¿Tienen los animales emociones o sólo sensaciones?
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¿Tienen los animales emociones o sólo sensaciones?
Podría resultar sorprendente que los filósofos antiguos en general no creyeran que los animales --es decir, aparte de los seres humanos-- fueran capaces de experimentar ninguna emoción en absoluto [aunque sí sensaciones]: ni la misericordia ni la vergüenza, ni la cólera ni el miedo, ni el amor ni el odio. Entre estos filósofos se encuentran Aristóteles, los estoicos, y los epicúreos; las ideas de Platón sobre las emociones son menos claras, y sin embargo no hay motivo para creer que él hubiera atribuido emociones a los animales tampoco. Es cierto que los filósofos son criaturas extrañas, y sus opiniones no siempre coinciden con las de la gente normal. De hecho, los griegos de la calle a veces hablaban de los animales como si tuvieran emociones. Y, no obstante, el hecho de que todos los filósofos fueran unánimes en insistir en lo contrario no es irrelevante ni carece de importancia. El motivo por que mantenían esta actitud no era ni desprecio ni desconocimiento de los animales -- nadie tenía más interés en otras especies que Aristóteles, la mayoría de cuyos tratados tratan precisamente de biología--. Más bien, sus ideas sobre si los animales tenían emociones o no estaban estrechamente relacionadas con su concepto de las emociones mismas. Y ese concepto -- y, me atrevo decir, el de la gente de la calle también -- era bastante diferente del nuestro. Y no sólo eso: pues también tenían una imagen distinta de las diversas emociones -- la cólera, el amor, el miedo, la vergüenza, y tal.
Aristóteles no creería que los animales fueran capaces de la cólera en el sentido completo de la palabra: es que los animales no están normalmente interesados en negociar su estatus social a través de acciones simbólicas como el menosprecio, el insulto, y las muestras de desaire --aparte del caso, quizás, de los monos tipo alfa que compiten entre sí por la posición principal en la tribu--.
Para Aristóteles, las emociones son, en general, reacciones o respuestas al comportamiento y a las intenciones de los demás. En este sentido, están profundamente involucradas en la vida social. No nos enfadamos con las piedras, y no experimentamos misericordia ni envidia ni rivalidad con objetos inanimados; tampoco sentimos la vergüenza en su presencia, ni la gratitud -- otra emoción que Aristóteles analiza en la Retórica--. No podemos quererlos ni odiarlos (no tienen virtudes ni vicios, desde luego), ni tampoco nos dan miedo en el sentido estricto del término --no actúan con intención hostil, por supuesto-- aunque claro que ejerceremos prudencia con respecto a ellos si son grandes y peligrosos. El objeto de las emociones en el sentido estricto de la palabra son los seres humanos [al ser un hecho cultural, no estrictamente natural]. Y precisamente esta actitud hacia las emociones -- que son propias de los seres humanos y reacciones al comportamiento o a los actos humanos -- es lo que más distingue la idea que los griegos antiguos tenían de las emociones de la nuestra. De hecho, hace sólo muy poco tiempo que los psicólogos han empezado a investigar las emociones como fenómenos específicamente sociales, es decir, como respuestas a actos intencionales.
Si el concepto que tenía Aristóteles de las emociones -- y era compartido, creo yo, por los griegos de su época en general -- era tan diferente del nuestro, ¿podemos aprender algo de su análisis? Yo creo que sí. Hoy día [con el triunfo del racionalismo], solemos considerar las emociones como una cosa que debemos controlar, suprimir, neutralizar. Si estamos enfadados, contamos hasta diez; si sentimos miedo, hacemos ejercicios de respiración; si experimentamos odio, nos da vergüenza, e intentamos reprimir un sentimiento tan antisocial (e incluso la vergüenza misma nos da vergüenza). Para Aristóteles, si uno quería modificar sus emociones o las de los demás, tenía en principio que transformar las creencias o los juicios de que las emociones dependían. ¿Era el insulto verdaderamente intencional? ¿Es lo que te da miedo realmente capaz de hacerte daño? Sócrates no tenía miedo de haber sido condenado a muerte por los atenienses porque no creía que la muerte fuera un mal, e hizo todo lo que pudo para convencer a sus contemporáneos de eso. Reacciones instintivas, como el asco o el susto, son otra cosa, y no se consideraban como emociones genuinas.
Naturalmente, los griegos podían reconocer el terror y temblor de un animal espantado, igual que nosotros; sin embargo, no imaginaban que podían quitarle a la criatura el miedo por medio de conversaciones o de lógica, como en un diálogo socrático. Y precisamente por tanto, lo que experimentaba el animal no era ‘miedo’ en el sentido profundo de la palabra. En la medida en que estamos acostumbrados todavía a identificar las emociones con meros sentimientos o sensaciones, sin referirnos a los juicios intelectuales y evaluaciones éticas que son --según la opinión que comparto yo con Aristóteles-- un componente esencial de las emociones, puede ser útil, moral y psicológicamente, recuperar una idea de la distinción entre sensaciones y emociones que Aristóteles más que nadie ha aclarado para nosotros.
DAVID KONSTAN, “Las emociones en la antigüedad clásica y en la actualidad, o ¿tienen los animales emociones?,” en Omar D. Álvarez Salas y Aurelia Vargas Valencia, eds., Cultura Clásica y su Tradición. Balance y Perspectivas Actuales: Actas del Primer Congreso Internacional de Estudios Clásicos en México, vol. 1 (Mexico City: Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, pp. 383- 397). Fragmentos.
