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Sobre el cuento de la autonomía andaluza

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Sobre el cuento de la autonomía andaluza Empty Sobre el cuento de la autonomía andaluza

Mensaje  Genaro Chic Dom Dic 05, 2021 9:54 am

El 29 de septiembre de 1977 Adolfo Suárez restableció - un año largo antes de que se aprobará la Constitución-  la Generalitat de Catalunya de forma provisional propiciando para ello el regreso de Josep Tarradellas,  presidente de la misma en el exilio.

Era el preludio de lo que iba a suceder en esa nueva norma legal que habría de distinguir entre nacionalidades y regiones. Que Andalucía se sintiese una vez más postergada no tiene nada de raro pues.

Dudo mucho que en mi tierra hubiese entonces mucho espíritu autonómico, aunque Rojas Marcos, padre del andalucismo moderno, hubiese estado exiliado por Franco en Écija por haberle salido rana después de haber obtenido un puesto como concejal del Ayuntamiento de Sevilla por el tercio familiar. Así es como yo recuerdo las cosas.


Última edición por Genaro Chic el Miér Mar 01, 2023 6:43 pm, editado 1 vez

Genaro Chic

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Sobre el cuento de la autonomía andaluza Empty Re: Sobre el cuento de la autonomía andaluza

Mensaje  Genaro Chic Mar Feb 28, 2023 12:00 pm

Andalucía y la mentira original de las autonomías

En el principio de la democracia, España no era autonómica. La estructura del Estado, tras la muerte del dictador, se convirtió en autonómica por mero interés electoral y ahora, casi medio siglo después, es una realidad incuestionable, plenamente integrada en la estructura social y política de España. Pero no era ese el diseño ni las intenciones políticas, todo se precipitó a partir de la reacción inesperada de todo del pueblo andaluz, que es cuando le surge al PSOE un interés inusitado por el sistema autonómico que, hasta entonces, había negado.

En ese cambio es cuando se produce la mentira original del sistema autonómico actual de España y, por ende, de la autonomía andaluza. La mentira que ahora, con motivo de este nuevo 28 de febrero, Día de Andalucía, han rescatado del olvido los andalucistas de Alejandro Rojas Marcos, el gran líder del movimiento nacionalista en esta comunidad sin el que la España de hoy sería muy distinta. ¿Hubiera sido más próspera España sin autonomías, como ocurre en Francia o en Portugal? ¿Sería más igualitario el Estado sin las diferentes comunidades autónomas? El debate, desde luego, siempre seguirá abierto y, por esa razón, conviene volver a los orígenes, conocer cómo se produjo todo, porque el modelo de Estado en España es este que vemos y cómo hemos llegado hasta aquí.

La relevancia principal de la mentira andaluza, de la que hablamos, estriba en que fue en Andalucía, un 28 de febrero como hoy, donde se rompió el pacto constitucional que existía para que solo el País Vasco y Cataluña tuvieran una autonomía plena, con todas las competencias en sus manos, salvo las que se refieren a aquellas que son intransferibles constitucionalmente, como Defensa o Asuntos Exteriores. Para las demás autonomías, la previsión era una lenta y limitada transferencia, más administrativa que política. Esa diferencia entre nacionalidades y regiones era la que habían pactado los principales partidos de entonces, todos ellos centralistas, el centro democrático de la UCD de Adolfo Suárez, el PSOE de Felipe González, el Partido Comunista de Santiago Carrillo, la derecha de Manuel Fraga al frente de Alianza Popular, y los nacionalistas vascos y catalanes.

El artículo 2 de la Constitución resume el modelo de Estado asimétrico que se pensaba implantar. En una sola frase, ese artículo establece tres principios fundamentales: España es la única nación existente, la patria común e indisoluble; la autonomía es un derecho de todos los territorios; pero no son todas iguales, porque debe diferenciarse entre aquellas que se consideran nacionalidades y las que son regiones. Nacionalidades dos, el País Vasco y Cataluña, y en menor grado Galicia, y luego todas las demás.

Ese era el acuerdo y lo que pasó a partir del 4 de diciembre de 1977 es que los socialistas se encuentran con un movimiento social creciente en Andalucía a favor de una autonomía plena, igual en competencias a las de catalanes y vascos. Más de un millón y medio de personas salió a manifestarse ese día. El PSOE cambia radicalmente de estrategia porque, además de que el clamor de la ciudadanía era evidente, detecta que esa ola puede acabar arrasando al mismo Gobierno de Adolfo Suárez.

