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Lo que ocultan los chistes verdes

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Mensaje  Genaro Chic Mar Jul 29, 2014 10:18 pm


           Los cuentos "agudos y graciosos" —frecuentemente con connotaciones picarescas o abiertamente sexuales— se contaban en otras épocas en voz baja, entre cuchicheos, sobre todo en presencia de personas del sexo opuesto, un recato que antes era mucho más acentuado que hoy [con la liberación sexual del último siglo].

           Para designar estas historias, al comienzo obscenas, surgió la palabra 'chiste', derivada del verbo 'chistar'. En los orígenes de nuestra lengua, este verbo tenía el significado de 'cuchichear, hablar en voz baja' o también 'emitir un sonido con intención de hablar'.

          'Chistar' es una voz de formación onomatopéyica que proviene del sonido ' /sst/ ' o '/chst/', para llamar a las personas o para imponer silencio.

          'Chiste' aparece documentado en castellano desde el siglo XIII con Berceo [c. 1198-1265], bajo la forma 'chista' y, por el contexto, vemos que se refería a historias obscenas:

Mostrad el Pater noster a vuestras creaturas.
Castigad que lo digan yendo por las pasturas,
Mas vale digan esso, que chistas e locuras,
Ca suelen tales mozos fablar muchas orruras
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           El carácter obsceno de los primeros chistes aparece también en el portugués de Camões [c. 1524-1580], como vemos en este verso de la comedia de 'El rey Seleuco' [1587], en la cual el chiste aparece como una canción lasciva:

Mande-lhe cantar un chiste.
Chiste não que es desonesto,
E não tem esses extremos,
Outro canto mais modesto.


(Tomado de Ricardo Soca, 'La fascinante historia de las palabras')


LO QUE OCULTAN LOS CHISTES VERDES

          'Cultura' [o 'cultivo'] es represión. Represión de las inclinaciones básicas en la naturaleza para sublimarlas y ponerlas al servicio de la convivencia para sacarles más provecho en el plano colectivo.

           Es así como se ha llegado en algunas culturas tradicionales a la consideración del sexo como algo sucio, misterioso y oculto que te arrastra como una inclinación primigenia, contra la que hay que luchar de forma virtuosa para mantener el orden social expresado en el matrimonio.

           Éste establece un compromiso de exclusividad sexual y, en las sociedades tradicionales, establece un marco en el que es posible la violación consentida estableciendo figuras como el débito conyugal, que hace ilegal (o pecaminosa, tabú) la negativa a complacer a la pareja (en la práctica a complacer al marido).

          En un ambiente violento, por poco explícito que sea, donde la fuerza y la coerción es el marco de convivencia, la mujer desprotegida no sólo lo tolera sino que llega a defender el matrimonio subyugante como un marco de seguridad para poder sacar adelante a sus crías, que por naturaleza instintiva desea tener.

           Que el amor pueda existir en el marco del matrimonio se convierte en una ilusión vital, a la que con frecuencia se sacrifica así una vida.

           Frente a esta ilusión, y como reacción, se sitúa otra: la del amor libre, ácrata (al margen de un Estado siempre represor por naturaleza [pues se basa en el uso y control de la violencia]), en la que el respeto a la otra parte se da en todas las circunstancias; lo cual, paradójicamente, sólo se logra de la forma virtuosa (auto-represiva) que marca el Estado, porque, por inclinación natural, quien tiene la fuerza tiende a hacerla valer en toda circunstancia.

          En este ambiente los chistes verdes (historietas de contenido sexual, muy breves, que contienen un juego verbal o conceptual capaz de mover a risa) son una válvula de seguridad ante la presión que marca la represión sexual de una sociedad, con frecuencia manifestada en el propio matrimonio (o reparto estable de machos y hembras por contrato público).

         Son un hecho cultural, en cuanto que encauzan las pulsiones sexuales dejándolas en un conato verbal de lo que en el fondo se desea pero que las normas sociales rechazan. O sea son una forma de erotismo, o disfrute del sexo en una marco represivo, forzando éste pero sin destruirlo.

          Son  por tanto los chistes verdes una forma de aliviar la tensión causada por los tabúes relativos al uso del sexo que tienen todas las sociedades.

          Su función transgresora limitada tiene una función similar a la de los tacos, o expresiones sexuales fuertes, normalmente no usadas en el lenguaje oficialmente considerado como apropiado. Se dice así '¡cojones!', '¡coño!' o cosas por el estilo, pero nunca '¡ojo!', '¡pierna!', o términos similares, cuando se quiere lanzar un exabrupto con el que manifestar que se está en disposición momentánea, si fuese necesario, de romper el orden moral establecido como norma.

        La hipocresía social es una de las bellas artes, a la que nosotros damos el nombre general de 'teatro' (θέατρον, 'espectáculo'), en el que el 'hypocrita' o actor (ὑποκριτής, el que representa un papel) se muestra tras una máscara (πρόσωπον) a la que los latinos daban el nombre de 'persōna' (que no es lo mismo que 'ser humano').

           Cuando un ser humano es admitido en sociedad se convierte en un actor de la misma, en una persona, sujeto de derechos y obligaciones sociales, para que represente el papel que se le asigne en el 'theātrum' de la vida.

           Ese papel es cultural, o sea que no muestra la realidad como suele aparecer normalmente (o sea, la mayor parte de las veces) en una naturaleza que no se ha forzado para que dé mejores frutos para el humano con unas actuaciones predeterminadas por los que organizan la sociedad; actuaciones que suelen ser de naturaleza moral, o sea siguiendo la costumbre de lo que siempre se ha hecho, porque se considera positivo.

           Y la costumbre, como dicen los antropólogos, es la primera ley de los primitivos. Sobre ella se desarrollará después el derecho positivo. La moral constriñe los instintos primarios (matar, copular, etc. dentro del grupo) pero normalmente ofrece salidas a los mismos bien ritualizadas a través de las fiestas (sacrificios, orgías, etc.) o bien manifestando una cierta tolerancia a nivel verbal, como sucede con los tacos o los chistes verdes.

           En cualquier caso la verdad de una sociedad es la concordancia entre lo expresado en el guión cultural que ha decidido representar y la actuación de sus 'personas' (actores). Y lo que es una buena actuación en una sociedad es muy posible que no sea considerada así en otra.



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Genaro Chic

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