Los odiados judíos
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Los odiados judíos
Genaro Chic Dom Jun 12, 2011 2:00 pm
En varias ocasiones algunos amigos me han pedido mi opinión sobre el tema de la conducta de los judíos que hizo que se les persiguiera largamente en el tiempo. También sobre la cuestión de la expulsión de los moriscos de España.
No soy conocedor de ese problema concreto, sobre el que nunca puse mi especial atención al haberme dedicado profesionalmente al estudio de etapas anteriores. No obstante creo que es estimable el artículo que sobre el tema de los moriscos se ofrece en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Expulsi%C3%B3n_de_los_moriscos .
En él se señalan como causas posibles de la expulsión el hecho de no ser de “los nuestros”, de ser diferentes. No se puede hablar de xenofobia porque el odio o repugnancia era hacia los indígenas por parte de los extranjeros que habían ocupado su tierra y los habían reducido a subordinación. Una subordinación que hacía que viesen con simpatía los ataques de la gran potencia mediterránea que fue durante bastante tiempo el Imperio Turco. Materializada por los ataques de los piratas, otomanos y berberiscos. Eso los hacía sospechosos de quintacolumnismo, lo que agravaba el desprecio.
Además la crisis económica de comienzos del s. XVII hizo que se mirara especialmente mal a los que no se sentía como plenamente integrados, como suele suceder entre los pobres que sienten la competencia laboral que les plantean. Ello sirvió para poner el acento propagandístico en los temas religiosos y morales y en 1609 se terminó decretando la expulsión. Aunque no era una minoría rica, con todo el Estado podía beneficiarse de las confiscaciones de los bienes, lo cual es un dato a añadir a la búsqueda de una opinión pública favorable entre las masas.
Menos interesante me parece el artículo dedicado a la expulsión de los judíos ( http://es.wikipedia.org/wiki/Expulsi%C3%B3n_de_los_jud%C3%ADos_de_Espa%C3%B1a ) pues no se entra a fondo en su idiosincrasia de base religiosa pero de expresión (que personalmente creo que pesó más) económica, que explica mejor por qué fueron expulsados de todas las sociedades en las que la mentalidad antiusuraria se impuso, por odio o por envidia. A pesar de que su número de expulsados fue menor, indiscutiblemente su importancia relativa fue mayor, porque por algo se les temía más a nivel del poder.
Mi hipótesis es que, al encontrarse desde el siglo II expulsados de su país y mantener una firme idea de pueblo elegido, con una fuerte coherencia religiosa, no tuvieron interés en integrarse realmente en las sociedades a las que se vieron necesitados de integrarse. Eso les impedía, a su vez, tener acceso fácil a la tierra, que era la base de la economía de prestigio. Sus medios cultos (y no me refiero en particular a su intelectualidad, que como siempre viaja en el vagón de cola del poder) encontraron la posibilidad de hacerse valer dedicándose al préstamo usurario, prohibido por su religión -como por todas- en el marco de la propia comunidad.
Pero no valía esa prohibición interna con los infieles entre los que se veían forzados a vivir. [Se condena con todo rigor los préstamos usurarios a los propios ciudadanos o hermanos (Éxodo, XXII, 25; Levítico, XXV, 35-37; Deuteronomio, XXIII, 19-20 Y XV, . 7-10)y se tolera para los extraños (Deuteronomio, XXIII, 19-20)]. La necesidad de dinero de las clases dirigentes, en especial para las guerras, les permitieron convertirse en los impulsores de un capitalismo incipiente (si no puedes tener tierras, ten al menos dinero, que ello también te dará influencia, aunque sea odiosa por hipotecar el tiempo de vida ajeno).
Y así como hoy se sigue culpabilizando a los bancos por la crisis económica, sin mirar que el origen de la misma está más bien en la codiciosa irresponsabilidad de los políticos -dispuestos ganarse el apoyo fácil de una masa alimentada y entretenida- no creo que en tiempos pasados fuese de otra manera, terminando al final los políticos cogidos por sus deudas. Cosa que por supuesto los banqueros siempre han tendido a alimentar como forma de conseguir el poder.
La expulsión de los judíos -peculiaridades culturales generales aparte- debía suponer un aligeramiento de tensiones con la población envidiosa y, en particular para quienes tenían el poder político, una posibilidad de quitarse una fuerte presión en la lucha por el poder, que además permitía un aligeramiento de las deudas a través de las confiscaciones (que podríamos considerar como auténticas quitas o aboliciones parciales de la deuda principal).
