El conflicto entre el poder político y el financiero
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El conflicto entre el poder político y el financiero
En http://boards4.melodysoft.com/prestigiovsmercado/colusion-en-las-sociedades-de-mercado-2201.html aludía hace poco a “la pugna a la que asistimos en la cabeza del Imperio, los Estados Unidos de Norteamérica, entre el poder financiero, acostumbrado a poner y quitar presidentes con su influencia, y un joven presidente que da la sensación de querer recuperar el poder supremo para la clase política”. Hoy un artículo de Josep Borrell, Presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia, publicado en El Periódico de Catalunya ( http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=684110&idseccio_PK=1006&h=100204 ) y titulado “Obama y los banqueros”, señala que el presidente de EEUU quiere, simplemente, prohibir que los bancos especulen con el ahorro de los particulares. Merece la pena leerlo:
Esta vez parece que va en serio. Aprovechando la fecha simbólica del 21 de enero, aniversario del inicio de su mandato, el presidente Barack Obama ha lanzado una reforma de la banca norteamericana que no se anda con paños calientes para prevenir que lo pasado no vuelva a ocurrir. Hasta ahora solo se habían aplicado medidas de regulación del sistema financiero que eran más simbólicas que reales, además del anuncio de un impuesto sobre los beneficios bancarios para recuperar las ayudas públicas a los bancos que estos todavía no hayan devuelto. Pero esta medida fiscal tenía pocas posibilidades de ser aprobada por el Congreso y el Senado. La reforma que ahora anuncia Obama tendrá también dificultades, pero la impopularidad de la que gozan los banqueros en EEUU hará difícil que los congresistas y senadores se opongan frontalmente a un cambio en profundidad del sistema financiero.
En efecto, la opinión pública norteamericana ve con indignación cómo Wall Street ha vuelto a sus prácticas de antes de la crisis repartiendo de nuevo bonus multimillonarios mientras el paro sigue creciendo y supera la barrera del 10%. Y después de la derrota demócrata en Massachusetts, donde han perdido el sillón en el Senado que Edward Kennedy había mantenido durante 30 años, Obama necesitaba una medida fuerte que acabase con su imagen de relativa complacencia con los banqueros.
Además, estos no han escatimado esfuerzos para irritar al presidente y a la opinión. Cuando Obama dijo aquello de «si estos tipos de la banca quieren guerra, la tendrán», estaba enlazando con un sentimiento ampliamente extendido de que la hipertrofia de los bancos es un problema y un factor de riesgo. De que sus prácticas desvían los recursos que deberían dedicar a su función primera de financiar la actividad económica, y dejan que sus directivos amasen fortunas que acaban siendo pagadas por los contribuyentes. Y de que cuando provocan una crisis el ciudadano medio de main street la paga en empleos perdidos, sueldos congelados, desahucios de casas y pensiones que se evaporan, mientras Wall Street sigue repartiéndose sueldos extravagantes.
Hasta ahora Obama había aceptado que los grandes bancos, esos que son «too big to fail» porque si se les deja caer arrastran consigo al conjunto del sistema económico, eran algo inevitable con lo que había que convivir, procurando regular sus actividades lo mejor posible. Ahora el enfoque cambia radicalmente. Si cuando son demasiado grandes no podemos dejarles caer, lo mejor es no dejarles crecer. Y para ello Obama propone tres grandes medidas cuyo mero enunciado ha provocado una onda de choque planetaria y hecho caer las cotizaciones de los bancos en todo el mundo, y muy especialmente las de los bancos europeos.
La primera es limitar la dimensión de los activos bancarios, toda una revolución en el país de los mastodontes financieros. La segunda, prohibir que especulen por su cuenta con los recursos de sus depositantes, algo habitual en EEUU. La tercera, prohibir que los bancos que recogen depósitos puedan tener fondos de inversión especulativos o financiarlos.
Ello implica dejar sin munición financiera a los fondos especulativos que invierten en la bolsa, algo que contribuyó enormemente al estallido de la crisis ya que casi todos pertenecen a bancos o son financiados por estos. Algunas voces advierten ya del riesgo que significa la desaparición de ese segmento de actividad financiera, pero más bien parece que la economía mundial puede vivir sin ella puesto que después de la crisis esos fondos han adelgazado en unos 600.000 millones de dólares sin que nada haya ocurrido.
La idea de fondo de la propuesta de Obama es clara y simplemente prohibir la especulación a los bancos que recogen el ahorro de los particulares. Algo que la izquierda europea, tan timorata en esto como en tantas cosas frente a los dogmas del neoliberalismo, nunca se ha atrevido a proponer. Y que incluso ahora se resiste a aplaudir, si por izquierda europea entendemos el Gobierno de Brown en el Reino Unido, cuyo ministro de Hacienda ya ha arrugado la nariz ante la propuesta de Obama.
La idea no es nueva. Ya se aplicó después de la crisis del 29 con la ley Glass Steagall, que había establecido una estricta separación entre las bancos de depósito y los de inversión. Esta ley fue derogada en 1999, en pleno furor de la desregulación, y el cambio que produjo tiene mucho que ver con lo que ocurrió después. Sin embargo, no se trata ahora de volver a una separación tan tajante, porque la realidad del mercado mundial es bien diferente de la de 1933, pero sí de imponer que los bancos de depósito hagan un uso prudente del dinero que recogen, lo que debe ser la primera protección del ahorro antes de que intervengan las garantías públicas.
Esta inesperada iniciativa puede devolver a Obama parte de su popularidad perdida. Falta le hace: hace un año, el 68% de los ciudadanos aprobaban los cambios que se proponía aplicar; después de haberlo intentado, solo le apoya el 48%. Con la ventaja de que los republicanos no tendrán fácil oponerse porque nadie querrá aparecer como amigo de los banqueros en año electoral.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Me envía Aarón un texto tomado del blog, http://www.javierortiz.net/voz/samuel/un-ataque-financiero-preventivo :
Un ataque (financiero) preventivo
[/b]“Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando” Warren Buffet, citado por The New York Times, 26 de noviembre de 2006
Bastó que algunos recuperaran beneficios y reforzaran posiciones -con dinero público- para que los banqueros volvieran al redil de Davos y entre todos olvidaran cualquier pretensión de cambiar de dogmas y renunciar a ciertos privilegios. Si ante la presión ciudadana los gobiernos se atreven a amagar con tasas Tobin o similares, los "mercados" tienen que dar un golpe de mano. Como dice Nicolas Sarkozy, lo más que se puede hacer es "moralizar el capitalismo", lo que por lo visto pasa por demonizar el déficit público -como en los viejos tiempos de Maastricht-, por culpabilizar a los ancianos que osan vivir sin someterse más al trabajo asalariado y a los trabajadores que se resisten a sufrir la enésima reforma del mercado laboral, y por criminalizar a determinadas categorías de inmigrantes.
Por más que se nos quiera convencer de lo contrario, la llamada crisis financiera refleja una crisis sistémica del capitalismo, lo que incluye un aspecto esencialmente político de gobernabilidad. En medio de las turbulencias provocadas por el crack financiero de 2008, fueron muchos los dedos que apuntaron a la luna, pero con cifras ligeramente positivas de PIB ahora pretenden que sólo miremos la uña del dedo, y con gafas distorsionadas.
VER:
http://www.guardian.co.uk/business/interactive/2010/jan/26/recession-gdp
[Países que han superado -provisionalmente- la recesión, países que continúan en recesión económica, y países cuyo PIB no ha dejado de crecer. Fuente: The Guardian]
Durante estos últimos meses los neoliberales más recalcitrantes vuelven a sacar pecho, como si no hubiera pasado nada. En la pelea ideológica en la cumbre por "salvar" el capitalismo encontramos, por un lado, a los Warren Buffet que, como en la era Bush de los regalos fiscales, pretenden seguir ganando sin hacer compromisos ni concesiones; y, por otro, quienes se preocupan por resolver las contradicciones del capitalismo, integrar el antagonismo social, y asegurar su sostenibilidad mediante la adopción de un New Deal. Pero todos ellos pretenden minimizar las transformaciones democráticas.
La burbuja inmobiliaria y los derivados financieros permitieron durante los últimos treinta años compensar la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y esbozaron una manera de valorar -y controlar- la producción biopolítica de la sociedad. Si los keynesianos apuestan por impulsar la demanda por la vía del gasto público, los neoliberales confiaron -y todavía confían- en que la generación de plusvalías de los mercados financieros mediante el endeudamiento generalizado, aún de las franjas más pobres o precarizadas (y con más riesgo de insolvencia), cumpla el mismo papel. Pero si, como sucede ahora, las finanzas no logran compensar la disminución del salario medio, se acaba socavando la base social de la producción y poniendo en riesgo los mismos privilegios que se desean mantener. Esta es la gran contradicción del capitalismo contemporáneo:
"la incompatibilidad de una ganancia desigual con la necesidad de ampliar la base financiera para continuar desarrollando el proceso de acumulación. Este nudo contradictorio no hace sino poner en evidencia una irreductibilidad (un exceso) de la vida de buena parte de los sujetos sociales a la subsunción [del capital] (ya sean fragmentados singularmente o bien definibles en segmentos de clase)." ("Nada será como antes. Diez tesis sobre la crisis financiera", Andrea Fumagalli (comp.), La gran crisis de la economía global, Traficantes de sueños, octubre de 2009)
La crisis europea, con los recientes ataques especulativos a cuenta de la deuda soberana de los países mediterráneos, es una buena muestra de estas contradicciones, y de la dificultad de encontrar una salida política con las vigentes estructuras neoliberales de gobierno. La prensa española cita a Paul Krugman cuando afirma que es España, y no Grecia, el epicentro de las tribulaciones financieras de la zona euro, pero ignora deliberadamente el centro de su argumentación: que el problema no es la irresponsabilidad fiscal de Grecia o España (que tenía el famoso superávit antes de la crisis y cuya deuda pública sigue siendo hoy baja comparada con otros países de la OCDE), sino el hecho de tener "una unión monetaria sin una integración fiscal y del mercado laboral." Es decir, sin una integración política. Un New Deal como el que reclaman los neokeynesianos como Krugman sólo es posible en un marco supranacional que en Europa, a pesar del Tratado de Lisboa, no existe. Esto tiene consecuencias para países como España:
Un ataque (financiero) preventivo
[/b]“Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando” Warren Buffet, citado por The New York Times, 26 de noviembre de 2006
Bastó que algunos recuperaran beneficios y reforzaran posiciones -con dinero público- para que los banqueros volvieran al redil de Davos y entre todos olvidaran cualquier pretensión de cambiar de dogmas y renunciar a ciertos privilegios. Si ante la presión ciudadana los gobiernos se atreven a amagar con tasas Tobin o similares, los "mercados" tienen que dar un golpe de mano. Como dice Nicolas Sarkozy, lo más que se puede hacer es "moralizar el capitalismo", lo que por lo visto pasa por demonizar el déficit público -como en los viejos tiempos de Maastricht-, por culpabilizar a los ancianos que osan vivir sin someterse más al trabajo asalariado y a los trabajadores que se resisten a sufrir la enésima reforma del mercado laboral, y por criminalizar a determinadas categorías de inmigrantes.
Por más que se nos quiera convencer de lo contrario, la llamada crisis financiera refleja una crisis sistémica del capitalismo, lo que incluye un aspecto esencialmente político de gobernabilidad. En medio de las turbulencias provocadas por el crack financiero de 2008, fueron muchos los dedos que apuntaron a la luna, pero con cifras ligeramente positivas de PIB ahora pretenden que sólo miremos la uña del dedo, y con gafas distorsionadas.
VER:
http://www.guardian.co.uk/business/interactive/2010/jan/26/recession-gdp
[Países que han superado -provisionalmente- la recesión, países que continúan en recesión económica, y países cuyo PIB no ha dejado de crecer. Fuente: The Guardian]
Durante estos últimos meses los neoliberales más recalcitrantes vuelven a sacar pecho, como si no hubiera pasado nada. En la pelea ideológica en la cumbre por "salvar" el capitalismo encontramos, por un lado, a los Warren Buffet que, como en la era Bush de los regalos fiscales, pretenden seguir ganando sin hacer compromisos ni concesiones; y, por otro, quienes se preocupan por resolver las contradicciones del capitalismo, integrar el antagonismo social, y asegurar su sostenibilidad mediante la adopción de un New Deal. Pero todos ellos pretenden minimizar las transformaciones democráticas.
La burbuja inmobiliaria y los derivados financieros permitieron durante los últimos treinta años compensar la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y esbozaron una manera de valorar -y controlar- la producción biopolítica de la sociedad. Si los keynesianos apuestan por impulsar la demanda por la vía del gasto público, los neoliberales confiaron -y todavía confían- en que la generación de plusvalías de los mercados financieros mediante el endeudamiento generalizado, aún de las franjas más pobres o precarizadas (y con más riesgo de insolvencia), cumpla el mismo papel. Pero si, como sucede ahora, las finanzas no logran compensar la disminución del salario medio, se acaba socavando la base social de la producción y poniendo en riesgo los mismos privilegios que se desean mantener. Esta es la gran contradicción del capitalismo contemporáneo:
"la incompatibilidad de una ganancia desigual con la necesidad de ampliar la base financiera para continuar desarrollando el proceso de acumulación. Este nudo contradictorio no hace sino poner en evidencia una irreductibilidad (un exceso) de la vida de buena parte de los sujetos sociales a la subsunción [del capital] (ya sean fragmentados singularmente o bien definibles en segmentos de clase)." ("Nada será como antes. Diez tesis sobre la crisis financiera", Andrea Fumagalli (comp.), La gran crisis de la economía global, Traficantes de sueños, octubre de 2009)
La crisis europea, con los recientes ataques especulativos a cuenta de la deuda soberana de los países mediterráneos, es una buena muestra de estas contradicciones, y de la dificultad de encontrar una salida política con las vigentes estructuras neoliberales de gobierno. La prensa española cita a Paul Krugman cuando afirma que es España, y no Grecia, el epicentro de las tribulaciones financieras de la zona euro, pero ignora deliberadamente el centro de su argumentación: que el problema no es la irresponsabilidad fiscal de Grecia o España (que tenía el famoso superávit antes de la crisis y cuya deuda pública sigue siendo hoy baja comparada con otros países de la OCDE), sino el hecho de tener "una unión monetaria sin una integración fiscal y del mercado laboral." Es decir, sin una integración política. Un New Deal como el que reclaman los neokeynesianos como Krugman sólo es posible en un marco supranacional que en Europa, a pesar del Tratado de Lisboa, no existe. Esto tiene consecuencias para países como España:
- España no puede devaluar su moneda. Desde que se adoptó el euro ya se sabía que a falta de poder realizar ajustes en el tipo de cambio nominal, los inversores exigirán un ajuste en el tipo de cambio real deprimiendo precios y salarios (véase lo sucedido en Letonia). Si Alemania se lo puede permitir es porque exporta la crisis a la periferia europea. Como afirman Pascal Canfin, Daniel Cohn-Bendit y Sven Giegold en Le Monde, en una zona integrada económicamente como la zona euro, los déficits de unos forman los excedentes de los otros.
- Los Estados europeos periféricos tampoco pueden contar con transferencias federales como California o Florida en los Estados Unidos. El presupuesto comunitario no puede superar el 1 % del PIB, mientras que el presupuesto federal estadounidense alcanza el 20%. El rechazo a apoyar al Estado griego con fondos del presupuesto de la Unión Europea tiene que ver con la obsesión por mantener dicho techo presupuestario, que podría romperse si se diera una avalancha de peticiones de ayuda.
- En el marco del fracasado pacto de estabilidad y crecimiento, el gobierno español -más papista que el papa- se ve obligado a comprometerse a reducir el déficit público por debajo del 3% de aquí a unos pocos años aunque países como Alemania o Francia no lo hayan respetado cuando convenía hacerlo, mientras el Banco Central Europeo sigue teniendo como prioridad en su política monetaria contener una inflación inexistente.
- La fiscalidad de los Estados, heredada en lo básico de la era fordista, se basa en una imposición indirecta o directa -sobre la renta salarial- que no es progresiva, ni justa, ni suficiente. Como recuerda Martín Seco, el déficit público español -como el de otros países- se debe fundamentalmente al descenso de la recaudación, no al incremento del gasto público. Este déficit sigue siendo más bajo que el de otros países de la eurozona. Y la banca española, que reclama un recorte de los salarios, omite mencionar que el endeudamiento en España es sobre todo privado.
La deuda pública española en relación con su PIB es relativamente baja, en comparación con otros países de la OCDE. Fuente: OCDE, tomado del blog de P. Krugman
A falta de ingresos vía impuestos, los Estados recurrieron a la emisión de bonos de deuda para apoyar al sistema financiero, sembrando las condiciones para una nueva burbuja. Amarga ironía: los acreedores privados han aprovechado esta coyuntura y las carencias políticas de la zona euro, para fomentar la desconfianza sobre las capacidades de los Estados para reembolsar su deuda y atacar de este modo los sistemas de protección social en Europa. No es sólo que quieran obtener elevados beneficios, como George Soros cuando provocó la devaluación de la libra esterlina en 1992; el objetivo es imponer determinadas políticas. Pretenden evitar que los gobiernos lleven a cabo políticas de estímulo de la demanda mediante el gasto social y sobre todo quieren evitar cualquier evolución política que implique una reapropiación colectiva de la riqueza producida socialmente.
El ataque financiero debe considerarse, por tanto, un ataque preventivo, lo que en un lenguaje mafioso se llamaría "una lección". Es el tono matón de los diarios financieros: "si el joven Papandreu falla esta vez, Grecia será castigada aún más duramente", advierte The Economist. Si los inversores se ensañan con Grecia no se debe a la incompetencia o corrupción de sus gobiernos, sino a su "debilidad" frente a la presión social a favor de cambios radicales, puesta de manifiesto en el vuelco electoral de octubre de 2009. Ya en diciembre de 2008, a los pocos días de que estallara la gran revuelta que se extendió por todo el país tras la muerte de Alexandros Grigoropoulos, el margen adicional de interés (spread) que se cobra con respecto al tipo de interés de los bonos alemanes alcanzó los niveles más altos desde que Grecia adoptara el euro. En el caso español, se teme que en el futuro el gobierno pueda embarcarse en políticas "equivocadas", algo que el presidente del Banco Santander Emilio Botín, gran valedor -y beneficiario- de José Luis Rodríguez Zapatero, se ha apresurado a desmentir. Mientras chispazos como el griego no inflamen Europa, no habrá nada que temer, aunque haya millones de parados. ¡España no será Argentina, ni Islandia! Botín, como Buffet en su día, tiene claro quiénes se están saliendo de momento con la suya. Nosotros seguimos debatiendo cómo demostrar que se equivocan.
Última edición por Genaro Chic el Mar Feb 16, 2010 7:31 pm, editado 5 veces
Genaro Chic- Mensajes : 729
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Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Un nuevo artículo, de perspectiva izquierdista, llega a mis manos en este momento en que hay voces que sitúan a España en la misma perspectiva económica que Grecia. Como puede ser de interés para reflexionar sobre la situación económica actual de Europa (con independencia de que se acepten o no sus presupuestos y propuestas) creo de interés copiarlo:
Lo que de verdad hay detrás de la crisis económica en Grecia, y qué enseña políticamente sobre la actual Unión Europea
Costas Douzinas*
"Grecia se está convirtiendo en un experimento para la nueva fase de la corrección de curso que el neoliberalismo se propone realizar aprovechando la estela de la crisis económica y financiera".
Paul Bremer, el primer virrey norteamericano, impuso a un estragado Irak políticas económicas que el Economist calificó como un régimen "de capitalismo de ensueño". Difícilmente se halla una locución mejor para describir las medidas del plan de "estabilidad" sometidas por Grecia a la aprobación de la Comisión Europea, y aprobadas ayer. El plan contempla una reducción del déficit presupuestario griego, que pasaría del actual 12,7% del PIB al 2,8% en 2012, prometiendo, además, inmediatamente, un recorte del 10% en el presupuesto ministerial, una congelación de las contrataciones de funcionarios públicos, la abolición de distintos impuestos directos y un incremento de la fiscalidad indirecta. Y por si eso no bastara, el primer ministro socialista George Papandreu anunció ayer, en un dramático discurso televisado a la nación, ulteriores medidas de austeridad sin precedentes, entre ellas, el aumento inmediato de los impuestos a los carburantes, el aumento de la edad de jubilación y recortes en la remuneración de los empleados públicos que significarán una disminución del 10% del salario para la mayoría de funcionarios del Estado, y del 40% en el caso de los académicos. Como en Gran Bretaña, las universidades reciben el primer golpe; la tan cacareada "economía del conocimiento" no es óbice para considerarlas un lujo de todo punto secundario.
Y todo eso va a ponerse por obra en el país más pobre de la vieja Europa, que cuenta con un desempleo juvenil del 25%, con un crecimiento estancado y con sus tradicionales sectores de la industria naviera, el turismo y la construcción sometidos a una indecible presión. Esas medidas cerrarán el círculo vicioso de creciente desempleo, menguantes ingresos fiscales y políticas económicas sometidas al capricho de la especulación en los mercados financieros. Empujarán a un país que se halla ya en profunda recesión al abismo de una depresión duradera y sin salida.
"Grecia se halla en el ojo del huracán de una tormenta especulativa", lamentó Papandreu en su comparecencia televisiva. Se estaba refiriendo a la degradación de la calificación del crédito griego por parte de tres empresas privadas de valoración de riesgos –ninguna de las cuales está sometida a control o supervisión algunos— y a la consiguiente especulación en los mercados en torno a la deuda pública griega destinada a financiar el déficit, especulación que elevó los tipos del empréstito soberano griego un 4% por encima de la línea de base. Se trata de una repetición intensificada del ataque que lanzó Soros contra la moneda británica en 1992 (que llevó al Reino Unido a su humillante salida del Mecanismo Europeo de Cambio) y del ataque de los especuladores a la banca británica en 2008. Y es índice capital de una desdichada situación galanamente aceptada por la Unión Europea y los gobiernos: un puñado de megacapitalistas fondos de cobertura hedge, que ya se han cargado con esa práctica a grandes bancos, apuesta ahora a la bancarrota de un país en la esperanza de que la propia apuesta ayude a cumplir la profecía y les permita ganar posiciones de ventaja en la venta cortoplacista.
No cabe la menor duda de que tanto Papandreu como Karamanlis, las dinastías políticas dominantes en la Grecia de posguerra, se han servido del empleo en el sector público y del mecenazgo para beneficio político propio, contribuyendo a aumentar monstruosamente el volumen de la deuda. No cabe la menor duda de que una substanciosa evasión fiscal, la corrupción y el clientelismo han contribuido significativamente a las actuales cuitas. Pero el remedio es mucho peor que la enfermedad, y será costeado, como siempre, por las usuales víctimas: trabajadores asalariados, grupos de bajos ingresos, campesinos con cultivos de subsistencia y desempleados.
En un horizonte más amplio, Grecia se está convirtiendo en un experimento para la nueva fase de la corrección de curso que el neoliberalismo se propone realizar en la estela de la crisis económica y financiera. Las medidas fiscales e impositivas de "estabilidad" vienen a continuar un conjunto de dogmas económicos milagreros que, aun si quebrados en 2008, siguen dominando el mundo mental de los dirigentes políticos europeos. La magia negra de la privatización, la desregulación y la financiarización ha sido teóricamente rechazada por muchos fieles de la primera hora, pero todavía impera en los ambientes de unas cuantas escuelas de negocios de elite y en la Comisión Europea. Obama lanzó el año pasado un estímulo fiscal de 787 mil millones de dólares, que incluían recortes fiscales, expansión de la cobertura del desempleo e incremento del gasto en educación, sanidad, infraestructuras y sector energético; la europea Grecia se ve condenada a la inanición fiscal. La deuda pública de Japón representa el 225% de su PIB, y se financia mediante empréstito interno, dejando sólo el 6% en manos extranjeras; Grecia se ve condenada a tomar préstamo en mercados extranjeros, sirviendo unos intereses que sólo pueden calificarse como usureros. El comisario económico Joaquín Almunia fue cínicamente claro respecto del propósito del plan de "estabilidad" al decir que Grecia necesita "más reformas en las pensiones, en la sanidad y en el mercado de trabajo". Es un desvergonzado intento de aprovechar un problema relativamente pequeño de deuda, a fin de alterar radicalmente los equilibrios de clase y la relación Estado/sociedad en un país conocido por su militancia sindical y la fortaleza de su izquierda radical.
