Prestigio vs Mercado
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La Revolución Fiesta y el 15-M

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Mensaje  Genaro Chic Dom Jun 19, 2011 10:46 am

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Mi visión de la historia, como saben quienes me conocen, parte de la idea de que las sociedades avanzan retrocediendo, en espiral (donde la recta y el círculo se suman). Pues bien, estos días, con motivo del movimiento ciudadano que se está produciendo y que periodísticamente ha sido bautizado como 15-M, me vienen a la memoria cosas de mi pasado, en concreto de cuando andaba en los 19 a 22 años. Eran aquellos finales de los 60 del siglo pasado unos días en los que la presión de los países capitalistas (con el patrón EEUU a la cabeza) buscaba una salida democrática liberal al régimen de Franco, que había tomado buena nota y había comenzado por separar la jefatura del gobierno de la del Estado. Los grupos más o menos organizados (en realidad sólo el Partido Comunista lo estaba, por eso fue al único que realmente hubo que integrar en el sistema para domesticarlo) intentaban agitar el ambiente, aunque la época era de prosperidad, en nombre de la libertad de expresión y contra otro tipo de represiones anexas, de las que el ámbito sexual era de los más considerados.

Aprovechando el movimiento del mal llamado Mayo francés del 68, la agitación se apoderó de la Universidad, en la que yo estaba. Continuamente se nos convocaba a asambleas donde lo único que quedaba claro era que había que hacer huelgas y manifestaciones, sin que nunca oyese ningún planteamiento serio de las causas de ello (a diferencia de lo que ocurre hoy, dicho sea de paso). Pronto, como becario de los antiguos (con mayores exigencias que los de hoy), tuve motivo para desconfiar de esos líderes a los que en el fondo yo me di cuenta que le interesaba bastante poco más allá de mi comportamiento como semoviente siguiéndoles a ellos como pastores. Lo que me apartó también del progresismo (del conservadurismo no era necesario: no tenía nada que conservar). Participaba en el deseo de cambio, pero actuaba con cuidado por eso. Así por ejemplo, me gustaba captar la emisora interna de la Policía en la onda corta de la radio, y así me enteraba de bastante más cosas de la actuación que en las asambleas, donde sólo se nos informaba de los que habían sido detenidos y de alguna otra torta que se escapaba. Vi también que los agitadores desaparecían de la primera fila cuando cargaban los “grises” (así llamados por el color del uniforme) y que la mayor parte de los palos dados en la calle se la llevaban los bienintencionados que los acompañaban. Y si algún policía encubierto era reconocido, lógicamente tenía que salvarse por piernas. Supongo que nada nuevo, pero yo lo descubrí entonces.

Luego, una vez terminada mi carrera de filólogo clásico, seguí en la Universidad, dedicado ahora profesionalmente a la historia. Supe aquello que decía Tito Livio (Historia, 3, 1) hace 2000 años: «Casi siempre ocurre que los más vencen a los mejores» (Plerumque fit ut maior pars meliorem vincat). Y conocí el problema que siempre plantearon las bandas de guerreros a las comunidades, tanto las mediterráneas (p. ej. Ilíada, 11, vv. 670-710) como otras más alejadas como las de los iroqueses de los que hablaba Morgan. Era el instinto de lucha que congregaba a los jóvenes (normalmente seguidores de un cabecillo o caudillo: capitellus en latín) que buscaban la gloria por sus acciones llamativas, a ser posible con la obtención de algún botín como muestra que llevar a los suyos de cómo se habían comportado. Algo que tiene mucho que ver, dicho sea de paso, con la formación de las posteriores aristocracias estatales, normalmente surgidas por derrocamiento de las anteriores.

También leí un libro que hoy está injustamente olvidado, como es el de Claire Préaux, seguidora de M. I. Rostovtzeff, uno de los puntales del estudio de la economía mediterránea antigua. Hablo de El mundo helenístico: Grecia y Oriente, desde la muerte de Alejandro hasta la conquista de Grecia por Roma (323-146 a. de C.), (Barcelona, Labor, 1984). Ya en su vejez, hace un certero análisis de las revoluciones y señala como no todas son, formalmente al menos, iguales. Así, en la p. 309, señala cómo en ese tipo de sociedades antiguas que partían de una base desigualitaria (o natural), difícilmente se podrían dar movimientos igualitarios como los que se plantean tras el triunfo cultural del racionalismo. Todo lo más se buscaba restaurar un cierto equilibrio para que las diferencias estamentales no derivasen en enfrentamientos de clase que hubiese destruido las bases del único sistema que cabía en las mentes, que era el ya existente. En ese sentido nos dice que algunas revoluciones fueron provocadas por la expansión económica y abrieron nuevas posibilidades para una clase desfavorecida: tal vez habría que llamarlas «revoluciones de crecimiento». Fueron éstas la de Solón en Atenas, la revolución de 1776 en los Estados Unidos o la guerra de Secesión en ese mismo país, la revolución de 1789 en Francia o la de 1917 en Rusia, que pretendían desarrollar un nuevo tipo de economía ya iniciado”. Yo metería alguna más, como la que hizo triunfar César y mantuvo Augusto, que fue anticapitalista (recuerdo que no se debe confundir capitalista con rico).

