE.UU.
En su gran proyecto de hegemonía financiera, las elites financieras de EE.UU. propusieron a las elites financieras chinas que a cambio de masivas FDI [inversiones extranjeras directas] y subcontratación de industrias por EE.UU., China debería suministrar bienes baratos al mercado estadounidense y mantener una tasa de cambio acordada. Este proyecto fue el punto central de una expansión de créditos sin precedentes en el sistema financiero global, porque una expansión tan rápida del crédito sería extremadamente inflacionaria. Como China puede suministrar todo el espectro de bienes a menos de un diez por ciento del precio prevaleciente, las elites financieras sabían que podrían inundar el casino global con dólares sin tener que preocuparse por la inflación.
Y como dicen, el resto es historia.
Este arreglo sirvió bien a EE.UU. y a China durante dos decenios, en realidad demasiado bien, ya que resultó en que China tiene las mayores reservas en dólares del mundo y es el mayor acreedor de EE.UU.
Volviendo a la pregunta del billón de dólares, como indicamos anteriormente la tasa de cambio es determinada por los respectivos bancos centrales. Recientemente, el Gobierno de Obama ha estado presionando a China para que reevalúe su moneda. Ante la presión y para evitar una guerra comercial, China permitió que su moneda aumentara ligeramente su valor. De hecho, esto sucedió justo antes de la Cumbre del G-20 en Toronto.
Aunque el arreglo mencionado (específicamente el acuerdo sobre la tasa de cambio) ha servido su propósito original, ya no se puede mantener. Esto se debe a que el actual vínculo entre el yuan y el dólar distorsiona el mercado de cambios y exacerbará todavía más la actual crisis financiera global.
Como resultado del tsunami financiero global, EE.UU. vuelve a estar en suspensión de pagos. Pero esta vez Obama no puede hacer lo que hizo Nixon en 1971.
The Daily Reckoning evaluó correctamente la situación cuando dijo a sus suscriptores:
Espere un poco. Seguimos siendo Número 1, ¿verdad?
Sí… en el sentido de que podemos, teóricamente, tener la supremacía total en el mundo. Es decir, si los chinos lo permiten. Tienen tanto dinero nuestro y tantos bonos nuestros, que si deciden deshacerse de ellos, estaremos en un maldito aprieto. Porque no pagamos suficientes impuestos para financiar nuestros programas sociales y el Pentágono al mismo tiempo. No nos lo podemos permitir. De modo que los simpáticos chinos nos prestan dinero.
Pero no os preocupéis. Nos han prometido que no se desharán de nuestros bonos. Y estamos seguros de que cumplirán con su promesa mientras quieran hacerlo.
Que sepamos, ningún imperio que haya tenido que pedir prestado a sus rivales ha durado mucho tiempo. Gran Bretaña se vio en esa situación en la Primera Guerra Mundial. Ya no se pudo permitir los costes de mantenimiento del imperio –incluido el inmenso coste de la guerra en sí- De modo que pidió prestado a EE.UU. Los alemanes también pidieron prestado a prestamistas de EE.UU. Pero los prestamistas de EE.UU. a Gran Bretaña tenían más dinero en Nueva York y más poder en Washington. De modo que EE.UU. entró en la guerra al lado de Gran Bretaña en lugar del lado alemán.
Entonces, en la Segunda Guerra Mundial, cuando se puso a un general estadounidense a cargo del Día D, quedó claro que Gran Bretaña había cedido la posición del “perro guía” a EE.UU. Fue una entrega amistosa, lograda por la fuerza de la economía en lugar de por la fuerza de las armas. EE.UU. no tuvo que derrotar a Gran Bretaña usando la fuerza militar. Simplemente sólo tuvo que financiarla.
Pocos años después, durante la crisis de Suez, Gran Bretaña aprendió lo que era ser una potencia subordinada. Descubrió que ya no podía mangonear a su gusto sin la aprobación de EE.UU.
Pero eso es en el frente militar. En casa, los británicos descubrieron que eran pobres… y que se empobrecían paulatinamente. Bajo el peso de crecientes programas de asistencia social y un imperio que se achicaba, la economía británica se hundió. Sus antiguos aliados –Francia y EE.UU.– vivieron un boom en los años de posguerra. Lo mismo ocurrió con sus antiguos enemigos –Japón y Alemania-. Pronto, no sólo sus amigos se hicieron más ricos y poderosos… sino también sus adversarios.