Fue lo que ocurrió en el referéndum andaluz del 28 de febrero de 1980, el único, por cierto, celebrado en toda España porque en el País Vasco y en Cataluña se implantó la autonomía, sin más, y en el resto se fue concediendo a partir de que en Andalucía se rompiera el modelo: café para todos. Las condiciones de aquel referéndum andaluz eran leoninas, tanto que ninguna otra autonomía, con seguridad, hubiera aprobado su autonomía si se hubieran aplicado las mismas exigencias: el sí tenía que ganar en todas las provincias con más del 50 por ciento del censo, no de los votantes que acudieran ese día a las urnas. La abstención, por tanto, beneficiaba al No a la Autonomía, que defendía del Gobierno de Suárez. Pero ganó el sí, y solo en la provincia de Almería se quedó por debajo de la mitad del censo. Por tanto, el referéndum, legalmente, se perdió, aunque el sí hubiera ganado abrumadoramente.

El detalle cronológico de aquel año de 1980 refleja bien cuál era el interés fundamental del PSOE. El referéndum se celebra el 28 febrero y, el 21 de mayo, Felipe González presenta una moción de censura contra el presidente Suárez. Consigue superarla, pero el Gobierno sigue dando muestras de debilidad, de forma que en septiembre, Adolfo Suárez se somete a una moción de confianza. Los andalucistas de Rojas Marcos, con un grupo propio de cinco diputados, ven la ocasión para desbloquear la autonomía andaluza y le ofrecen su apoyo a cambio de que el Gobierno aplique en Almería, la provincia en la que no se alcanzó el número de votos exigido, un artículo de la Constitución, el 144, pensado para la autonomía de Ceuta y de Melilla. De ese modo, el referéndum se consideraba plenamente superado en las ocho provincias andaluzas y, por tanto, Andalucía conseguía una autonomía del máximo nivel competencial. La contestación del PSOE, que ya entonces era un partido hegemónico en Andalucía, fue la de organizar una campaña arrolladora contra los andalucistas, a los que acusó de haber vendido a los andaluces. En realidad, como queda dicho, era lo contrario, pero toda Andalucía se llenó de pintadas y carteles con la misma frase: “Rojas Marcos, traidor”, “Andalucistas, traidores”.

En este nuevo 28 de febrero, cuarenta y tres años después, Rojas Marcos ha querido sacarse aquella espina y le ha exigido al PSOE que le pida disculpas. Por supuesto, las disculpas no han llegado. Todo lo contrario, Rafael Escuredo, primer presidente socialista, ha vuelto a llamarlo “Judas”. Y “perdedor”, porque el Partido Andalucista acabó desapareciendo. No se queda ahí, Escuredo también acusa al actual presidente andaluz, Juanma Moreno, de ser un “suplantador” por haber abrazado el andalucismo. Es una reacción visceral que podemos entender: el PSOE, que tantos años gobernó en esta tierra, se ve obligado ahora a asumir este presente en el que es la derecha la que gobierna con mayoría absoluta y, por si fuera poco, los andalucistas quieren, además, desempolvar el pasado.

En un libro de José Luis Villar, también andalucista y profesor de Derecho Constitucional, llamado Toda la verdad sobre la conquista de la autonomía por el pueblo andaluz, se recopila lo sucedido en aquellos años y se exige “acabar con la fake news más antigua de la política española; esa que asegura que el PSOE trajo la autonomía y que el PA la traicionó”. Es cierto, no ocurrió así, aunque no es menos cierto que sin el PSOE jamás se hubiera ganado aquel referéndum. En todo caso, medio siglo después, la relevancia mayor es esta de descubrir cómo todo el de modelo de Estado se construyó a trompicones, a partir de aquella mentira original. Y a trompicones seguimos por este modelo autonómico, incuestionable e imperfecto, que tanto se podría mejorar.

En el principio de la democracia, España no era autonómica. La estructura del Estado, tras la muerte del dictador, se convirtió en autonómica por mero interés electoral y ahora, casi medio siglo después, es una realidad incuestionable, plenamente integrada en la estructura social y política de España. Pero no era ese el diseño ni las intenciones políticas, todo se precipitó a partir de la reacción inesperada de todo del pueblo andaluz, que es cuando le surge al PSOE un interés inusitado por el sistema autonómico que, hasta entonces, había negado.

Javier Caraballo

https://blogs.elconfidencial.com/espana/matacan/2023-02-28/andalucia-mentira-original-autonomias_3583229/


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