“Por contra, -sigue diciendo- las revoluciones que estallaron en Grecia, entre los siglos IV y II, no son «revoluciones de crecimiento». Los pobres aspiraban simplemente a una parte de los bienes de los ricos y en ningún caso puede hablarse de expansión económica. Las soluciones que se intentaba aplicar para superar el problema de la pobreza no alcanzaban las raíces del mal y, a menudo, los revolucionarios ponían su esperanza en un retorno al pasado”. O sea, eran regresivas, como la de los ayatolás en Iran, frente a las progresivas antes enumeradas.

Pero, en p. 184, cuando habla de la gran ciudad del Mediterráneo –fluvial y marítima como Sevilla- nos habla de otro tipo de revolución que es sobre el que quiero llamar la atención ahora: “La «revolución» alejandrina –nos dice- no parece haber tenido causas económicas. Se trataba de las disputas de palacio que llegaban hasta la calle. Es la revolución-fiesta, la violación del orden, signo de la debilidad del rey. Esa debilidad podía tener causas de tipo económico; es la consecuencia lejana del progreso de Roma en Grecia y Oriente; iba unida a acontecimientos guerreros y coincidió con revueltas campesinas [de tipo regresivo, normalmente, como la del 15M, que quiere restaurar la democracia y no cambiarla por algo distinto]. Sin que aparentemente hubieran concertado sus acciones, lo cierto es que Alejandría y Egipto reaccionaron de forma simultánea a la debilidad de los reyes [o sea, del Estado]”.

Es lo que yo aprecié hace cuarenta años en nuestras revueltas estudiantiles (la inmensa mayoría de los estudiantes eran entonces de las clases acomodadas) y lo que sin querer plantea también ahora José Mª Carrascal en las páginas del diario ABC con referencia a Cataluña ( http://www.abcdesevilla.es/20110617/opinion-cartas-director/abcp-democracia-real-20110617.html ): Gente joven que aprovecha una debilidad, real o presentida, del Estado para dar salida a sus ímpetus primitivos de violencia, sin necesidad de mayor justificación: lo mismo da la celebración de un triunfo deportivo o una protesta sindical o política que no se ha planteado en términos violentos en principio.

“Y esto no pueden negarlo –nos dice Carrascal- ninguno de los analistas que hacen malabarismos para diferenciar los «antisistemas» de los «indignados», la «violencia» de la «protesta pacífica». Una cosa lleva a la otra, derivando hacia el ataque a las instituciones, con ánimo de sustituirlas por otras de base más ancha, aún no establecidas. Y precisamente por no estar establecidas, es muy fácil que se apoderen del «movimiento» los más audaces, los más vociferantes, los más violentos. No crean que es nuevo. Ocurrió en la comuna francesa de 1871, donde los consejos populares se apoderaron del poder frente a las autoridades propias y frente a las tropas alemanas que asediaban París. Ocurrió durante la revolución rusa, cuando los soviets (soviet, en ruso, significa eso, consejo) se alzaron contra el zar que perdía la guerra contra los alemanes, y ocurrió en la España republicana, a punto de sumergirse en el caos cuando el gobierno Negrín, aconsejado por los comunistas, aplastó a anarquistas y al POUM, contra las tropas de Franco.

Algo tienen en común todas esas intentonas: su marcado desdén por la «democracia burguesa» y su incapacidad de controlarse a sí mismas. Que suele surgir de una crisis nacional —guerra, hundimiento económico— y de la dejación de deberes por parte de la autoridad. Que se dan hoy en España”. Hasta aquí el texto de Carrascal.

Otra cuestión es que todos los movimientos organizados, en un sentido u otro, vean con simpatía el ímpetu de sus “frentes de juventudes” mientras les sirven para obtener sus fines. Si estos se consiguen, los terroristas de ayer se pueden convertir en héroes del mañana. Como sucedió por ejemplo tras la formación del estado moderno de Israel.

Termino con una pequeña precisión: De la misma manera que no se puede decir con propiedad que todos los políticos son por principio corruptos, tampoco se puede decir que todos los indignados son indignantes. En todo caso puede que predomine una categoría u otra, que será en ese caso lo que determine la consideración general del conjunto. Pensar lo contrario, que lo que vale para un lado no vale para el otro, me parece absolutamente tendencioso y un empobrecimiento intelectual. Es mi manera de ver las cosas.