De modo que ahora tenemos una situación ridícula en la cual EE.UU. debe billones de dólares a sus acreedores globales (especialmente a China), es insolvente, y sin embargo, la tasa de cambio no refleja la debilidad subyacente de EE.UU.
También tenemos la situación en la cual China ha estado vendiendo bienes y servicios a EE.UU. y se le está pagando con una moneda de papel higiénico que no tiene otro valor que el valor artificial y arbitrario impreso en el papel. China, por su parte, presta esos papeles higiénicos de vuelta a EE.UU. para que pueda comprar más bienes y servicios de China. EE.UU. no tiene dinero para pagar a China, de modo que crea dinero de la nada, a través de la impresora electrónica y lo utiliza para pagar a China.
Hablando en serio, ¿cuánto puede durar esta farsa?
En 1985, tuvimos el Acuerdo Plaza para rescatar al tigre de papel estadounidense. La respuesta entonces fue devaluar el dólar de EE.UU. Pero Japón sufrió veinte años de estancamiento.
¿Por qué no han adoptado los mismos países –el Reino Unido, Francia, Alemania y Japón– una estrategia similar en esta coyuntura, aumentando así las exportaciones de EE.UU.?
¡Es simple!
1. EE.UU. ha subcontratado una parte tan grande de sus exportaciones anteriores a China y a otros países que no tiene suficientes productos significativos que exportar para que conseguir una diferencia sustancial en el déficit comercial.
2. Durante el último decenio, las principales exportaciones de EE.UU. fueron, y siguen siendo, “Productos Financieros” –las basuras empaquetadas como Obligaciones de Deuda Colateralizadas (CDO), calificadas AAA y vendidas a inversionistas (es decir jugadores) ingenuos en todo el mundo- EE.UU. fue el centro del casino global de derivados, administrado por el Cártel Bancario Fantasma.
3. Ha habido tal expansión crediticia en dólares de EE.UU. en los últimos diez años, así como de dólares de papel en el sistema financiero global, que todo intento de devaluar el dólar resultaría en una caída libre descontrolada, y la destrucción total de la economía de EE.UU.
4. Y China ha mantenido artificialmente el valor actual del dólar de EE.UU. para evitar el estatus de que lo degraden a basura al mantener su actual tasa de cambio con el dólar (y dentro de una estrecha banda de fluctuación).
5. Por lo tanto, a corto plazo, China es cómplice, junto con otros bancos centrales importantes, en el engaño a la gente de a pie en el sentido de que el sistema global de dinero sin cobertura sigue siendo saludable. Pero, al desclasificar un punto a EE.UU., China y las elites globales esperan que el engaño pueda mantenerse durante un cierto tiempo para que China y otros países puedan librarse de sus masivos activos en dólares estadounidenses. Pero la situación es tan volátil que nadie, absolutamente nadie, puede decir con seguridad cuándo un niño llegará a gritar la denuncia proverbial: “¡Eh, el emperador está desnudo!”
6. También es obvio para las elites financieras globales que si hubiera una fuga masiva de los activos en dólares hacia activos en euros habría una caída descontrolada del dólar de EE.UU. Los bancos globales europeos están hasta aquí con sus posesiones de activos en dólares basura y por lo tanto sufrirían inmensas pérdidas muy por encima de su exposición en préstamos en euros a los países “PIIGS” (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). A diferencia de la época del Acuerdo Plaza, ahora mismo nadie quiere una devaluación del dólar. Cuando comience el descenso, nadie podrá detener la caída. Los banqueros centrales están sentados sobre el filo de la navaja. ¡Huy!
7. De modo que, la “crisis griega” se creó para impedir una huída semejante de activos en dólares a activos en euros. Grecia es la “Mary Poppins” en el sistema financiero general. Su PIB no es ni siquiera un 3% de la eurozona. En contraste, California está en bancarrota y es más crucial para la economía de EE.UU. Es la 7ª economía del mundo por su tamaño. Sin embargo, la bancarrota de California no tuvo el impacto debido en la economía de EE.UU. Esto se debe a que los medios de comunicación globales aseguraron no destacar la bancarrota. En vez de eso, el sensacionalismo fue que el euro iba hacia un crac. ¿El resultado? La huida hacia el euro se paró en seco.