En el fondo creo que lo que se da en realidad -lo que se ha dado siempre- es una pugna entre dos civilizaciones: la basada en la economía de prestigio (a la que son propensos los políticos) y la economía de mercado impersonal, propia de lo que hoy llamamos capitalismo. Sobre estos dos tipos de economía hablé con cierto detenimiento en mi libro El comercio y el Mediterráneo en la Antigüedad . Ya os digo que es sólo una idea personal que os transmito por si le veis la posibilidad de sacarle punta alguna y comentármela para aprender de ello.
Lamento no poder ser más preciso.
Última edición por Genaro Chic el Dom Mar 06, 2022 7:58 pm, editado 1 vez
Genaro Chic- Mensajes : 729
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Los judíos
jorge bs Sáb Dic 01, 2012 12:22 pm
Después de los romanos, la discriminación a los judíos pienso que encuentra su mayor motivación en contenidos religiosos, sobre todo, por parte de los cristianos. Finalmente a los judíos les atribuían haber cometido un deicidio imperdonable.
A partir de esto, a la iglesia católica le interesaba consolidar su poder estatal: militar, político y económico; civil y religioso. Para la iglesia, los romanos no podían ser acusados de deicidio porque Roma como estado y en consecuencia los romanos habían desaparecido. Por otra parte, la iglesia se había organizado precisamente a partir de las costumbres, tradiciones que persistían en la población. Basta pensar en el calendario de fiestas (conmemoraciones, celebraciones, etc.).
Si los romanos no podían ser culpabilizados, solamente quedaban los judíos que, por otra parte asumían a Jesús Cristo, en el mejor de los casos como profeta menor.
San Pablo, también judío, dará lugar a un argumento más antijudío ortodoxo que será aprovechado también por la iglesia católica.
Así las cosas, la iglesia para consolidar su poder tenía que distanciarse necesariamente de los judíos ortodoxos y diferenciarse de ellos de manera rotunda con el fin de no ser considerados una derivación, corriente o manifestación religiosa judía, como realmente es si se toma en cuenta que Cristo, San Pablo y otros eran judíos y, si volvieran seguramente podrían ir a una sinagoga y rezar con el talmud. Si tomamos en cuenta esta imagen, la iglesia/estado perdería fuerza. Simplemente estoy formulando hipótesis.
En suma, la persecución a los judíos solamente se justifica a partir de motivaciones religiosas e intereses de poder de facto.
La iglesia ha sido maestra. Han conseguido que la única religión existente, tenga una organización estatal o paraestatal que sea reconocida como un estado. Tiene el mismo reconocimiento que el obtenido ayer por Palestina en la ONU, Igual que todo país soberano, tiene un embajador (Nuncio) reconocido por numerosos países.
Con la .... de Babilonia hemos topado
A partir de esto, a la iglesia católica le interesaba consolidar su poder estatal: militar, político y económico; civil y religioso. Para la iglesia, los romanos no podían ser acusados de deicidio porque Roma como estado y en consecuencia los romanos habían desaparecido. Por otra parte, la iglesia se había organizado precisamente a partir de las costumbres, tradiciones que persistían en la población. Basta pensar en el calendario de fiestas (conmemoraciones, celebraciones, etc.).
Si los romanos no podían ser culpabilizados, solamente quedaban los judíos que, por otra parte asumían a Jesús Cristo, en el mejor de los casos como profeta menor.
San Pablo, también judío, dará lugar a un argumento más antijudío ortodoxo que será aprovechado también por la iglesia católica.
Así las cosas, la iglesia para consolidar su poder tenía que distanciarse necesariamente de los judíos ortodoxos y diferenciarse de ellos de manera rotunda con el fin de no ser considerados una derivación, corriente o manifestación religiosa judía, como realmente es si se toma en cuenta que Cristo, San Pablo y otros eran judíos y, si volvieran seguramente podrían ir a una sinagoga y rezar con el talmud. Si tomamos en cuenta esta imagen, la iglesia/estado perdería fuerza. Simplemente estoy formulando hipótesis.
En suma, la persecución a los judíos solamente se justifica a partir de motivaciones religiosas e intereses de poder de facto.
La iglesia ha sido maestra. Han conseguido que la única religión existente, tenga una organización estatal o paraestatal que sea reconocida como un estado. Tiene el mismo reconocimiento que el obtenido ayer por Palestina en la ONU, Igual que todo país soberano, tiene un embajador (Nuncio) reconocido por numerosos países.
