Mandela, hombre de paz. La construcción de un mito
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Mandela, hombre de paz. La construcción de un mito
EL PRECIO DEL PRAGMATISMO
Se ha hablado mucho de los acuerdos secretos entre Nelson Mandela, el gobierno racista de Pretoria, Gran Bretaña y Estados Unidos. Lo cierto es que, lejos de sus simpatías iniciales por el comunismo, Madiba se limitó a aplicar la política neoliberal imperante. Actualmente, Sudáfrica es uno de los países más desiguales del planeta, donde el 20% más rico –mayoritariamente blanco- acumula el 80% de la riqueza. Sólo el 3% de las tierras cultivables están en manos de agricultores negros. Los blancos conservan la propiedad del 97% restante, si bien hay blancos pobres, peones de origen holandés (afrikaanders), que viven en miserables campamentos sin agua ni electricidad. Los trabajadores negros ganan seis veces menos que los blancos. En torno al 23% de los hogares carecen de agua y electricidad. Uno de cada cinco adultos está infectado de SIDA, la mitad de los jóvenes carecen de empleo y se produce una violación cada 26 segundos. Según un reportaje realizado el 31 de marzo de 2011: “Las estadísticas en Sudáfrica sobre violencia contra mujeres y niños marean por su magnitud: se habla de una mujer violada cada 26 segundos, una mujer asesinada cada seis horas, seis veces más que la media global. Aún así, nadie tiene claras las estadísticas. Lo que sí es evidente es que desde el final del apartheid, en 1994, las agresiones sexuales denunciadas se han disparado hasta revelar una epidemia. En 1994, se denunciaron a la policía 44.571 violaciones. En 2006, la figura llegó a 53.000. Las últimas figuras facilitadas por la policía, -criticadas porque bajo el epígrafe de “delitos sexuales” se mezclan agresiones sexuales y, por ejemplo, desmantelamientos de burdeles-, ascienden a 68.000” (Lali Cambra, El País, Blog Mujeres). En cuanto a la violencia asociada a la delincuencia común, que tanto preocupaba a Nelson Mandela, cada año mueren cerca de 25.000 personas, lo cual significa una media de unos 70 asesinatos diarios. Es decir, un caso cada 20 minutos. Una pequeña minoría negra se ha aliado a la gran burguesía blanca y no duda en recurrir a la violencia para reprimir a los trabajadores descontentos, como sucedió en Marikana, cuando 34 mineros murieron bajo las balas de la policía. Sería injusto responsabilizar a Madiba de este crimen, pero al contribuir a crear (o mantener) unas estructuras económicas que no promovían la igualdad ni la redistribución de la riqueza, preparó un escenario que sólo invita al desánimo y la desesperanza, facilitando los abusos de las autoridades y las explosiones de rabia e impotencia de los más débiles y desfavorecidos. De hecho, la corrupción crece imparable, las desigualdades se acentúan, la represión policial continúa y la violencia callejera experimenta una espiral incontenible.
“MEJOR DAR UN PASO CON EL PUEBLO QUE DIEZ SIN EL PUEBLO”
¿Qué paso con Nelson Mandela? Era un admirador de la Revolución cubana y ahora es elogiado por la prensa conservadora, Wall Street le dedica un minuto de silencio y los jefes de Estado de los países más influyentes y poderosos honran su memoria. Es particularmente indignante que Mariano Rajoy, presidente de España, manifieste que “Mandela hizo de la concordia la fuerza de su mandato”, después de ordenar la instalación de cuchillas en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. No es menos desolador escuchar a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, declarando “no puedo imaginar mi vida sin el ejemplo de Mandela”, cuando su mandato se ha caracterizado por los asesinatos selectivos con aviones no tripulados (drones) y ha incumplido su promesa electoral de cerrar la inhumana e ilegal prisión de Guantánamo, donde la tortura física y psíquica son pura rutina. Todo esto me recuerda el circo organizado con Teresa de Calcuta, con la diferencia de que la monja de origen albanés no hizo nada verdaderamente meritorio, pues como denunció Christopher Hitchens su obra está llena de sombras y posibles fraudes. Mandela nunca habría afirmado que “el sufrimiento de los pobres es muy hermoso”. Sin embargo, coincide con ella en concitar el aplauso de los ricos y poderosos, que le han convertido en un santo laico. Es cierto que Mandela dignificó la lucha de los pueblos africanos y prefirió la prisión a la rendición, pero cuando se hizo con el poder renunció a cualquier pretensión revolucionaria. ¿No pudo hacer otra cosa? Si es así, ¿no dilapidó sus 27 años de confinamiento y su enorme prestigio entre sus partidarios? No puedo evitar sentir más aprecio por Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso (“el país de los hombres íntegros”) entre 1983 y 1987 y auténtico revolucionario.
