EL LAVADO DE LOS MUERTOS
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EL LAVADO DE LOS MUERTOS
En una misma ceremonia el agua puede a veces tanto purificar como limpiar [la purificación es interior, nuclear, y la limpieza exterior, superficial]. En donde esta acción es evidente es en el lavado de los muertos. La costumbre está testimoniada desde Homero, y ha permanecido hasta nuestro siglo XX, como un rasgo común de los rituales funerarios cristianos, judíos y musulmanes desde Marruecos a los Urales. La tarea ha sido elevada por la Iglesia a la dignidad de un acto de piedad. San Ignacio de Loyola la impuso a sus novicios antes de aceptar sus votos como jesuitas. Pero aparte de tal heroísmo masculino, ha seguido siendo un acto realizado fundamentalmente por mujeres, ancianas viudas y semi-brujas - muy frecuentemente las mismas mujeres que lavan también al recién nacido.
Lavar a los recién nacidos o a los muertos conlleva peligros que las mujeres enfrentan mejor que los hombres. Antes de empezar su lavado, la mujer judía coloca una pañoleta sobre la cara del cadaver; la mujer rusa se inclina profundamente y pide al muerto que le perdone por desvestir sus restos. La ceremonia se realiza principalmente para librar al cadaver de un aura que se adhiere a él. Un aura que no puede ir con el muerto dentro de la tumba.
En tales ocasiones se pone gran cuidado para que al tirar el agua usada, el cadáver no vuelva a recoger esa aura otra vez, Sólo los cadáveres lavados así no permanecerán pegados a su ambiente, no quedarán prisioneros de este mundo y rondarán a los que aún están vivos.
Lo que para el hombre o la mujer muertos es "ablución", "absolución", liberación de un gravoso suelo y de la suciedad es, para los vivos, una purificación de su espacio de morada corrompido por la muerte"
Ivan Illich, H2O y las aguas del olvido, Ediciones Cátedra, Madrid 1989, págs, 55-56.
Enrique García Vargas- Mensajes : 22
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