Con la .... de Babilonia hemos topado
jorge bs- Invitado
El negacionismo
Genaro Chic Miér Jul 16, 2014 6:45 pm
Como respuesta antijudía al abuso cometido por los propagandistas hebreos magnificando un hecho, ya de por sí terrible, como es el antisemitismo alemán de los años treinta del siglo pasado para ganar el corazón de la gente con el victimismo, han surgido desde hace mucho tiempo quienes ponen en duda el llamado "holocausto" sufrido en los campos de exterminio organizados por el partido Nacional Socialista entonces gobernante en la nación germana. Un victimismo que ha tomado carta de naturaleza oficial en Alemania quien ha convertido en dogma todo tema antinazi, castigando duramente a los historiadores que se atrevan a contravenirlo, lo que sirve de argumento a quienes no ven con simpatía por lo menos el sionismo judío. Un resumen de las tesis para minimizar el llamado "holocausto" puede verse en http://www.tsunamipolitico.com/porque902.htm .
Un amigo me ha escrito protestando con buen tono por la atención que presto a temas como éste, a lo que le he respondido:
Al pueblo elegido se le ha odiado y expulsado tradicionalmente de casi todas partes desde hace mucho tiempo, como a toda otra minoría que no tiene un Estado que la defienda, y en particular si esa minoría es tan resistente como eficaz a la hora de defenderse en un medio hostil para el que se sabe hacer tan necesaria como envidiada. De ahí que piense que si logró hacerse con un Estado después de diecinueve siglos de perderlo, sin que me importen en el fondo los medios (demokratía, como nos recuerda L. Canfora, es "la fuerza del pueblo", no su voto pacífico), pues me parece fantástico. Igual que me parezca normal, pero ni bueno ni malo, que las comunidades constituidas como tales (y digo comunidades, no Estados, aunque el nacionalismo tiende a confundirlos) que se sienten incómodas con los intrusos procuren desasirse de ellos. Cuando mi hija menor estaba trabajando en Varsovia fui a visitarla y, a petición mía me llevó a ver los restos del campo de concentración de Oświęcim, al que los alemanes llamaron Auschwitz, donde se sigue respirando la muerte y aunque está montado con sumo cuidado expositivo sin que resulte un show a la americana. Me quedó poca duda, pese a (o sobre todo por) ese cuidado expositivo, que debió ser un lugar terrible y de que los polacos fueron inteligentes al convencer a los soviéticos que lo mantuvieran (con gran cinismo, como bien señalas). Me fastidió, eso sí, la presencia de dos grupos de jóvenes turistas judíos que se paseaban de forma organizada por el recinto portando insignias y banderas cantando en son de victoria. Iban dirigidos por sendas personas mayores, tocadas también con el gorro característico. No le di mayor importancia, pues en todas partes (y no sólo en el fútbol) te encuentras gente que se manifiesta así. Pero lo que sí llamó poderosamente mi atención fue lo que me dijo una joven polaca, licenciada de literatura española y amiga de mi hija: Sí, era cierto que ellos tenían poca simpatía por los alemanes, pero mucho menos aún por los rusos, porque por lo menos los alemanes los habían liberado de los judíos. Y eso que Stalin les había reconstruido, desde su ateísmo, todas las iglesias católicas de la capital, que no son pocas. En fin, cosa de filias y fobias.
Como habrás podido ver a mí lo que me llama la atención es el hecho de los dogmas en la Historia. Me consta que en Alemania, por múltiples razones, se autocensuran en relación con el tema del exterminio judío y que es delito -como dice el autor negacionista antes citado-, estudiar el nacional socialismo si no es para hacer una crítica negativa. Sobre este tema no hay libertad de expresión, que es para mí la más inteligente de las medidas de este sistema de gobierno de las élites denominado democracia. Todo el que tiene poder, está visto, tiende a abusar de él, como es patente que pasa ahora de forma abierta en las democracias occidentales, donde se está produciendo el abismo entre capas de población propio de regímenes señoriales, donde los grandes, por razones obvias, sólo permiten la difusión de dogmas que les afirmen en su supremacía. Tampoco esto, como el tema de los ciclos en el capitalismo liberal, es una novedad, pero como no pertenezco a las capa superior me preocupa y me parece poco inteligente, pues la democracia también a mi me parece el menos malo de los sistemas estatales de gobierno. Por tanto, volviendo al tema primero de esta carta, creo que sería mejor y más inteligente no perseguir y ningunear a los que ponen en duda alguno de los dogmas históricos, sino desmontar en público, si se puede, sus argumentos con otros argumentos, para que no se establezca frente a un dogma otro dogma, como suelen hacer los reformadores religiosos.