Sankara nacionalizó los recursos naturales, se negó a pagar la “deuda odiosa” al FMI y el Banco Mundial, acabó con el latifundismo, distribuyendo la tierra entre los campesinos; luchó contra el hambre con un notable incremento de la producción agraria (la producción de trigo aumentó en tan sólo tres años de 1.700 kg por hectárea a 3.800, logrando la autosuficiencia alimentaria); promovió la educación y la sanidad públicas con grandes partidas presupuestarias; construyó carreteras y ferrocarriles al tiempo que plantaba millones de árboles para frenar la desertificación; defendió los derechos de las mujeres, incorporándolas a puestos de responsabilidad en el gobierno y el ejército, y prohibiendo la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos y la poligamia; advirtió repetidas veces sobre los riesgos de la penetración neocolonialista a través del comercio y las finanzas e incitó a los países africanos a no pagar su deuda externa. Austero y enemigo del culto a la personalidad, vendió la flota de Mercedes-Benz del gobierno y convirtió el Renault 5 en el coche oficial de los ministros. Se negó a instalar aire acondicionado en su despacho por considerarlo un lujo injustificable y se bajó el sueldo a 450 dólares. Su patrimonio personal se limitaba a un automóvil, cuatro bicicletas, tres guitarras, un frigorífico convencional, un congelador roto y una modesta casa familiar. El 15 de octubre de 1987 fue asesinado con doce oficiales. Blaise Compaoré, su antiguo colaborador y sucesor, actuó bajo el asesoramiento de la CIA y con el visto bueno de Francia. El cuerpo de Sankara fue descuartizado y enterrado en un lugar desconocido. De inmediato, se revocaron las nacionalizaciones y se acató las directrices del FMI y las grandes multinacionales. Sankara nos dejó varias frases memorables: “Mejor dar un paso con el pueblo que diez sin el pueblo”, “El objetivo de la revolución es que el pueblo ejerza el poder”. Me temo que otros líderes africanos -como Amílcar Cabral o Patrice Lumumba, también asesinados- se mantuvieron fieles a estas consignas, pero no Nelson Mandela, que acabó paseando en carroza con la reina de Inglaterra.
RAFAEL NARBONA
http://rafaelnarbona.es/?p=6094
NOTA MÍA: El fragmento que has leído pertenece a un texto algo más amplio publicado bajo el título “Qué pasó con Nelson Mandela”. Artículo interesante para ver su larga etapa de guerrillero violento (Amnistía Internacional nunca lo consideró un preso de conciencia) antes de ser convertido -como el etarra Arnaldo Otegi- en un hombre de paz por las autoridades sudafricanas que pusieron así fin al terrorismo del Congreso Nacional Africano, del que Mandela fue dirigente, logrando de este modo la paz. Los jefes que la consiguieron (el blanco de Klerk y el negro Mandela) obtuvieron el Premio Nobel de la Paz en 1993, como Kissinger y Le Duc Tho en 1973 tras la guerra de Vietnam. Los negros obtuvieron el poder político a cambio de dejar a los blancos mantener el superior poder económico.