La legitimidad de la Unión Europa se funda en principios de justicia social y de solidaridad. Joseph Stiglitz ha recordado a los europeos esas tradiciones en unas unas páginas recientes, llamando a una emisión de bonos en euros para salvar a Grecia y a otras economías endeudadas. Un paliativo inmediato así haría las veces de un trágico deus ex machina; lo que pasa es que el fantasma neoliberal ha expulsado a dios de la máquina.
Todavía hay un aspecto más preocupante en estos acontecimientos catastróficos. Papandreu resultó elegido hace cuatro meses sobre la base de un programa de redistribución y justicia social. Ahora acaba de aceptar un programa que es exactamente lo contrario. Y eso constituye un ataque radical a la política, y la mejor expresión del odio neoliberal a la democracia. El comisario Almunia aconsejó a los políticos y a la opinión pública de Grecia aceptar las medidas propuestas añadiendo una apenas disimulada amenaza reveladora de la asombrosa idolatrización de los mercados y la fingida naturaleza de la impotencia regulatoria. Pues lo cierto es que los mercados podrían especular con éxito contra los bonos griegos, llevando a cotas insostenibles el costo de los empréstitos, sólo porque la UE ha fijado un irrealista límite del 3% para el déficit presupuestario. El resultado es que la UE empuja a Grecia desde un extremo y el mercado, desde el otro. Es una tormenta perfecta, pero movida por mano humana. Los políticos y los eurócratas han aceptado el papel de jugadores de poca monta en una economía de casino que se declara por encima de los procesos políticos.
La violenta pauperización de las masas, la rampante privatización de los servicios públicos a través de la reducción radical del sector estatal, así como la creciente dependencia de los mercados exteriores en el servicio de la deuda, equivale a una pérdida de soberanía tal, que admite comparación con la de un Estado sometido a ocupación extranjera, y trae consigo una amplia reestructuración de los activos nacionales a favor del capital y una grave crisis de legitimación europea.
Los griegos son un pueblo orgulloso. Han sido masivamente sometidos al bombardeo de los medios de comunicación, del gobierno y de académicos adocenadamente sumisos, a fin de hacerles creer culpables de los fallos de un sistema al que nadie ha votado. En Gran Bretaña estamos ya muy acostumbrados a la retórica del TINA ["No-Hay-Alternativa", por sus siglas en inglés; T.]; pero también sabemos que siempre hay una alternativa. La situación por la que atraviesan los griegos les coloca en primera línea de un ataque en toda regla a los principios europeos de democracia, justicia social y solidaridad, principios que, aunque nunca dejaron de ser un poco retóricos, hoy se hallan quebrados por doquiera. Idealmente, lo que el gobierno griego debería hacer es olvidarse de la falsa ortodoxia que convierte a Grecia en una nación tan poco soberana como Irak y llamar a un frente nacional de resistencia frente al bárbaro ataque. Una iniciativa así movilizaría el orgullo y el sentimiento de injusticia de la nación. Apartaría al nacionalismo griego de su patológica evolución reciente hacia el extremismo derechista y xenofóbico y lo acercaría más a la tradición helénica, que es la de la defensa de la democracia. Islandia convocó un referéndum para decidir sobre la devolución de su deuda; lo mismo debería hacer Grecia.
Pero no es probable, porque el partido gobernante está demasiado comprometido con el viejo clientelismo y el neoliberalismo. La falta de una reacción encabezada por el gobierno aumenta los desafíos para la izquierda griega, una de las más fuertes de Europa. La izquierda tiene la responsabilidad histórica de movilizar a la opinión pública griega contra este tsunami de idiocia e injusticia antidemocráticas. Los griegos han demostrado que saben cómo resistir, desde Antígona hasta la Atenas de diciembre de 2008. Los campesinos ya han bloqueado varias rutas en dirección norte y Bulgaria, obligando a Barroso a amenazar con acciones legales. Se han convocado para el próximo mes huelgas de funcionarios públicos y una huelga general.
La izquierda debe ser capaz, además, de movilizar a la opinión pública europea. Si el ataque a las comunidades mineras y a la NUM [Unión Nacional de Mineros, por sus siglas en inglés; T.] resultó en Gran Bretaña emblemático del primer neoliberalismo, el ataque a Grecia representa el comienzo de su segunda fase. Si Grecia cae, no ofrece duda que los mercados pasarán a atacar a España, Portugal, Italia y Gran Bretaña, y la Comisión Europea vestida con la toga de un coro trágico y lavándose las manos como Poncio Pilatos. Lo que está en juego es el futuro de la democracia y de la Europa social; los griegos deben luchar por todos nosotros.
*Costas Douzinas es profesor de ciencias sociales en la Universidad de Birmingham en el Reino Unido.
Traducción para www.sinpermiso.info: Ramona Sedeño
Lo que de verdad hay detrás de la crisis económica en Grecia, y qué enseña políticamente sobre la actual Unión Europea
Costas Douzinas*
"Grecia se está convirtiendo en un experimento para la nueva fase de la corrección de curso que el neoliberalismo se propone realizar aprovechando la estela de la crisis económica y financiera".
Paul Bremer, el primer virrey norteamericano, impuso a un estragado Irak políticas económicas que el Economist calificó como un régimen "de capitalismo de ensueño". Difícilmente se halla una locución mejor para describir las medidas del plan de "estabilidad" sometidas por Grecia a la aprobación de la Comisión Europea, y aprobadas ayer. El plan contempla una reducción del déficit presupuestario griego, que pasaría del actual 12,7% del PIB al 2,8% en 2012, prometiendo, además, inmediatamente, un recorte del 10% en el presupuesto ministerial, una congelación de las contrataciones de funcionarios públicos, la abolición de distintos impuestos directos y un incremento de la fiscalidad indirecta. Y por si eso no bastara, el primer ministro socialista George Papandreu anunció ayer, en un dramático discurso televisado a la nación, ulteriores medidas de austeridad sin precedentes, entre ellas, el aumento inmediato de los impuestos a los carburantes, el aumento de la edad de jubilación y recortes en la remuneración de los empleados públicos que significarán una disminución del 10% del salario para la mayoría de funcionarios del Estado, y del 40% en el caso de los académicos. Como en Gran Bretaña, las universidades reciben el primer golpe; la tan cacareada "economía del conocimiento" no es óbice para considerarlas un lujo de todo punto secundario.
Y todo eso va a ponerse por obra en el país más pobre de la vieja Europa, que cuenta con un desempleo juvenil del 25%, con un crecimiento estancado y con sus tradicionales sectores de la industria naviera, el turismo y la construcción sometidos a una indecible presión. Esas medidas cerrarán el círculo vicioso de creciente desempleo, menguantes ingresos fiscales y políticas económicas sometidas al capricho de la especulación en los mercados financieros. Empujarán a un país que se halla ya en profunda recesión al abismo de una depresión duradera y sin salida.
"Grecia se halla en el ojo del huracán de una tormenta especulativa", lamentó Papandreu en su comparecencia televisiva. Se estaba refiriendo a la degradación de la calificación del crédito griego por parte de tres empresas privadas de valoración de riesgos –ninguna de las cuales está sometida a control o supervisión algunos— y a la consiguiente especulación en los mercados en torno a la deuda pública griega destinada a financiar el déficit, especulación que elevó los tipos del empréstito soberano griego un 4% por encima de la línea de base. Se trata de una repetición intensificada del ataque que lanzó Soros contra la moneda británica en 1992 (que llevó al Reino Unido a su humillante salida del Mecanismo Europeo de Cambio) y del ataque de los especuladores a la banca británica en 2008. Y es índice capital de una desdichada situación galanamente aceptada por la Unión Europea y los gobiernos: un puñado de megacapitalistas fondos de cobertura hedge, que ya se han cargado con esa práctica a grandes bancos, apuesta ahora a la bancarrota de un país en la esperanza de que la propia apuesta ayude a cumplir la profecía y les permita ganar posiciones de ventaja en la venta cortoplacista.
No cabe la menor duda de que tanto Papandreu como Karamanlis, las dinastías políticas dominantes en la Grecia de posguerra, se han servido del empleo en el sector público y del mecenazgo para beneficio político propio, contribuyendo a aumentar monstruosamente el volumen de la deuda. No cabe la menor duda de que una substanciosa evasión fiscal, la corrupción y el clientelismo han contribuido significativamente a las actuales cuitas. Pero el remedio es mucho peor que la enfermedad, y será costeado, como siempre, por las usuales víctimas: trabajadores asalariados, grupos de bajos ingresos, campesinos con cultivos de subsistencia y desempleados.
En un horizonte más amplio, Grecia se está convirtiendo en un experimento para la nueva fase de la corrección de curso que el neoliberalismo se propone realizar en la estela de la crisis económica y financiera. Las medidas fiscales e impositivas de "estabilidad" vienen a continuar un conjunto de dogmas económicos milagreros que, aun si quebrados en 2008, siguen dominando el mundo mental de los dirigentes políticos europeos. La magia negra de la privatización, la desregulación y la financiarización ha sido teóricamente rechazada por muchos fieles de la primera hora, pero todavía impera en los ambientes de unas cuantas escuelas de negocios de elite y en la Comisión Europea. Obama lanzó el año pasado un estímulo fiscal de 787 mil millones de dólares, que incluían recortes fiscales, expansión de la cobertura del desempleo e incremento del gasto en educación, sanidad, infraestructuras y sector energético; la europea Grecia se ve condenada a la inanición fiscal. La deuda pública de Japón representa el 225% de su PIB, y se financia mediante empréstito interno, dejando sólo el 6% en manos extranjeras; Grecia se ve condenada a tomar préstamo en mercados extranjeros, sirviendo unos intereses que sólo pueden calificarse como usureros. El comisario económico Joaquín Almunia fue cínicamente claro respecto del propósito del plan de "estabilidad" al decir que Grecia necesita "más reformas en las pensiones, en la sanidad y en el mercado de trabajo". Es un desvergonzado intento de aprovechar un problema relativamente pequeño de deuda, a fin de alterar radicalmente los equilibrios de clase y la relación Estado/sociedad en un país conocido por su militancia sindical y la fortaleza de su izquierda radical.
La legitimidad de la Unión Europa se funda en principios de justicia social y de solidaridad. Joseph Stiglitz ha recordado a los europeos esas tradiciones en unas unas páginas recientes, llamando a una emisión de bonos en euros para salvar a Grecia y a otras economías endeudadas. Un paliativo inmediato así haría las veces de un trágico deus ex machina; lo que pasa es que el fantasma neoliberal ha expulsado a dios de la máquina.
Todavía hay un aspecto más preocupante en estos acontecimientos catastróficos. Papandreu resultó elegido hace cuatro meses sobre la base de un programa de redistribución y justicia social. Ahora acaba de aceptar un programa que es exactamente lo contrario. Y eso constituye un ataque radical a la política, y la mejor expresión del odio neoliberal a la democracia. El comisario Almunia aconsejó a los políticos y a la opinión pública de Grecia aceptar las medidas propuestas añadiendo una apenas disimulada amenaza reveladora de la asombrosa idolatrización de los mercados y la fingida naturaleza de la impotencia regulatoria. Pues lo cierto es que los mercados podrían especular con éxito contra los bonos griegos, llevando a cotas insostenibles el costo de los empréstitos, sólo porque la UE ha fijado un irrealista límite del 3% para el déficit presupuestario. El resultado es que la UE empuja a Grecia desde un extremo y el mercado, desde el otro. Es una tormenta perfecta, pero movida por mano humana. Los políticos y los eurócratas han aceptado el papel de jugadores de poca monta en una economía de casino que se declara por encima de los procesos políticos.
La violenta pauperización de las masas, la rampante privatización de los servicios públicos a través de la reducción radical del sector estatal, así como la creciente dependencia de los mercados exteriores en el servicio de la deuda, equivale a una pérdida de soberanía tal, que admite comparación con la de un Estado sometido a ocupación extranjera, y trae consigo una amplia reestructuración de los activos nacionales a favor del capital y una grave crisis de legitimación europea.
Los griegos son un pueblo orgulloso. Han sido masivamente sometidos al bombardeo de los medios de comunicación, del gobierno y de académicos adocenadamente sumisos, a fin de hacerles creer culpables de los fallos de un sistema al que nadie ha votado. En Gran Bretaña estamos ya muy acostumbrados a la retórica del TINA ["No-Hay-Alternativa", por sus siglas en inglés; T.]; pero también sabemos que siempre hay una alternativa. La situación por la que atraviesan los griegos les coloca en primera línea de un ataque en toda regla a los principios europeos de democracia, justicia social y solidaridad, principios que, aunque nunca dejaron de ser un poco retóricos, hoy se hallan quebrados por doquiera. Idealmente, lo que el gobierno griego debería hacer es olvidarse de la falsa ortodoxia que convierte a Grecia en una nación tan poco soberana como Irak y llamar a un frente nacional de resistencia frente al bárbaro ataque. Una iniciativa así movilizaría el orgullo y el sentimiento de injusticia de la nación. Apartaría al nacionalismo griego de su patológica evolución reciente hacia el extremismo derechista y xenofóbico y lo acercaría más a la tradición helénica, que es la de la defensa de la democracia. Islandia convocó un referéndum para decidir sobre la devolución de su deuda; lo mismo debería hacer Grecia.
Pero no es probable, porque el partido gobernante está demasiado comprometido con el viejo clientelismo y el neoliberalismo. La falta de una reacción encabezada por el gobierno aumenta los desafíos para la izquierda griega, una de las más fuertes de Europa. La izquierda tiene la responsabilidad histórica de movilizar a la opinión pública griega contra este tsunami de idiocia e injusticia antidemocráticas. Los griegos han demostrado que saben cómo resistir, desde Antígona hasta la Atenas de diciembre de 2008. Los campesinos ya han bloqueado varias rutas en dirección norte y Bulgaria, obligando a Barroso a amenazar con acciones legales. Se han convocado para el próximo mes huelgas de funcionarios públicos y una huelga general.
La izquierda debe ser capaz, además, de movilizar a la opinión pública europea. Si el ataque a las comunidades mineras y a la NUM [Unión Nacional de Mineros, por sus siglas en inglés; T.] resultó en Gran Bretaña emblemático del primer neoliberalismo, el ataque a Grecia representa el comienzo de su segunda fase. Si Grecia cae, no ofrece duda que los mercados pasarán a atacar a España, Portugal, Italia y Gran Bretaña, y la Comisión Europea vestida con la toga de un coro trágico y lavándose las manos como Poncio Pilatos. Lo que está en juego es el futuro de la democracia y de la Europa social; los griegos deben luchar por todos nosotros.
*Costas Douzinas es profesor de ciencias sociales en la Universidad de Birmingham en el Reino Unido.
Traducción para www.sinpermiso.info: Ramona Sedeño
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Los tecnócratas del post-neoliberalismo
Las situaciones de crisis, cambio y experimentación en las cuales nos encontramos actualmente son un terreno abonado para las apuestas a situaciones de todo tipo, y no siempre acertadas o basadas en una optimización de los beneficios sociales. Tal y como expone Will Ferguson en La herencia de Drake (advierto de antemano que es una novela ambientada en la "América Profunda" durante los años 30),"la ética, la moral, todo eso… no es expresión de los hechos, sino de unos sentimientos. No describe al mundo como es, sino únicamente nuestra reacción ante él (…) a mí me parecía que las cosas que se podían medir solían ser precisamente las que no merecía la pena medir".
Este tipo de planteamiento se asemeja al que ya hiciera Sócrates cuando fue preguntado por su negativa a huir tras haber sido condenado. La aplicación de principios mecánicos a procesos cuánticos es también un ajuste complejo. Por eso las debacles socio-económicas dejan un poso de abono para demagogias pero también para estrategias de confusión. "La ciencia describe bien el mundo -prosigue Ferguson-. Hace maravillas con las bolas de billar y los motores de combustión interna (…). Pero las bolas de billar y las represas no son lo que nos impide dormir por la noche".
La búsqueda de una certidumbre lógica llevó en su momento a la economía a pretenderse ciencia desde el punto de vista de exactitud. Con el tiempo se abandonó esa idea como repetidas veces se ha venido diciendo en la última década. Y, sin embargo, asistimos impávidos en el contexto de la actual crisis a diferentes situaciones de experimentación en sociedades diversas. La aplicación de recetarios y fórmulas no elaboradas ad hoc sino siguiendo unas premisas aculturales (perdón por el
neologismo tal vez innecesario) para llevarlas a cabo en algunos países concretos puede acabar resultando un arma terriblemente peligrosa. Fundamentalmente por fomentar la idea de que son los técnicos los que pueden solventar las situaciones alabando modelos de tecnocracia. Como se expone en la novela de Ferguson (piénsese por otra parte el valor que tiene también la narración como explicación mítica de acontecimientos históricos), los modelos tecnocráticos son propios de sistemas no democráticos, que buscan alejar a la población de los resortes de poder. La combinación de factores racionales y emotivos dio lugar a los movimientos totalitarios como el nacionalsocialismo o el fascismo. Movimientos que, como ya expuso Hobsbawn, también Arendt, se basan en una devoción irracional al líder al tiempo que se combina con una actuación hiperracional: el racismo es una actuación lógica según Harford (La lógica oculta de la vida), al igual que la segregación por género, riqueza o procedencia. Lo que no es afín a nuestro entorno vital, que nos asegura la seguridad, la manutención y la supervivencia, es un elemento de la alteridad, y como tal, es racionalmente peligroso.
Este peligro de un nuevo resurgimiento de demagogos racionales que prometan mediante tecnocracia la supervivencia de las sociedades también subsiste en la actuación de los organismos supranacionales no electos democráticamente. Sin querer participar de ciertas declaraciones conspiranoicas, es cierto que los ataques a las monedas y las economías nacionales por parte de organismos no siempre exentos de sospechas de parcialidad, como el FMI, el Banco Mundial, diversos analistas y gestores de fondos e incluso el Financial Times, ha constituido una realidad constante. Se ocultó, por ejemplo, durante buena parte de la era Bush que la economía norteamericana amenazaba con fracturarse, mientras que, en cambio, se vapuleó a la libra esterlina en 2002 hasta niveles que hicieron tambalearse seriamente la economía inglesa. Por ello, ¿qué hay de extraño que se pretenda atacar a las economías de cola en Europa como España, Portugal o Grecia? En el caso de España y Portugal muchos analistas lo toman como un mercado prácticamente unitario debido al alto volumen de inversiones españolas en el "otro país" de la Península Ibérica. Una caída de la economía española arrastraría irremisiblemente a los vecinos atlánticos. Grecia, por el contrario, es un país solitario en un entorno tradicionalmente hostil. La cuestión es que, en uno y otro caso, se trata de modelos socio-económicos de capitalismo paternalista donde el Estado juega un papel de "jerarquizador" horizontal y vertical. Que se atacase, pues, a la Península Ibérica y a Grecia era, desde luego, una estrategia casi previsible.
España, a pesar de tener una endeble estructura económica, posee una red de relaciones empresariales de extraordinaria importancia. Dicho de otro modo, si el mundo fuera una gran ciudad nuestros empresarios serían los "señores del Hampa" más reconocidos, con negocios oscuros, turbios y transparentes de todo tipo, pero señores al fin y al cabo. Los griegos, en cambio, apenas serían unos pocos "pillos" como los definió Merkel en la cumbre para "salvar" la economía griega. No es extraño que, tras los ataques y el viaje de la vicepresidenta Salgado a Londres, Emilio Botín saliera al paso para evitar que las acciones del Santander siguieran cayendo más allá del 15%. Los
griegos, para su desgracia, no tienen ningún Botín, ni ningún Repsol-YPF, ni ACS (la constructora de Florentino Pérez), ni un José Luis Cebrián que acuda con regularidad a los encuentros del Club Bildelberg. Son una economía europea de sistema paternalista, mediterráneos, dependientes en sus relaciones comerciales del resto de potencias, con un tejido empresarial débil y una sociedad civil activa y tendente a movimientos extremos, últimamente anarquistas sobre todo. Se trata, pues, de un país donde los nuevos tecnócratas del nuevo supra-nacionalsocialismo van a experimentar la deconstrucción de un estado aplicando medidas que sus ciudadanos no han aprobado (son la antítesis que lo que llevaba el partido gobernante, de izquierdas, en su programa electoral) y pretendiendo anestesiar la agitación social.
Las pretensiones son claras: Merkel y Sarkozy se reúnen y deciden, sin tener que decir nada a Rodríguez Zapatero, presidente de turno, sobre esta suerte de minicumbre donde sí están Van Rompuy y Durao Barroso. Al tiempo el presidente español trata de salir al paso diciendo que él, y no Europa aunque vaya implícito que quisiera referirse a su presidencia de turno, va a salvar a Grecia, haciendo ver que es a Grecia a quien hay que salvar y no a España. Porque es con los mercados griegos con quien los gestores de la especulación buscan cebarse. El mercado de valores ibérico es mucho más jugoso, pero más complejo de asaltar. No obstante, si la jugada griega sale bien, a costa por supuesto de los griegos, no puede descartarse que se haga con cualquier otro país del llamado "Occidente" en un afán de imponer el post-neoliberalismo. Ya se ha hecho con otros países a los cuales se asfixió mediante informes negativos de organismo internacionales claramente parciales (Argentina, por ejemplo), con el fin de apoderarse de empresas que luego crecieron exponencialmente a pesar de que el país no salía de la situación. Es, desde luego, un futuro poco alentador, donde aquellas bravatas del encuentro de Núremberg, se han mimetizado con las de aquellos que buscan acabar definitivamente con la sociedad para ponerla al servicio del mercado.
Este tipo de planteamiento se asemeja al que ya hiciera Sócrates cuando fue preguntado por su negativa a huir tras haber sido condenado. La aplicación de principios mecánicos a procesos cuánticos es también un ajuste complejo. Por eso las debacles socio-económicas dejan un poso de abono para demagogias pero también para estrategias de confusión. "La ciencia describe bien el mundo -prosigue Ferguson-. Hace maravillas con las bolas de billar y los motores de combustión interna (…). Pero las bolas de billar y las represas no son lo que nos impide dormir por la noche".
La búsqueda de una certidumbre lógica llevó en su momento a la economía a pretenderse ciencia desde el punto de vista de exactitud. Con el tiempo se abandonó esa idea como repetidas veces se ha venido diciendo en la última década. Y, sin embargo, asistimos impávidos en el contexto de la actual crisis a diferentes situaciones de experimentación en sociedades diversas. La aplicación de recetarios y fórmulas no elaboradas ad hoc sino siguiendo unas premisas aculturales (perdón por el
neologismo tal vez innecesario) para llevarlas a cabo en algunos países concretos puede acabar resultando un arma terriblemente peligrosa. Fundamentalmente por fomentar la idea de que son los técnicos los que pueden solventar las situaciones alabando modelos de tecnocracia. Como se expone en la novela de Ferguson (piénsese por otra parte el valor que tiene también la narración como explicación mítica de acontecimientos históricos), los modelos tecnocráticos son propios de sistemas no democráticos, que buscan alejar a la población de los resortes de poder. La combinación de factores racionales y emotivos dio lugar a los movimientos totalitarios como el nacionalsocialismo o el fascismo. Movimientos que, como ya expuso Hobsbawn, también Arendt, se basan en una devoción irracional al líder al tiempo que se combina con una actuación hiperracional: el racismo es una actuación lógica según Harford (La lógica oculta de la vida), al igual que la segregación por género, riqueza o procedencia. Lo que no es afín a nuestro entorno vital, que nos asegura la seguridad, la manutención y la supervivencia, es un elemento de la alteridad, y como tal, es racionalmente peligroso.