Un amigo me ha escrito protestando con buen tono por la atención que presto a temas como éste, a lo que le he respondido:
Al pueblo elegido se le ha odiado y expulsado tradicionalmente de casi todas partes desde hace mucho tiempo, como a toda otra minoría que no tiene un Estado que la defienda, y en particular si esa minoría es tan resistente como eficaz a la hora de defenderse en un medio hostil para el que se sabe hacer tan necesaria como envidiada. De ahí que piense que si logró hacerse con un Estado después de diecinueve siglos de perderlo, sin que me importen en el fondo los medios (demokratía, como nos recuerda L. Canfora, es "la fuerza del pueblo", no su voto pacífico), pues me parece fantástico. Igual que me parezca normal, pero ni bueno ni malo, que las comunidades constituidas como tales (y digo comunidades, no Estados, aunque el nacionalismo tiende a confundirlos) que se sienten incómodas con los intrusos procuren desasirse de ellos. Cuando mi hija menor estaba trabajando en Varsovia fui a visitarla y, a petición mía me llevó a ver los restos del campo de concentración de Oświęcim, al que los alemanes llamaron Auschwitz, donde se sigue respirando la muerte y aunque está montado con sumo cuidado expositivo sin que resulte un show a la americana. Me quedó poca duda, pese a (o sobre todo por) ese cuidado expositivo, que debió ser un lugar terrible y de que los polacos fueron inteligentes al convencer a los soviéticos que lo mantuvieran (con gran cinismo, como bien señalas). Me fastidió, eso sí, la presencia de dos grupos de jóvenes turistas judíos que se paseaban de forma organizada por el recinto portando insignias y banderas cantando en son de victoria. Iban dirigidos por sendas personas mayores, tocadas también con el gorro característico. No le di mayor importancia, pues en todas partes (y no sólo en el fútbol) te encuentras gente que se manifiesta así. Pero lo que sí llamó poderosamente mi atención fue lo que me dijo una joven polaca, licenciada de literatura española y amiga de mi hija: Sí, era cierto que ellos tenían poca simpatía por los alemanes, pero mucho menos aún por los rusos, porque por lo menos los alemanes los habían liberado de los judíos. Y eso que Stalin les había reconstruido, desde su ateísmo, todas las iglesias católicas de la capital, que no son pocas. En fin, cosa de filias y fobias.
Como habrás podido ver a mí lo que me llama la atención es el hecho de los dogmas en la Historia. Me consta que en Alemania, por múltiples razones, se autocensuran en relación con el tema del exterminio judío y que es delito -como dice el autor negacionista antes citado-, estudiar el nacional socialismo si no es para hacer una crítica negativa. Sobre este tema no hay libertad de expresión, que es para mí la más inteligente de las medidas de este sistema de gobierno de las élites denominado democracia. Todo el que tiene poder, está visto, tiende a abusar de él, como es patente que pasa ahora de forma abierta en las democracias occidentales, donde se está produciendo el abismo entre capas de población propio de regímenes señoriales, donde los grandes, por razones obvias, sólo permiten la difusión de dogmas que les afirmen en su supremacía. Tampoco esto, como el tema de los ciclos en el capitalismo liberal, es una novedad, pero como no pertenezco a las capa superior me preocupa y me parece poco inteligente, pues la democracia también a mi me parece el menos malo de los sistemas estatales de gobierno. Por tanto, volviendo al tema primero de esta carta, creo que sería mejor y más inteligente no perseguir y ningunear a los que ponen en duda alguno de los dogmas históricos, sino desmontar en público, si se puede, sus argumentos con otros argumentos, para que no se establezca frente a un dogma otro dogma, como suelen hacer los reformadores religiosos.
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¿Por qué son tan odiados los judíos?
Genaro Chic Dom Ene 07, 2018 10:16 pm
Una forma distinta de ver las cosas en este pequeño vídeo:
https://drive.google.com/file/d/1akVF05N10fGe90Q38Y-WQHKILa4c0IeG/view
https://drive.google.com/file/d/1akVF05N10fGe90Q38Y-WQHKILa4c0IeG/view
Genaro Chic- Mensajes : 729
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POR QUÉ ROMA NO QUISO A LOS JUDÍOS Y SE ENTREGÓ A LOS CRISTIANOS
Genaro Chic Jue Mayo 10, 2018 11:00 am
POR QUÉ ROMA NO QUISO A LOS JUDÍOS Y SE ENTREGÓ A LOS CRISTIANOS
«Un concepto del todo diferente», señala Scholem [1897-1982], «define la postura respecto al mesianismo en el judaísmo y en el cristianismo, y precisamente aquello que a uno le parece el mérito más glorioso de su concepción, el logro positivo de su mensaje, es devaluado y rechazado por el otro.