Se ha hablado mucho de los acuerdos secretos entre Nelson Mandela, el gobierno racista de Pretoria, Gran Bretaña y Estados Unidos. Lo cierto es que, lejos de sus simpatías iniciales por el comunismo, Madiba se limitó a aplicar la política neoliberal imperante. Actualmente, Sudáfrica es uno de los países más desiguales del planeta, donde el 20% más rico –mayoritariamente blanco- acumula el 80% de la riqueza. Sólo el 3% de las tierras cultivables están en manos de agricultores negros. Los blancos conservan la propiedad del 97% restante, si bien hay blancos pobres, peones de origen holandés (afrikaanders), que viven en miserables campamentos sin agua ni electricidad. Los trabajadores negros ganan seis veces menos que los blancos. En torno al 23% de los hogares carecen de agua y electricidad. Uno de cada cinco adultos está infectado de SIDA, la mitad de los jóvenes carecen de empleo y se produce una violación cada 26 segundos. Según un reportaje realizado el 31 de marzo de 2011: “Las estadísticas en Sudáfrica sobre violencia contra mujeres y niños marean por su magnitud: se habla de una mujer violada cada 26 segundos, una mujer asesinada cada seis horas, seis veces más que la media global. Aún así, nadie tiene claras las estadísticas. Lo que sí es evidente es que desde el final del apartheid, en 1994, las agresiones sexuales denunciadas se han disparado hasta revelar una epidemia. En 1994, se denunciaron a la policía 44.571 violaciones. En 2006, la figura llegó a 53.000. Las últimas figuras facilitadas por la policía, -criticadas porque bajo el epígrafe de “delitos sexuales” se mezclan agresiones sexuales y, por ejemplo, desmantelamientos de burdeles-, ascienden a 68.000” (Lali Cambra, El País, Blog Mujeres). En cuanto a la violencia asociada a la delincuencia común, que tanto preocupaba a Nelson Mandela, cada año mueren cerca de 25.000 personas, lo cual significa una media de unos 70 asesinatos diarios. Es decir, un caso cada 20 minutos. Una pequeña minoría negra se ha aliado a la gran burguesía blanca y no duda en recurrir a la violencia para reprimir a los trabajadores descontentos, como sucedió en Marikana, cuando 34 mineros murieron bajo las balas de la policía. Sería injusto responsabilizar a Madiba de este crimen, pero al contribuir a crear (o mantener) unas estructuras económicas que no promovían la igualdad ni la redistribución de la riqueza, preparó un escenario que sólo invita al desánimo y la desesperanza, facilitando los abusos de las autoridades y las explosiones de rabia e impotencia de los más débiles y desfavorecidos. De hecho, la corrupción crece imparable, las desigualdades se acentúan, la represión policial continúa y la violencia callejera experimenta una espiral incontenible.
“MEJOR DAR UN PASO CON EL PUEBLO QUE DIEZ SIN EL PUEBLO”
¿Qué paso con Nelson Mandela? Era un admirador de la Revolución cubana y ahora es elogiado por la prensa conservadora, Wall Street le dedica un minuto de silencio y los jefes de Estado de los países más influyentes y poderosos honran su memoria. Es particularmente indignante que Mariano Rajoy, presidente de España, manifieste que “Mandela hizo de la concordia la fuerza de su mandato”, después de ordenar la instalación de cuchillas en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. No es menos desolador escuchar a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, declarando “no puedo imaginar mi vida sin el ejemplo de Mandela”, cuando su mandato se ha caracterizado por los asesinatos selectivos con aviones no tripulados (drones) y ha incumplido su promesa electoral de cerrar la inhumana e ilegal prisión de Guantánamo, donde la tortura física y psíquica son pura rutina. Todo esto me recuerda el circo organizado con Teresa de Calcuta, con la diferencia de que la monja de origen albanés no hizo nada verdaderamente meritorio, pues como denunció Christopher Hitchens su obra está llena de sombras y posibles fraudes. Mandela nunca habría afirmado que “el sufrimiento de los pobres es muy hermoso”. Sin embargo, coincide con ella en concitar el aplauso de los ricos y poderosos, que le han convertido en un santo laico. Es cierto que Mandela dignificó la lucha de los pueblos africanos y prefirió la prisión a la rendición, pero cuando se hizo con el poder renunció a cualquier pretensión revolucionaria. ¿No pudo hacer otra cosa? Si es así, ¿no dilapidó sus 27 años de confinamiento y su enorme prestigio entre sus partidarios? No puedo evitar sentir más aprecio por Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso (“el país de los hombres íntegros”) entre 1983 y 1987 y auténtico revolucionario.