COMENTARIO:
Si distinguiésemos sensaciones de emociones desde luego nos quedaríamos si el absurdo de esos dibujos animados que muestran a los demás animales como plenamente humanos. Como si prescindiésemos del tabú del sexo no quedaríamos sin chistes verdes.
Por otro lado debemos recordar que la cultura no es un hecho estrictamente humano, como apunta el texto al hablar de los monos alfa, aunque es en nuestra especie en la que más se ha desarrollado. Entiendo, por tanto, que la afirmación aristotélica de hace veinticuatro siglos debería ser matizada.
Aristóteles no creería que los animales fueran capaces de la cólera en el sentido completo de la palabra: es que los animales no están normalmente interesados en negociar su estatus social a través de acciones simbólicas como el menosprecio, el insulto, y las muestras de desaire --aparte del caso, quizás, de los monos tipo alfa que compiten entre sí por la posición principal en la tribu--.
Para Aristóteles, las emociones son, en general, reacciones o respuestas al comportamiento y a las intenciones de los demás. En este sentido, están profundamente involucradas en la vida social. No nos enfadamos con las piedras, y no experimentamos misericordia ni envidia ni rivalidad con objetos inanimados; tampoco sentimos la vergüenza en su presencia, ni la gratitud -- otra emoción que Aristóteles analiza en la Retórica--. No podemos quererlos ni odiarlos (no tienen virtudes ni vicios, desde luego), ni tampoco nos dan miedo en el sentido estricto del término --no actúan con intención hostil, por supuesto-- aunque claro que ejerceremos prudencia con respecto a ellos si son grandes y peligrosos. El objeto de las emociones en el sentido estricto de la palabra son los seres humanos [al ser un hecho cultural, no estrictamente natural]. Y precisamente esta actitud hacia las emociones -- que son propias de los seres humanos y reacciones al comportamiento o a los actos humanos -- es lo que más distingue la idea que los griegos antiguos tenían de las emociones de la nuestra. De hecho, hace sólo muy poco tiempo que los psicólogos han empezado a investigar las emociones como fenómenos específicamente sociales, es decir, como respuestas a actos intencionales.
Si el concepto que tenía Aristóteles de las emociones -- y era compartido, creo yo, por los griegos de su época en general -- era tan diferente del nuestro, ¿podemos aprender algo de su análisis? Yo creo que sí. Hoy día [con el triunfo del racionalismo], solemos considerar las emociones como una cosa que debemos controlar, suprimir, neutralizar. Si estamos enfadados, contamos hasta diez; si sentimos miedo, hacemos ejercicios de respiración; si experimentamos odio, nos da vergüenza, e intentamos reprimir un sentimiento tan antisocial (e incluso la vergüenza misma nos da vergüenza). Para Aristóteles, si uno quería modificar sus emociones o las de los demás, tenía en principio que transformar las creencias o los juicios de que las emociones dependían. ¿Era el insulto verdaderamente intencional? ¿Es lo que te da miedo realmente capaz de hacerte daño? Sócrates no tenía miedo de haber sido condenado a muerte por los atenienses porque no creía que la muerte fuera un mal, e hizo todo lo que pudo para convencer a sus contemporáneos de eso. Reacciones instintivas, como el asco o el susto, son otra cosa, y no se consideraban como emociones genuinas.
Naturalmente, los griegos podían reconocer el terror y temblor de un animal espantado, igual que nosotros; sin embargo, no imaginaban que podían quitarle a la criatura el miedo por medio de conversaciones o de lógica, como en un diálogo socrático. Y precisamente por tanto, lo que experimentaba el animal no era ‘miedo’ en el sentido profundo de la palabra. En la medida en que estamos acostumbrados todavía a identificar las emociones con meros sentimientos o sensaciones, sin referirnos a los juicios intelectuales y evaluaciones éticas que son --según la opinión que comparto yo con Aristóteles-- un componente esencial de las emociones, puede ser útil, moral y psicológicamente, recuperar una idea de la distinción entre sensaciones y emociones que Aristóteles más que nadie ha aclarado para nosotros.
DAVID KONSTAN, “Las emociones en la antigüedad clásica y en la actualidad, o ¿tienen los animales emociones?,” en Omar D. Álvarez Salas y Aurelia Vargas Valencia, eds., Cultura Clásica y su Tradición. Balance y Perspectivas Actuales: Actas del Primer Congreso Internacional de Estudios Clásicos en México, vol. 1 (Mexico City: Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, pp. 383- 397). Fragmentos.
COMENTARIO:
Si distinguiésemos sensaciones de emociones desde luego nos quedaríamos si el absurdo de esos dibujos animados que muestran a los demás animales como plenamente humanos. Como si prescindiésemos del tabú del sexo no quedaríamos sin chistes verdes.
Por otro lado debemos recordar que la cultura no es un hecho estrictamente humano, como apunta el texto al hablar de los monos alfa, aunque es en nuestra especie en la que más se ha desarrollado. Entiendo, por tanto, que la afirmación aristotélica de hace veinticuatro siglos debería ser matizada.
Genaro Chic- Mensajes : 729
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