El judaísmo, en todas sus formas y figuras, se ha aferrado siempre a un concepto de la salvación que la concebía como un proceso que se desarrolla en público, en el escenario de la historia [aquí] y en el medio de la comunidad, en resumen, que se desarrolla esencialmente en el mundo de lo visible.
Tenemos en el cristianismo la concepción opuesta, que concibe la salvación como un proceso en el ámbito espiritual y en lo invisible [en el más allá] que transcurre en el alma, en el mundo de cada uno, y que provoca una transmisión secreta a la cual no necesariamente debe corresponder algo exterior en el mundo.
Incluso la 'civitas dei' de san Agustín [354-430], que, en las circunstancias del dogmatismo cristiano, es la que ha ido más lejos en el intento de mantenerse y al mismo tiempo de reinterpretar en interés de la iglesia las categorías judías de la salvación, es una comunidad de quienes se han salvado de modo incomprensible dentro de un mundo no salvado.»
K. Kerényi [1897-1973], 'La religión antigua', Barcelona, 1999, p. 201.
NOTA MÍA:
Este carácter distinto no deja de ser importante para entender por qué el judaísmo fue fuertemente perseguido por el Imperio Romano en tanto que el cristianismo se ajustaba bastante bien a los intereses de esta potencia, de la que terminó convirtiéndose en religión oficial desde el siglo IV. El reino de los cristianos -en principio- no era de este mundo, a diferencia del judío.
Al principio chocaron porque los cristianos eran pacifistas -lo que era intolerable para un estado guerrero como el romano- y por negarse al rendir culto al jefe militar del mismo ("Imperator").
Pero en el siglo IV, cuando estos antisistema cristianos habían llegado a ser poderosos e influyentes, se llegó a un acuerdo: los cristianos formaban parte sin problema de los ejércitos y el emperador renunciaba a su cargo religioso de Sumo Pontífice de la religión romana, que pasaría a ser detentado por el obispo cristiano de Roma, cuya religión se convertiría en la oficial ahora.
«Un concepto del todo diferente», señala Scholem [1897-1982], «define la postura respecto al mesianismo en el judaísmo y en el cristianismo, y precisamente aquello que a uno le parece el mérito más glorioso de su concepción, el logro positivo de su mensaje, es devaluado y rechazado por el otro.
El judaísmo, en todas sus formas y figuras, se ha aferrado siempre a un concepto de la salvación que la concebía como un proceso que se desarrolla en público, en el escenario de la historia [aquí] y en el medio de la comunidad, en resumen, que se desarrolla esencialmente en el mundo de lo visible.
Tenemos en el cristianismo la concepción opuesta, que concibe la salvación como un proceso en el ámbito espiritual y en lo invisible [en el más allá] que transcurre en el alma, en el mundo de cada uno, y que provoca una transmisión secreta a la cual no necesariamente debe corresponder algo exterior en el mundo.
Incluso la 'civitas dei' de san Agustín [354-430], que, en las circunstancias del dogmatismo cristiano, es la que ha ido más lejos en el intento de mantenerse y al mismo tiempo de reinterpretar en interés de la iglesia las categorías judías de la salvación, es una comunidad de quienes se han salvado de modo incomprensible dentro de un mundo no salvado.»
K. Kerényi [1897-1973], 'La religión antigua', Barcelona, 1999, p. 201.
NOTA MÍA:
Este carácter distinto no deja de ser importante para entender por qué el judaísmo fue fuertemente perseguido por el Imperio Romano en tanto que el cristianismo se ajustaba bastante bien a los intereses de esta potencia, de la que terminó convirtiéndose en religión oficial desde el siglo IV. El reino de los cristianos -en principio- no era de este mundo, a diferencia del judío.
Al principio chocaron porque los cristianos eran pacifistas -lo que era intolerable para un estado guerrero como el romano- y por negarse al rendir culto al jefe militar del mismo ("Imperator").
Pero en el siglo IV, cuando estos antisistema cristianos habían llegado a ser poderosos e influyentes, se llegó a un acuerdo: los cristianos formaban parte sin problema de los ejércitos y el emperador renunciaba a su cargo religioso de Sumo Pontífice de la religión romana, que pasaría a ser detentado por el obispo cristiano de Roma, cuya religión se convertiría en la oficial ahora.
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