Sankara nacionalizó los recursos naturales, se negó a pagar la “deuda odiosa” al FMI y el Banco Mundial, acabó con el latifundismo, distribuyendo la tierra entre los campesinos; luchó contra el hambre con un notable incremento de la producción agraria (la producción de trigo aumentó en tan sólo tres años de 1.700 kg por hectárea a 3.800, logrando la autosuficiencia alimentaria); promovió la educación y la sanidad públicas con grandes partidas presupuestarias; construyó carreteras y ferrocarriles al tiempo que plantaba millones de árboles para frenar la desertificación; defendió los derechos de las mujeres, incorporándolas a puestos de responsabilidad en el gobierno y el ejército, y prohibiendo la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos y la poligamia; advirtió repetidas veces sobre los riesgos de la penetración neocolonialista a través del comercio y las finanzas e incitó a los países africanos a no pagar su deuda externa. Austero y enemigo del culto a la personalidad, vendió la flota de Mercedes-Benz del gobierno y convirtió el Renault 5 en el coche oficial de los ministros. Se negó a instalar aire acondicionado en su despacho por considerarlo un lujo injustificable y se bajó el sueldo a 450 dólares. Su patrimonio personal se limitaba a un automóvil, cuatro bicicletas, tres guitarras, un frigorífico convencional, un congelador roto y una modesta casa familiar. El 15 de octubre de 1987 fue asesinado con doce oficiales. Blaise Compaoré, su antiguo colaborador y sucesor, actuó bajo el asesoramiento de la CIA y con el visto bueno de Francia. El cuerpo de Sankara fue descuartizado y enterrado en un lugar desconocido. De inmediato, se revocaron las nacionalizaciones y se acató las directrices del FMI y las grandes multinacionales. Sankara nos dejó varias frases memorables: “Mejor dar un paso con el pueblo que diez sin el pueblo”, “El objetivo de la revolución es que el pueblo ejerza el poder”. Me temo que otros líderes africanos -como Amílcar Cabral o Patrice Lumumba, también asesinados- se mantuvieron fieles a estas consignas, pero no Nelson Mandela, que acabó paseando en carroza con la reina de Inglaterra.
RAFAEL NARBONA
http://rafaelnarbona.es/?p=6094
NOTA MÍA: El fragmento que has leído pertenece a un texto algo más amplio publicado bajo el título “Qué pasó con Nelson Mandela”. Artículo interesante para ver su larga etapa de guerrillero violento (Amnistía Internacional nunca lo consideró un preso de conciencia) antes de ser convertido -como el etarra Arnaldo Otegi- en un hombre de paz por las autoridades sudafricanas que pusieron así fin al terrorismo del Congreso Nacional Africano, del que Mandela fue dirigente, logrando de este modo la paz. Los jefes que la consiguieron (el blanco de Klerk y el negro Mandela) obtuvieron el Premio Nobel de la Paz en 1993, como Kissinger y Le Duc Tho en 1973 tras la guerra de Vietnam. Los negros obtuvieron el poder político a cambio de dejar a los blancos mantener el superior poder económico.
Genaro Chic- Mensajes : 729
Fecha de inscripción : 02/02/2010
Re: Mandela, hombre de paz. La construcción de un mito
Nelson Mandela fue entrenado por agentes del Mossad en uso de armamento y sabotaje poco meses antes de su arresto en Sudáfrica. Según publica el diario Haaretz, el expresidente sudafricano recibió instrucción del servicio secreto israelí en Etiopía en enero de1962. El rotativo basa su información en documentos de los Archivos Estatales de Israel calificados de "alto secreto", que también revelan que Mandela "estaba familiarizado con los problemas de Israel" y que los agentes intentaron "convertirlo al sionismo".
El padre de la nueva Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz, fallecido a comienzos de este mes, abandonó ilegalmente su país en enero de 1962 para visitar varios estados africanos, entre ellos Etiopía, Argelia, Egipto o Ghana. Su objetivo era reunirse con sus líderes y obtener apoyo financiero y militar para el brazo armado del Congreso Nacional Africano.
Una carta del Mossad enviada al Ministerio de Exteriores en Jerusalén, revela que Mandela recibió entrenamiento militar por parte de agentes del servicio secreto israelí en Etiopía durante ese periodo. La misiva está fechada el 11 de octubre de 1962, casi dos meses después de que el líder de la lucha contra el Apartheid fuese detenido en Sudáfrica. Acababa de regresar a su país.
El Mossad envió la carta a tres destinatarios: el responsable para África del Ministerio de Exteriores, Netanel Lorch; el general Aharon Remez, dirigente del departamento de cooperación internacional y comandante en jefe de la Fuerza Aérea israelí; y Samuel Dibon, responsable de Oriente Medio en el ministerio y exembajador. El encabezado de la misiva es "El Pimpernel Negro", el termino que los medios sudafricanos utilizaban entonces para referirse a Mandela.
"Como recordará, hace tres meses discutimos el caso de una persona entrenada que llegó a la embajada (israelí) en Etiopía con el nombre de David Mobsari procedente de Rodesia", dice la carta.
"La persona mencionada recibió entrenamiento de los Etíopes (personal de la embajada, casi con total seguridad agentes del Mossad) en judo, sabotaje y armamento". El término "los Etíopes" era aparentemente un nombre clave para los efectivos del Mossad que trabajaban en Etiopía.