8. Alguien lo fastidió todo. El culpable desde el punto de vista de las elites financieras globales fue el indomable Irán. China y Rusia estaban jugando juegos geopolíticos en sus relaciones comerciales con Irán con la esperanza de que el presidente Ahmadineyad no arruinaría la fiesta antes de que estuvieran listos para librarse de sus masivos activos en dólares. EE.UU. e Israel jugaron el papel del implacable mientras China y Rusia se hicieron inicialmente los blandos, en un papel tan típico de los roles policiales cuando se trata de extraer concesiones y / o confesiones. Pero las verdaderas intenciones de China y Rusia se revelaron cuando, exasperadas por la resistencia y el desafío de Irán, optaron por imponer severas sanciones a ese país. El cuarteto no se preocupó por mantener la farsa. El tema de las armas nucleares sólo fue una pantalla de humo para engañar al mundo ante la inminente implosión financiera.
La desclasificación por China tiene que verse como lo que es, una seria advertencia de que se acerca el fin. Hay que bajar el telón sobre la farsa.
Otra señal de que se acerca el fin fue cuando el Banco de Pagos Internacionales (BIS) cambió al oro como garantía para un crédito extendido a un fondo soberano (con gran probabilidad Portugal) a través de entidades comerciales. El oro, considerado otrora una “reliquia primitiva” ha vuelto a estar de modo en cambios de moneda. ¿Quién lo hubiera imaginado hace unos meses? En cierto sentido, hemos vuelto al punto de partida. En 1971, Nixon suspendió la convertibilidad del dólar de EE.UU. Hoy, el BIS ha dado los primeros pasos para devolver al oro al lugar que le corresponde.
No importa cuánto traten los banqueros centrales y China de impedir que reviente la burbuja de la deuda soberana, no lo lograrán.
Tarde o temprano, China tendrá que tomar la decisión del Siglo XXI –deshacerse del dólar y permitir que las economías globales sufran severo dolor a corto plazo, durante cinco o diez años, o cometer suicidio masivo junto con EE.UU., el Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y Japón.
China es actualmente el único país que puede sobrevivir a la próxima devastación financiera con el menor dolor, ya que le será relativamente fácil transformar su economía impulsada por la exportación a otra basada en el interior –aprovechando el ilimitado potencial de sus 1.500 millones de habitantes. China puede hacer en un breve año, tal vez en un máximo de dos, lo que para otras economías desarrolladas significaría una tarea de una generación.
Un aumento marginal en el poder de compra de sus ciudadanos absorbería toda la disminución en los mercados de exportación.
El hecho de que el yuan esté apuntalando al dólar significa que el yuan y no el dólar es la moneda indiscutida de reserva global. Si China reevalúa drásticamente el yuan, todas las monedas sin cobertura se orientarían hacia una caída libre descontrolada.
No seamos ingenuos y no nos engañemos. Es pura pantomima que EE.UU. pida a China que reevalúe el yuan y que China se resista a una reevaluación. Este juego de tira y afloja monetario es una pantalla de humo para dar crédito al hecho de que el dólar no es basura sino AA, aunque haya bajado un punto desde AAA.
El hecho de que tantos economistas entrenados en Occidente no hayan encarado o sacado a la luz este tema sólo puede significar dos cosas, o son verdaderamente ignorantes o forman parte de esta gran farsa, echándonos humo a los ojos.
Sea paciente. Invierta en oro. ¡Prepárese para el Acto II del Apocalipsis financiero!
© Copyright Matthias Chang, Global Research, 2010
Matthias Chang es malasio. Es abogado de 32 años y fue secretario político del cuarto Primer Ministro de Malasia, Tun Dr. Mahathir Mohamad. Es autor de tres libros: Future FastForward, Brainwashed for War, Programmed to Kill, publicados en EE.UU. y en Malasia. Reside en Kuala Lumpur, Malasia. Para contactos escriba a matthiaswenchieh@gmail.com.
Fuente: www.globalresearch.ca/PrintArticle.php?articleId=20176
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
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