Este peligro de un nuevo resurgimiento de demagogos racionales que prometan mediante tecnocracia la supervivencia de las sociedades también subsiste en la actuación de los organismos supranacionales no electos democráticamente. Sin querer participar de ciertas declaraciones conspiranoicas, es cierto que los ataques a las monedas y las economías nacionales por parte de organismos no siempre exentos de sospechas de parcialidad, como el FMI, el Banco Mundial, diversos analistas y gestores de fondos e incluso el Financial Times, ha constituido una realidad constante. Se ocultó, por ejemplo, durante buena parte de la era Bush que la economía norteamericana amenazaba con fracturarse, mientras que, en cambio, se vapuleó a la libra esterlina en 2002 hasta niveles que hicieron tambalearse seriamente la economía inglesa. Por ello, ¿qué hay de extraño que se pretenda atacar a las economías de cola en Europa como España, Portugal o Grecia? En el caso de España y Portugal muchos analistas lo toman como un mercado prácticamente unitario debido al alto volumen de inversiones españolas en el "otro país" de la Península Ibérica. Una caída de la economía española arrastraría irremisiblemente a los vecinos atlánticos. Grecia, por el contrario, es un país solitario en un entorno tradicionalmente hostil. La cuestión es que, en uno y otro caso, se trata de modelos socio-económicos de capitalismo paternalista donde el Estado juega un papel de "jerarquizador" horizontal y vertical. Que se atacase, pues, a la Península Ibérica y a Grecia era, desde luego, una estrategia casi previsible.
España, a pesar de tener una endeble estructura económica, posee una red de relaciones empresariales de extraordinaria importancia. Dicho de otro modo, si el mundo fuera una gran ciudad nuestros empresarios serían los "señores del Hampa" más reconocidos, con negocios oscuros, turbios y transparentes de todo tipo, pero señores al fin y al cabo. Los griegos, en cambio, apenas serían unos pocos "pillos" como los definió Merkel en la cumbre para "salvar" la economía griega. No es extraño que, tras los ataques y el viaje de la vicepresidenta Salgado a Londres, Emilio Botín saliera al paso para evitar que las acciones del Santander siguieran cayendo más allá del 15%. Los
griegos, para su desgracia, no tienen ningún Botín, ni ningún Repsol-YPF, ni ACS (la constructora de Florentino Pérez), ni un José Luis Cebrián que acuda con regularidad a los encuentros del Club Bildelberg. Son una economía europea de sistema paternalista, mediterráneos, dependientes en sus relaciones comerciales del resto de potencias, con un tejido empresarial débil y una sociedad civil activa y tendente a movimientos extremos, últimamente anarquistas sobre todo. Se trata, pues, de un país donde los nuevos tecnócratas del nuevo supra-nacionalsocialismo van a experimentar la deconstrucción de un estado aplicando medidas que sus ciudadanos no han aprobado (son la antítesis que lo que llevaba el partido gobernante, de izquierdas, en su programa electoral) y pretendiendo anestesiar la agitación social.
Las pretensiones son claras: Merkel y Sarkozy se reúnen y deciden, sin tener que decir nada a Rodríguez Zapatero, presidente de turno, sobre esta suerte de minicumbre donde sí están Van Rompuy y Durao Barroso. Al tiempo el presidente español trata de salir al paso diciendo que él, y no Europa aunque vaya implícito que quisiera referirse a su presidencia de turno, va a salvar a Grecia, haciendo ver que es a Grecia a quien hay que salvar y no a España. Porque es con los mercados griegos con quien los gestores de la especulación buscan cebarse. El mercado de valores ibérico es mucho más jugoso, pero más complejo de asaltar. No obstante, si la jugada griega sale bien, a costa por supuesto de los griegos, no puede descartarse que se haga con cualquier otro país del llamado "Occidente" en un afán de imponer el post-neoliberalismo. Ya se ha hecho con otros países a los cuales se asfixió mediante informes negativos de organismo internacionales claramente parciales (Argentina, por ejemplo), con el fin de apoderarse de empresas que luego crecieron exponencialmente a pesar de que el país no salía de la situación. Es, desde luego, un futuro poco alentador, donde aquellas bravatas del encuentro de Núremberg, se han mimetizado con las de aquellos que buscan acabar definitivamente con la sociedad para ponerla al servicio del mercado.
Aarón- Invitado
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Una nueva opinión me llega que puede ayudar a comprender el actual enfrentamiento entre el poder político y el financiero (que me recuerda al tenido hace milenios en la antigua Mesopotamia entre el Palacio y el Templo; o en la Europa medieval y moderna entre el Estado y la Iglesia). dice así:
¿Quiénes y por qué atacan a la economía española, o a la griega? ¿Y qué hacer para evitarlo?
Todo el mundo es consciente de que van a por España, como decía un artículo publicado hace unos días en el diario El País. Dicho de otra manera, eso quiere decir que los mercados atacan a la economía española, que se difunden rumores sobre su debilidad, que salen capitales y, sobre todo, que las agencias de calificación pueden estimar que la capacidad de España para hacer frente a sus compromisos de deuda disminuye, lo que dificultaría la colocación de la deuda española, haciéndola más costosa y quizá impidiendo que pudiera seguir haciendo frente a sus compromisos de pago. Hasta aquí es más o menos lo que cuentan los periódicos y lo que dicen la mayoría de los economistas, pero conviene saber algunas cosas más.
¿Quiénes son los mercados que atacan a la economía española?
Lógicamente, los mercados no son criaturas reales que tengan cuerpo y alma, sentimientos, voz y voluntad. De ninguna manera. Los mercados son en realidad los propietarios de los grandes capitales que operan en ellos: los grandes banqueros y los directivos de los bancos, los grandes inversores, los titulares de los gigantescos fondos de inversión, de pensiones, las grandes multinacionales... Son, por tanto, personas normales concretas, ciudadanos como los demás pero que tienen muchísimo dinero y, por tanto, muchísimo poder. Privilegiados que dominan a los gobiernos y que se superponen a cualquiera de las decisiones que los órganos o instituciones representativos puedan adoptar, y también los que tienen influencia sobre los organismos internacionales. No creo que sea necesario que dé nombres, cualquier persona bien informada sabe con quiénes se han reunido los presidentes de los gobiernos, quiénes van a Davos, los que forman parte de la Trilateral o del Club Bilderberg, los empresarios multimillonarios... A esos me refiero. Son los que controlan no solo sus propios e inmensos recursos financieros sino también el ahorro, en nuestro caso, de los españoles, con el cual atacan a la economía española. Usan nuestro dinero para empobrecernos. Esos son los mercados a quienes los medios de comunicación nunca ponen nombre ni cara. ¿Por qué les preocupa ahora la situación de la economía española? Todos ellos han ganado miles de millones en los últimos años cuando lograron implantar en España, o en otros países, un modelo productivo especulativo gracias a las leyes que fueron aplicando los sucesivos gobiernos. Y, a escala global, difundiendo por todo el planeta e invirtiendo y especulando con activos financieros arriesgadísimos y gracias a la complicidad de las autoridades económicas. Hasta que todo saltó por los aires porque ese modo de ganar dinero es materialmente insostenible. Todos conocemos la historia, sus engaños y fraudes, su extraordinaria irresponsabilidad, su avaricia ilimitada... y lo que después ha sucedido, el colapso financiero y la práctica paralización de la economía mundial porque ésta no puede funcionar sin financiación. Cuando todo estalló, los bancos que habían provocado el desastre y que antes pedían a los gobiernos que se abstuvieran de intervenir en sus negocios, enseguida les pidieron protección y que pusieran sobre la mesa cientos de miles de millones para salvar sus cuentas. Fue tanto el desastre que habían provocado que se hizo necesaria una intervención gigantesca de los gobiernos, que tuvieron que endeudarse hasta las cejas para evitar el colapso global de las economías y la quiebra generalizada del sistema financiero y bancario. Y así, y con avales o préstamos al 1% o incluso a menor interés los bancos centrales han puesto a disposición de la banca mundial cientos de miles de millones de euros para que saliera a flote y reactivara el flujo de crédito a la economía (por cierto, cometiéndose de ese modo, cuando al mismo tiempo negaban unos pocos miles para luchar contra el hambre, uno de los crímenes más horrorosos de la historia humana). Pero en lugar de eso, en lugar de dedicar ese dinero a financiar de nuevo la actividad económica, los bancos se han dedicado a sanear sus balances, bien colocando el mismo dinero que los bancos centrales le daban en depósitos mejor retribuidos allí mismo, o suscribiendo al 3, 4 o 5% la deuda que tenían que emitir los gobiernos para hacer frente a la situación que ellos habían creado, o invirtiendo en nuevas burbujas en los mercados del oro, de las materias primas o del petróleo. Así se ha creado un nuevo y extraordinario negocio para la banca y los especuladores financieros: comprar la deuda que los gobiernos han tenido que emitir para tratar de hacer frente al desaguisado que la propia banca y los especuladores financieros han provocado. Por eso, lo que ahora les preocupa es, sobre todo, que los estados estén en condiciones de hacer frente a esa deuda. Y por eso les quieren imponer condiciones draconianas para que sus recursos se dirijan prioritaria e inexcusablemente a pagarla. Lo mismo que hicieron con los países del tercer mundo en los años ochenta.
¿En qué consiste el ataque a las economías que están haciendo los especuladores?
Los especuladores están actuando de varias formas pero, sobre todo, tratando de mostrar que la economía española es sumamente débil, de modo que aparezca como imprescindible la adopción de medidas orientadas, como acabo de señalar, a garantizar en todo caso el pago de la deuda. Saben que, en realidad, España se encuentra en una situación de dificultad en principio pasajera (aunque eso no quiera decir que no haya otros problemas de fondo muy graves, como he analizado, por ejemplo, en Crisis inmobiliaria, crisis crediticia y recesión económica en España) porque ha tenido que dedicarse a echar agua sobre el fuego que provocaron sus propias irresponsabilidades pero les da igual. Lo que buscan ahora es apuntalar al máximo su nuevo negocio. Lo que están haciendo es un pressing en toda regla y en todos los ámbitos en los que pueden actuar buscando, principalmente, compromisos de recortes en el gasto público, mayor privatización de las pensiones y, en general, más facilidades al sector privado (en donde ellos mismos ganan dinero) para eliminar al máximo las cargas públicas que pudieran distraer recursos del pago de la deuda. Lo que hacen estos grandes, gigantescos inversores es en realidad sembrar la duda, no solo para prevenirse sobre cualquier riesgo de impago sino, además, para lograr que aumenten las primas de riesgo y los tipos a los que el gobierno ha de emitir la deuda y así ganar más dinero todavía. Juegan a crear ellos mismos, gracias a su inmenso poder directo e indirecto a través de académicos, periodistas y medios de comunicación, las condiciones que les resulten siempre más favorables. Todo eso tiene un nombre: extorsión, o chantaje, como ustedes quieran. Y tiene también un resultado seguro: la sumisión de los gobiernos. Unas veces porque así lo aceptan sin más, cuando actúan como sus sicarios. Otras, como le ha ocurrido docenas de veces a gobiernos progresistas o simplemente honestos, sencillamente porque no disponen de poder suficiente para decirle Basta Ya a los banqueros y grandes inversores.
Poder ciudadano
Por eso no es suficiente con criticar a estos últimos gobiernos. Es ingenuo pensar que por el mero hecho de haber ganado unas elecciones se tiene capacidad para hacer frente a quienes detentan el poder monetario. Hay que disponer, además del gobierno, de otro poder, del poder de los ciudadanos y de las ciudadanas. Gobernar sin este último no sirve para nada. O mejor dicho, sirve, como hemos visto tantas veces y estamos viendo ahora en España o en Grecia, para caer derrotado ante los poderosos, para ceder y aceptar todas sus condiciones. Cuando el poder de los ciudadanos y ciudadanas no existe o es insuficiente, como está pasando ahora en Grecia o en España, como ha pasado en tantos otros lugares, el dinero triunfa y siempre obtiene los resultados que he comentado, la reducción de salarios y del gasto público y el desmantelamiento de los servicios colectivos, o lo que es igual, el deterioro de las condiciones de vida de las personas que no tiene fortunas. Por eso es tan necesario generar ese otro poder, el de los hombres y mujeres que amamos la vida y no el dinero, que buscamos la justicia y no la ganancia, que queremos la paz y no la avaricia. Y ser conscientes de que aunque ellos hacen todo lo posible para evitar que nazca, y fusilan, secuestran, mienten, torturan y matan para evitar que se consolide, también es verdad que nosotros perdemos también mucho tiempo y energías en balde. No deberíamos dejarnos derrotar tan fácilmente.
Juan Torres
Catedrático de Economía Aplicada del Departamento de Teoría Económica y Economía Política de la Universidad de Sevilla.
15 Feb 2010
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Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
En el (euro)caos la verdad
La creación de un 'eurocaos'
PAUL KRUGMAN 16/02/2010
Últimamente, las noticias financieras han estado dominadas por crónicas de Grecia y de otros países de la periferia europea. Y con razón.
Pero me ha inquietado la información que se centra casi exclusivamente en las deudas y en los déficit europeos, con lo que da la impresión de que todo se reduce al derroche gubernamental (lo cual le da la razón a nuestros halcones del déficit, que quieren recortar drásticamente el gasto a pesar de enfrentarnos a un paro masivo y ponen a Grecia como ejemplo de lo que pasará si no lo hacemos).
Pero la verdad es que la falta de disciplina fiscal no es la única, ni la principal, fuente de problemas de Europa, ni siquiera en Grecia, cuyo Gobierno, efectivamente, sí ha sido irresponsable (y ocultó su irresponsabilidad con contabilidad creativa).
No, la verdadera historia que está detrás del eurocaos no se basa en el despilfarro de los políticos, sino en la arrogancia de las élites; concretamente, las élites políticas que instaron a Europa a adoptar una moneda única mucho antes de que el continente estuviera preparado para un experimento de este tipo.
Fijémonos en el caso de España, que en vísperas de la crisis parecía ser un ciudadano fiscal modelo. Sus deudas eran bajas: un 43% del PIB en 2007, en comparación con el 66% de Alemania. Tenía superávit presupuestario. Y su regulación bancaria era ejemplar.
Pero con su clima cálido y sus playas, España era también la Florida de Europa y, al igual que Florida, experimentó un enorme auge inmobiliario. La financiación de este boom provenía principalmente del extranjero: hubo entradas gigantescas de capital procedentes del resto de Europa, en especial de Alemania.
La consecuencia fue un crecimiento rápido combinado con una inflación significativa: entre 2000 y 2008, los precios de bienes y servicios producidos en España aumentaron un 35%, en comparación con un incremento de sólo un 10% en Alemania. Debido a la subida de los costes, las exportaciones españolas fueron perdiendo competitividad, pero la creación de empleo siguió siendo fuerte gracias al boom inmobiliario.
Y entonces estalló la burbuja. El paro en España experimentó un drástico repunte, y el presupuesto incurrió en un profundo déficit. Pero la avalancha de números rojos -que estuvo provocada en parte por la forma en que la depresión redujo los ingresos y en parte por el gasto de emergencia para limitar los costes humanos de la depresión- fue una consecuencia, no la causa, de los problemas de España.
Y no hay mucho que el Gobierno español pueda hacer para mejorar las cosas. El principal problema económico del país es que los costes y los precios se han desmarcado de los del resto de Europa. Si España siguiera teniendo su antigua moneda, la peseta, podría remediar rápidamente el problema con una devaluación (por ejemplo, reduciendo el valor de la peseta un 20% con respecto a otras divisas europeas). Pero España ya no tiene su propio dinero, lo que implica que sólo puede recuperar su competitividad mediante un lento y doloroso proceso de deflación.
Ahora bien, si España fuera un estado de Estados Unidos y no un país europeo, la situación no sería tan mala. En primer lugar, los costes y los precios no se habrían desmadrado tanto: Florida, que, entre otras cosas, podía atraer libremente a trabajadores de otros estados y mantener bajos los costes de la mano de obra, nunca experimentó nada remotamente parecido a la inflación relativa de España. Y en segundo lugar, España recibiría una gran cantidad de apoyo automático en la crisis: el sector inmobiliario de Florida ha pasado de la expansión a la recesión, pero Washington sigue enviando los cheques de la Seguridad Social y del Medicare.
Pero España no es un estado de Estados Unidos y, por tanto, está metida en un buen lío. Grecia, naturalmente, está en un lío aún peor, porque los griegos, a diferencia de los españoles, fueron realmente irresponsables desde el punto de vista fiscal. No obstante, Grecia tiene una economía pequeña, cuyos problemas importan principalmente porque se están extendiendo a otras economías mucho más grandes, como la de España. Así que el origen de la crisis es la inflexibilidad del euro, y no el gasto financiado con el déficit.
Nada de esto debería extrañarnos demasiado. Mucho antes de que naciera el euro, los economistas advertían de que Europa no estaba preparada para una moneda única. Pero se hizo caso omiso de estas advertencias y se produjo la crisis .
¿Y ahora qué? La disolución del euro es prácticamente impensable, por meros motivos prácticos. Como dice Barry Eichengreen de Berkeley, un intento de reintroducir una moneda nacional desencadenaría "la madre de todas las crisis financieras". Así que no hay marcha atrás: para hacer que el euro funcione, Europa tiene que avanzar mucho más en la unión política, para que los países europeos empiecen a funcionar más como estados de Estados Unidos.
Pero eso no va a suceder de hoy para mañana. Lo que veremos probablemente a lo largo de los próximos años es un doloroso proceso de remiendos: rescates acompañados de exigencias de una austeridad despiadada, y todo con un trasfondo de desempleo muy elevado, perpetuado por la dolorosa deflación que ya he mencionado.
Es un panorama feo. Pero es importante entender la naturaleza del fatal fallo de Europa. Sí, algunos Gobiernos han sido irresponsables; pero el problema básico ha sido el orgullo desmedido, la arrogante idea de que Europa podía hacer que funcionara una moneda única a pesar de los fuertes motivos que había para creer que no estaba preparada.
Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. 2010 New York Times News Service. Traducción de News Clips.[/b]. Traducción de News Clips.Clips.
PAUL KRUGMAN 16/02/2010
Últimamente, las noticias financieras han estado dominadas por crónicas de Grecia y de otros países de la periferia europea. Y con razón.
Pero me ha inquietado la información que se centra casi exclusivamente en las deudas y en los déficit europeos, con lo que da la impresión de que todo se reduce al derroche gubernamental (lo cual le da la razón a nuestros halcones del déficit, que quieren recortar drásticamente el gasto a pesar de enfrentarnos a un paro masivo y ponen a Grecia como ejemplo de lo que pasará si no lo hacemos).
Pero la verdad es que la falta de disciplina fiscal no es la única, ni la principal, fuente de problemas de Europa, ni siquiera en Grecia, cuyo Gobierno, efectivamente, sí ha sido irresponsable (y ocultó su irresponsabilidad con contabilidad creativa).
No, la verdadera historia que está detrás del eurocaos no se basa en el despilfarro de los políticos, sino en la arrogancia de las élites; concretamente, las élites políticas que instaron a Europa a adoptar una moneda única mucho antes de que el continente estuviera preparado para un experimento de este tipo.
Fijémonos en el caso de España, que en vísperas de la crisis parecía ser un ciudadano fiscal modelo. Sus deudas eran bajas: un 43% del PIB en 2007, en comparación con el 66% de Alemania. Tenía superávit presupuestario. Y su regulación bancaria era ejemplar.
Pero con su clima cálido y sus playas, España era también la Florida de Europa y, al igual que Florida, experimentó un enorme auge inmobiliario. La financiación de este boom provenía principalmente del extranjero: hubo entradas gigantescas de capital procedentes del resto de Europa, en especial de Alemania.
La consecuencia fue un crecimiento rápido combinado con una inflación significativa: entre 2000 y 2008, los precios de bienes y servicios producidos en España aumentaron un 35%, en comparación con un incremento de sólo un 10% en Alemania. Debido a la subida de los costes, las exportaciones españolas fueron perdiendo competitividad, pero la creación de empleo siguió siendo fuerte gracias al boom inmobiliario.
Y entonces estalló la burbuja. El paro en España experimentó un drástico repunte, y el presupuesto incurrió en un profundo déficit. Pero la avalancha de números rojos -que estuvo provocada en parte por la forma en que la depresión redujo los ingresos y en parte por el gasto de emergencia para limitar los costes humanos de la depresión- fue una consecuencia, no la causa, de los problemas de España.
Y no hay mucho que el Gobierno español pueda hacer para mejorar las cosas. El principal problema económico del país es que los costes y los precios se han desmarcado de los del resto de Europa. Si España siguiera teniendo su antigua moneda, la peseta, podría remediar rápidamente el problema con una devaluación (por ejemplo, reduciendo el valor de la peseta un 20% con respecto a otras divisas europeas). Pero España ya no tiene su propio dinero, lo que implica que sólo puede recuperar su competitividad mediante un lento y doloroso proceso de deflación.
Ahora bien, si España fuera un estado de Estados Unidos y no un país europeo, la situación no sería tan mala. En primer lugar, los costes y los precios no se habrían desmadrado tanto: Florida, que, entre otras cosas, podía atraer libremente a trabajadores de otros estados y mantener bajos los costes de la mano de obra, nunca experimentó nada remotamente parecido a la inflación relativa de España. Y en segundo lugar, España recibiría una gran cantidad de apoyo automático en la crisis: el sector inmobiliario de Florida ha pasado de la expansión a la recesión, pero Washington sigue enviando los cheques de la Seguridad Social y del Medicare.
Pero España no es un estado de Estados Unidos y, por tanto, está metida en un buen lío. Grecia, naturalmente, está en un lío aún peor, porque los griegos, a diferencia de los españoles, fueron realmente irresponsables desde el punto de vista fiscal. No obstante, Grecia tiene una economía pequeña, cuyos problemas importan principalmente porque se están extendiendo a otras economías mucho más grandes, como la de España. Así que el origen de la crisis es la inflexibilidad del euro, y no el gasto financiado con el déficit.
Nada de esto debería extrañarnos demasiado. Mucho antes de que naciera el euro, los economistas advertían de que Europa no estaba preparada para una moneda única. Pero se hizo caso omiso de estas advertencias y se produjo la crisis .
¿Y ahora qué? La disolución del euro es prácticamente impensable, por meros motivos prácticos. Como dice Barry Eichengreen de Berkeley, un intento de reintroducir una moneda nacional desencadenaría "la madre de todas las crisis financieras". Así que no hay marcha atrás: para hacer que el euro funcione, Europa tiene que avanzar mucho más en la unión política, para que los países europeos empiecen a funcionar más como estados de Estados Unidos.
Pero eso no va a suceder de hoy para mañana. Lo que veremos probablemente a lo largo de los próximos años es un doloroso proceso de remiendos: rescates acompañados de exigencias de una austeridad despiadada, y todo con un trasfondo de desempleo muy elevado, perpetuado por la dolorosa deflación que ya he mencionado.
Es un panorama feo. Pero es importante entender la naturaleza del fatal fallo de Europa. Sí, algunos Gobiernos han sido irresponsables; pero el problema básico ha sido el orgullo desmedido, la arrogante idea de que Europa podía hacer que funcionara una moneda única a pesar de los fuertes motivos que había para creer que no estaba preparada.
Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. 2010 New York Times News Service. Traducción de News Clips.[/b]. Traducción de News Clips.Clips.
Aarón- Invitado
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
2010, el año del 'crash'
Lo ocurrido desde 2008, en España y a escala mundial, es sólo la antesala de la crisis sistémica que estallará a partir del próximo verano. El crédito se restringirá, el consumo disminuirá y el paro subirá
SANTIAGO NIÑO BECERRA
El País 16/02/2010
El mensaje oficial -en todas las economías, en todos los países- en este año que comienza es "Ya ha pasado lo peor; ahora a crecer de nuevo". Finalmente, la mayoría ha admitido que lo vivido en estos dos últimos años ha sido terrible, y lo sucedido en el primer semestre del 2009, lo más duro desde la Gran Depresión. Bien, como explico en mi libro El crash del 2010, lo sucedido es sólo la antesala de lo que está por llegar, lo sucedido ha sido la precrisis de la crisis sistémica que, entiendo, estallará a mediados del año en curso.