ADDENDUM: Sucesos como los recientes de la Plaza de Cataluña, ante el Parlament, en Barcelona ocurrieron en 1984, aunque el signo de la protesta violenta fue en este caso inverso. Merece la pena echarle un vistazo: http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/eclipses-democraticos-1046359

Fiesta no violenta: Hermandad del Rocío de la Macarena, Sevilla, 2011: https://www.youtube.com/watch?v=Bi9mDMVx9rM. Hay otras maneras de divertirse aparte de la de hacer daño.

Salud

Genaro Chic

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Mensaje  Genaro Chic Mar Ago 02, 2011 7:28 pm

Estas líneas no me van a hacer ganar muchos amigos. Empezamos a ser multitud los indignados con los indignados, y cabría preguntarse qué ocurriría si esa multitud de antiindignados decidiera expresar su malestar con sus mismos métodos.

El movimiento social que provocó simpatías en los primeros días, que clamaba por lo que infinidad de españoles clamaban, que expresaban el descontento que una mayoría de los ciudadanos sentía, que criticaba a los políticos que sólo se preocupaban de continuar en el machito en lugar de atender los problemas acuciantes de una población desesperada por la falta de empleo, por la falta de perspectivas de futuro, por jóvenes que se sentían fracasados antes incluso de finalizar sus estudios porque sabían que tenían poco camino profesional que recorrer; el movimiento que se convirtió un poco en la voz de todos, al final se ha convertido en un nuevo problema que un gobierno acomplejado no sabe cómo resolver y un sector de población acomplejado también no se atreve a criticar abiertamente. Así, uno y otros, han dado alas a un 15-M que saca pecho y, todo hay que decirlo, desbarra.

Muchas de sus exigencias son acertadas y tienen que ser apoyadas sin reservas. Otras en cambio son pura demagogia, fruto de la inexperiencia de algunos de sus portavoces. Pero en lo que han fallado de forma estrepitosa, inaceptable, es en los métodos, y son esos métodos los que han provocado la aparición de multitud de indignados con los indignados.

En su idea de que no necesitan líderes para no caer en el error de los partidos políticos, ni tienen una voz autorizada y solvente ni tampoco una organización y una estructura. Se comunican a través de internet y a través de internet se dan instrucciones sobre qué hacer, cuándo, dónde, y qué propuestas se deben realizar en cada momento; pero la facilidad de comunicación no potencia ningún movimiento si no existe una línea coherente que seguir. Iniciaron su vida pública a través de comisiones, que se fueron disolviendo por diferencias internas; cada vez que ha surgido un portavoz con cierta solvencia y por tanto con cierto protagonismo, lo han eliminado y ahora, aunque a Rubalcaba le guste el 15-M y lance guiños constantes, no hay político serio que puede apoyarlos incondicionalmente.

Se pasan la legalidad por el arco del triunfo sin que la Policía, tan diligente para disolver otras manifestaciones, apenas intervenga a no ser que se planten ante el Congreso de los Diputados, acampan en las principales plazas incumpliendo todas las normas, han rechazado las invitaciones de los ciudadanos y comercios que les ofrecían espacios cerrados para plantar sus ordenadores, cortan vías, no aceptan las resoluciones de jueces o ayuntamientos y nos complican la vida a todos a pesar de que algún premio Nobel les preste su apoyo.

Pilar Cernuda 29.07.2011
http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1031787/indignados.html


NOTA MÍA: Yo me preguntaría por qué ha llegado a pasar esto y a quién le interesa que haya sucedido así; si ha sido negligencia o infilotración para buscar el desprestigio de los que ponen de relieve el desprestigio de la clase política, cada vez más cerrada en sí misma. Algo que parece vislumbrarse en la "reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General ( LOREG), aprobada mediante Ley Orgánica 2/2011 de 28 de enero por la que, entre otros cambios menores, se introduce la obligación para todos los partidos y coaliciones que no tengan representación parlamentaria de recoger el 0,1% de las firmas de las personas con derecho a voto en cada una de las circunscripciones por las que se quieran presentar. Todo el procedimiento se agrava porque, según la doctrina de la Junta Electoral Central (JEC), no se puede proceder a la recogida de firmas antes de que se inicie el proceso electoral y estas deben estar convenientemente acreditadas ante un Notario o fedatario público. Es decir, una candidatura que se quisiera presentar en las 51 circunscripciones del Estado español debería recoger más de 35.000 firmas, convenientemente ponderadas por provincia y acreditadas con la copia del DNI, y presentarlas en el periodo comprendido entre el 27 de septiembre, fecha oficial de convocatoria de las elecciones, y el 17 de octubre, plazo límite para la presentación de candidaturas ante la JEC. Para organizaciones con medios materiales modestos la barrera se antoja infranqueable". ( http://www.anticapitalistas.org/ELECCIONES-20-N-RESERVADO-EL ).

Genaro Chic

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