"Saludaba en hebreo, parecía un intelectual"
La carta también revela que el sujeto en cuestión "mostró interés por lo métodos del Haganah y otros movimientos clandestinos israelíes". Añade que "recibía a nuestros hombres saludando en hebreo, estaba familiarizado con los problemas de los judíos y de Israel, y daba la impresión de ser un intelectual. El equipo trató de convertirlo al sionismo".
"En conversaciones con él, expresa una visión del mundo socialista y por momentos crea la impresión de que se dirige hacia el comunismo", continúa la misiva, que destaca que el hombre que se hace llamar David Mobsari es el mismo hombre que ha sido arrestado recientemente en Sudáfrica.
Esta carta ha permanecido durante décadas en los Archivos Estatales de Israel y nunca había visto la luz. Fue descubierta hace tres años por David Fachler, de 43 años, un ciudadano de Alon Shvut que buscaba documentación sobre Sudáfrica para una tesis sobre las relaciones entre el país y el Instituto de la Universidad Hebrea para el Judaísmo Contemporáneo.
"Ahora emerge de las fotografías publicadas en la prensa sobre el arresto en Sudáfrica del 'Pimpernel Negro' que el hombre de Rodesia que recibió entrenamiento utilizó un alias. Los dos hombres son la misma persona", concluye.
http://www.elconfidencial.com/mundo/2013-12-20/agentes-del-mossad-israeli-entrenaron-a-mandela-en-uso-de-armamento-en-1962_68653/#lpu6M8qU7ytiVBp0
El padre de la nueva Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz, fallecido a comienzos de este mes, abandonó ilegalmente su país en enero de 1962 para visitar varios estados africanos, entre ellos Etiopía, Argelia, Egipto o Ghana. Su objetivo era reunirse con sus líderes y obtener apoyo financiero y militar para el brazo armado del Congreso Nacional Africano.
Una carta del Mossad enviada al Ministerio de Exteriores en Jerusalén, revela que Mandela recibió entrenamiento militar por parte de agentes del servicio secreto israelí en Etiopía durante ese periodo. La misiva está fechada el 11 de octubre de 1962, casi dos meses después de que el líder de la lucha contra el Apartheid fuese detenido en Sudáfrica. Acababa de regresar a su país.
El Mossad envió la carta a tres destinatarios: el responsable para África del Ministerio de Exteriores, Netanel Lorch; el general Aharon Remez, dirigente del departamento de cooperación internacional y comandante en jefe de la Fuerza Aérea israelí; y Samuel Dibon, responsable de Oriente Medio en el ministerio y exembajador. El encabezado de la misiva es "El Pimpernel Negro", el termino que los medios sudafricanos utilizaban entonces para referirse a Mandela.
"Como recordará, hace tres meses discutimos el caso de una persona entrenada que llegó a la embajada (israelí) en Etiopía con el nombre de David Mobsari procedente de Rodesia", dice la carta.
"La persona mencionada recibió entrenamiento de los Etíopes (personal de la embajada, casi con total seguridad agentes del Mossad) en judo, sabotaje y armamento". El término "los Etíopes" era aparentemente un nombre clave para los efectivos del Mossad que trabajaban en Etiopía.
"Saludaba en hebreo, parecía un intelectual"
La carta también revela que el sujeto en cuestión "mostró interés por lo métodos del Haganah y otros movimientos clandestinos israelíes". Añade que "recibía a nuestros hombres saludando en hebreo, estaba familiarizado con los problemas de los judíos y de Israel, y daba la impresión de ser un intelectual. El equipo trató de convertirlo al sionismo".
"En conversaciones con él, expresa una visión del mundo socialista y por momentos crea la impresión de que se dirige hacia el comunismo", continúa la misiva, que destaca que el hombre que se hace llamar David Mobsari es el mismo hombre que ha sido arrestado recientemente en Sudáfrica.
Esta carta ha permanecido durante décadas en los Archivos Estatales de Israel y nunca había visto la luz. Fue descubierta hace tres años por David Fachler, de 43 años, un ciudadano de Alon Shvut que buscaba documentación sobre Sudáfrica para una tesis sobre las relaciones entre el país y el Instituto de la Universidad Hebrea para el Judaísmo Contemporáneo.
"Ahora emerge de las fotografías publicadas en la prensa sobre el arresto en Sudáfrica del 'Pimpernel Negro' que el hombre de Rodesia que recibió entrenamiento utilizó un alias. Los dos hombres son la misma persona", concluye.
http://www.elconfidencial.com/mundo/2013-12-20/agentes-del-mossad-israeli-entrenaron-a-mandela-en-uso-de-armamento-en-1962_68653/#lpu6M8qU7ytiVBp0
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