Crisis financiera mundial
El BCE pondrá fin al acceso fácil y barato a su dinero para las entidades financieras
La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, la recaudación de los Estados
De entrada, una matización. Quienes han sido más realistas hasta ahora comparan lo acontecido desde mediados del 2008 con lo sucedido desde mediados de 1929 y, a partir de ahí, realizan sus análisis; yo pienso, en cambio, que la secuencia comienza antes: en 1923 (en el crash de entonces) y en 2003 (en el crash actual). En efecto, un repaso de la evolución del PIB de las principales economías en ambos periodos de tiempo muestra similitudes sorprendentes; la diferencia estriba en las decisiones entonces adoptadas y en las que ahora se han adoptado. Sin embargo, el final será idéntico: una crisis sistémica fruto del agotamiento de un modo de hacer que dará origen a un nuevo modo de funcionamiento. Puede sonar misterioso, pero, en el fondo, es algo muy técnico. El año 2010 constituye la frontera.
Y en 2010 es cuando verdaderamente se producirá el inicio de los problemas. De entrada, será a lo largo de los próximos meses cuando el Banco Central Europeo (BCE) pondrá fin al acceso fácil (y barato) a su dinero para las entidades financieras, lo que significará, entre otras cosas, el final de una forma fácil (y barata) de negocio: pedírselo prestado al BCE al 1% e invertirlo en Deuda Pública al 3%.
Para las empresas, el 2010 supondrá unas mayores dificultades (mucho mayores) a la hora de obtener financiación, debido a una creciente percepción de impago posible por parte de las agencias de calificación y de las propias entidades financieras, lo que les llevará a restringir el crédito en cualquiera de sus formas. (Evidentemente, lo dicho en el punto anterior influirá en estas mayores dificultades de financiación, ya que hará más caro a las entidades financieras la obtención de fondos).
Tampoco podrá extenderse más allá del 2010 la ficción en la que han vivido (porque así lo consideraron conveniente) los reguladores financieros: la aceptación como buenos de gran número de activos que un análisis exigente hubiese demostrado inaceptables (¿estamos hablando de 600.000 millones de euros?, ¿más?); una ficción que ha permitido posponer el crash unos meses, pero cuya afloración tendrá consecuencias. Si a esto añadimos la propia deuda de las entidades financieras (410.000 millones de euros es la que las españolas deberán atender entre 2010 y 2012), el panorama de estas entidades es, como poco, muy preocupante. Volveremos sobre el sistema financiero.
A lo largo de 2010, esas menores o más difíciles posibilidades de financiación para las empresas se traducirán en una ocupación decreciente, es decir, en un desempleo al alza. A ello contribuirán las restricciones en el consumo de todo tipo de bienes y servicios debidas al aumento del paro y al colapso de la capacidad de endeudamiento de las familias, y ello, tanto a nivel nacional como internacional, demostrará la imposibilidad de que las exportaciones se conviertan en la solución de todos los problemas, como así pretenden todos los Gobiernos de todos los países. En consecuencia, el peligro de la tan temida inflación puede darse por conculcado debido a que el consumo se derrumbará, lo que aleja la posibilidad de alzas significativas en los tipos de interés.
¿La consecuencia más inmediata de lo anterior? Rentas decrecientes por congelaciones salariales y por reducción de los beneficios empresariales, y rentas medias a la baja debido al aumento del desempleo y a la caída de la actividad económica, lo que se traducirá en caídas de los pluses y de los bonus pagados por las empresas. La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, lo hará la recaudación de los Estados, tanto por lo que respecta a la imposición indirecta como a la directa. La salida natural a un decorado como el descrito es hacia la economía sumergida (y mucho más en casos como el español, debido al reducido valor añadido de los bienes fabricados).
En 2010 también se asistirá al fin de lo que verdaderamente ha posibilitado la recuperación habida en el segundo semestre del 2009: los estímulos, las ayudas y las inyecciones directas e indirectas, aunque generalizadas, aplicados por los gobiernos.
Su final se producirá por el hecho de que la propia capacidad de endeudamiento de los Estados (al menos en su forma actual) ha llegado a su fin (el caso de Grecia ha sido la primera manifestación). Pero el final de esos estímulos tendrá consecuencias: dejarán de ser factibles tareas realizadas al calor del Gasto Público y dejarán de ser sostenibles realidades creadas al abrigo de avales y garantías estatales.
Durante el año 2010, y vinculado con lo anterior, los Estados deberán ir realizando aquellos ajustes presupuestarios más imperativos; menos, entiendo, por el lado del aumento de ingresos como por el del decremento de gastos, es decir, no tanto incrementando las figuras impositivas como reduciendo el Gasto Público. El objetivo será doble: disminuir sus déficit y conseguir una mejor aceptación (al menor coste posible) de la Deuda Pública que tales Estados van a tener que continuar emitiendo. También estas medidas tendrán consecuencias.
En septiembre del 2007 se manifestó, con el estallido de la crisis de las subprime, que el modo de crecimiento que la economía mundial mantuvo hasta entonces había llegado a su agotamiento (por eso, pienso, nadie es culpable: o se hacía lo que se hizo o no se crecía en la medida en que se deseaba crecer). Las políticas desplegadas por los Estados, así como las coordinaciones financieras más o menos efectivas de los Bancos Centrales y de las instituciones internacionales han permitido alargar la situación más de dos años a un coste enorme: enormes déficit, cierto, pero lo peor es que sólo para llegar más tarde a un punto muerto.
En 2010, pienso, todas estas carencias serán puestas sobre la mesa, dando comienzo a una crisis larga y profunda muy semejante a la Gran Depresión, aunque con el handicap de que la salida será muy distinta a la que se produjo en 1950.
¿España? Le irá todo peor que a la mayoría debido a su particular modo de hacer las cosas: actividades intensivas en factor trabajo, generadoras de bajo valor añadido y proporcionalmente más dependientes que otras del exterior y del crédito. Para 2010 estimo que el PIB español experimentará una tasa de variación de entre el -4,4% y el -4,2%. Y nuestra tasa de desempleo se situará entre el 22,0% y el 23,0% de la población activa, y ello sin considerar ni el desempleo encubierto ni el subempleo. Una joya de año, vamos (y será el principio).
Santiago Niño Becerra es catedrático de Estructura Económica en la Facultad de Economía IQS de la Universidad Ramon Llull.
]http://www.elpais.com/articulo/opinion/2010/ano/crash/elpepiopi/20100216elpepiopi_12/Tes
Este artículo me ha sido remitido por José María, y pienso que también es interesante para señalar el escenario en el que se mueve la disputa entre los poderes político y financiero.
Lo ocurrido desde 2008, en España y a escala mundial, es sólo la antesala de la crisis sistémica que estallará a partir del próximo verano. El crédito se restringirá, el consumo disminuirá y el paro subirá
SANTIAGO NIÑO BECERRA
El País 16/02/2010
El mensaje oficial -en todas las economías, en todos los países- en este año que comienza es "Ya ha pasado lo peor; ahora a crecer de nuevo". Finalmente, la mayoría ha admitido que lo vivido en estos dos últimos años ha sido terrible, y lo sucedido en el primer semestre del 2009, lo más duro desde la Gran Depresión. Bien, como explico en mi libro El crash del 2010, lo sucedido es sólo la antesala de lo que está por llegar, lo sucedido ha sido la precrisis de la crisis sistémica que, entiendo, estallará a mediados del año en curso.
Crisis financiera mundial
El BCE pondrá fin al acceso fácil y barato a su dinero para las entidades financieras
La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, la recaudación de los Estados
De entrada, una matización. Quienes han sido más realistas hasta ahora comparan lo acontecido desde mediados del 2008 con lo sucedido desde mediados de 1929 y, a partir de ahí, realizan sus análisis; yo pienso, en cambio, que la secuencia comienza antes: en 1923 (en el crash de entonces) y en 2003 (en el crash actual). En efecto, un repaso de la evolución del PIB de las principales economías en ambos periodos de tiempo muestra similitudes sorprendentes; la diferencia estriba en las decisiones entonces adoptadas y en las que ahora se han adoptado. Sin embargo, el final será idéntico: una crisis sistémica fruto del agotamiento de un modo de hacer que dará origen a un nuevo modo de funcionamiento. Puede sonar misterioso, pero, en el fondo, es algo muy técnico. El año 2010 constituye la frontera.
Y en 2010 es cuando verdaderamente se producirá el inicio de los problemas. De entrada, será a lo largo de los próximos meses cuando el Banco Central Europeo (BCE) pondrá fin al acceso fácil (y barato) a su dinero para las entidades financieras, lo que significará, entre otras cosas, el final de una forma fácil (y barata) de negocio: pedírselo prestado al BCE al 1% e invertirlo en Deuda Pública al 3%.
Para las empresas, el 2010 supondrá unas mayores dificultades (mucho mayores) a la hora de obtener financiación, debido a una creciente percepción de impago posible por parte de las agencias de calificación y de las propias entidades financieras, lo que les llevará a restringir el crédito en cualquiera de sus formas. (Evidentemente, lo dicho en el punto anterior influirá en estas mayores dificultades de financiación, ya que hará más caro a las entidades financieras la obtención de fondos).
Tampoco podrá extenderse más allá del 2010 la ficción en la que han vivido (porque así lo consideraron conveniente) los reguladores financieros: la aceptación como buenos de gran número de activos que un análisis exigente hubiese demostrado inaceptables (¿estamos hablando de 600.000 millones de euros?, ¿más?); una ficción que ha permitido posponer el crash unos meses, pero cuya afloración tendrá consecuencias. Si a esto añadimos la propia deuda de las entidades financieras (410.000 millones de euros es la que las españolas deberán atender entre 2010 y 2012), el panorama de estas entidades es, como poco, muy preocupante. Volveremos sobre el sistema financiero.
A lo largo de 2010, esas menores o más difíciles posibilidades de financiación para las empresas se traducirán en una ocupación decreciente, es decir, en un desempleo al alza. A ello contribuirán las restricciones en el consumo de todo tipo de bienes y servicios debidas al aumento del paro y al colapso de la capacidad de endeudamiento de las familias, y ello, tanto a nivel nacional como internacional, demostrará la imposibilidad de que las exportaciones se conviertan en la solución de todos los problemas, como así pretenden todos los Gobiernos de todos los países. En consecuencia, el peligro de la tan temida inflación puede darse por conculcado debido a que el consumo se derrumbará, lo que aleja la posibilidad de alzas significativas en los tipos de interés.
¿La consecuencia más inmediata de lo anterior? Rentas decrecientes por congelaciones salariales y por reducción de los beneficios empresariales, y rentas medias a la baja debido al aumento del desempleo y a la caída de la actividad económica, lo que se traducirá en caídas de los pluses y de los bonus pagados por las empresas. La capacidad de consumo descenderá, y, a la vez, lo hará la recaudación de los Estados, tanto por lo que respecta a la imposición indirecta como a la directa. La salida natural a un decorado como el descrito es hacia la economía sumergida (y mucho más en casos como el español, debido al reducido valor añadido de los bienes fabricados).
En 2010 también se asistirá al fin de lo que verdaderamente ha posibilitado la recuperación habida en el segundo semestre del 2009: los estímulos, las ayudas y las inyecciones directas e indirectas, aunque generalizadas, aplicados por los gobiernos.
Su final se producirá por el hecho de que la propia capacidad de endeudamiento de los Estados (al menos en su forma actual) ha llegado a su fin (el caso de Grecia ha sido la primera manifestación). Pero el final de esos estímulos tendrá consecuencias: dejarán de ser factibles tareas realizadas al calor del Gasto Público y dejarán de ser sostenibles realidades creadas al abrigo de avales y garantías estatales.
Durante el año 2010, y vinculado con lo anterior, los Estados deberán ir realizando aquellos ajustes presupuestarios más imperativos; menos, entiendo, por el lado del aumento de ingresos como por el del decremento de gastos, es decir, no tanto incrementando las figuras impositivas como reduciendo el Gasto Público. El objetivo será doble: disminuir sus déficit y conseguir una mejor aceptación (al menor coste posible) de la Deuda Pública que tales Estados van a tener que continuar emitiendo. También estas medidas tendrán consecuencias.
En septiembre del 2007 se manifestó, con el estallido de la crisis de las subprime, que el modo de crecimiento que la economía mundial mantuvo hasta entonces había llegado a su agotamiento (por eso, pienso, nadie es culpable: o se hacía lo que se hizo o no se crecía en la medida en que se deseaba crecer). Las políticas desplegadas por los Estados, así como las coordinaciones financieras más o menos efectivas de los Bancos Centrales y de las instituciones internacionales han permitido alargar la situación más de dos años a un coste enorme: enormes déficit, cierto, pero lo peor es que sólo para llegar más tarde a un punto muerto.
En 2010, pienso, todas estas carencias serán puestas sobre la mesa, dando comienzo a una crisis larga y profunda muy semejante a la Gran Depresión, aunque con el handicap de que la salida será muy distinta a la que se produjo en 1950.
¿España? Le irá todo peor que a la mayoría debido a su particular modo de hacer las cosas: actividades intensivas en factor trabajo, generadoras de bajo valor añadido y proporcionalmente más dependientes que otras del exterior y del crédito. Para 2010 estimo que el PIB español experimentará una tasa de variación de entre el -4,4% y el -4,2%. Y nuestra tasa de desempleo se situará entre el 22,0% y el 23,0% de la población activa, y ello sin considerar ni el desempleo encubierto ni el subempleo. Una joya de año, vamos (y será el principio).
Santiago Niño Becerra es catedrático de Estructura Económica en la Facultad de Economía IQS de la Universidad Ramon Llull.
]http://www.elpais.com/articulo/opinion/2010/ano/crash/elpepiopi/20100216elpepiopi_12/Tes
Este artículo me ha sido remitido por José María, y pienso que también es interesante para señalar el escenario en el que se mueve la disputa entre los poderes político y financiero.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Como es bueno estar informado para hacerse una idea lo más racional posible de una situación, en relación con lo que aquí se viene tratando entiendo que puede ser interesante conocerr
¿Quiénes son los dueños de la deuda española?
Los chinos se han hecho con casi un 20% de las emisiones de nuestro país durante la pasada década
MARIO S. GUILLÉN
ABC, 18-02-10
En el debate parlamentario de ayer, José Luis Rodríguez Zapatero mostró mucha insistencia en que todos los agentes políticos y económicos deben remar en la misma dirección a la hora de loar las bondades de la deuda pública española y la solvencia del país. El presidente pidió al Partido Popular que, «aunque sea sólo para este tema», no critique ni intente desestabilizar al Gobierno vertiendo dudas sobre la calidad de la deuda española. La emisión de deuda a precios razonables es en este momento esencial para los planes de ajuste, y los episodios de hace dos semanas (críticas de los medios de comunicación extranjeros y desplome de la Bolsa española) han metido mucho miedo en el Gobierno, que busca ahora desesperadamente recuperar la credibilidad perdida.
Pero, ¿quiénes son los tenedores de deuda española a los que es preciso tranquilizar? Los datos del Tesoro Público establecen cómo, a diciembre de 2009, poco más del 25% de toda la deuda pública emitida pertenecía a inversores franceses, un porcentaje que se lleva manteniendo alto tradicionalmente, ya que en 2000 ya suponía el 21% del total de deuda española en manos extranjeras. El inversor francés es imprescindible para el Tesoro español, y por ello el secretario de Estado de Economía José Manuel Campa viajó a París tras el «road show» del lunes en Londres.
Después de los galos, el segundo tenedor extranjero de deuda española es China. Sorprende, ya que el país asiático (que en las estadísticas del Tesoro se encuadra en «Asia, África y otros») tenía una presencia casi inexistente en 2000. Pero ahora es un 18% lo que posee este subgrupo, gracias al aumento espectacular del gigante asiático, que merecerá un apartado aparte a partir de ahora para el Tesoro español.
Soprendentemente, el Reino Unido, el país de cuyos medios han salido las críticas más gruesas a la economía española (a través de «The Economist» y «Financial Times»), no es un importante poseedor de deuda pública española, al menos no más que Japón (9%), Alemania (7%), Italia (6%) y el Benelux (15% entre los tres países), además de la consabida Francia. El país británico forma parte del epígrafe «resto de la UE» y apenas suman entre todos un 12% del total, por lo que su poder se lo confiere más la influencia de sus medios y la fortaleza de su «City» que el hecho de que sean grandes inversores en deuda española.
Los que más tienen deuda, los bancos centrales
Por último, la tipología del inversor internacional es muy variada, ya que no todos son inversores profesionales o fondos de inversión (como algunos de los que visitó Salgado la pasada semana en Londres). Según los datos del Tesoro, un 17% de los tenedores extranjeros de bonos españoles son fondos de inversión (los mismos que ha criticado el Gobierno tras los vaivenes bursátiles), por un 33% que son bancos centrales y un 28% que son particulares y empresas. Las entidades financieras internacionales, por su parte, tienen un 16% de la deuda pública española en manos foráneas. Por ello, para tenerlos contentos a todos y sobre todo confiados en nuestro país, Zapatero pidió prudencia.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
El diario ABC publica hoy (27/02/2010) la siguiente noticia, referente al tema aquí expuesto:
Fondos de alto riesgo acordaron a principios de febrero atacar juntos al euro
Un euro débil, ¿medicina económica para Europa?
O España se remanga o se hunde, avisa «The Wall Street Journal»
EFE | NUEVA YORK
Algunos de los mayores fondos de inversión de alto riesgo, los conocidos como «hedge funds», han decidido apostar contra el euro mientras crecen las dudas sobre la solvencia de Grecia, según informa el diario «Wall Street Journal» en su edición de este viernes.
Los responsables de las principales entidades de ese tipo, como SAC Capital Advisors o Soros Fund Management, de George Soros, se reunieron, según ese periódico, a principios de febrero en Nueva York para abordar una postura común en contra del euro y se mostraron confiados en que la divisa europea podría caer hasta conseguir la paridad con el dólar.
El diario detalla que en la reunión, celebrada en forma de una cena privada, los titanes de los «hedge funds» debatieron sobre inversiones relacionadas con la actual crisis europea y subrayaron cómo el euro ha perdido el 10% desde noviembre por las preocupaciones surgidas ante la situación económica de Grecia.
Algunos de los responsables de esos fondos, como el directivo de SAC Capital Aaron Cowen, aseguraron que, sea cual sea el desenlace de la crisis griega, ésta llevará con seguridad al euro a perder terreno ante el dólar, por lo que la tendencia a seguir sería una fuerte apuesta en contra de la moneda comunitaria.
"Esta es una oportunidad para ganar mucho dinero", aseguró al «Wall Street Journal» Hans Hufschmid, un antiguo ejecutivo de Salomon Brothers y actual directivo del «hedge fund» GlobeOp Financial Services.
Presión a la UE
El diario neoyorquino, que recuerda cómo el euro se cambiaba a 1,51 dólares en diciembre y ahora se encuentra alrededor de 1,35 dólares, explica así que la apuesta común a favor de la depreciación del euro llevaría a los fondos de inversión de alto riesgo a conseguir grandes ganancias.
"Un euro llegando a cambiarse a un dólar podría representar una gran rentabilidad", destaca el rotativo, que recuerda que es "imposible" averiguar cuál será el resultado de esta operación común, pero que asegura que "han añadido presión a la tendencia vendedora sobre el euro y así presión también a la Unión Europea para que solvente la crisis en Grecia".
El «Wall Street Journal» recuerda cómo George Soros llevó a cabo una operación similar en 1992 en contra de la libra esterlina que supuso un beneficio de mil millones de dólares para los inversores cuando se hundió la moneda británica. Los fondos de inversión de alto riesgo celebran reuniones similares con asiduidad para acordar posturas de las que se puedan beneficiar mutuamente y, según detalla el diario, en 2008 se llevó a cabo una en la que se apostó por ir en contra de los valores de Lehman Brothers, algo que aceleró su desplome poco después.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Es ahora Mª Cruz Marín la que me envía un artículo publicado por Carlos Marín Ronco que merece la pena ser leído ahora cuando especuladores privados y estados entran en liza por el problema suscitado por el gobierno griego y su descomunal deuda, así como por los engaños utilizados por éste para entrar en la llamada Unión Europea, que ha ido poco más allá de los asuntos económicos del mercado, sin ni siquiera producir una indispensable unificación fiscal: moneda única y fiscalidad múltiple de los estados. Dice así:
¿Goldman = Spectra?
¿Se acuerdan de Spectra, la organización criminal dis­puesta a dominar el mun­do en las películas de James Bond? Dicen que la realidad su­pera a la ficción. En cualquier ca­so, existe en la actualidad una organización que es capaz de las mayores y más osadas operacio­nes contra la sociedad ¡y de ma­nera legal! No hacen esas opera­ciones por dinero, las hacen por mucho, muchísimo dinero. Este año sus directivos han anunciado, sin ningún complejo, que se van a repartir 10.000 millones de dólares en sobresueldos. Al con­trario que Spectra, no están interesados en tomar el poder. Esto no forma parte de su modelo de negocio, les basta con dictarle al Poder lo que tiene que hacer.
Si un ciudadano curioso inves­tiga la historia de las mayores vi­llanías que el poder financiero ha infligido a los ciudadanos a lo lar­go de los últimos cien años, hay una constante, un nombre que siempre aparece agazapado: The Goldman Sachs Group, Inc. The Goldman Sachs Group, Inc. fue fundada en 1883 por Marcus Goldman, un emigrante judío-alemán, en la ciudad de Nueva York. Su primera aparición, gran aparición, en la histo­ria del capitalismo, data de 1928, cuando se crea un fondo, el Gold­man Sachs Trading Funds, con el objetivo de aprovechar la burbuja en el mercado de acciones que de­sembocó en el gran crash de 1929.
¿Se acuerdan de la gran burbu­ja de las infames 'punto.com' al final de los 90? Sí, Goldman es­taba allí, en la primera de la fila. Y cuando la espectacular subida, es­peculativa, de las materias primas (petróleo, metales, cereales...) en los primeros años del 2000, Goldman Sachs -pueden estar se­guros- se forró. Y, por supuesto, las hipotecas-basura. ¿Quien ganó lo que el resto perdió? Cómo no, los amigos de Goldman. Y no só­lo vendieron cientos de miles de millones en activos tóxicos, sino que, además, apostaron especula­tivamente contra ellos. Es como si Renault te vende un coche y luego apuesta a que te van a fallar los frenos. Pero ahí no queda la cosa. ¿Saben quién estaba al otro lado de la apuesta? La famosa AIG, la mayor aseguradora del mundo. ¿Y qué pasó cuando no pudieron ha­cer frente a los 80.000 millones de dólares que debían a Golmand? ¿Saben quién pagó el pato? El Gobierno americano, es decir, los contribuyentes. ¿Y quien autorizó el pago? Henry Merritt 'HankPaulson, secretario del Tesoro con Bush. ¿A que no adivinan qué em­presa había dirigido justo antes de ser secretario? Lo crean o no, Goldman Sachs.
En las últimas semanas ha sal­tado en la prensa la escandalosa situación financiera del Estado griego, que durante años ocultó la verdadera situación de la deu­da. Por supuesto, los chicos de Goldman no se iban a perder la fiesta griega. Se ha sabido que ga­naron cientos de millones diseñando una vergonzosa operación de ingeniería financiera. Hicie­ron pasar una operación de crédi­to por una de intercambio de di­visas (cross-currency swap), sólo que el tipo de cambio estaba ma­nipulado para pagar los intereses sobre el crédito, un truco muy viejo que ya practicaban los Me­dici en la Italia renacentista, pero que permitió a Grecia ocultar su deuda y pasar los criterios de Maastricht. Por supuesto, Goldman no hizo nada ilegal, solamente criminal: metieron en un impre­sionante lío financiero a los grie­gos, ganaron mucho dinero, y hace tiempo que vendieron su par­ticipación en el negocio y se fue­ron. El Parlamento británico se dispone a interrogar a los directi­vos sobre el asunto, lo que será simplemente una nueva oportu­nidad para Goldman de reírse en la cara de la democracia y demos­trar quién manda realmente.
Hace unos días, un periodista preguntó a la vicepresidenta española Salgado si Goldman le había ofrecido una operación de cross -currency swap. "No", contestó, "pero si lo hubiesen hecho habríamos dicho que no".
Veremos.
¿Goldman = Spectra?
¿Se acuerdan de Spectra, la organización criminal dis­puesta a dominar el mun­do en las películas de James Bond? Dicen que la realidad su­pera a la ficción. En cualquier ca­so, existe en la actualidad una organización que es capaz de las mayores y más osadas operacio­nes contra la sociedad ¡y de ma­nera legal! No hacen esas opera­ciones por dinero, las hacen por mucho, muchísimo dinero. Este año sus directivos han anunciado, sin ningún complejo, que se van a repartir 10.000 millones de dólares en sobresueldos. Al con­trario que Spectra, no están interesados en tomar el poder. Esto no forma parte de su modelo de negocio, les basta con dictarle al Poder lo que tiene que hacer.
Si un ciudadano curioso inves­tiga la historia de las mayores vi­llanías que el poder financiero ha infligido a los ciudadanos a lo lar­go de los últimos cien años, hay una constante, un nombre que siempre aparece agazapado: The Goldman Sachs Group, Inc. The Goldman Sachs Group, Inc. fue fundada en 1883 por Marcus Goldman, un emigrante judío-alemán, en la ciudad de Nueva York. Su primera aparición, gran aparición, en la histo­ria del capitalismo, data de 1928, cuando se crea un fondo, el Gold­man Sachs Trading Funds, con el objetivo de aprovechar la burbuja en el mercado de acciones que de­sembocó en el gran crash de 1929.
¿Se acuerdan de la gran burbu­ja de las infames 'punto.com' al final de los 90? Sí, Goldman es­taba allí, en la primera de la fila. Y cuando la espectacular subida, es­peculativa, de las materias primas (petróleo, metales, cereales...) en los primeros años del 2000, Goldman Sachs -pueden estar se­guros- se forró. Y, por supuesto, las hipotecas-basura. ¿Quien ganó lo que el resto perdió? Cómo no, los amigos de Goldman. Y no só­lo vendieron cientos de miles de millones en activos tóxicos, sino que, además, apostaron especula­tivamente contra ellos. Es como si Renault te vende un coche y luego apuesta a que te van a fallar los frenos. Pero ahí no queda la cosa. ¿Saben quién estaba al otro lado de la apuesta? La famosa AIG, la mayor aseguradora del mundo. ¿Y qué pasó cuando no pudieron ha­cer frente a los 80.000 millones de dólares que debían a Golmand? ¿Saben quién pagó el pato? El Gobierno americano, es decir, los contribuyentes. ¿Y quien autorizó el pago? Henry Merritt 'HankPaulson, secretario del Tesoro con Bush. ¿A que no adivinan qué em­presa había dirigido justo antes de ser secretario? Lo crean o no, Goldman Sachs.
En las últimas semanas ha sal­tado en la prensa la escandalosa situación financiera del Estado griego, que durante años ocultó la verdadera situación de la deu­da. Por supuesto, los chicos de Goldman no se iban a perder la fiesta griega. Se ha sabido que ga­naron cientos de millones diseñando una vergonzosa operación de ingeniería financiera. Hicie­ron pasar una operación de crédi­to por una de intercambio de di­visas (cross-currency swap), sólo que el tipo de cambio estaba ma­nipulado para pagar los intereses sobre el crédito, un truco muy viejo que ya practicaban los Me­dici en la Italia renacentista, pero que permitió a Grecia ocultar su deuda y pasar los criterios de Maastricht. Por supuesto, Goldman no hizo nada ilegal, solamente criminal: metieron en un impre­sionante lío financiero a los grie­gos, ganaron mucho dinero, y hace tiempo que vendieron su par­ticipación en el negocio y se fue­ron. El Parlamento británico se dispone a interrogar a los directi­vos sobre el asunto, lo que será simplemente una nueva oportu­nidad para Goldman de reírse en la cara de la democracia y demos­trar quién manda realmente.
Hace unos días, un periodista preguntó a la vicepresidenta española Salgado si Goldman le había ofrecido una operación de cross -currency swap. "No", contestó, "pero si lo hubiesen hecho habríamos dicho que no".
Veremos.
Genaro Chic- Mensajes : 729
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La inflación como arma política
La inflación necesaria
Son el nacimiento y la evolución de las ideas los que verdaderamente definen el curso de la historia, incluso más que los intereses creados. La gran conquista intelectual de la ortodoxia económica neoliberal ha sumido al progresismo europeo en una confusión ideológica de la que aparentemente es incapaz de salir.
Bajo un discutible aval científico, el neoliberalismo económico de finales del siglo pasado, ha hecho pasar una determinada ideología como un aséptico conjunto de técnicas que hay que seguir al dedillo para asegurar la eficiencia de la economía, dando por hecho que apartarse de esta verdad revelada pone en peligro el crecimiento y la prosperidad. El objetivo era alejarse del debate político. Éste, por definición, consiste en la gobernación justa del conflicto de intereses que es la sociedad libre. Colocándose por encima de la política, la doctrina neoliberal vende una imparcialidad técnica y una falsa neutralidad social. Así, el neoliberalismo económico se ha convertido en el dogma a seguir por todos y cada uno de los llamados gobiernos serios y responsables, válido tanto para las derechas como para las izquierdas.
El problema es que la acción política se encuentra constreñida dentro de unos límites de actuación, y éstos son demasiado estrechos para responder satisfactoriamente a los desafíos de la crisis actual. Este encierro ha sido voluntario, y obedece a posiciones dogmáticas de contención pública que iluminan el único camino verdadero a la prosperidad, aun a costa del sacrificio de los ideales de justicia social e igualdad de oportunidades.
Keynes escribía en 1936: “Durante al menos 100 años más, debemos fingir con nosotros mismos que lo justo es sucio y lo asqueroso es justo, porque lo vil es útil y lo justo no lo es. La avaricia, la usura y la precaución deben ser nuestros dioses por un poco más de tiempo todavía.”
El resultado es que la política se ha empequeñecido, ha dejado de creer en la posibilidad de un progreso social mucho mayor al presente. Ha retrocedido, y el miedo se ha impuesto claramente a la esperanza. Se asume que más vale conservar el imperfecto estado actual que soñar imposibles.
Es cierto que la mayor parte del tiempo el sistema capitalista de libre mercado hace un trabajo satisfactorio en la creación de riqueza y empleo; pero también lo es que, precisamente en los momentos de mayor exuberancia, es cuando se incuba la siguiente crisis. La inestabilidad es su característica principal. En ocasiones, como en la actualidad, por una serie de motivos principalmente financieros el crecimiento es incapaz de volver a reactivarse, y aún menos bajo el laissez faire[b] que implícitamente defiende el neoliberalismo. Esa fue la lección en economía práctica que dejó la Gran Depresión de 1929, y que ahora parecemos empeñados en olvidar.
El presidente Zapatero no entendió la gravedad de la crisis hace 3 años, tampoco lo hace ahora cuando tan abruptamente ha retirado las medidas de incentivación económica. No existe ninguna duda sobre los efectos desastrosos en el crecimiento y el empleo en los próximos meses. De hecho, esta cuestión ni siquiera ha formado parte del debate por considerarse sencillamente evidente.
Y, aun reconociendo que el equilibrio fiscal y monetario es positivo a largo plazo, es igualmente obvio que en determinadas circunstancias no sólo es necesario, sino imprescindible, para evitar que se produzca una depresión económica con dramáticas consecuencias sociales. Por tanto, la única motivación para retirar el estímulo no es otra que la pura necesidad. La necesidad de restringir la deuda pública por miedo a que llegue a no ser posible refinanciarla en los mercados de deuda internacionales. Es decir: una decisión de los mercados y no de la política.
Creo que a Zapatero los árboles no le han dejado ver el bosque. El límite de la política fiscal es infinitamente más grande que el marcado por la voluntad de los inversores privados. El Banco Central puede comprar la deuda pública dándole al botón de imprimir (quantitative easing es el término técnico), eliminando así en la práctica la separación entre política monetaria y fiscal, como ya hicieron hace tiempo Estados Unidos y Reino Unido. España debería haber defendido esta postura frente al BCE.
Una monetarización de la deuda es inflacionista por definición, pero aumenta el empleo. Pero lo más importante es no ocultar el verdadero debate, porque se trata de una decisión política y no técnica, como se quiere vender. El coste inflacionista de la creación de empleo no es en absoluto neutral socialmente, ya que es ventajosa para unos: los trabajadores y endeudados, y perjudicial para los intereses de otros: acreedores y poseedores de capital (financieros en general).
El antecedente histórico puede ser útil. El presidente F.D. Roosevelt fue elegido, en el cuarto año consecutivo de depresión económica, tras el crash del 29. El desempleo había llegado al 25 % y no se veía la luz al final del túnel. Solamente cuatro días después de su investidura, en un acto de audacia sin precedentes, se prohibió la exportación y acumulación privada de oro, y se obligó a todos los ciudadanos a vender sus reservas al Tesoro público. ¡De facto se prohibía la posesión privada de oro!
Era un intento de aumentar la masa monetaria del país y detener la espiral deflacionista que estaba devastando la economía. En aquel momento el dólar todavía estaba bajo el patrón oro. El ex presidente Hoover, garante del establishment económico y financiero, dijo que se trataba de un acto confiscatorio, fascista y comunista. Se predijo “el final de la civilización de Occidente”. Roosevelt se mantuvo firme frente a los ataques, y declaró que estaba eliminando “viejos fetiches de los llamados banqueros internacionales” frente al bien común. Y sobre la dogmática rigidez monetaria, afirmó que era solamente “una falacia muy verosímil”.
Por supuesto, la incredulidad y el escándalo fueron mayúsculos entre los académicos clásicos. Sin embargo, tuvo el completo apoyo del más influyente economista del siglo XX: John Maynard Keynes, que calificó a Roosevelt como “magníficamente acertado”. Sólo a partir de esta brutal ruptura con los dogmas del pasado, Estados Unidos y el mundo empezaron a dejar atrás la Gran Depresión.
Ahora vivimos un momento histórico parecido. Los métodos habituales no van a funcionar, la reactivación no va a suceder por sí sola. En esencia, el problema de la economía es un profundo desequilibrio financiero, y esto sólo se puede arreglar monetariamente. Soy consciente de la multitud de problemas e imperfecciones que trae consigo la monetarización de la deuda en el largo plazo, pero, en una situación como la actual, sería como preocuparse de la lluvia estando en medio de un incendio.
Carlos Marín Ronco, artículo aparecido en La Opinión de Murcia, el 26 de Mayo de 2010.
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2010/05/26/inflacion-necesaria/249281.html
COMENTARIO:
Las medidas de Roosevelt se llevó a cabo, como bien señala Marín Ronco, en un momento en que el dólar todavía estaba bajo el patrón oro. La medida en el fondo no era nueva. Cuando César había querido aliviar el problema de las de deudas en 49 a.C., había retomado una ley anterior por la que se establecía que nadie debería conservar más de 10.000 denarios en dinero líquido (Dio Cass. 41.38.1-2.) y la ley de modo credendi possidendique in Italiam [“sobre la forma de prestar a crédito y poseer en Italia”], del mismo año, estableció una determinada proporción, tal vez la mitad, entre la fortuna mueble de los capitalistas en Italia y la suma que podían prestar a interés, aunque esta disposición no fue observada. Con ello César se proponía sin duda apartar a los ricos de los préstamos con usura y empujarlos a la compra de propiedades inmuebles, con lo cual, al tiempo que restauraba la antigua moral patrimonial, perseguía a quienes pudiesen tener la tentación de usar el dinero amonedado para comprar ejércitos y voluntades de forma fácil. Leyes moralizantes que se sacaban a relucir cuando era necesario, como nos dice Tácito (Ann., 6.16.1.) que hizo Tiberio cuando la crisis de 32-33, aunque luego se dejaran dormir mientras no se viese en peligro la idea de la supremacía absoluta del princeps principum [il capo di tutti capi, o cabeza de todos los jefes, el emperador].
Y es que, en un esbozo de Estado como era el Romano Imperial, la acumulación de riqueza (base de la acumulación de capital productivo, progresista) sólo puede ser controlada por éste de forma ágil cuando esta está invertida en tierras (de forma conservadora), pues el dinero, al ser sólo moneda y no crédito público (dado que el Estado aún no genera suficiente fe en el mismo como para que se actúe sólo con sus vales, con independencia de la materialidad de la moneda), era un asunto que escapaba a un control fácil. No digamos cuando el control se ha de realizar sobre dinero prácticamente en exclusiva fiduciario (o sea, pura fe).
Lo que vale para un nivel u horizonte mental no vale igualmente para otro más desarrollado, por más que sea similar. Es una ley de la Historia. El movimiento inflacionario, pues, que supondría en la práctica un impuesto general sobre toda la población, afectaría especialmente a las clases no poseedoras de verdaderos activos, a no ser que se tomasen medidas confiscatorias simultáneas con vistas a dejar el control del dinero en manos del Estado. ¿Estaría hoy alguien dispuesto a hacerlo sin fuerte derramamiento de sangre?
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Recojo otra opinión que me parece interesante en este conflicto:
La pandilla de incompetentes que nos hundió en la crisis sigue al mando
Dean Baker
30/05/2019
“Es muy notable que esta pandilla de incompetentes siga atribuyéndose infalibilidad papal, regañando a los gobiernos y advirtiendo a la opinión pública de las terribles cosas que van a pasar si se les somete a mayor supervisión. Los banqueros centrales y sus cómplices del FMI se avilantan a dictar políticas a gobiernos democráticamente elegidos. Diríase que su agenda es la misma en todas partes: recortar pensiones, reducir la financiación pública de la sanidad, debilitar a los sindicatos y hacer que los trabajadores de a pié paguen por los recortes.”
Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo habla sin tapujos de la incompetencia de las elites político-económicas.
El mundo sufre el peor desplome desde la Gran Depresión. La crisis ha dejado millones de desempleados en los EEUU, en Europa y por doquiera. La enorme generación de los baby boomers en los EEUU, ahora al borde de la jubilación, ha visto destruida buena parte de su riqueza con el colapso de la burbuja inmobiliaria.
Sería difícil imaginar un desastre económico peor. Anteriores períodos de malos resultados, como los inflacionistas setenta, se ven ahora como gráciles ventiscas en comparación con el negro torbellino de pésimas noticias económicas en que nos hallamos ahora inmersos.
Nada de lo dicho es novedad para nadie. La gente no necesita a los economistas para saber que los tiempos son malos. Sin embargo, lo que acaso escape a la opinión pública es que las gentes que causaron este desastre son las mismas que ahora siguen teniendo vara alta. Más específicamente: apenas ha cambiado el personal y no ha habido reconocimiento de errores en los bancos centrales, cuya incompetencia es responsable de la crisis.
Es muy notable que esta pandilla de incompetentes siga atribuyéndose infalibilidad papal, regañando a los gobiernos y advirtiendo a la opinión pública de las terribles cosas que van a pasar si se les somete a mayor supervisión. Los banqueros centrales y sus cómplices del FMI se avilantan a dictar políticas a gobiernos democráticamente elegidos. Diríase que su agenda es la misma en todas partes: recortar pensiones, reducir la financiación pública de la sanidad, debilitar a los sindicatos y hacer que los trabajadores de a pié paguen por los recortes.
Dado lo mucho que han contribuido a este caos, resulta sorprendente que estos banqueros centrales tengan redaños hasta para mostrarse en público. Tienen suerte de conservar sus puestos de trabajo, muy bien pagados por cierto. (Muchos de los chicos y de las chicas que trabajan en el FMI pueden jubilarse con pensiones de seis dígitos a la edad de 50 años.) Los trabajadores de a pié –maestros, obreros del sector automotriz, guardaespaldas— serían despedidos en un plis plás si lo hicieran tan mal como los banqueros centrales.
¿Qué pasaba por sus cabecitas cuando observaban el crecimiento en espiral, sin base en los fundamentos de la economía, de los precios de la vivienda en los EEUU, en el Reino Unido o en el Reino de España? ¿Cómo pensaban que iba a terminar esa burbuja? ¿Pensaban acaso que billones de dólares de riqueza de la burbuja inmobiliaria podían desaparecer sin dejar trazas en la economía? ¿O pensaban que nunca estallaría la burbuja y que los precios de las viviendas seguirían creciendo y creciendo para siempre hasta niveles estratosféricos?
¿Y qué decir de los banqueros centrales que permitieron que se impusiera el euro a una mezcla abigarrada de economías que tenían poco en común, y además, sin una organización de control y gobierno? ¿Pensaban que los salarios y los precios iban a seguir la misma senda en Grecia y en Alemania? Y si no, ¿qué mecanismo de ajuste preveían, una vez que esas economías tan distintas quedaran ligadas por una única moneda común?
Muchos banqueros centrales dicen ahora que ya sabían que el euro era una mala idea cuando fue instituido. Algunos de ellos alardean de haberlo musitado en su día. Pero lo cierto es que los banqueros centrales y el FMI no decían estas cosas tan osadas en 1998, ni daban entonces a gobiernos democráticamente elegidos las directrices que ahora les dan en punto a estructurar la zona euro cuando les exigen desmantelar sus Estados de bienestar. En otras palabras, estos banqueros centrales fracasaron de manera desastrosa: ¿por qué conservan sus puestos de trabajo y por qué narices se les sigue prestando atención?
En el puesto de honor de la lista de villanos de esta historia figura el FMI. Gracias a su ineptitud se invirtieron los flujos fundamentales de capital en la economía mundial. En tiempos normales, se supone que el capital fluye de los países ricos con grandes cantidades de capital –como los EEUU y los países europeos— hacia los países en vías de desarrollo, que precisan de capital para nutrir su desarrollo. A causa de los yerros del FMI y de su incapacidad para establecer un sistema factible de finanzas internacionales, los flujos fueron en dirección opuesta, y a gran escala. Los pobres del mundo mandaban su capital a los EEUU, porque el FMI apenas les daba otra opción.
Es muy importante ganar claridad sobre la responsabilidad de los banqueros centrales y el FMI en este desastre totalmente previsible. En primer lugar, por razones de control y rendición de cuentas, algo muy importante para economistas que creen en la teoría económica. Esa teoría nos enseña que si no se hace responsables a los trabajadores por el resultado de su trabajo, no tendrán incentivos para desempeñarlo bien. Si el banquero central y la pandilla del FMI pueden generar un desastre y siguen cobrando sus nóminas como si todo fuera estupendamente, ¿Qué incentivo tienen para hacerlo mejor la próxima vez?
Y otra razón por la que es importante reconocer las responsabilidades de los banqueros centrales y del FMI en este desastre: así dejaremos de acatar los consejos de gente que parece no tener ni puta idea. Antes de oír a Ben Bernanke, al presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, o al director ejecutivo del FMI, Dominique Strauss-Kahn, habría que obligarles a contarnos cuándo dejaron de equivocarse en materias económicas. No podemos permitirnos que estos banqueros centrales subprime sigan controlando la política económica.
Dean Baker es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy , así como de False Profits: Recoverying From the Bubble Economy.
http://www.cepr.net/index.php?option=com_content&id=3342&view=article
Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo Timón
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3364
La pandilla de incompetentes que nos hundió en la crisis sigue al mando
Dean Baker
30/05/2019
“Es muy notable que esta pandilla de incompetentes siga atribuyéndose infalibilidad papal, regañando a los gobiernos y advirtiendo a la opinión pública de las terribles cosas que van a pasar si se les somete a mayor supervisión. Los banqueros centrales y sus cómplices del FMI se avilantan a dictar políticas a gobiernos democráticamente elegidos. Diríase que su agenda es la misma en todas partes: recortar pensiones, reducir la financiación pública de la sanidad, debilitar a los sindicatos y hacer que los trabajadores de a pié paguen por los recortes.”
Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo habla sin tapujos de la incompetencia de las elites político-económicas.
El mundo sufre el peor desplome desde la Gran Depresión. La crisis ha dejado millones de desempleados en los EEUU, en Europa y por doquiera. La enorme generación de los baby boomers en los EEUU, ahora al borde de la jubilación, ha visto destruida buena parte de su riqueza con el colapso de la burbuja inmobiliaria.
Sería difícil imaginar un desastre económico peor. Anteriores períodos de malos resultados, como los inflacionistas setenta, se ven ahora como gráciles ventiscas en comparación con el negro torbellino de pésimas noticias económicas en que nos hallamos ahora inmersos.
Nada de lo dicho es novedad para nadie. La gente no necesita a los economistas para saber que los tiempos son malos. Sin embargo, lo que acaso escape a la opinión pública es que las gentes que causaron este desastre son las mismas que ahora siguen teniendo vara alta. Más específicamente: apenas ha cambiado el personal y no ha habido reconocimiento de errores en los bancos centrales, cuya incompetencia es responsable de la crisis.
Es muy notable que esta pandilla de incompetentes siga atribuyéndose infalibilidad papal, regañando a los gobiernos y advirtiendo a la opinión pública de las terribles cosas que van a pasar si se les somete a mayor supervisión. Los banqueros centrales y sus cómplices del FMI se avilantan a dictar políticas a gobiernos democráticamente elegidos. Diríase que su agenda es la misma en todas partes: recortar pensiones, reducir la financiación pública de la sanidad, debilitar a los sindicatos y hacer que los trabajadores de a pié paguen por los recortes.
Dado lo mucho que han contribuido a este caos, resulta sorprendente que estos banqueros centrales tengan redaños hasta para mostrarse en público. Tienen suerte de conservar sus puestos de trabajo, muy bien pagados por cierto. (Muchos de los chicos y de las chicas que trabajan en el FMI pueden jubilarse con pensiones de seis dígitos a la edad de 50 años.) Los trabajadores de a pié –maestros, obreros del sector automotriz, guardaespaldas— serían despedidos en un plis plás si lo hicieran tan mal como los banqueros centrales.
¿Qué pasaba por sus cabecitas cuando observaban el crecimiento en espiral, sin base en los fundamentos de la economía, de los precios de la vivienda en los EEUU, en el Reino Unido o en el Reino de España? ¿Cómo pensaban que iba a terminar esa burbuja? ¿Pensaban acaso que billones de dólares de riqueza de la burbuja inmobiliaria podían desaparecer sin dejar trazas en la economía? ¿O pensaban que nunca estallaría la burbuja y que los precios de las viviendas seguirían creciendo y creciendo para siempre hasta niveles estratosféricos?
¿Y qué decir de los banqueros centrales que permitieron que se impusiera el euro a una mezcla abigarrada de economías que tenían poco en común, y además, sin una organización de control y gobierno? ¿Pensaban que los salarios y los precios iban a seguir la misma senda en Grecia y en Alemania? Y si no, ¿qué mecanismo de ajuste preveían, una vez que esas economías tan distintas quedaran ligadas por una única moneda común?
Muchos banqueros centrales dicen ahora que ya sabían que el euro era una mala idea cuando fue instituido. Algunos de ellos alardean de haberlo musitado en su día. Pero lo cierto es que los banqueros centrales y el FMI no decían estas cosas tan osadas en 1998, ni daban entonces a gobiernos democráticamente elegidos las directrices que ahora les dan en punto a estructurar la zona euro cuando les exigen desmantelar sus Estados de bienestar. En otras palabras, estos banqueros centrales fracasaron de manera desastrosa: ¿por qué conservan sus puestos de trabajo y por qué narices se les sigue prestando atención?
En el puesto de honor de la lista de villanos de esta historia figura el FMI. Gracias a su ineptitud se invirtieron los flujos fundamentales de capital en la economía mundial. En tiempos normales, se supone que el capital fluye de los países ricos con grandes cantidades de capital –como los EEUU y los países europeos— hacia los países en vías de desarrollo, que precisan de capital para nutrir su desarrollo. A causa de los yerros del FMI y de su incapacidad para establecer un sistema factible de finanzas internacionales, los flujos fueron en dirección opuesta, y a gran escala. Los pobres del mundo mandaban su capital a los EEUU, porque el FMI apenas les daba otra opción.
Es muy importante ganar claridad sobre la responsabilidad de los banqueros centrales y el FMI en este desastre totalmente previsible. En primer lugar, por razones de control y rendición de cuentas, algo muy importante para economistas que creen en la teoría económica. Esa teoría nos enseña que si no se hace responsables a los trabajadores por el resultado de su trabajo, no tendrán incentivos para desempeñarlo bien. Si el banquero central y la pandilla del FMI pueden generar un desastre y siguen cobrando sus nóminas como si todo fuera estupendamente, ¿Qué incentivo tienen para hacerlo mejor la próxima vez?
Y otra razón por la que es importante reconocer las responsabilidades de los banqueros centrales y del FMI en este desastre: así dejaremos de acatar los consejos de gente que parece no tener ni puta idea. Antes de oír a Ben Bernanke, al presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, o al director ejecutivo del FMI, Dominique Strauss-Kahn, habría que obligarles a contarnos cuándo dejaron de equivocarse en materias económicas. No podemos permitirnos que estos banqueros centrales subprime sigan controlando la política económica.
Dean Baker es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy , así como de False Profits: Recoverying From the Bubble Economy.
http://www.cepr.net/index.php?option=com_content&id=3342&view=article
Traducción para www.sinpermiso.info: Ricardo Timón
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3364
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Nueva aportación ajena:
Quién gobierna, los gobiernos o los mercados?
Gumersindo / Ruiz | DIARIO DE SEVILLA 29.06.2010
QUIÉN gobierna, los gobiernos o los mercados financieros? Esta pregunta se la hace Robert Skidelsky, biógrafo de Keynes, al ver que todos viven pendiente de la opinión de los mercados y no de lo que de veras pueda convenir a la sociedad. En nuestras circunstancias, el gasto público bien utilizado para generar empleo, y el estímulo impositivo con el mismo propósito sería, junto con la política de bajos tipos de interés, un remedio adecuado para la recuperación. Pero los mercados han decidido penalizar el déficit público y obligan a adoptar medidas de austeridad, aunque esto suponga menos crecimiento y más paro.
La fundación de estudios de las cajas de ahorros, Funcas, prevé tasas negativas para la economía española en lo que queda de año, aunque luego recuperará rápidamente y la caída será moderada, con una tasa negativa del 0,7% para todo 2010. La razón es el impacto de las nuevas medidas de ajuste fiscal, que frenará la recuperación por su efecto sobre el consumo interno; también influirán sobre nuestras exportaciones las medidas que se toman en los demás países. Todo esto repercutirá en el desempleo que, en vez de reducirse, subirá hasta el 20%; por otra parte, este paro significa menor remuneración de los asalariados y reducción de la tasa de ahorro. La pregunta obvia es: ¿Por qué la reducción del déficit no puede hacerse en uno o dos años más, permitiendo la recuperación más rápida y con menos coste social?
La crisis es una buena ocasión para ordenar la casa. El profesor Julio Segura decía en una conferencia reciente que las reformas se hacen cuando la necesidad obliga y hay el ambiente propicio para ello. Así ocurrió con nuestro Plan de Estabilización, hace 50 años, con los Pactos de la Moncloa hace más de treinta, o con la preparación para la entrada en la Unión Monetaria Europea, hace menos de 15. Ahora es el momento de introducir mejoras en el marco de las relaciones laborales, de reformar mercados y entidades financieras, ordenar el sector público eliminado las fuentes de gasto que se originan en épocas de euforia, y poner las bases para un crecimiento que sea capaz de crear empleo productivo.
Lo que llamamos "los mercados financieros" no es más que miles de operadores sin perspectiva histórica, escasa experiencia, y un conocimiento limitado a comprar y vender aprovechando o forzando movimientos en los valores de empresas, deuda de países, tipos de interés y de cambio, materias primas y alimentos. Los acontecimientos de los últimos años, cuando se separan tan significativamente precios y valoraciones de mercado, al alza y a la baja, de lo que indicaban los fundamentos de los negocios, han puesto en evidencia el mito del mercado racional, y es un sarcasmo que tengamos que orientar nuestras decisiones a mantener contentos los mercados y ganarnos su confianza. Las reformas hay que hacerlas por una lógica de buen gobierno y organización de la economía, no porque las impongan los mercados; el calendario, la distribución de los costes, deben responder a lo que es justo y razonable, incluyendo la información que nos proporcionan los mercados, pero estos no deben tener nunca la última palabra.
La fundación de estudios de las cajas de ahorros, Funcas, prevé tasas negativas para la economía española en lo que queda de año, aunque luego recuperará rápidamente y la caída será moderada, con una tasa negativa del 0,7% para todo 2010. La razón es el impacto de las nuevas medidas de ajuste fiscal, que frenará la recuperación por su efecto sobre el consumo interno; también influirán sobre nuestras exportaciones las medidas que se toman en los demás países. Todo esto repercutirá en el desempleo que, en vez de reducirse, subirá hasta el 20%; por otra parte, este paro significa menor remuneración de los asalariados y reducción de la tasa de ahorro. La pregunta obvia es: ¿Por qué la reducción del déficit no puede hacerse en uno o dos años más, permitiendo la recuperación más rápida y con menos coste social?
La crisis es una buena ocasión para ordenar la casa. El profesor Julio Segura decía en una conferencia reciente que las reformas se hacen cuando la necesidad obliga y hay el ambiente propicio para ello. Así ocurrió con nuestro Plan de Estabilización, hace 50 años, con los Pactos de la Moncloa hace más de treinta, o con la preparación para la entrada en la Unión Monetaria Europea, hace menos de 15. Ahora es el momento de introducir mejoras en el marco de las relaciones laborales, de reformar mercados y entidades financieras, ordenar el sector público eliminado las fuentes de gasto que se originan en épocas de euforia, y poner las bases para un crecimiento que sea capaz de crear empleo productivo.
Lo que llamamos "los mercados financieros" no es más que miles de operadores sin perspectiva histórica, escasa experiencia, y un conocimiento limitado a comprar y vender aprovechando o forzando movimientos en los valores de empresas, deuda de países, tipos de interés y de cambio, materias primas y alimentos. Los acontecimientos de los últimos años, cuando se separan tan significativamente precios y valoraciones de mercado, al alza y a la baja, de lo que indicaban los fundamentos de los negocios, han puesto en evidencia el mito del mercado racional, y es un sarcasmo que tengamos que orientar nuestras decisiones a mantener contentos los mercados y ganarnos su confianza. Las reformas hay que hacerlas por una lógica de buen gobierno y organización de la economía, no porque las impongan los mercados; el calendario, la distribución de los costes, deben responder a lo que es justo y razonable, incluyendo la información que nos proporcionan los mercados, pero estos no deben tener nunca la última palabra.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Palabras de denuncia de Juan Torres, catedrático de Economía aplicada de la Universidad de Sevilla:
http://tas-tas.org/castellano/audio/ent.%20juan%20torres%20attac.mp3
http://tas-tas.org/castellano/audio/ent.%20juan%20torres%20attac.mp3
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
El chantaje de los mercados financieros y la ¿inexplicable? actitud de los políticos
Creo que el artículo publicado el pasado día 5 por Luis Pineda, con el título "El chantaje de los mercados financieros" supone un excelente análisis de la situación que aquí se pretende comentar. Se puede leer en
http://www.mercado-dinero.es/index.php?option=com_content&view=article&id=1819:el-chantaje-de-los-mercados-financieros&catid=48:opinion&Itemid=175 .
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Complemento del post anterior puede ser el artículo siguiente, que habla de las actividades criminales de Wachovia, impunes prácticamente ante la falta de decisión política de los gobiernos, que estiman que esos bancos son demasiado importantes para dejarlos caer si se les aplica la ley vigente:
Wall Street lava dinero del narcotráfico impunemente
Zach Carter
‘Demasiado grande para caer’ es un problema mucho mayor de lo que piensas. Todos hemos leído informes condenatorios sobre que el Gobierno salva a los bancos de sus apuestas de alto riesgo, pero resulta que el problema del privilegio de Wall Street está arraigado mucho más profundamente en el sistema legal de EE.UU. de lo que los simples rescates atestiguaron en 2008. Los mayores bancos de EE.UU. pueden involucrarse en actividades descaradamente criminales a escala masiva y emerger casi completamente indemnes. El último ejemplo repugnante proviene del Banco Wachovia: Acusado de lavar 380.000 millones de dólares de dineros de cárteles de la droga mexicanos, se espera que el gigante financiero emerja con sólo un tirón de orejas gracias a una política oficial del Gobierno, que protege a los megabancos contra acusaciones criminales.
Michael Smith de Bloomberg ha escrito una devastadora revelación que detalla las operaciones del Wachovia con dinero de la droga y la torcida reacción del Gobierno. El banco hacía transacciones con dinero que provenía literalmente de toneladas de cocaína de violentos cárteles de la droga. No fue por accidente. Denunciantes internos del Wachovia advirtieron de que el banco estaba lavando dinero del narcotráfico, los mandamases del banco los ignoraron totalmente para lograr mayores beneficios y el Gobierno de EE.UU. está a punto de dejar que todos los involucrados queden impunes. El banco no será acusado, porque es política oficial del Gobierno no procesar a megabancos. Del artículo de Smith:
Ningún gran banco estadounidense… ha sido acusado alguna vez por violar la Ley de Secretos Bancarios o cualquiera otra ley federal. En vez de eso, el Departamento de Justicia resuelve acusaciones criminales utilizando acuerdos de suspensión de actuaciones judiciales, según los cuales un banco paga una multa y promete no volver a violar la ley… Los grandes bancos están protegidos de los enjuiciamientos gracias a una variante de la teoría de demasiado-grande-para-caer. Encausar a un gran banco podría provocar una carrera frenética de los inversionistas para vender acciones y causar pánico en los mercados financieros.
Wachovia fue adquirido por Wells Fargo a finales de 2008. El castigo al banco por lavar más de 380.000 millones de dólares en dinero de la droga consistirá en una promesa de no volver a hacerlo y una multa de 160 millones de dólares. La multa es tan pequeña que es casi seguro que Wachovia obtendrá beneficios de su negocio de financiamiento de la droga después de considerar costes legales y multas.
Las autoridades internacionales conocen la conexión entre banqueros y narcotraficantes mucho más allá de Wachovia, pero los gobiernos no hacen nada al respecto. Un informe de 2009 de la Oficina de las Naciones Unidas sobre la Droga y el Crimen estableció que la mayoría de las reglas para impedir el lavado de dinero de la droga a través de los bancos se violan.
Del informe:
“En tiempos de quiebras de grandes bancos, los bancos parecen pensar que el dinero no huele. Ciudadanos honestos que enfrentan dificultades en tiempos de penurias financieras, se preguntan por qué los ingresos del crimen –convertidos en ostentosos inmuebles, coches, botes y aviones– no se confiscan”.
A finales de 2009, el jefe de esa oficina de la ONU, Antonio María Costa, dijo a la prensa que muchos préstamos entre bancos –préstamos a corto plazo que los bancos hacen entre sí– se apoyaban en dinero de la droga. Cuando los mercados financieros se paralizaron en 2007 y 2008, los bancos se volvieron hacia los cárteles de la droga para obtener dinero. Es posible que muchos bancos importantes no hubieran sobrevivido sin ese dinero de la droga.
Fuente: http://www.alternet.org/economy/147564/wall_street_is_laundering_drug_money
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Sigo con el reportaje de esta guerra, en sus distintos niveles. Pinalmente parece que el presidente de EEUU ha cumplido su misión, para la que creo que fue elegido por el sistema financiero de su país: para poner orden en el caos que ellos mismos habían creado, refundando de alguna manera el capitalismo (como diría Sarkozy). Esta noticia que tomo de Diario de Sevilla da cuentas del proceso:
Obama promulga la mayor reforma del sistema financiero en ocho décadas
El presidente estadounidense asegura que el sector financiero ha estado gobernado por "reglas anticuadas" que permitieron a algunos aprovecharse del sistema.
María Peña (efe), Washington | Actualizado 21.07.2010 - 20:17
El presidente estadounidense, Barack Obama, firmando la ley de reforma del sistema financiero. / AFP
El presidente de EEUU, Barack Obama, promulgó este miércoles la mayor reforma financiera desde la Gran Depresión que, a su juicio, impedirá rescates de Wall Street con fondos públicos y ofrecerá "las mayores protecciones a los consumidores en la historia" de su país. "Esta reforma ayudará a fomentar la innovación, no a perjudicarla", dijo Obama en una ceremonia en el edificio Ronald Reagan de Washington ante unos 400 líderes de los sectores público y privado que tuvieron un papel relevante en el impulso de la ley.
Según Obama, la "causa principal" de la recesión fue "el descalabro de nuestro sistema financiero", y agregó que la crisis de 2008 fue fruto de la irresponsabilidad de algunos sectores en Wall Street y en los pasillos del poder en Washington. Durante años, afirmó, el sector financiero estuvo gobernado por "reglas anticuadas y débilmente aplicadas que permitieron a algunos sacar ventaja del sistema y tomar riesgos que pusieron en peligro a toda la economía".
En respuesta, dijo, la reforma promoverá la transparencia y simplicidad en los préstamos y tarjetas de crédito para los consumidores. "Gracias a esta ley, al pueblo estadounidense jamás se le pedirá de nuevo que pague por los errores de Wall Street. No habrá más rescates financiados por los contribuyentes, punto", sentenció Obama, que arrancó numerosos aplausos de la audiencia.
La reforma financiera, aprobada en el Congreso con el apoyo de un puñado de republicanos, permite al Gobierno de EEUU desmantelar empresas que pongan en peligro la economía, crea una entidad de protección financiera para los consumidores y eleva la vigilancia del complejo entramado financiero del país, especialmente del mercado de derivados.
Entre los invitados a la ceremonia había dos estadounidenses afectados por los excesos de la banca y que fueron señalados por la Casa Blanca como beneficiarios de la reforma, que lleva el nombre de sus principales autores demócratas, el senador Christopher Dodd y el legislador Barney Frank. La Reserva Federal dirigirá la agencia de protección de los consumidores, que vigilará todo tipo de transacciones financieras, desde préstamos bancarios e hipotecarios a las tarjetas de crédito.
Obama recordó que desde 2008 EEUU ha afrontado "la peor recesión desde la Gran Depresión" de la década de 1930, en la que ocho millones de estadounidenses han perdido sus empleos y "decenas de millones" sufrieron la enorme caída en el valor de sus casas y pensiones. Para el presidente estadounidense, esta reforma es una apuesta en la que todos ganan porque promoverá la confianza de los inversores, protegerá a los consumidores y premiará la buena gestión de las empresas.
Pero no faltaron las críticas, en particular de republicanos y de la propia Cámara de Comercio de Estados Unidos. El legislador Spencer Bachus, el republicano de mayor rango en el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, afirmó que con esta reforma financiera "el Gobierno está tomando el control de la economía".
Lejos de ser un recetario para reactivar la economía, "el presidente y los demócratas dieron a los reguladores financieros el poder de crear incertidumbre financiera durante años" y sólo creará más problemas para los negocios, agregó Bachus en un comunicado. El presidente de la Cámara de Comercio de EEUU, Thomas J. Donohue, afirmó que esta reforma supondrá una carga para el empresariado, "no fortalecerá nuestros mercados de capital, no reactivará la economía ni ayudará a crear nuevos empleos, excepto en el Gobierno".
Aunque ésta es otra victoria política para la Casa Blanca, tras más de un año de pugnas entre partidos en el Congreso, la promulgación de la reforma financiera abre otro frente sobre cómo aplicar el nuevo conjunto de reglas. Esa tarea recaerá principalmente en el Departamento del Tesoro, en un proceso que se prevé podría tardar un año.
Según Obama, la "causa principal" de la recesión fue "el descalabro de nuestro sistema financiero", y agregó que la crisis de 2008 fue fruto de la irresponsabilidad de algunos sectores en Wall Street y en los pasillos del poder en Washington. Durante años, afirmó, el sector financiero estuvo gobernado por "reglas anticuadas y débilmente aplicadas que permitieron a algunos sacar ventaja del sistema y tomar riesgos que pusieron en peligro a toda la economía".
En respuesta, dijo, la reforma promoverá la transparencia y simplicidad en los préstamos y tarjetas de crédito para los consumidores. "Gracias a esta ley, al pueblo estadounidense jamás se le pedirá de nuevo que pague por los errores de Wall Street. No habrá más rescates financiados por los contribuyentes, punto", sentenció Obama, que arrancó numerosos aplausos de la audiencia.
La reforma financiera, aprobada en el Congreso con el apoyo de un puñado de republicanos, permite al Gobierno de EEUU desmantelar empresas que pongan en peligro la economía, crea una entidad de protección financiera para los consumidores y eleva la vigilancia del complejo entramado financiero del país, especialmente del mercado de derivados.
Entre los invitados a la ceremonia había dos estadounidenses afectados por los excesos de la banca y que fueron señalados por la Casa Blanca como beneficiarios de la reforma, que lleva el nombre de sus principales autores demócratas, el senador Christopher Dodd y el legislador Barney Frank. La Reserva Federal dirigirá la agencia de protección de los consumidores, que vigilará todo tipo de transacciones financieras, desde préstamos bancarios e hipotecarios a las tarjetas de crédito.
Obama recordó que desde 2008 EEUU ha afrontado "la peor recesión desde la Gran Depresión" de la década de 1930, en la que ocho millones de estadounidenses han perdido sus empleos y "decenas de millones" sufrieron la enorme caída en el valor de sus casas y pensiones. Para el presidente estadounidense, esta reforma es una apuesta en la que todos ganan porque promoverá la confianza de los inversores, protegerá a los consumidores y premiará la buena gestión de las empresas.
Pero no faltaron las críticas, en particular de republicanos y de la propia Cámara de Comercio de Estados Unidos. El legislador Spencer Bachus, el republicano de mayor rango en el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, afirmó que con esta reforma financiera "el Gobierno está tomando el control de la economía".
Lejos de ser un recetario para reactivar la economía, "el presidente y los demócratas dieron a los reguladores financieros el poder de crear incertidumbre financiera durante años" y sólo creará más problemas para los negocios, agregó Bachus en un comunicado. El presidente de la Cámara de Comercio de EEUU, Thomas J. Donohue, afirmó que esta reforma supondrá una carga para el empresariado, "no fortalecerá nuestros mercados de capital, no reactivará la economía ni ayudará a crear nuevos empleos, excepto en el Gobierno".
Aunque ésta es otra victoria política para la Casa Blanca, tras más de un año de pugnas entre partidos en el Congreso, la promulgación de la reforma financiera abre otro frente sobre cómo aplicar el nuevo conjunto de reglas. Esa tarea recaerá principalmente en el Departamento del Tesoro, en un proceso que se prevé podría tardar un año.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Me envía Alicia un artículo de Forbes que creo que es bastante esclarecedor acerca de dónde se encuentran las principales "basílicas" del poder financiero, vulgarmente conocidas como "paraisos fiscales". Es el siguiente:
Los mejores paraísos fiscales del mundo
30 de julio de 2010.Las Las definiciones en términos de secretismo y permisividad a la hora de guardar grandes cantidades de dinero sin preguntas
Por Richard Murphy
Por mucho que uno lleve varios años intentando evitar los problemas que se derivan de los paraísos fiscales, la gente sigue preguntando cuáles son los mejores lugares del mundo para proteger el dinero de Hacienda.
Con el fin de dar una respuesta definitiva a esta pregunta, decidí trabajar con la Red Justicia Fiscal. Por supuesto, "mejor" es un término bastante subjetivo, así que lo primero era definirlo.
Hemos utilizado dos definiciones. La primera fue una medida de la opacidad del lugar: el grado de secretismo que lo envuelve. Hay buenos motivos para esto: hace un tiempo dejé de intentar encontrar una definición para "paraíso fiscal", porque parecía una tarea bastante ingrata.
En su lugar, sugerí que, salvo que un lugar sea una jurisdicción con secretismo (secrecy jurisdiction), que significa que sus normativas se han creado intencionadamente en beneficio y para el uso de los no residentes, no se puede hablar de un paraíso fiscal. En efecto, este tipo de jurisdicciones crean unas normativas diseñadas para perjudicar la legislación o reglamento de otra jurisdicción.
Para facilitar su uso, las jurisdicciones con secretismo crean también un velo de secreto, intencionado y con soporte legal, para blindar las identidades de las personas que hacen uso de este sistema regulador flexible. Este punto es importante. Aunque las personas que se valen de las jurisdicciones con secretismo afirman que sus actividades son perfectamente legales, aparentemente no quieren que la gente sepa nada de ellos. Por eso el secretismo es clave.
En segundo lugar, disfrutar del secretismo en un lugar donde no se sabe manejar bien el dinero es poco práctico si, al igual que la mayoría de los usuarios de este tipo de jurisdicciones, el objetivo es mover nuestro dinero sin que nos hagan demasiadas preguntas.
Por eso, añadimos otro criterio, bastante sencillo: para que sea considerado importante, el lugar tiene que ofrecer la posibilidad de mover el dinero en cantidades considerables; si no, no entraba en nuestra lista.
Estas dos características, combinadas, crean un índice de jurisdicciones con secretismo, o paraísos fiscales, denominado el Índice del secretismo financiero.
La investigación fue fascinante. Primero tuvimos que determinar las jurisdicciones con secretismo. Para eso, elaboramos una "lista de listas", observando los listados de paraísos fiscales en un periodo de más de 30 años y seleccionando para contrastar todos los lugares que aparecían en dos listas o más durante todo ese periodo, por decirlo de un modo algo genérico. Después, nuestro equipo buscó información sobre distintos aspectos (unas 200 variables por lugar). Aquí puede consultar los resultados.
Se seleccionaron doce criterios como indicadores clave de la opacidad: desde si existía un secretismo bancario formal o no hasta si las cuentas debían quedar en un registro público o el número de acuerdos de intercambio de información fiscal con que contaba la jurisdicción. Cuando se marcaba un lugar por su opacidad, no había nada transparente en él. Así acabamos con una lista de los sospechosos habituales: Suiza, Malasia (Labuan), Barbados, Bahamas, Vanuatu, Belize, Brunei, Dominica, Samoa, Seychelles, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y las islas Turcas y Caicos.
La investigación fue fascinante. Primero tuvimos que determinar las jurisdicciones con secretismo. Para eso, elaboramos una "lista de listas", observando los listados de paraísos fiscales en un periodo de más de 30 años y seleccionando para contrastar todos los lugares que aparecían en dos listas o más durante todo ese periodo, por decirlo de un modo algo genérico. Después, nuestro equipo buscó información sobre distintos aspectos (unas 200 variables por lugar). Aquí puede consultar los resultados.
Se seleccionaron doce criterios como indicadores clave de la opacidad: desde si existía un secretismo bancario formal o no hasta si las cuentas debían quedar en un registro público o el número de acuerdos de intercambio de información fiscal con que contaba la jurisdicción. Cuando se marcaba un lugar por su opacidad, no había nada transparente en él. Así acabamos con una lista de los sospechosos habituales: Suiza, Malasia (Labuan), Barbados, Bahamas, Vanuatu, Belize, Brunei, Dominica, Samoa, Seychelles, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y las islas Turcas y Caicos.
Después, teníamos que determinar la cantidad de dinero que pasaba por cada lugar, valiéndonos de los datos del Fondo Monetario Internacional. Los 10 primeros fueron:
Reino Unido (City de Londres), Estados Unidos (Delaware), Luxemburgo, Suiza, Islas Caimán, Irlanda, Hong Kong, Singapur, Bélgica y Bermudas.
Desde luego, no afirmamos que todo este dinero sea ilícito, en absoluto, pero si el objetivo es ocultar dinero ilícito, ¿dónde será mejor hacerlo? ¿En un sitio donde se destaque del resto o en un lugar donde pueda esconderse como una aguja en un pajar? Los grandes números ayudan a los propietarios de dinero de origen dudoso a camuflarse, y los lugares que citamos son lugares muy grandes.
Combinando las dos listas (y añadiendo un poco de matemáticas en el camino, tengo que admitirlo), obtenemos una lista con 10 lugares destacados. Se trata de las 10 jurisdicciones con secretismo más destacadas del mundo, según la Red Justicia Fiscal: Estados Unidos (Delaware), Luxemburgo, Suiza, Islas Caimán, Reino Unido (City de Londres), Irlanda, Bermudas, Singapur, Bélgica y Hong Kong.
La lista final probablemente sorprenderá, escandalizará y quizás molestará a mucha gente, pero para citar lugares como Londres o Delaware como paraísos fiscales entre los que podríamos considerar los sospechosos más habituales hay buenas razones.
El secretismo no es algo que ocurra, como muchos piensan "muy lejos". En realidad, también ocurre en nuestras propias casas.
El grado de secretismo corporativo que ofrece Delaware a las empresas que operan en el lugar es muy significativo. Hay que decir que Nevada y otros estados lo ofrecen también, pero dado que son más las empresas que recurren a Delaware, su nombre se destacaba del resto.
Londres también se ha ganado a pulso su lugar en la lista. No se trata únicamente de que muchas de las jurisdicciones que figuran habitualmente en nuestra lista (desde Jersey hasta las Islas Caimán) se beneficien de la protección y el apoyo británicos. Lo cierto es que todos ellos actúan como sucursales de la City londinense, la milla cuadrada que constituye el epicentro financiero de Londres.
La City es prácticamente un gobierno para y por sí misma, dentro del Reino Unido, capturada y controlada por la industria financiera que mantiene secuestrado el resto de la economía. Desde allí flujos innombrables se mueven por todo el mundo, muchos ocultos por el invento británico definitivo en cuanto al secretismo: la confianza. Debido al poderío financiero de la City, que hemos tenido ocasión de ver una y otra vez durante esta crisis económica, el gobierno del Reino Unido parece incapaz de plantarle cara y de cuestionar las transacciones que quiere realizar la City.
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Genaro Chic- Mensajes : 729
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Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Libertad Digital (16-09-2010) ha publicado una noticia que, curiosamente ha pasado casi desapercibida en los medios oficiales y comerciales de comunicación, a pesar de su aspecto de enorme trascendencia por lo que supone un intento de los políticos de frenar el enorme poder que ellos mismos, con su propia codicia de poder, dejaron en manos de los medios financieros, a los que les transfirieron en la práctica la capacidad de fabricar el dinero a través de créditos no respaldados por verdadera riqueza. El original se puede ver en
http://www.libertaddigital.com/economia/reino-unido-debate-restaurar-la-reserva-100-en-los-depositos-bancarios-1276401996/
Dice así:
Reino Unido debate restaurar la reserva 100% en los depósitos bancarios.
El Parlamento británico debatirá una propuesta revolucionaria. Una reforma financiera para restaurar la reserva 100% en los depósitos a la vista, lo cual implica eliminar la reserva fraccionaria, principio sobre el que se asienta el actual sistema bancario, y clave para entender los ciclos económicos.
El Parlamento británico ha aceptado debatir a partir del próximo noviembre una propuesta que supone una auténtica revolución para el actual sistema bancario. Steve Baker y Douglas Carswell, diputados conservadores de la Cámara, presentaron el miércoles, con el apoyo de otros miembros de su partido, una reforma financiera inédita, consistente en limitar la reserva fraccionaria de la banca. Es decir, el privilegio legal por el cual una entidad puede prestar los depósitos a la vista de sus clientes, expandiendo así el crédito.
Así, por ejemplo, cuando un cliente deposita 100 euros en una cuenta a la vista (cuenta corriente), su dinero, en realidad, se esfuma ya que, automáticamente, la entidad está autorizada legalmente por el gobierno para prestar hasta el 98% de esa cantidad. Esos 98 euros son, a su vez, depositados en otra cuenta y, nuevamente prestados a otro cliente con tal de reservar el 2% (coeficiente de caja), y así sucesivamente en un proceso que puede repetirse hasta 50 veces, aumentando de forma exponencial la oferta monetaria.
Según una reciente encuesta elaborada por The Cobden Center, el 74% de los británicos piensa, erróneamente, que el banco guarda al 100% el dinero despositado en sus cuentas corrientes, garantizando así su propiedad. Tan sólo un soprendente 8% conoce la realidad: que las entidades disponen libremente de esos ahorros.
El sistema de reserva fraccionaria es la base sobre el que se sustenta el funcionamiento de la banca desde hace casi dos siglos. Consiste en que un banco tiene derecho a prestar el dinero de sus clientes, al mismo tiempo que tiene la obligación de devolvérselo de forma inmediata en el momento que lo reclamen.
Por tanto, cuando se invierte a largo plazo (empleando depósitos a la vista para conceder, por ejemplo, hipotecas), sólo es viable si todos los depositantes no deciden retirar su dinero de forma simultánea (corrida bancaria). El banco tan sólo está obligado por ley a conservar en caja el 2% de los depósitos a la vista para pagar a los clientes que deseen retirarlo, el resto lo presta una y otra vez. Según numerosos miembros de la Escuela Austríaca de Economía, ésta es una de las principales claves para entender los recurrentes ciclos de auge y recesión propios de nuestra época.
La reforma que ha presentado Baker pretende poner fin a esta práctica, permitiendo al cliente elegir la forma de su depósito. Los impulsores reconocen explícitamente que su propuesta está inspirada en la obra Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos, de Jesús Huerta de Soto, catedrático de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos.
Tal y como explica Baker en The Wall Street Journal (lea aquí la traducción: http://mises.org/Community/blogs/rodrigodiaz/archive/2010/09/15/un-proyecto-de-ley-para-luchar-contra-el-capitalismo-crony-con-favorecimientos.aspx ), la reforma no consiste en prohibir la reserva fraccionaria sino en que el consumidor pueda elegir constituir depósitos 100%. Es decir, que el banco no preste su dinero sin su consentimiento.
En esencia, se trata de restaurar la Ley de Peel de 1844, sólo que extendiéndola a los depósitos bancarios. Dicha ley exigía un coeficiente de caja del 100% en oro a los bancos privados, pero tan sólo respecto a la emisión del papel moneda (patrón oro), olvidándose de aplicar el mismo requisito a los depósitos (vea aquí el vídeo explicativo de Huerta de Soto).
Según Baker, la reforma ofrecerá a los consumidores la posibilidad "de elegir cómo van a utilizar los bancos sus depósitos. Si usted pide en préstamo una pintura a un amigo y le promete que la va a devolver cuando él la pida y a continuación, presta la misma pintura a otra persona, usted está cometido un fraude. Estas normas no se aplican, sin embargo, a los banqueros. Los parlamentarios británicos tienen hoy la oportunidad de cambiar esto, y espero que así lo hagan".
El origen de la crisis
Desde hace casi dos siglos, los bancos gozan del privilegio legal de la reserva fraccionaria, "lo cual significa que pueden prestar lo que ya deben a sus depositantes. Al prestar e invertir los depósitos a la vista, los bancos crean dinero mediante la extensión de crédito. Cuando las inversiones del banco se vuelven agrias, y las inversiones a menudo se vuelven agrias, el banco no puede devolver los depósitos y se declara en quiebra. A menos que se las arregle para convencer a los políticos de que es demasiado grande para caer [too big to fail], en cuyo caso serán rescatados con dinero de los contribuyentes", explica el diputado.
"Esta relación asimétrica entre los depósitos bancarios y el contrato y los derechos de propiedad normales, combinada con la intervención del Estado, como en el caso de la planificación central de las tasas de interés [en alusión a la banca central], y diversas garantías adicionales, es la causa de los auges y crisis financieros", aclara. Baker señala que esta propuesta está siendo seguida muy de cerca en EEUU y Europa. No es de extrañar si se tiene en cuenta que supondría una auténtica revolución para el sistema bancario.
"Nuestro proyecto de ley permitiría a los británicos elegir cómo se utiliza su dinero". Es decir, que la entidad lo custodie sin posibilidad de prestarlo, garantizando la reserva 100% a cambio de pagar una comisión, o bien que el cliente permita explícitamente a la entidad prestar su dinero por un período de tiempo determinado, o lo que es lo mismo, un depósito a plazo a cambio de un determinado rendimiento (tipo de interés).
De este modo, según Baker, "el crédito seguiría existiendo", sólo que ahora sí estaría "respaldado por ahorro real". Además, el depositante "sería plenamente consciente de los beneficios y los riesgos a la hora de optar entre depositar su dinero en custodia [depósito a la vista] o invertirlo durante un período definido [depósito a plazo]".
"Hace dos años la economía mundial entró en crisis, sin embargo, nada se ha hecho para tratar de evitar nuevas crisis. Poner fin a la banca de reserva fraccionaria ha sido propuesto en algunas ocasiones por varios economistas de las tres grandes escuelas tradicionales - keynesianos, monetaristas y austríacos-. Uno podría preguntarse por qué el clamor para poner fin a este privilegio legal y anti-capitalista de la banca de reserva fraccionaria no se ha planteado con anterioridad ni con más fuerza".
Baker tiene muy claro cuál es el problema clave que padece el sistema bancario contemporáneo y propone su solución de forma meridianamente clara: "Los enemigos de la libertad muestran la crisis financiera como un fracaso del capitalismo. Sin embargo, el mercado en realidad no otorga privilegios legales a la banca tales como la reserva fraccionaria, los políticos sí. El privilegio legal de la reserva fraccionaria destruye los mecanismos sanos de propiedad y derecho contractual propios del capitalismo. Esperamos poner fin, hoy, a este privilegio".
Ver el vídeo “La ley de Peel y el Sistema Financiero”:
https://www.youtube.com/watch?v=GJOHvPuGVGA
Hay en internet un video sobre el ilusionismo bancario:
https://www.youtube.com/watch?v=QwoYy86DrK4
http://www.libertaddigital.com/economia/reino-unido-debate-restaurar-la-reserva-100-en-los-depositos-bancarios-1276401996/
Dice así:
Reino Unido debate restaurar la reserva 100% en los depósitos bancarios.
El Parlamento británico debatirá una propuesta revolucionaria. Una reforma financiera para restaurar la reserva 100% en los depósitos a la vista, lo cual implica eliminar la reserva fraccionaria, principio sobre el que se asienta el actual sistema bancario, y clave para entender los ciclos económicos.
El Parlamento británico ha aceptado debatir a partir del próximo noviembre una propuesta que supone una auténtica revolución para el actual sistema bancario. Steve Baker y Douglas Carswell, diputados conservadores de la Cámara, presentaron el miércoles, con el apoyo de otros miembros de su partido, una reforma financiera inédita, consistente en limitar la reserva fraccionaria de la banca. Es decir, el privilegio legal por el cual una entidad puede prestar los depósitos a la vista de sus clientes, expandiendo así el crédito.
Así, por ejemplo, cuando un cliente deposita 100 euros en una cuenta a la vista (cuenta corriente), su dinero, en realidad, se esfuma ya que, automáticamente, la entidad está autorizada legalmente por el gobierno para prestar hasta el 98% de esa cantidad. Esos 98 euros son, a su vez, depositados en otra cuenta y, nuevamente prestados a otro cliente con tal de reservar el 2% (coeficiente de caja), y así sucesivamente en un proceso que puede repetirse hasta 50 veces, aumentando de forma exponencial la oferta monetaria.
Según una reciente encuesta elaborada por The Cobden Center, el 74% de los británicos piensa, erróneamente, que el banco guarda al 100% el dinero despositado en sus cuentas corrientes, garantizando así su propiedad. Tan sólo un soprendente 8% conoce la realidad: que las entidades disponen libremente de esos ahorros.
El sistema de reserva fraccionaria es la base sobre el que se sustenta el funcionamiento de la banca desde hace casi dos siglos. Consiste en que un banco tiene derecho a prestar el dinero de sus clientes, al mismo tiempo que tiene la obligación de devolvérselo de forma inmediata en el momento que lo reclamen.
Por tanto, cuando se invierte a largo plazo (empleando depósitos a la vista para conceder, por ejemplo, hipotecas), sólo es viable si todos los depositantes no deciden retirar su dinero de forma simultánea (corrida bancaria). El banco tan sólo está obligado por ley a conservar en caja el 2% de los depósitos a la vista para pagar a los clientes que deseen retirarlo, el resto lo presta una y otra vez. Según numerosos miembros de la Escuela Austríaca de Economía, ésta es una de las principales claves para entender los recurrentes ciclos de auge y recesión propios de nuestra época.
La reforma que ha presentado Baker pretende poner fin a esta práctica, permitiendo al cliente elegir la forma de su depósito. Los impulsores reconocen explícitamente que su propuesta está inspirada en la obra Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos, de Jesús Huerta de Soto, catedrático de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos.
Tal y como explica Baker en The Wall Street Journal (lea aquí la traducción: http://mises.org/Community/blogs/rodrigodiaz/archive/2010/09/15/un-proyecto-de-ley-para-luchar-contra-el-capitalismo-crony-con-favorecimientos.aspx ), la reforma no consiste en prohibir la reserva fraccionaria sino en que el consumidor pueda elegir constituir depósitos 100%. Es decir, que el banco no preste su dinero sin su consentimiento.
En esencia, se trata de restaurar la Ley de Peel de 1844, sólo que extendiéndola a los depósitos bancarios. Dicha ley exigía un coeficiente de caja del 100% en oro a los bancos privados, pero tan sólo respecto a la emisión del papel moneda (patrón oro), olvidándose de aplicar el mismo requisito a los depósitos (vea aquí el vídeo explicativo de Huerta de Soto).
Según Baker, la reforma ofrecerá a los consumidores la posibilidad "de elegir cómo van a utilizar los bancos sus depósitos. Si usted pide en préstamo una pintura a un amigo y le promete que la va a devolver cuando él la pida y a continuación, presta la misma pintura a otra persona, usted está cometido un fraude. Estas normas no se aplican, sin embargo, a los banqueros. Los parlamentarios británicos tienen hoy la oportunidad de cambiar esto, y espero que así lo hagan".
El origen de la crisis
Desde hace casi dos siglos, los bancos gozan del privilegio legal de la reserva fraccionaria, "lo cual significa que pueden prestar lo que ya deben a sus depositantes. Al prestar e invertir los depósitos a la vista, los bancos crean dinero mediante la extensión de crédito. Cuando las inversiones del banco se vuelven agrias, y las inversiones a menudo se vuelven agrias, el banco no puede devolver los depósitos y se declara en quiebra. A menos que se las arregle para convencer a los políticos de que es demasiado grande para caer [too big to fail], en cuyo caso serán rescatados con dinero de los contribuyentes", explica el diputado.
"Esta relación asimétrica entre los depósitos bancarios y el contrato y los derechos de propiedad normales, combinada con la intervención del Estado, como en el caso de la planificación central de las tasas de interés [en alusión a la banca central], y diversas garantías adicionales, es la causa de los auges y crisis financieros", aclara. Baker señala que esta propuesta está siendo seguida muy de cerca en EEUU y Europa. No es de extrañar si se tiene en cuenta que supondría una auténtica revolución para el sistema bancario.
"Nuestro proyecto de ley permitiría a los británicos elegir cómo se utiliza su dinero". Es decir, que la entidad lo custodie sin posibilidad de prestarlo, garantizando la reserva 100% a cambio de pagar una comisión, o bien que el cliente permita explícitamente a la entidad prestar su dinero por un período de tiempo determinado, o lo que es lo mismo, un depósito a plazo a cambio de un determinado rendimiento (tipo de interés).
De este modo, según Baker, "el crédito seguiría existiendo", sólo que ahora sí estaría "respaldado por ahorro real". Además, el depositante "sería plenamente consciente de los beneficios y los riesgos a la hora de optar entre depositar su dinero en custodia [depósito a la vista] o invertirlo durante un período definido [depósito a plazo]".
"Hace dos años la economía mundial entró en crisis, sin embargo, nada se ha hecho para tratar de evitar nuevas crisis. Poner fin a la banca de reserva fraccionaria ha sido propuesto en algunas ocasiones por varios economistas de las tres grandes escuelas tradicionales - keynesianos, monetaristas y austríacos-. Uno podría preguntarse por qué el clamor para poner fin a este privilegio legal y anti-capitalista de la banca de reserva fraccionaria no se ha planteado con anterioridad ni con más fuerza".
Baker tiene muy claro cuál es el problema clave que padece el sistema bancario contemporáneo y propone su solución de forma meridianamente clara: "Los enemigos de la libertad muestran la crisis financiera como un fracaso del capitalismo. Sin embargo, el mercado en realidad no otorga privilegios legales a la banca tales como la reserva fraccionaria, los políticos sí. El privilegio legal de la reserva fraccionaria destruye los mecanismos sanos de propiedad y derecho contractual propios del capitalismo. Esperamos poner fin, hoy, a este privilegio".
Ver el vídeo “La ley de Peel y el Sistema Financiero”:
https://www.youtube.com/watch?v=GJOHvPuGVGA
Hay en internet un video sobre el ilusionismo bancario:
https://www.youtube.com/watch?v=QwoYy86DrK4
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Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Me envía Piero un texto, publicado en The American Dream, que estimo plenamente pertinente para esta sección:
41 hechos de la historia de los bancos centrales de EE.UU. que no se enseñan en las escuelas
------------------------------Fuente: http://endoftheamericandream.com/archives/41-facts-about-the-history-of-central-banks-in-the-united-states-that-our-children-are-no-longer-taught-in-school
Introducción
La versión original de este artículo contenía algunas inexactitudes menores. Pido perdón por ellas. No soy historiador y algunos de los hechos que presenté originalmente son objeto de controversia entre los historiadores. He tratado de revisar el artículo de manera que refleje de modo más exacto el consenso histórico. Sin embargo los puntos centrales del artículo original no están en disputa. Las operaciones de los bancos centrales siempre han sido un tema interesante en toda la historia de EE.UU. y siguen siendo una tremenda amenaza para nuestro sistema financiero en 2010. Todo el mundo comete errores, y estoy seguro de que cometeré muchos más. Sin embargo, la intención principal del artículo es detallar lo destructivas que han sido las operaciones de los bancos centrales y de la elite financiera durante toda la historia de EE.UU., y espero que casi todos puedan verlo con mucha claridad. Siempre habrá un debate histórico sobre ciertos puntos, pero los temas generales son inconfundibles cuando se considera una visión de conjunto.
Inicio del artículo original
En la actualidad la mayoría de los estudiantes estadounidenses ni siquiera entienden qué es un banco central, menos todavía que la batalla por los bancos centrales es uno de los temas más importantes de la historia de EE.UU. La verdad es que nuestra nación nació en medio de un conflicto por los impuestos y el control de nuestro dinero. La operación del banco central ha jugado un papel clave en casi todas las guerras libradas por EE.UU. Los presidentes que ofrecieron resistencia a los banqueros centrales fueron asesinados a tiros mientras los otros se rendían vergonzosamente ante sus demandas. Nuestro actual banco central se denomina Reserva Federal, y es tan “federal” como Federal Express. La verdad es que es una institución de propiedad privada hecha para enredar al gobierno de EE.UU. en una espiral de deuda en expansión interminable de la cual no hay escape. La Reserva Federal causó la Gran Depresión y la Reserva Federal es el centro de nuestra actual crisis económica. Ninguna de estas cosas se enseña actualmente a los estudiantes en las escuelas de EE.UU.
En 2010 enseñan a los jóvenes estadounidenses una versión esterilizada de la historia de EE.UU. que ni siquiera tiene sentido. Como con tantas cosas, si se quiere saber lo que pasó en realidad basta con seguir la pista del dinero.
A continuación enumero 41 hechos de la historia de los bancos centrales de EE.UU. que todos los estadounidenses deberían conocer...
Como resultado de la Guerra de Siete Años contra Francia, el rey Jorge III de Inglaterra estaba muy endeudado con los bancos centrales de Inglaterra.
En un intento de aumentar los ingresos, el rey Jorge trató de gravar fuertemente a las colonias en América.
---Corrección--- La siguiente cita, supuestamente de Benjamin Franklin en 1763, fue mencionada en Money and Men por Robert McCann Rice en 1941 pero no se ha encontrado ninguna fuente previa hasta ahora. ¿Es realmente de Franklin? En todo caso describe con exactitud las condiciones de aquel entonces…
“Es simple. En las colonias emitimos nuestro propio dinero. Se denomina Colonial Script. Lo emitimos en la proporción adecuada a las exigencias del comercio y la industria para hacer que los productos pasen fácilmente de los productores a los consumidores.
De esta manera, al crear nosotros mismos nuestro propio papel moneda, controlamos su poder adquisitivo y no tenemos que pagar intereses a nadie.”
El Acta Monetaria de 1764 ordenó que los colonos estadounidenses dejaran de emitir moneda de curso legal. El Colonial Script (la moneda que utilizaban entonces los colonos) debía cambiarse en una relación de dos a uno por “billetes” del Banco de Inglaterra.
---Corrección--- Existen diferencias de opinión sobre si fue Benjamin Franklin la fuente original de la siguiente cita:
“En un año cambiaron tanto las condiciones que terminó la era de la prosperidad y comenzó una depresión, de tal magnitud que las calles de las colonias se llenaron de desocupados".
---Corrección--- Cuando le preguntaron por qué las colonias americanas habían perdido el respeto al Parlamento, Benjamin Franklin respondió con la siguiente cita:
“Por un cúmulo de razones: las limitaciones impuestas últimamente a su comercio, por las cuales se impedía la llegada de oro y plata extranjeros a las colonias; la prohibición de producir papel moneda, y luego exigir un nuevo y pesado impuesto por las estampillas; la eliminación, al mismo tiempo, de los juicios con jurado, y el hecho negarse a recibir y escuchar sus humildes peticiones.”
El gobernador Morris, uno de los autores de la Constitución de EE.UU., en 1787 nos advirtió solemnemente de que no debíamos permitir que los banqueros nos esclavizaran:
“Los ricos se esforzarán por establecer su dominio y esclavizar al resto. Siempre lo han hecho. Siempre lo harán… Tendrán el mismo efecto aquí que en otros lugares si no conseguimos por el (poder del) gobierno mantenerlos en sus propias esferas.”
Por desgracia los que nos advirtieron contra los peligros de un banco central no se impusieron. Después de un intento abortado de establecer un banco central en los años ochenta del Siglo XVIII, se estableció el First Bank de EE.UU. en 1791. Alexander Hamilton (que tenía estrechos vínculos con la familia de banqueros Rothschild) llegó a un acuerdo según el cual apoyaría el cambio de la capital de la nación a Washington D.C. a cambio del apoyo del sur para el establecimiento de un banco central.
George Washington firmó la ley que creó el First Bank de EE.UU. el 25 de abril de 1701. Recibió un estatuto de 20 años.
En los primeros cinco años del First Bank de EE.UU., el gobierno de EE.UU. pidió prestados 8,2 millones de dólares y los precios subieron un 72%.
Los que se oponían a un banco central no estaban contentos. En 1798, Thomas Jefferson dijo lo siguiente:
“Quisiera que fuera posible obtener una sola enmienda de nuestra Constitución que quitara al gobierno federal su poder para pedir préstamos”.
En 1811 no se renovó el estatuto del First Bank de EE.UU.
Un año después estalló la guerra de 1812. Los británicos y los estadounidenses volvieron a estar en guerra.
En 1814 los británicos capturaron y quemaron Washington D.C., pero los estadounidenses obtuvieron posteriormente victorias cruciales en Nueva York y Nueva Orleans.
El Tratado de Gante, que terminó oficialmente la guerra, fue ratificado por el Senado de EE.UU. el 16 de febrero de 1815 y por los británicos el 18 de febrero de 1815.
En 1816, se creó otro banco central. Fue establecido el Second Bank de EE.UU. y recibió un estatuto de 20 años.
Andrew Jackson, quien llegó a la presidencia en 1828, estaba decidido a acabar con el poder de los banqueros centrales sobre EE.UU.
De hecho, en 1832, el eslogan para la reelección de Andrew Jackson fue “¡JACKSON y NINGÚN BANCO!”
El 10 de julio de 1832 el presidente Jackson dijo lo siguiente sobre el peligro de un banco central: “No sólo nuestros propios ciudadanos recibirán la munificencia de nuestro gobierno. Más de ocho millones de acciones de este banco están en manos de extranjeros… ¿no corren peligro nuestra libertad e independencia en un banco que en su naturaleza tiene tan poco que lo vincule con nuestro país?... Controlando nuestra moneda, recibiendo nuestros dineros públicos y manteniendo en dependencia a miles de nuestros ciudadanos… sería más formidable y peligroso que una potencia militar enemiga.”
En 1835, el presidente Jackson pagó en su totalidad la deuda nacional de EE.UU. Es el único presidente de EE.UU. que ha sido capaz de hacerlo.
El presidente Jackson vetó el intento de renovar el estatuto del Second Bank de EE.UU. en 1836.
Richard Lawrence trató de matar a Andrew Jackson, pero éste sobrevivió. Se afirma que Lawrence dijo que “gente rica de Europa” le había incitado a hacerlo.
La guerra civil fue otra oportunidad para que los bancos centrales de Europa metieran sus garras en EE.UU. De hecho se afirma que Abraham Lincoln efectivamente contactó con la banca Rothschild en Europa en un intento de financiar el esfuerzo bélico. Según se informa, los Rothschild pedían intereses muy elevados y Lincoln se negó rotundamente a pagarlos.
En cambio Lincoln impuso la Ley de Moneda de Curso Legal de 1862. Bajo esa ley, el gobierno de EE.UU. emitió 449.338.902 dólares de dinero libre de deuda.
Ese dinero libre de deuda se conoció como "Greenbacks" por la tinta verde que se utilizó para imprimirlo.
---Corrección--- Afirman que la siguiente cita apareció en el London Times en 1865, pero numerosos historiadores cuestionan su autenticidad:
“Si esta dañina política financiera, que tiene su origen en Norteamérica, se convirtiera en algo permanente, ese gobierno se proveería de su propio dinero sin ningún coste. Pagaría sus deudas y se libraría de ellas. Tendría todo el dinero necesario para llevar a cabo su comercio. Llegaría a una prosperidad sin precedentes en la historia del mundo. Los cerebros y la riqueza de todos los países irían a Norteamérica. Hay que destruir a ese país o él destruirá a todas las monarquías del globo.”
Abraham Lincoln fue asesinado a tiros por John Wilkes Booth el 14 de abril de 1865.
Después de la Guerra Civil, todo el dinero en EE.UU. fue creado por banqueros mediante la compra de bonos del gobierno a cambio de billetes de banco.
---Corrección--- Lo que realmente sentía el presidente James A. Garfield con respecto a los banqueros internacionales forma parte de un legítimo debate histórico. La cita del artículo original no ha sido totalmente documentada.
El presidente Garfield fue atacado cerca de dos semanas después por Charles J. Guiteau, el 2 de julio de 1881. Murió debido a complicaciones médicas el 19 de septiembre de 1881.
En 1906 el mercado bursátil de EE.UU. establecía todo tipo de récords. Sin embargo en marzo de 1907 se derrumbó totalmente. Se afirma que los banqueros de elite neoyorquinos fueron los responsables.
Además, en 1907, J.P. Morgan hizo circular rumores de que un importante banco de Nueva York se había declarado en bancarrota. Eso provocó un pánico bancario masivo. Por su parte, los bancos comenzaron a cobrar todos sus préstamos. El pánico de 1907 llevó a una investigación del Congreso que terminó por concluir que era "necesario" un banco central para que ese tipo de pánico jamás se volviera a repetir. Tardaron algunos años, pero los banqueros internacionales acabaron consiguiendo su banco central en 1913.
---Corrección—La Cámara de Representantes de EE.UU. votó la Ley de Reserva Federal el 22 de diciembre de 1913 y el Senado al día siguiente, el 23 de diciembre de 1913.
Una parte importante del Congreso estaba durmiendo cuando sucedió o ya estaba con su familia celebrando las fiestas de fin de año.
---Corrección--- La versión correcta de la cita del presidente Woodrow Wilson sobre nuestro sistema de crédito es la siguiente:
Una gran nación industrial está controlada por su sistema de crédito. Nuestro sistema de crédito está concentrado en manos privadas. Por lo tanto el crecimiento de la nación, y todas nuestras actividades, están en manos de unos pocos, los cuales, incluso aunque sus acciones fueran honestas y en función del interés público, necesariamente se concentran en las grandes empresas en las que está involucrado su propio dinero, y necesariamente, por la razón de sus propias limitaciones, congelan, limitan y destruyen una auténtica libertad económica. Es el mayor problema de todos, y los estadistas deben encararlo con una determinación seria que sirva al futuro a largo plazo y a las verdaderas libertades de los hombres.
Se discute si Woodrow Wilson realmente lamentó el hecho de haber permitido que se creara la Reserva Federal, pero esperamos que la mayoría esté de acuerdo en que debería haberlo lamentado.
Entre 1921 y 1929 la Reserva Federal aumentó el suministro de dinero en EE.UU. en un 62%. Fue la época conocida como “los felices años veinte”.
Además, los “préstamos marginales” altamente apalancados se hicieron muy comunes durante ese período.
En octubre de 1929 los banqueros neoyorquinos comenzaron a exigir masivamente el pago de esos préstamos marginales. Eso originó el crac inicial que puso en marcha la Gran Depresión.
En lugar de expandir el suministro de dinero como reacción ante esta crisis, la Reserva Federal lo restringió.
De hecho, se informó de que el suministro de dinero en EE.UU. se contrajo en 8.000 millones de dólares entre 1929 y 1933. Era una cantidad extraordinaria de dinero en aquella época. Quebró más de un tercio de los barcos de EE.UU. Los banqueros neoyorquinos pudieron comprar otros bancos y toda clase de activos por pocos centavos de dólar.
¿Pero se enseña algo de esto a los estudiantes estadounidenses en la actualidad?
Claro que no.
De hecho es raro que un estudiante pueda explicar adecuadamente qué es un banco central.
Hemos perdido muchas cosas importantes de nuestra historia.
Y ya sabéis lo que dicen: los que olvidan la historia están condenados a repetirla.
Es absolutamente crítico que eduquemos a la mayor cantidad de estadounidenses con respecto a lo que sucede realmente en nuestro sistema financiero y el motivo por el cual debemos realizar algunos cambios verdaderamente fundamentales.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: El conflicto entre el poder político y el financiero
Periodismo de opinión en Reggio’s
La crisis de la socialdemocracia en Europa, de Denis MacShane en El Mundo
TRIBUNA: DERIVA COMUNITARIA
El autor cree que el preocupante ascenso de la ultraderecha es consecuencia de la falta de discurso de la izquierda. Considera que la UE está desdibujándose a la vez que crece mastodónticamente y echa en falta líderes de peso.
Que existe una crisis de la socialdemocracia en Europa no está en duda. La pregunta es si es terminal. Los síntomas son más que preocupantes. Valga como ejemplo Viena, hace un siglo ciudad natal de la política antisemita de los camisas pardas. Hasta el 27% de los ciudadanos ha apoyado en unas elecciones celebradas este otoño al ultraderechista partido del fallecido y poco llorado Jörg Haider. Y más al norte del continente, por primera vez en un siglo los socialdemócratas suecos han salido derrotados en dos elecciones sucesivas. El Partido de los Demócratas Suecos -un nombre progresista para un partido antimusulmán extremadamente antiprogresista- consiguió 20 escaños en el Riksdag, el Parlamento del país escandinavo.
En España y Grecia, los gobiernos socialistas llevan meses haciendo frente a huelgas y manifestaciones mientras tratan, por todos los medios, de recuperar el control de las finanzas públicas. Sin embargo, es demasiado tarde. En el caso español, los excluidos del mercado de trabajo por culpa del proteccionismo corporativo heredado del franquismo en favor de los que tenían trabajo para toda la vida han abandonado en masa a la izquierda.
En el pasado, la izquierda debatía sobre el futuro. Ahora debate sobre su identidad. La derivación de una política de clase a una papilla de políticas sectoriales de intereses caleidoscópicos monoclasistas ha dejado a la izquierda sin voz. No se puede dar cabida al mismo tiempo a los verdes anti-nucleares y a los que creen en la industria y, a la vez, al derecho de los ciudadanos a pulsar un interruptor y al instante, y en todo momento, obtener luz, calor y energía.
El movimiento masivo de personas, que se aceleró en 1990 con la caída del Muro de Berlín y el fin de los controles de las fronteras del comunismo, trajo a decenas de miles de personas a ciudades y comunidades ya asentadas, en las que funcionaba desde hacía mucho tiempo un pacto histórico socialdemócrata. Se trataba de una enorme fuerza de nuevas personas, nuevas culturas, una nueva religión y unas nuevas demandas de derechos. Los inmigrantes han llegado y han cambiado el paisaje urbano de Europa. Son decenas de miles los solicitantes de asilo que nunca han ido a su patria, de parientes que han exigido el derecho a instalarse y, más recientemente, de inmigrantes católicos blancos de Europa del Este, muy trabajadores y con buena formación.
En las grandes ciudades, en general, hasta ahora se ha absorbido la inmigración. Pero cuando ha habido que integrar en pequeñas localidades a unos recién llegados dispuestos a emprender una nueva vida, las tensiones con los oriundos se han vuelto insoportables y han dado paso a las nuevas políticas de identidad.
Para la mayor parte de la derecha nacionalista populista de Europa, los musulmanes -identificados por esa derecha como el nuevo enemigo o como una presencia no indígena que se debe a lealtades exteriores- han reemplazado a los judíos de preguerra. El fantasma de Eurabia, la idea de que Europa está cayendo bajo control musulmán, es lo que se impone ahora. El Estado del Bienestar pagado a lo largo de generaciones por la población autóctona se ha apretado el cinturón en cuanto ha tenido que atender a nuevos ciudadanos recién llegados. La vivienda social, que a partir de los años 50 del siglo pasado, fue un gran regalo de la socialdemocracia a sus partidarios, se había agostado en el año 2000. A medida que los votantes pasaron de vivir de alquiler a vivir en propiedad y vieron que disminuían las esperanzas de que sus propios hijos consiguieran una vivienda social en alquiler, se empezaron a preguntar si sus intereses iban a seguir representados por la izquierda.
Éste y otros muchos problemas sociales, así como una gran mayoría de inmigrantes recién llegados, pudieron ser absorbidos por unas economías europeas en fuerte crecimiento que creaban puestos de trabajo. Sin embargo, la socialdemocracia ha rechazado el liberalismo de los mercados dinámicos debido a su falta de equidad. La izquierda europea tiene políticas para las mujeres, para los homosexuales, para los niños, para los artistas, pero, ¿las tiene para la clase obrera?
Desde hace mucho tiempo, los sindicatos de todos los países europeos han abandonado la lucha contra el capitalismo. En su lugar, enfrentan a la opinión pública con huelgas que niegan a los pobres el acceso al transporte, a los servicios municipales o a la escuela. El rico pasa entre los piquetes de las huelgas de los sindicatos del sector público y no nota ningún efecto. No es culpa de los sindicatos. El sector público es el único en el que es posible el reclutamiento. ¿Qué dirigente sindical hay con las ansias organizativas que hacen falta para levantarse a las tres de la madrugada y captar a los temporeros lituanos de la fruta o presentarse al nuevo proletariado femenino que sale del turno de limpieza de madrugada?
No hay pensadores de la socialdemocracia europea a los que se lea habitualmente. La izquierda intelectual alemana, francesa o británica escribe para sus compañeros comentaristas de su propio país. Mientras que la derecha es capaz de unirse por encima de las fronteras en torno a algunos temas (la obsesión por un Estado más reducido, obstáculos a los musulmanes, reducción de los derechos sindicales, etcétera), la izquierda produce largas listas de demandas y deseos, como si fueran las de la compra, y se resiste a enumerar unas prioridades y un orden de prelación. La izquierda parece genéticamente incapaz de apoyar los compromisos del poder.
Surge entonces la pregunta inevitable: ¿No hay entonces nada que hacer? El cambio es posible. Pero va a ser necesario que haya dirigentes valientes dispuestos a modificar la forma que tenemos de ver el mundo. El líder laborista recientemente elegido en el Reino Unido, Ed Miliband, estuvo acertado cuando dijo que el laborismo ofrecía siempre lo mejor de sí mismo cuando cuestionaba el pensamiento convencional. Hay muchísimas ideas convencionales, demasiadas, en el consejo supremo de la socialdemocracia europea. Sin embargo, cuestionarlas significa asumir riesgos. Cuando la socialdemocracia del Viejo Continente esté preparada para enterrar sus mitos del pasado, estará preparada de nuevo para dar a luz un nuevo futuro.
En el corazón de esta nueva Europa debe estar Europa. Europa, sin embargo, se siente demasiado cómoda y satisfecha consigo misma. Se han realizado grandes avances. Y naturalmente ya no hay fascismo, ya no hay comunismo.
HOY POR TODOS los lugares de Europa se encuentran buenas carreteras, buenas escuelas y buenos hospitales. Ahora bien, ¿acaso marcamos el signo de los tiempos o nos deslizamos suavemente hacia la irrelevancia por más que disfrutemos de nuestro actual estilo de vida fácil? ¿Está Europa transformándose en un nuevo Imperio Otomano, grande, rico y arrogante, cuando necesitamos una Europa hambrienta y más pobre, dispuesta a asumir riesgos y a aceptar sacrificios para alcanzar la grandeza?
Europa no puede tomar prestado su camino hacia un mañana mejor. Los banqueros han hundido a Europa en una crisis tan grave como no se había visto desde los tiempos de Marx. Lo que ocurre es que los banqueros somos todos nosotros. Son nuestros ahorros, nuestros seguros de vida y nuestros fondos de pensiones y nuestros salarios. Están bajo nuestro control democrático. La socialdemocracia no tiene ninguna teoría eficaz sobre la Banca o el poder del dinero.
Por último, detrás de las políticas y de los programas, llegan los personajes, con más o menos empuje. ¿Dónde está la nueva generación de constructores de Europa? ¿Dónde están los Willy Brandt o los Felipe González dispuestos a cuestionar las ortodoxias de sus partidos? ¿Hay por ahí algún nuevo Monnet o algún nuevo Delors por descubrir? ¿Pueden Alemania y Francia superar sus diferencias y llegar a un nuevo Tratado del Rin que relance el núcleo de una Europa basada en la fusión real de determinadas decisiones? ¿Es excesivamente grande esta Europa de 27 miembros, que quizá pronto esté integrada por 30 estados o más, y que está llegando a convertirse en una especie de Naciones Unidas, un lugar de debate pero no de toma de decisiones reales?
¿Cuáles son los enemigos de Europa? ¿No es la idea de una amenaza externa lo que crea una unidad de objetivos en política? En ese caso, ¿cuál es la verdadera amenaza que afronta Europa?
Denis MacShane es diputado británico del Partido Laborista y ex ministro para Europa en el Gobierno de Tony Blair.
La crisis de la socialdemocracia en Europa, de Denis MacShane en El Mundo
TRIBUNA: DERIVA COMUNITARIA
El autor cree que el preocupante ascenso de la ultraderecha es consecuencia de la falta de discurso de la izquierda. Considera que la UE está desdibujándose a la vez que crece mastodónticamente y echa en falta líderes de peso.
Que existe una crisis de la socialdemocracia en Europa no está en duda. La pregunta es si es terminal. Los síntomas son más que preocupantes. Valga como ejemplo Viena, hace un siglo ciudad natal de la política antisemita de los camisas pardas. Hasta el 27% de los ciudadanos ha apoyado en unas elecciones celebradas este otoño al ultraderechista partido del fallecido y poco llorado Jörg Haider. Y más al norte del continente, por primera vez en un siglo los socialdemócratas suecos han salido derrotados en dos elecciones sucesivas. El Partido de los Demócratas Suecos -un nombre progresista para un partido antimusulmán extremadamente antiprogresista- consiguió 20 escaños en el Riksdag, el Parlamento del país escandinavo.
En España y Grecia, los gobiernos socialistas llevan meses haciendo frente a huelgas y manifestaciones mientras tratan, por todos los medios, de recuperar el control de las finanzas públicas. Sin embargo, es demasiado tarde. En el caso español, los excluidos del mercado de trabajo por culpa del proteccionismo corporativo heredado del franquismo en favor de los que tenían trabajo para toda la vida han abandonado en masa a la izquierda.
En el pasado, la izquierda debatía sobre el futuro. Ahora debate sobre su identidad. La derivación de una política de clase a una papilla de políticas sectoriales de intereses caleidoscópicos monoclasistas ha dejado a la izquierda sin voz. No se puede dar cabida al mismo tiempo a los verdes anti-nucleares y a los que creen en la industria y, a la vez, al derecho de los ciudadanos a pulsar un interruptor y al instante, y en todo momento, obtener luz, calor y energía.
El movimiento masivo de personas, que se aceleró en 1990 con la caída del Muro de Berlín y el fin de los controles de las fronteras del comunismo, trajo a decenas de miles de personas a ciudades y comunidades ya asentadas, en las que funcionaba desde hacía mucho tiempo un pacto histórico socialdemócrata. Se trataba de una enorme fuerza de nuevas personas, nuevas culturas, una nueva religión y unas nuevas demandas de derechos. Los inmigrantes han llegado y han cambiado el paisaje urbano de Europa. Son decenas de miles los solicitantes de asilo que nunca han ido a su patria, de parientes que han exigido el derecho a instalarse y, más recientemente, de inmigrantes católicos blancos de Europa del Este, muy trabajadores y con buena formación.
En las grandes ciudades, en general, hasta ahora se ha absorbido la inmigración. Pero cuando ha habido que integrar en pequeñas localidades a unos recién llegados dispuestos a emprender una nueva vida, las tensiones con los oriundos se han vuelto insoportables y han dado paso a las nuevas políticas de identidad.
Para la mayor parte de la derecha nacionalista populista de Europa, los musulmanes -identificados por esa derecha como el nuevo enemigo o como una presencia no indígena que se debe a lealtades exteriores- han reemplazado a los judíos de preguerra. El fantasma de Eurabia, la idea de que Europa está cayendo bajo control musulmán, es lo que se impone ahora. El Estado del Bienestar pagado a lo largo de generaciones por la población autóctona se ha apretado el cinturón en cuanto ha tenido que atender a nuevos ciudadanos recién llegados. La vivienda social, que a partir de los años 50 del siglo pasado, fue un gran regalo de la socialdemocracia a sus partidarios, se había agostado en el año 2000. A medida que los votantes pasaron de vivir de alquiler a vivir en propiedad y vieron que disminuían las esperanzas de que sus propios hijos consiguieran una vivienda social en alquiler, se empezaron a preguntar si sus intereses iban a seguir representados por la izquierda.
Éste y otros muchos problemas sociales, así como una gran mayoría de inmigrantes recién llegados, pudieron ser absorbidos por unas economías europeas en fuerte crecimiento que creaban puestos de trabajo. Sin embargo, la socialdemocracia ha rechazado el liberalismo de los mercados dinámicos debido a su falta de equidad. La izquierda europea tiene políticas para las mujeres, para los homosexuales, para los niños, para los artistas, pero, ¿las tiene para la clase obrera?
Desde hace mucho tiempo, los sindicatos de todos los países europeos han abandonado la lucha contra el capitalismo. En su lugar, enfrentan a la opinión pública con huelgas que niegan a los pobres el acceso al transporte, a los servicios municipales o a la escuela. El rico pasa entre los piquetes de las huelgas de los sindicatos del sector público y no nota ningún efecto. No es culpa de los sindicatos. El sector público es el único en el que es posible el reclutamiento. ¿Qué dirigente sindical hay con las ansias organizativas que hacen falta para levantarse a las tres de la madrugada y captar a los temporeros lituanos de la fruta o presentarse al nuevo proletariado femenino que sale del turno de limpieza de madrugada?
No hay pensadores de la socialdemocracia europea a los que se lea habitualmente. La izquierda intelectual alemana, francesa o británica escribe para sus compañeros comentaristas de su propio país. Mientras que la derecha es capaz de unirse por encima de las fronteras en torno a algunos temas (la obsesión por un Estado más reducido, obstáculos a los musulmanes, reducción de los derechos sindicales, etcétera), la izquierda produce largas listas de demandas y deseos, como si fueran las de la compra, y se resiste a enumerar unas prioridades y un orden de prelación. La izquierda parece genéticamente incapaz de apoyar los compromisos del poder.
Surge entonces la pregunta inevitable: ¿No hay entonces nada que hacer? El cambio es posible. Pero va a ser necesario que haya dirigentes valientes dispuestos a modificar la forma que tenemos de ver el mundo. El líder laborista recientemente elegido en el Reino Unido, Ed Miliband, estuvo acertado cuando dijo que el laborismo ofrecía siempre lo mejor de sí mismo cuando cuestionaba el pensamiento convencional. Hay muchísimas ideas convencionales, demasiadas, en el consejo supremo de la socialdemocracia europea. Sin embargo, cuestionarlas significa asumir riesgos. Cuando la socialdemocracia del Viejo Continente esté preparada para enterrar sus mitos del pasado, estará preparada de nuevo para dar a luz un nuevo futuro.
En el corazón de esta nueva Europa debe estar Europa. Europa, sin embargo, se siente demasiado cómoda y satisfecha consigo misma. Se han realizado grandes avances. Y naturalmente ya no hay fascismo, ya no hay comunismo.
HOY POR TODOS los lugares de Europa se encuentran buenas carreteras, buenas escuelas y buenos hospitales. Ahora bien, ¿acaso marcamos el signo de los tiempos o nos deslizamos suavemente hacia la irrelevancia por más que disfrutemos de nuestro actual estilo de vida fácil? ¿Está Europa transformándose en un nuevo Imperio Otomano, grande, rico y arrogante, cuando necesitamos una Europa hambrienta y más pobre, dispuesta a asumir riesgos y a aceptar sacrificios para alcanzar la grandeza?
Europa no puede tomar prestado su camino hacia un mañana mejor. Los banqueros han hundido a Europa en una crisis tan grave como no se había visto desde los tiempos de Marx. Lo que ocurre es que los banqueros somos todos nosotros. Son nuestros ahorros, nuestros seguros de vida y nuestros fondos de pensiones y nuestros salarios. Están bajo nuestro control democrático. La socialdemocracia no tiene ninguna teoría eficaz sobre la Banca o el poder del dinero.
Por último, detrás de las políticas y de los programas, llegan los personajes, con más o menos empuje. ¿Dónde está la nueva generación de constructores de Europa? ¿Dónde están los Willy Brandt o los Felipe González dispuestos a cuestionar las ortodoxias de sus partidos? ¿Hay por ahí algún nuevo Monnet o algún nuevo Delors por descubrir? ¿Pueden Alemania y Francia superar sus diferencias y llegar a un nuevo Tratado del Rin que relance el núcleo de una Europa basada en la fusión real de determinadas decisiones? ¿Es excesivamente grande esta Europa de 27 miembros, que quizá pronto esté integrada por 30 estados o más, y que está llegando a convertirse en una especie de Naciones Unidas, un lugar de debate pero no de toma de decisiones reales?
¿Cuáles son los enemigos de Europa? ¿No es la idea de una amenaza externa lo que crea una unidad de objetivos en política? En ese caso, ¿cuál es la verdadera amenaza que afronta Europa?
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Aarón- Invitado
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